Este ser� mi primer relato de muchos, y se refiere a mis
inicios en el sexual, cuando una ma�ana de verano jugabamos en la cama con mi
hermana y mi hermano...
Mi hermano ya de 16 a�os, uno a�o mayor que yo despertaba a
los instintos sexuales propios de la edad. Siempre m�s dominante como hermano
mayor arrastraba a mi hermana (13) y a mi a sus situaciones.
Una ma�ana de verano nos quedamos hasta tarde durmiendo en el
dormitorio, que por cierto compart�amos. Por alguna raz�n que no recuerdo mi
hermana, todav�a en pijamas a esa hora de la ma�ana nos acompa�aba. El clima era
caluroso y era natural que solo durmieramos en slip (calzoncillos). Entre las
risas inocentes y almohadas que iban y ven�an, mi hermano m�s avezado invent� un
jueguito que pronto nos encantar�a jugar cada ma�ana.
El juego consist�a en ponerse de espaldas y bajarse los
calzoncillos y sub�rselos antes que mi hermana diera vuelta el rostro. Puedes
imaginar, que mi hermana casi siempre alcanz� a ver nuestras nalgas de carnes
tiernas y que comenzaban a hacerse cada vez mas incandescentes. No tardamos
tiempo en que el juego se trasladara a mi hermana. Ahora, ella era quien ten�a
que bajarse los calzones y subirlos antes que nos volvi�semos. Mi hermana al
principio reclamaba, ya que mi hermano y yo, siempre la ve�amos. Y por cierto,
sus nalgas morenas, delgadas y apretadas hac�an hervir mi sangre, por otro lado
ve�a como mi hermano observaba a mi hermana.
Este juego se repeti� por varios d�as y cada vez adquir�amos
m�s confianza. Una ma�ana, en que por fin, quedamos solos pudimos avanzar m�s
con el juego. Nadie hab�a dicho a nuestros padres lo que estabamos haciendo,
porque sin duda, a los tres nos agradaba.
Ahora el juego consist�a en acostarnos desnudos por turno
durante unos segundos y darnos un beso. Nos qued�bamos completamente tapados y
nos dabamos un beso. Lo hicimos una y otra vez, entre todos, es decir, hab�a un
turno en que nos d�bamos un beso con mi hermano. Mi hermano era algo alocado y
eso no le gustaba mucho a mi hermana. As� que el enojado sali� del dormitorio y
nos dej� solos.
Fue entonces, cuando realmente mire detenidamente a mi
hermana, ella morena, semidesnuda con un peque�os calzoncitos con dibujos de
manzanas, sus pezones diminutos sobre dos peque�os volcanes que m�s tarde har�an
erupci�n, eran semicubiertos por abundante y excitante pelo negro que se dejaba
descolgar por sobre sus hombros. Me qued� mirando y dijo que le gustaba jugar
conmigo porque mis besos eran m�s delicados y tiernos, entonces tembloroso me
acerqu� y sin querer vi como mi miembro se elevaba tocando su cuerpo, ella
sinti� el calor de mi verga y se sonroj�.
Jam�s hab�a visto un pene erecto y de alguna manera se
sorprendi� con su dureza. Yo la apret� fuertemente entre mis brazos y comenzamos
a besarnos, toqu� sus pechos, acarici� su cintura y busque en sus calzones la
profundidad que escond�a. La acarici� en su vagina virgen y ya no tan inocente y
sent� su humedad, su aroma y su calor entre mis dedos. Casi no sab�a que hacer
con ella. Mientras, ella llenaba sus manos con mi pene acariciando y
recorri�ndolo lentamente como si quisiese aprenderlo de memoria.
Todo transcurr�a lentamente, nos tumbamos en la cama y
enredados en la suavidad de las s�banas aprendimos con la inocencia juvenil de
c�mo se puede llegar a la pubertad sin ser virgenes. Casi instintivamente,
comenc� a rozar mi pene en su vagina, ella miraba como con mi mano dirig�a mi
pene a la entrada de su sexo, hasta que emboqu� y sellamos la penetraci�n con un
intenso y h�medo beso, mientras mi pene abr�a el camino entre su medrosa vagina,
llegando a una profundidad que jam�s hubiese imaginado.