Mi nombre es Marta, y he sido asidua lectora de las historias
de desde hace ya unos meses. Tengo 32 a�os y mucha experiencia en el
sexo, tal vez demasiada, y hasta hoy me he animado a confesar mis experiencias.
Y digo confesar, porque la verdad es que llevo una doble vida, y mi esposo ni
sospecha de c�mo es su mujer en realidad. No me malinterpreten: amo a mi esposo,
pero el deseo me domina y no puedo evitar hacer lo que hago.
Tengo muchas experiencias, pero para que se den una idea de
c�mo soy en lo referente al sexo, relatar� lo que hice cunado me iba a casar,
hace unos a�os.
Soy secretaria, morena clara, pelo abajo de los hombros
te�ido de rojo, de buen cuerpo, en especial mis piernas y caderas, acinturada y
busto 32B. No soy fea, aunque tampoco una belleza despampanante, pero siempre mi
cuerpo me ha ayudado a conseguir un hombre cuando lo necesito.
En la oficina donde trabajo somos s�lo cuatro personas, mi
jefe inclu�do. Los otros dos compa�eros son un hombre, Oswaldo, y otra
secretaria, Wendy. Oswaldo es un hombre de 25 a�os, robusto sin ser gordo y
bastante guapo aunque de mal car�cter. Nos conocemos desde hace 2 a�os y siempre
ha estado enamorado de m�, aunque nunca me lo ha dicho directamente. Nunca vi�
con buenos ojos a mis amigos, mucho menos a mi entonces novio, encontr�ndoles
todos los defectos del mundo. Yo nunca me sent� atra�da por �l, pero me sent�a
halagada de saber que yo le gustaba y que me deseaba.
Oswaldo me invit� a comer en dos o tres ocasiones y siempre
lo rechac�, lo que hizo que a veces me tratara de forma cortante, pero a m� no
me importaba. Cuando me compromet� en matrimonio con mi actual esposo, Oswaldo
se volvi� a�n m�s fr�o.
Una tarde, dos d�as antes de mi boda, mi jefe y Wendy ya se
hab�an marchado, Oswaldo estaba en otro cuarto sacando unas copias, y yo
aprovech� para finiquitar unos asuntos antes de irme y para hablar por tel�fono
con mi futuro esposo. Mientras hablaba, yo ve�a que Oswaldo me espiaba de reojo,
con cara de pocos amigos; y es que Bernardo, mi prometido, se calentaba con
facilidad (nunca hab�amos tenido relaciones sexuales, s�lo agasajos y besuqueos)
y empezaba a decirme todo lo que quer�a hacerme. El escuchar todo eso y saber
que Oswaldo me espiaba, hizo que me excitara much�simo y empec� a tocarme
discretamente.
Creo que Oswaldo se di� cuenta, porque de repente entr�
visiblemente molesto y me dijo:
- El tel�fono no es para noviar. Otras personas lo
necesitamos.
Lo mir� sorprendida y molesta. Me desped� de Bernardo
r�pidamente, colgu� y fui en busca de Oswaldo. Estaba yo muy caliente y esa
interrupci�n me hab�a molestado much�simo.
- Bueno, �t� que te traes? Si te molesta que hable con mi
novio, eso no es mi problema- le dije bastante molesta.
- �Tu novio? �Bonito novio tienes!
- �Qu� tienes contra �l?
- Es el m�s est�pido que conozco. Hace falta serlo para
casarse contigo.
Eso me sorprendi�. Sab�a que yo le gustaba, pero jam�s lo
hab�a visto tan celoso y tan grosero. Pero, de un modo extra�o, el verlo as� me
excitaba.
- �Por qu� dices eso? - le pregunt�.
- Todos sabemos la clase de mujer que eres.
Excitada, pero molesta, le pregunt�:
- �Qu� clase de mujer soy?
- Olv�dalo.
- �No, ahora me contestas! �Qu� clase de mujer soy, seg�n t�?
- De las que se meten con uno y con otro.
- �Mi vida es muy m�a y lo que yo haga no te importa!
Me retir� a mi cub�culo muy molesta y lo dej� ah� solo. Sin
embargo, su actitud me hab�a calentado mucho, el saber que el deseo reprimido lo
hac�a hablar as� era algo que me hab�a gustado. Fu� entonces cuando el demonio
del deseo se apoder� de m�. El saber que mi boda estaba a la vuelta de la
esquina, el saber que mi deseo era algo que estaba mal, el estar conciente de lo
pecaminoso de mi deseo me domin� por completo. Mi relaci�n con Bernardo, mi
dignidad y mi conciencia pasaron a segundo t�rmino. S�lo pensaba en satisfacer
mi malsano deseo. Ya nada me import�, y fu� a buscar a Oswaldo.
Lo encontr� en su cub�culo, furioso a�n.
- �Est�s celoso? -le pregunt�, retadora.
- �Qu� te importa? -me contest�, sin voltear a verme.
- S� que siempre te he gustado -le dije-, y que est�s enojado
porque me voy a casar.
- Vete a la chingada - me dijo, sin mirarme.
- No quiero que est�s enojado -dije mientras me quitaba el
blazer y me arrodillaba, a un par de metros de �l- y quiero darte un regalo de
despedida.
�l volte� y me mir� extra�ado. De rodillas, yo empezaba a
quitarme la blusa, dejando a la vista mi brassiere azul. Nos miramos sin
decirnos nada. Se levant� y se acerc� a m�, puede ver que su verga empezaba a
crecer bajo su pantal�n, ya que la puso a unos cent�metros de mi cara. Yo ya me
quitaba el sujetador, superexcitada, cunado le dije:
-Te regalo este cuerpo. Es tuyo por el resto de la tarde .Haz
con �l lo que quieras.
Una sonrisa se dibuj� en su rostro y, mientras se bajaba el
cierre del pantal�n, me dijo:
- Ya sab�a que eras una puta, y las putas necesitan verga -se
la sac� y la acerc� a mi cara. Yo entreabr� los labios y lo mir� a los ojos. �l
me puso una mano en la nuca y me atrajo a su verga -, ahora vas a mam�rmela,
pinche Marta puta.
Escuchar sus insultos fu� la gota que derram� el vaso. Sin
pensarlo,con mi mano tom� su verga, dura y gruesa, y empec� a besarla, a lamerla
arriba y abajo, desde la cabeza hasta los huevos, ensaliv�ndola por completo.
Abr� mis labios la empec� a engullir poco a poco, acarici�ndola con mi lengua,
saboreando su pecaminoso sabor. En ese momento no era yo la futura esposa de
Bernardo, sino la puta particular de Oswaldo, dedicada en cuerpo y alma a
complacerlo, era su esclava, sin voluntad propia.
Oswaldo ya se hab�a despojado de su camisa, y el sudor de la
excitaci�n ya cubr�a nuestros cuerpos. Se retorc�a de placer ante mis mamadas, y
un torrente de insultos sal�a de su boca.
- �Qu� buena eres para mamar, pinche Marta! �Cu�ntas vergas
has mamado, eh? �Sigue chupando, est�pida, porque vas a tragarte mis mecos!�Voy
a dejarte lista para tu maridito y para todos los que vienen!
Yo segu�a mamando, intentando meter toda su verga en mi boca,
la sent�a tocando mi garganta, sent�a sus huevos en mi barbilla, era lo m�ximo.
Deseaba hacerlo acabar, recibir su leche en mi boca, ten�a que saborearla,
sentirla en mi lengua y en mi garganta, sin desperdiciar nada. Tragar el semen
de alguien que no es mi marido siempre ha sido para m� la prueba m�xima de
sometimiento a un hombre. Me encanta hacerlo, y esta no iba a ser la excepci�n.
Sin embargo, cuando parec�a que se derramar�a en mi boca, me
tom� de los cabellos y violentamente jal� mi cabeza, sacando su verga.
- �Esp�rate, putita, todav�a tengo que cogerte!�Lev�ntate,
s�bete al escritorio y abre las piernas!
Lo obedec�, quit�ndome la falda y mi tanga, me tend� sobre el
escritorio y abr� las piernas, esperando su acometida. Oswaldo se acerc� y, sin
previo aviso, me penetr� de un golpe, insult�ndome, iniciando un mete y saca
violento, salvaje. Era doloroso, pero por lo mismo me excitaba. Sentirlo sobre
m�, posey�ndome, era enloquecedor.
-�Tienes crema, Marta? -me pregunt� mientras me cog�a- Voy a
darte por el culo.
No dije nada, haciendo un esfuerzo alcanc� mi bolso y, sin
quitarme a Oswaldo de encima, busqu� mi crema facial y se la entregu�. El me
continu� cogiendo unos momentos y luego empez� a separarse.
-�Qu� me vas a hacer?- le pregunt�, haci�ndome tonta, presa
de la excitaci�n.
- No quiero dejarle ni un agujero a tu maridito...volt�ate.
-�C�mo dices?
-��Que te voltees, pinche est�pida!! - y me tom� con
violencia, volte�ndome sobre el escritorio, dejando mis nalgas al aire- �Como si
no supieras lo que te espera!
Me unt� crema en el agujero del culo, metiendo un dedo de vez
en cuando y luego dos. Yo s�lo cerraba los ojos, disfrutando aquella casi
violaci�n, esperando el momento de ser cogida por atr�s por aquel hombre
salvaje. Se acerc� a m� y me susurr� al o�do:
-...Lo deseas, �verdad? -no contest�, y me repiti� casi
grit�ndome:
-�Dime que lo deseas, pinche Marta!�P�deme que te coja por el
culo!�S� que te gusta, puta pendeja!
-S�...c�geme...c�geme por donde quieras, Oswaldo...soy
tuya...
Acerc� su verga a mi culo, la frot� un momento, y lentamente
empez� a meterla, gimiendo de placer. Me tom� de los senos fuertemente, hasta
casi lastimarme. Mis pezones endurecidos sintieron la rudeza de la caricia, y
eso me calent� a�n m�s. Yo cerr� los ojos, sintiendo c�mo entraba en m�. Dol�a,
pero era maravilloso. Poco a poco me la meti�, hasta que estuvo toda adentro. Yo
ya jadeaba, presa de la excitaci�n. Y le ped�a que me cogiera m�s.
-C�geme, Oswaldo, c�geme...m�temela toda...soy tuya...no le
dejes nada a Bernardo...d�mela toda.
-�Eres m�a, pinche Marta puta! �M�a!�M�a! -dec�a �l mientras
me cog�a violentamente. Apretaba mis senos, me tomaba de las caderas y luego
regresaba a mis pechos.
Yo ya no pod�a m�s. Ese hombre, al que nunca hab�a hecho
caso, me estaba dando m�s placer que muchos otros. Nuestros cuerpos sudorosos se
estremec�an ante aquella fenomenal cogida, prohibida y pecaminosa.
Oswaldo finalmente termin� dentro de m�, dentro de mi culo.
Derram� tanta esperma que la sent�a escurrir por mis muslos. Se mantuvo dentro
de m� hasta que los espasmos de su eyaculaci�n terminaron. Yo lo disfrut� con
los ojos cerrados, recibiendo su leche dentro de m�. Cuando pens� que todo hab�a
terminado, sent� c�mo me tom� por los cabellos y con violencia me jal� hacia el
suelo, oblig�ndome a ponerme de rodillas otra vez.
-�Todav�a no termino contigo, Marta! -me acerc� su verga, a�n
parada y dura, embadurnada de semen y algo de sangre, y me orden�-: �Ch�pamela
otra vez, est�pida, l�mpiala bien y no escupas nada!
Ni falta hac�a que me lo dijera, la engull�, saboraeando su
semen y mi propio sabor. Era algo delicioso. Y era incre�ble c�mo, sin perder su
dureza, su verga se puso a punto nuevamente. S�lo que ahora �l me dej� mam�rsela
a mi antojo, sintiendo el fuerte sabor de su esperma, delicioso y maravilloso.
-�Sigue, putita, sigue! -dec�a �l, con los ojos cerrados y
contorsion�ndose por la fuerza de mis mamadas-�vas a tragarte todo, Marta!�Eres
una puta tragamecos!�Tr�gatelos!���TR�GATELOS!!!- y se vino en mi boca, gruesos
chorros de espesa leche inundaron mi boca, pero no dej� escapar nada. Oswaldo me
sujetaba la cabeza, oblig�ndome a tener su verga dentro de mi boca, y me mantuvo
as� hasta que termin� de echar su semen.Lentamente me separ� de �l, a�n de
rodillas, lo mir� fijamente a los ojos, abr� mi boca repleta de sus mecos y se
los mostr�.
-Tr�gatelos. C�metelos todos.- me orden�.
Cerr� mi boca y lentamente los tragu�, sin dejar de mirarlo.
�l mir� complacido c�mo mi garganta se mov�a mientras com�a su esperma. Eran
deliciosos. Nos levantamos, medio limpiamos el lugar y nos preparamos para
irnos.
- Eres una puta, Marta -me dijo mientras cerr�bamos la
oficina -, �tu novio lo sabe?
- No s� - le dije.
- �Cu�ndo puedo cogerte otra vez? Tengo mucha leche para t�.
- Ya veremos.
-Quien te viera, no se imaginar�a lo mamona que eres. Cuando
quieras, mi verga es para t�.
No dije nada y me fu�. A los dos d�as me cas�, y sent� algo
de culpa con mi esposo, pero no dije nada. A mi pesar, el recordarlo me segu�a
excitando. Oswaldo y yo seguimos trabajando juntos, pero ya no ha habido nada.
S� lo he pensado, pero ser�a muy poco espont�neo. Necesito que sea lo m�s
pecaminoso posible. El pobre me lo ha pedido muchas veces, pero no le hecho
caso.Ha llegado a amenazarme con contarle todo a mi esposo, pero no creo que lo
haga. Cuando yo vea que est� realmente decidido a hacerlo, y que mi matrimonio
est� en peligro, s�lo entonces existir�n los elementos necesarios para coger con
�l otra vez. El peligro es un gran afrodis�aco. Y me encanta.
En otra ocasi�n les contar� otra de mis experiencias, que no
son historias. Son experiencias reales. Quienquiera contactarme para opinar
puede hacerlo a
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO
Saludos