Alicia y yo llev�bamos unos a�os sin tomarnos unas vacaciones
y nuestro matrimonio necesitaba alg�n nuevo aliciente, ya que el trabajo nos
ten�a absorbido a ambos y apenas manten�amos relaci�n. Incluso a lo largo del
tiempo se dio cierto distanciamiento que por poco nos lleva al divorcio. Sin
embargo nos am�bamos y un d�a sostuvimos una larga conversaci�n en la que ambos
concluimos que lo mejor era que nos tom�semos unas vacaciones y pas�ramos unas
semanas alejados del estr�s y de las obligaciones tediosas de la vida cotidiana.
Simplemente se trataba de elegir un pueblecito de la costa, con el suficiente
buen clima y sol para disfrutar de la playa.
Nos instalamos pues en un apartamento playero y nos
dispusimos a pasar unos d�as de felicidad, de los cuales los primeros resultaron
ser una buena muestra: hac�amos el amor y goz�bamos de la compa��a del otro;
pero a pesar de todo al cabo de unos d�as se reprodujo de nuevo el temido
distanciamiento; incluso durante estas vacaciones a solas. As� que una noche
salimos a tomar algo y yo estaba dispuesto a pedirle el divorcio ya que estaba
demostrado que nada quedaba entre nosotros.
Y estando sentados en la terraza de un bar tomando una
cerveza, un instante antes de cuando me dispon�a a decirle aquello a Alicia,
aparecieron ante nosotros Carlos y Olga unos conocidos de nuestra ciudad.
Despu�s de comentar lo gracioso del casual encuentro, de que si el mundo era un
pa�uelo, etc, todos nos fuimos a una discoteca.
Yo conoc�a bien a Carlos y sab�a de lo mujeriego que era, as�
que no me sorprendi� que de buenas a primeras se pegara como una lapa a mi
mujer, que por otro lado se mostraba condescendiente con aquel t�o, sin apenas
conocerle. No sent� ni el menor atisbo de celos. A su vez, Olga se apeg� a mi.
La chica intentaba ser graciosa y simp�tica, pero no me agradaba en absoluto,
adem�s era m�s bien fea; no obstante ten�a unas tetas que ser�an cada una el
triple de grandes que las de mi mujer. Pens� en que se sentir�a amas�ndoselas.
Por eso no dejaba de mir�rselas.
Tambi�n pens� en que echar un polvo con otra mujer me vendr�a
bien y Olga parec�a que era lo que m�s a mano ten�a. Pero claro, al lado se
encontraba mi mujer y no podr�a irme con Olga a follar fuera de la discoteca si
all� con nosotros estaban Carlos y Alicia. Pero cuando Carlos se acerc� para
decirme aquello al o�do me qued� estupefacto.
-Oye �me dijo-, te dar� cinco mil euros si aceptas un
intercambio de pareja.
En absoluto necesitaba el dinero de aquel ricach�n
presuntuoso, pero la idea me excit� tanto y ya las cosas me importaban tan poco
con mi esposa que le dije que se lo propusiera a Alicia, que por m� encantado.
- Alicia est� dispuesta �me dijo para mayor sorpresa m�a-, y
Olga �continu� diciendo-, es una puta que har� lo que le pidamos.
Una vor�gine de excitaci�n y morbo nos llev� a las dos
parejas al apartamento de Carlos y Olga. Quise llevarme a la tetona a una
habitaci�n contigua para follar tranquilos y a solas, pero la zorra de mi mujer
dijo que ser�a m�s excitante todos en la misma cama.
Mientras yo me follaba a Olga y Alicia era follada por
Carlos, ambos gimiamos y asegur�bamos estar pas�ndolo mejor que en ning�n polvo
de los que jam�s hab�amos echado juntos. Fue maravilloso hacer aquello y despu�s
divorciarnos.