Lara (IV) y la empollona.
�Esa puta asignatura! �Esa puta asignatura y la profesora,
esa divorciada de cuarenta a�os, avinagrada, que me tiene entre ceja y ceja a
pesar de su sonrisa hip�crita en los pasillos! �No hay quien tenga narices de
aprobar esa puta asignatura!
Lo he intentado todo para aprobar la asignatura. Todo o casi
todo. He ido a clase, he resumido los apuntes, esquematizado, le�do una y otra
vez, rele�do. No hay manera de hacer un buen examen. Lo �ltimo, bueno, lo
pen�ltimo que he intentado es estudiarlo con una compa�era de clase. Una
empollona que saca todo con sobresalientes. Una de esas chicas que est�n en la
universidad y parecen que no han salido del colegio de las monjitas. Yo no me
hab�a relacionado mucho con Silvia, y personalmente no hab�a nada en ella que me
llamara la atenci�n. Una chica de trato aburrido, centrada en sus estudios, de
poca conversaci�n y menos gracia. Una rubia dentuda y pecosa, delgada. M�s bien
fam�lica y de unos ojos azules que aparec�an enormes detr�s de aquellas gafotas
de monturas oscuras y excesivamente gordas. Una joven de mi edad, pero que lleva
siempre una falda larga y ancha, como las de los uniformes de las Ursulinas, a
cuadros. No se pinta, ni los labios, ni las u�as, ni los ojos. Su perfume es
demasiado infantil. Su cara, alargada, su nariz larga y delgada, sus labios
cortos y carnosos, su barbilla m�s bien cuadrada. Ya no tiene espinillas en la
cara, aunque s� le ha nacido un bigote rubio, que se le nota si una se acerca
demasiado a ella, como las patillas que le marcan casi un inicio de barba.
Silvia parece y es t�mida. Una chica con unos rimbombantes
apellidos alemanes. Cuando me la quise ganar para que nos prepar�ramos juntas el
examen se puso a tartamudearme, aunque a fuerzas de caf�s juntas y sentarme con
ella fue tomando confianza, hasta que por fin lleg� el momento oportuno, le
propuse quedar juntas para preparar la asignatura. Silvia dud�.
- No se. �D�nde ser�a?.-
- Pues en la biblioteca, en tu casa, en la m�a...No se, donde
nos venga bien.-
- Mis padres no me dejan salir hasta muy tarde, Lara, y es
una asignatura de mucho trabajo y muchas horas... Deber�amos empezar ya a
estudiar...Qu� te parece si quedamos en mi casa.-
- Bueno Silvia. Por mi no hay problema. Ir� por la tarde a
estudiar a tu casa.-
Me dio una direcci�n y me explic� donde viv�a. Era uno de
esos barrios residenciales de chalets construidos en los finales de los setenta,
fuera de la ciudad. Una urbanizaci�n de esas en la que hay pasta. Hicimos los
planes. Sus padres trabajaban los dos y ella era hija �nica. La chica del
servicio se iba pronto y podr�amos estudiar perfectamente las dos en su
habitaci�n. Me ir�a a comer directamente desde la facultad a su casa y
llevar�amos a la pr�ctica un plan de estudio minuciosamente preparado.
Al d�a siguiente fuimos a su casa. Realmente era una
urbanizaci�n de grandes chalets, de jardines preciosos y de una limpieza
incre�ble. Luego, su casa era un palacio de s�tano, planta baja y dos plantas
m�s y una peque�a buhardilla. Ella estudiaba en la buhardilla. Su dormitorio
estaba en la segunda planta, a la que se acced�a por un ascensor, adem�s de las
escaleras. Una familia de pasta. Silvia es una m�quina de empollar. Estuvo dos
horas, desde las cuatro y media hasta las seis y media sin darme cuartelillo,
empollando haci�ndome empollar. A las seis y media, merienda. Y a las siete,
vuelta a estudiar durante dos horas. �Joder! �No iba a aprobar la t�a!.
Decidimos repetir la experiencia unos d�as m�s tarde. Me fui
familiarizando con algunas zonas de su casa, que aunque lujosa, erra funcional y
austera. Su cuarto carec�a de los adornos que tiene cualquier cuarto de
estudiante, ni m�sica moderna, ni nada. Un gran armario empotrado cubr�a un
costado de su habitaci�n. SU cama estaba en el centro del cuarto. Una cama
cuidadosamente hecha por la empleada, pero carente de cualquier adorno. Parec�a
la habitaci�n de un hotel. Al abrir un d�a una de las partes del armario pude
ver unas botas y unos pantalones de montar. Me dijo que montar a caballo era una
de sus pasiones. Sus parientes alemanes eran grandes jinetes. Ella estaba muy
orgullosa de su ascendencia alemana.
Uno de los d�a estaba demasiado cansada y decid� romper la
disciplina de trabajo y comenc� a distraerla y a hacerle preguntas. Me fij� en
ella.
-�Jo! Silvia. Yo no se por que no te arreglas m�s. La verdad
es que eres muy poco femenina.-
Silvia se mordi� los labios y me pareci� un poco sorprendida,
pero como si hubiera puesto el dedo en una llaga abierta.- �A que te refieres?.-
Yo comenc� a comentarle mi opini�n en un tono paternal.- Pues
no se, que quiz�s deber�as ser m�s coqueta en tu aspecto. Quitarte esas faldas
que no te favorecen, esos jerseys tan anchos que no te dejan mostrar tu
figura... que no debe ser fea, pues veo que eres delgada.- Y tan alta como yo.
Silvia me miraba fijamente, clavando sus ojos azules grandes
por detr�s de aquellas gafotas. �Esas gafas que no te favorecen nada... yo creo
que con unos pocos cuidados tendr�as m�s �xito con los chicos.-
-La verdad es que ya lo hab�a pensado, pero...-
-No seas tonta, Silvia. Hazme caso y mejora tu imagen. En
unos d�as ver�s que diferencia.-
Aquella tarde ya apenas estudiamos hablando de nuestras
cosas. Ella me explicaba que su timidez le imped�a relacionarse con los chicos.
Me pregunt� a m�. Yo no sab�a que decirle, pues en realidad, las cosas que me
ven�an sucediendo, con mi t�a, la veterinaria, la encargada de la biblioteca,
demostraban muy a las claras el �xito que ten�a.
-�T� como ligas?.- Me pregunt� Silvia, dej�ndome sorprendida.
- Yo no tengo dificultades. Me hago la simp�tica, la
accesible y viene como moscas, pero para eso hay que vestir un poco m�s
provocativa tambi�n.-
Silvia me habl� de sus antepasados. Especialmente de su
bisabuelo. Me ense�� una gorra de plato del uniforme de la segunda guerra
mundial. Incluso se la coloc� y me pregunt� como le quedaba. Parec�a orgullosa
de que su bisabuelo hubiera combatido "junto al F�rer", como le llamaba ella.
A los pocos d�as volvimos a estudiar las dos juntas.
Entonces, al poco de estudiar volvimos a ensarzarnos en una conversaci�n
personal. Silvia fue directa al grano.- Tu Lara �Eres virgen?.-
-Yo no.-Le dije con precauci�n, por que no sab�a por donde
pod�a discurrir la conversaci�n. Le cont� como empec� a salir con mi primer
novio y la fecha en que perd� la virginidad. Si me doli� y lo que suele
preguntar una novata. Pero Silvia no saci� su curiosidad.
-Y...�Qu� mas experiencias has tenido?.- Me dijo mir�ndome
con esas gafotas. Yo comet� la imprudencia de quererme hacer la interesante. Le
cont� un par de aventurillas que tuve con un par de chicos y como no parec�a
deslumbrarse, decid� contarle algo de mis experiencias recientes.
- En las pr�cticas, sabes que me toc� ir a una biblioteca.
Pues hab�a una colecci�n de libros er�ticos. Yo los le�a a escondidas y estaban
de miedo. �Me entiendes? Me piqu� en la lectura y hasta los sacaba a escondidas
para leerlos. Un d�a, la encargada me descubri�.-
Silvia me miraba fijamente y yo me pon�a caliente recordando
lo que le iba a relatar .-La encargada decidi� castigarme y lo hizo de una forma
especial. Me oblig� a quedarme despu�s de cerrar y me secuestr�. S�, me at�
entre dos estanter�as y me masturb� con el lomo de uno de esos libros er�ticos.
Y luego me meti� un vibrador. Imag�nate. �
Silvia ni parpadeaba. Estaba impresionada y yo creo que no
entraba a valorar sobre la veracidad del relato. Aquel silencio me animaba a
seguirle contando. � Un vibrador� Ya sabes�Y no ha sido la �nica vez.-
-Cuenta, cuenta.- Me anim� Silvia mir�ndome fijamente con sus
ojos azules que los gruesos cristales de las gafas convert�an en hiperb�licos.
- Pues una vez me masturbaba con un bote de desodorante y se
me derram� dentro un poco y �no veas que picor! Fui a la ginec�loga y me
equivoqu� de consulta y entre en el de una doctora que no conoc�a. No sabes lo
que me hizo.-
- T� me dir�s, Lara.- Me dijo mir�ndome a�n fijamente.
- Pues resulta que era una veterinaria y me trat� como a una
aut�ntica perra. Me afeit� el chocho mientras me hac�a preguntas de lo m�s
comprometidas. No te puedes imaginar. Me puso una correa y me at� el cuello con
una cadena. Y luego comenz� a echarme una crema dentro� Imag�nate. Me masturb� y
se masturb� contra mi.. �No te lo crees? Mira.-
Impulsivamente me puse de pi� y me baj� los pantalones todo
lo que pude, aunque no tan abajo como para ense�arle mi cl�toris. Pero era
evidente que el monte de Venus, al menos, estaba afeitado. Mir� a Silvia
buscando una reacci�n de sorpresa.
Silvia me miraba con la boca abierta. Dud� en contarle lo de
mi t�a y mi primo. Pero Silvia agach� la cabeza y se puso a estudiar. En aquel
momento pensaba que hab�a metido la pata al contarle a Silvia todo aquello para
impresionarla. Pensaba en la pobre opini�n que se hab�a hecho de m�, e incluso
que ya no volver�a a estudiar con ella, como as� fue durante un par de semanas,
pero no por otra raz�n que la inminencia de los ex�menes de otras asignaturas.
Por que la verdad es que Silvia, mientras estaba en la
facultad, no se separaba de m�. Se puso hasta pesada. Empec� a notar una grata
transformaci�n en ella. Empez� por lo que seguramente consider� m�s urgente y su
situaci�n econ�mica le permiti� deshacerse, mediante una depilaci�n el�ctrica
del bigotazo rubio. Luego me dijo que le operar�an en una cl�nica privada para
hacerle perder dioptr�as y as�, un buen d�a me apareci� sin gafas, aunque
fij�ndose una bien se apreciaba en sus ojos el borde de las lentillas. Por fin
comenz� a cambiar su forma de vestir. Desaparecieron las faldas largas y anchas
y los jerseys super anchos. No me equivoqu� al juzgar su cuerpo. Era delgada y
elegante. Me fij� en sus piernas. Me confes� que se hab�a depilado tambi�n.
Pero Silvia parec�a ida. Hac�a diagramas de flechas en los
folios, con n�meros y letras indescifrables, como si planeara algo
meticulosamente. Cuando se daba cuenta que la observaba, escond�a el folios y se
pon�a nerviosa. Luego, a los pocos minutos de escuchar al profesar, paraba de
tomar apuntes y se pon�a a dibujar c�rculos a los apuntes, pensando.
Un d�a, uno de esos en que ten�amos un examen, los nervios me
obligaron a ir al servicio, antes de entrar en el examen. Ella me acompa��. No
me dejaba ni para mear. Se qued� dentro, frente al lavabo mientras yo me bajaba
los pantalones y las bragas y me agachaba sin llegar a rozar la tapa.
Silvia me mir� y me dijo- �Efectivamente no me hab�as
enga�ado! �Lo tienes todo depilado!.- Y luego se acerc� a m� mientras yo me
sub�a las bragas, despu�s de limpiarme con un pa�uelo de papel y me dej� de
piedra al ped�rmelo -�Dame un beso!.-
Le di un beso en el carrillo, haci�ndome la loca. Silvia
atraves� su brazo en la puerta que separa el inodoro del lavabo. Sent�a sus ojos
clavarse en los m�os, que no me atrev�a a entornar para mirarla. No me dejaba
pasar. Busc� mi boca con la suya, pero yo me zaf�, empuj�ndola con suavidad y
saliendo del ba�o. De nuevo me sent�a acorralada por una mujer.
Hice el examen regular. No dejaba de pensar en Silvia
mientras respond�a como cre�a a las preguntas. No se me quitaba de la cabeza. La
sent�a por otra parte, tan cerca de m�, a tan s�lo dos banquetas de distancia.
Sal� antes que ella y me fui sin esperarla. Ten�a miedo. No s�lo a que me
pidiera algo para lo que no me sent�a preparada, sino a m� misma, que sent�a de
repente una atracci�n inevitable hacia ella.
Silvia me llam� y me pregunt� c�mo hab�a hecho el examen. Me
sent�a tremendamente excitada. Su voz, tambi�n temblaba al preguntarme si estaba
dispuesta a ir el s�bado a estudiar a su casa el examen. Era la �ltima
oportunidad que ten�amos para repasar y yo jam�s pens� que los acontecimientos
fueran a desarrollarse de esta manera.
Ese s�bado, por la ma�ana, estaba en el ba�o. Me duchaba
mientras me asaltaban a la mente las im�genes de mis experiencias anteriores. No
deseaba revivir ninguna de ellas, aunque la verdad es que cuando pensaba en la
veterinaria, la Doctora �rsula, o la Bibliotecaria, me excitaba. Cada vez que
estoy en la ducha me acuerdo de mi t�a y dirijo el chorrito de agua hacia mis
pezones rosados y mi sexo. Ahora siento con mayor fuerza el chorrito sobre mi
piel, pues como ya sab�is me lo dej� rasurado la veterinaria. El s�bado, adem�s,
me com�a el coco con Silvia. No deseaba mantener con ella una relaci�n. Es
cierto que en los �ltimas semanas se hab�a convertida en una chica realmente
hermosa, e incluso me sent�a desplazada al notar la creciente popularidad que
Silvia adquir�a entre los chicos, pero eran celos de amiga.
Aquel d�a llegu� a su casa a las cuatro. No hab�a nadie en la
casa. Sus padres hab�an salido de viaje y la criada estaba fuera. Le hab�a dado
permiso. Me extra�� un poco aquello, por que Silvia se quejaba de la cara que
ten�a la chica del servicio. Nos pusimos a estudiar. A los pocos minutos, Silvia
se puso de pi� delante de m�.-Te he preparado un examen. Es el mismo que cay�
hace dos a�os. Si lo sacas, seguramente aprobar�s la asignatura...Si lo
suspendes. �Ser�s castigada!-
Me carcaje� de Silvia. La verdad es que me parec�a c�mico su
aspecto, con aquel ch�ndal azul, de pi�, haciendo su voz m�s grave para
conferirle autoridad. Silvia se desplom� en la silla y se intent� concentrar en
los estudios, pero al rato, sac� del caj�n de la mesa en la que estudi�bamos un
folio con varias preguntas. Algunas me sonaban, pero otras, no sab�a como
enfocarlas. No se trataba, me dec�a Silvia, de desarrollarlas ahora, pero s� de
hacer un esquema para desarrollarlas. Al cabo de media hora, Silvia dict� su
veredicto. Se puso de pi� y me mir� fijamente. Ahora sus ajos azules parec�an
encantadores .-�Suspensa!.-
-�Suspensa?-
-�S�! �Suspensa y por tanto, castigada!
Me re�. �Que ocurrencia! �C�mo pretender�a Silvia castigarme?
�Con unos azotes? Silvia se acerc� hacia m� bordeando la mesa y se puso a mi
lado. Yo la miraba a�n con la sonrisa en la boca. Not� que su cara se tensaba y
de repente sent� como estiraba de mi pelo hacia abajo, oblig�ndome a doblar el
cuello. Fue una sorpresa. Silvia tir� de mi melena tras de ella y me oblig� a
saltar de la silla al suelo. Me tiraba con tal fuerza que me obligaba a ir de
rodillas detr�s de ella, casi a punto de perder el equilibrio, sin darme opci�n
a incorporarme. Le cog� de la mu�eca que estiraba de mi pelo. Le clav� las u�as
y ella me solt� emitiendo un chillido de dolor. Pero Silvia no se dio por
vencida. No me iba a zafar de ella tan f�cilmente como lo hice en el ba�o de la
facultad. Me dio un nuevo tir�n de pelo, m�s fuerte que el anterior y ca� de
bruces, d�ndome r�pidamente la vuelta. De repente la vi de rodillas a la altura
de mi cara. Sent� su rodilla presionando mi garganta. No me pod�a levantar. Era
in�til intentar defenderme. Su espinilla presionaba uno de mis brazos y lo
inmovilizaba y yo intentaba in�tilmente mover el otro. Estaba vencida.
-�Qu� quieres?. Le dije temerosa.-�Su�ltame!.-
-�No!-
-�Te digo que me sueltes!.-
-�No! �He estado planeando esto durante semanas! �Te har�
m�a.-
Y dicho esto, sac� unas esposas de detr�s de la chaqueta de
su ch�ndal, y agarr� con ellas la mano del brazo que ten�a inmovilizado bajo su
pierna. �Estas esposas eran de mi bisabuelo. Un teniente de la polic�a militar
del Tercer Reich. La verdad es que pienso utilizarla para un fin m�s noble que
�l. Ser� la detenci�n m�s placentera en las que ha participado...y un digno
homenaje a mis antepasados �Ja, ja , ja!-
Son� el clic entorno a mi mu�eca y Silvia, despu�s de
obligarme a darme la vuelta, se concentr� en atrapar mi otra mano, que se iba
acercando al otro extremo de las esposas a pesar de mi af�n por mantenerlas lo
m�s separada posible. Pero Silvia hab�a practicado artes marciales y dobl� mi
brazo con facilidad, haciendo que mi mano quedara unida junto a la otra, en mi
espalda, por las esposas. Sent�a su peso sobre mi espalda y respiraba con
dificultad.
Silvia se levant� y estir� de mis zapatos, que sac� de mis
pies sin desabrochar hebillas. Luego, me desabroch� los botones del pantal�n y
me tir� de los extremos, casi sac�ndomelos, pero manteni�ndomelos a la altura
del tobillo. Me volv� a dar la vuelta al tirar de los pantalones hacia arriba.
La miraba y notaba que ella me miraba justo ah�, al conejo. Su determinaci�n
para hacer conmigo lo que quer�a me turbaba. Me daba cuenta ahora de los efectos
que mi historia le causaba. De que significaban aquellos silenciosos c�rculos
hechos en los apuntes durante la clase, los diagramas de flujos. Comprend�a
ahora que yo era su morbosa obsesi�n.
- Me voy un momento abajo...�No te muevas de aqu� si o
quieres que te folle Thor!- Me sorprendi� tanto el vocabularios que utiliz� como
la idea. Thor era el gran dan�s que cuidaba el jard�n. A m� me daba un miedo
enorme y Silvia ataba al perro como condici�n a que yo entrara en su casa, por
eso, aquella amenaza era para m� lo suficientemente convincente.
Mientras esperaba me distraje pensando en la imagen que deb�a
de ofrecer. Con los pantalones bajados, mis nalgas asomaban por debajo de las
bragas de una manera desigual. Sent�a una de ellas medio fuera. Apareci� Silvia
al f�n. La sent� por las escaleras dando pisadas firmes. La vi aparecer con una
gorra. Era una gorra militar de color gris oscuro que deb�a de ser de uno de sus
bisabuelos alemanes. No llevaba nada en el torax. Me fij� en sus pechos. Eran
peque�os, casi pueriles y aparec�an rematados por unos peones peque�os pero muy
tiesos y bien delimitados. Llevaba puesto el pantal�n y las botas de montar, y
en una de sus manos, una fusta de esas que se usan para atizar al caballo cuando
se quiere que corra m�s.
Silvia comenz� a dar vueltas alrededor m�a. -�Con que esta es
la zorrita que me ha despreciado un beso! �Veremos a ver si es tan orgullosa
como parece!.-
Silvia me arranc� los pantalones y se puso de rodillas junto
a m�, para desabrocharme los botones de la camisa, pasando sus manos por entre
mis brazos y mi cuerpo, toc�ndome impunemente mis pechos, y dejar desnudos mis
hombros y hacer un ovillo con la camisa alrededor de las esposas que un�an mis
manos. Luego solt� el broche de mi sujetador y llevando las tiras de los hombros
hacia delante, pas� el sost�n por mi cabeza. Silvia me desabroch� una de las
esclavas de las esposas, sin terminar de soltar mi mano, y en un h�bil
movimiento, volvi� a esposarme, pero la camisa y el sost�n estaban libres en el
suelo.
Sent� sus manos de dedos delgados y fr�os en mis nalgas, y
luego su boca. Silvia me lam�a las nalgas mientras yo, tendida de cara al suelo,
doblaba la cabeza para intentar adivinar sus intenciones, por las expresiones de
su cara. Silvia mov�a la punta de su lengua por mis nalgas y de vez en cuando,
la sent�a deslizarse por la parte m�s baja y m�s �ntima, provoc�ndome un turbio
placer. Luego, not� la fusta deslizarse entre mis dos cachetes. Separaba mis
nalgas provocando que mis braguitas se me metieran entre las nalgas. Cog�a la
fusta de ambos extremos y as� me separaba las nalgas y la notaba cerca de mi
ano. Para finalizar, subi� la fusta m�s de la cuenta y sent� su pu�o entre mis
nalgas. Not� cada nudillo de su mano rozar mi ano. Me excitaba mucho todo eso.
- �Vas a comportarte como la perra con la que dices que te
confundieron! �Separa las piernas!.- Me dijo Silvia poni�ndose de pi�. Obedec�.
-�Te vas a ir a casa con las bragas mojadas!.- Me dijo
mientras not� la sensaci�n fr�a del cuero de su bota en la parte interior de mis
muslos. Silvia estaba de pi� encima m�a y met�a un pi� entre mis muslos y cada
vez lo sent�a m�s cerca de mi sexo. Sub� un poco el cuerpo y permit� que Silvia
metiera el empeine de la bota debajo de m�. La ca�a de la bota estaba justo en
mi sexo. Silvia comenz� a mover su bota gir�ndola por el tac�n y yo sent�a el
duro roce tras mis bragas. Mi cl�toris se rozaba y efectivamente, comenc� a
sentirme h�meda. Sent�a el fr�o suelo en mis pechos y mi cara y aquella bota
esforzarse en rozar todo mi sexo. Yo me relajaba, me distend�a y al final, yo
misma apretaba contra ella. Cerr� los ojos y comenc� a correrme con las bragas
puesta, pensando en si habr�a tiempo para que se secaran antes de volver a casa.
Me retorc�a sobre la bota y cerraba las piernas con fuerza para evitar que se
escapara. Silvia al verme as�, comenz� a golpear su fusta, r�tmicamente en mis
nalgas, con la fuerza suficiente como para hacerme sentir cierto escozor que
ahora se me antojaba agradable.
Silvia apart� su bota cuando estuvo segura que mi orgasmo no
pod�a dar mas de s�. Hice un adem�n, despu�s de recuperar el aliento, de
levantarme, pero not� de golpe la rudeza de la suela de la bota sobre mi
espalda. Luego, Silvia me quit� las bragas, desenroll�ndomelas poco a poco y
poni�ndolas bajo mi cara, a modo de peque�a almohadilla, haci�ndome notar en mi
mejilla, su humedad y el olor de mi sexo excitado. �Mira, zorrita. Al final
parece que te vas a tener que tragar tu orgullo!.-
Despu�s de dar algunas vueltas alrededor de m� y mirar por
las estanter�as de su cuarto repitiendo -�A ver? �A ver que tenemos por aqu�? �A
ver que podemos utilizar?.- Silvia repar� en un bote de esos de pagamento en
barra, de los que se usan para pegar papel. Era un cilindro que med�a algo m�s
dedo y medio de di�metro y unos doce cent�metros de largo, muy liso. Lo cogi� y
comprob� que la tapa estaba bien puesta. Silvia se coloc� de rodillas entre mis
piernas. Ella separaba sus rodillas y me obligaba a m� a separar mis muslos.
-�No tengas miedo! �rel�jate!.- Me dec�a mientras colocaba la
punta plana de aquel objeto en medio de mi raja y presionaba. Lo sent� entrar
con dificultad al principio, pero una vez metida la cabeza plana, el resto se
deslizaba sin dificultad.
- �Eres muy putita y muy caliente! �A que te gusta? �Eh?.-
repet�a mientras mov�a el cilindro dentro de m�. Yo lubricaba y seguro que sus
dedos se llenaron de mis flujos. Silvia se ech� sobre m�, sin dejar de estar de
rodillas. Sent� su cara sobre mi espalda y sus pechos sobre mis nalgas. Ella se
mov�a roz�ndose conmigo, haci�ndome sentir la delicada masa de sus senos en mis
nalgas, mientras me masturbaba con la barra de pegamento. Yo me excitaba por el
doble roce, el del resbalabizo pl�stico dentro de m� y por el sugerente y
delicado tacto de sus pechos que se rozaban con mis nalgas.
Estaba a punto de correrme, sinti�ndome cada vez m�s mojada,
cuando de repente, para mi desolaci�n, sent� que se levantaba y me sacaba el
stick de pegamento de la vagina.- �Voy a buscar algo mejor! �No te parece,
golfita?- Me dijo, pero de repente se dio la vuelta .-Aunque antes.... Voy a
hacer algo...- O� como le quitaba la capucha al stick y luego not� una de sus
manos en mis nalgas, separ�ndomelas.- -�Vamos, zorra! �Ay�dame! �Sep�rate las
nalgas!.-
Puse la palma de mis manos en la parte baja de mis nalgas y
tir� de ella para arriba y entonces comenc� a sentir la viscosa punta del stick
restregar mi ano con el peguntoso pegamento de barra. -�Imag�nate que es una
buena polla que est� jugando con tu ano!.-
Silvia me humillaba al decirme aquellas cosas. Me sent�a
impotente y no hac�a lo �nico que pod�a hacer, soltar mis nalgas. Al rev�s.
Sentir la punta pringosa de pegamento embardu�ar mi ano me excitaba
terriblemente. -�Permanece as�! �No sueltes los cachetes! Voy a ver si
encuentros algo y cuando vuelva te quiero ver as�. Si te has soltado los
cachetes, lo notar� en el pegamento �As� que no me enga�es o te azotar� con la
fusta!.-
Silvia tard� algunos minutos en llegar, en los que yo me
esforc� por mantener mis nalgas separadas. Luego, estuvo un rato recre�ndose,
mir�ndome los dos agujeros sin pelo. -�Tienes un co�o precioso! �Creo que me lo
voy a comer! �Date la vuelta!.-
Me ayud� a ponerme de cara al techo y se coloc� de rodillas
entre mis piernas. El peso de mi cuerpo atenazaba las manos detr�s de mi
espalda, que extend� a lo largo de mis nalgas. Sent� como met�a sus brazos por
debajo de mis muslos y sus manos aparecieron a ambos lados de mi vientre por
debajo de mis caderas. Luego vi como su cara se arrimaba a mi sexo, sin
contemplaciones, lentamente. Su cara reflejaba su deseo.
-Vamos a ver, Lara. �Es as� como se hace?.-
Y dicho eso, sac� su lengua y empez� a pasarla una y otra vez
en sentido horizontal sobre mi cl�toris, lamiendo su punta y mis labios. -�O tal
vez te gusta m�s as�?.- Y entonces me daba extensos y profundos lamidos en
sentido vertical, que rozaban toda mi crestita. Me estaba excitando de nuevo.
Silvia separ� mis labios y entonces mi crestita debi� de despertar la codicia
lujuriosa de Silvia, que se apoder� de ella coloc�ndola entre sus labios y
lami�ndola con la punta de lengua. Luego dio un tironcito y la solt�,
consiguiendo que me cretorciera de placer.
-�Dime! �Es as� como se hace?.- Separ� su cara de mi sexo. Su
fax se traspuso mientras me dec�a aquello. Yo pegu� un respingo al notar que
met�a con decisi�n un par de dedos dentro de mi sexo y continu� retorci�ndome de
placer. -�Es as�? �Contesta de una vez! �Zorra maleducada!.-
-�Siii!- Dije por fin, aunque me sent�a humillada y vejada
por aquella manera de poseerme y de hablarme.
-�Siii!- Dec�a mientras sent�a las convulsiones de mi vagina
mientras ella agitaba sus dedos dentro de m�, hasta conseguir que me corriera.
Flexionaba mis piernas contra el suelo y arqueaba la espalda y el cuello hacia
detr�s, coloc�ndome casi de medio lado, apoyando el peso de mi cuerpo contra un
hombro. Gem� de placer, incluso chill� mientras ella segu�a masturb�ndome con
los dedos y mord�a la parte interior de unos de mis muslos.
Silvia se levant�. Me miraba desde arriba con una cara que no
sab�a si era de desprecio o de sentirse mi due�a y se�ora. Segu�a dando vueltas.
Yo intentaba recuperarme. La miraba mientras sent�a hacia ella una mezcla de
amor y de miedo y resentimiento. Creo que si me tocaba otra vez, tal vez me
pondr�a a tiritar, aunque Silvia se tomaba su tiempo. De repente, sac� de detr�s
de su pantal�n un pl�tano largo y verde que debi� de encontrar en la cocina.
Silvia se puso en cuclillas delante de mi cuerpo y empez� a
pasar el pl�tano por mis pechos. La sent�a duro y algo fr�o. - �Este pl�tano!
�Qui�n quiere comerse este pl�tano?.- Dec�a esbozando una sonrisa. Yo ya
adivinaba cu�l era el destino de ese pl�tano, por eso, cuando not� que lo
deslizaba por mi vientre hacia mi sexo, separ� las nalgas y la punta del pl�tano
entr� dentro de m�. Silvia lo introdujo cuatro dedos sin dificultad. Yo lo
sent�a dentro de m�, mientras ella ahora me besaba. Eran besos diminutos y muy
seguidos que yo respond�a dejando mi boca entreabierta. Aquellos besos, se
conjugaban con la sensaci�n de una de sus manos de dedos elegantes y delgados
sobre mi pecho, cogi�ndolo con dulzura y pellizcando con delicadeza mis pezones.
�Que caliente estaba otra vez!
Su boca se hart� de la m�a, despu�s de recorrer con su lengua
mis recovecos y busc� la tersa piel de mis excitados pezones. Comenz� a
estimularlos. Estaba de rodillas encima m�a y mientras jugaba con mis pechos que
amasaba en sus manos y lam�a mis pezones lentamente, con la otra mano,
introduc�a y sacaba el pl�tano de mi vagina, y lo retorc�a a un lado u otro,
mientras yo abr�a mis piernas, intentaba abrir mis caderas todo lo que pod�a
para recibir lo mejor posible aquella deliciosa fruta.
Comenc� a moverme otra vez, agitando mis caderas desde atr�s
hacia delante, mientras furtivamente, introduc�a el dedo de una de mis manos por
detr�s de mis nalgas aloj�ndolo en mi sexo, junto al pl�tano, obteniendo una
especie de placentera seguridad. Silvia, al verme tan excitada se incorpor�.
Dej� de mover el pl�tano y mir�ndome con picard�a me dijo - �Oh, no! �Esta vez
ser� distinto!.- Y dicho esto pas� una de sus rodillas por encima de mi tronco y
sigui� en cuclillas, encima de m�.
Silvia ten�a un pi� a cada lado de mi cuerpo. Sent�a el duro
cuero de las botas a ambos lados y la tela �spera del pantal�n de montar, justo
el refuerzo de tela que estos pantalones suelen llevar en la parte de la
entrepierna, sobre mis pechos, aunque tengo que decir que Silvia no estaba
sentada sobre m�. Sus rodillas conten�an el peso de su cuerpo. Uno de sus brazos
retroced�a hasta mi sexo y continuaba foll�ndome con el pl�tano.
Empec� a moverme de nuevo, con la particularidad de que
ahora, en mis vaivenes, mis pechos rozaban con la �spera tela de sus muslos.
Aquello deb�a de estimular a Silvia, que comenz� ella misma a buscar el contacto
de su sexo con mis pechos, aunque yo no se si a trav�s de la dura tela sentir�a
algo. Comenz� a meter y sacar el pl�tano con decisi�n, meti�ndolo y sac�ndolo
casi por entero, mientras ella cabalgaba sobre mi pecho, que ahora se destacaba
m�s, pues hab�a estirado de mis pelos, por la espalda para que echara mi cuello
hacia detr�s. Ten�a la espalda arqueada y mis pechos se restregaban contra la
dura tela de su entrepierna, que se mov�a exageradamente contra m�, para
aumentar en su sexo los est�mulos necesarios para llegar al orgasmo.
Yo comenc� a correrme. Silvia me met�a el pl�tano sin piedad.
El orgasmo se me hizo interminable y muy intenso, casi dej�ndome extenuada, y
s�lo cuando me negu� a seguir movi�ndome, abandon�ndome sobre el suelo, Silvia
par� de moverse y sac� el pl�tano de mi vagina .- �Co�o! �No me puedo correr con
estos pantalones!.-
Silvia se levant� encolerizada y se desabroch� las largas
cremalleras laterales de las botas. Dando fuertes puntapi�s se deshizo de cada
una de ellas, haci�ndolas volar por encima de m�. Luego se desabroch� el
cintur�n y se quit� los pantalones, dejando sus piernas desnudas, reci�n
depiladas. Mir� a ver qu� tipo de bragas llevaba, pero debajo del pantal�n no
llevaba nada. Su cuerpo me pareci� delgado y �gil. Su piel era brillante y en
cierto modo, me record� a una serpiente. Me fij� en su monte de Venus, que luc�a
una hermosa cabellera rubia y mir� mi sexo desnudo.
Silvia se puso de rodillas entre mis piernas y comenz� a
masturbarse delante de m�, meti�ndose los dedos mientras se magreaba el pecho,
sin prestarme atenci�n. Yo intentaba recuperarme. Ve�a mover su mano r�pidamente
entre sus muslos y estirar su cuello hacia detr�s mientras hac�a unas muecas con
su boca como para indicar que aquello era inc�modo pero necesario.
Cogi� entonces una de mis piernas y la subi� casi a la altura
de su cara. Me d� cuenta como me miraba el sexo depilado. Silvia introdujo con
rapidez una de sus piernas entre las m�as y se puso sentada colocando la otra
pierna por encima de mi cintura y entonces uni� su sexo al m�o. Estaba desnuda,
tan s�lo llevaba aquel gorro militar que conservaba de su bisabuelo, y que le
daba un aspecto muy dominante.
Me acababa de correr y aquello era un sobre est�mulo. No
pod�a correrme y casi no ten�a capacidad para volver a calentarme, despu�s de
tres orgasmos, pero el sentir su mara�a h�meda de pelos sobre mi sexo me
provocaba una sensaci�n excitante. Su humedad se mezclaba con la m�a y Silvia
golpeaba mi sexo r�tmicamente buscando el orgasmo, que yo ya adivinaba
inminente. Silvia puso un pie sobre mi pecho y me lo magreaba con el poco tacto
que un pi� puede dar de s�, pero me gustaba. Me hac�a sentir indefensa mientras
retorc�a mis manos esposadas detr�s de la espalda.
Su pie se le escap� y fue a parar en mi cara. Sent� la
almohadilla delantera en mi boca, tierna y con un olor que me excitaba. Silvia
continuaba golpeando mi sexo con el suyo, provocando que sus pelos impactaran
con mi piel y con ello , un picorcillo que me pon�an loca.
-�L�meme el pi�!- Me orden� Silvia .-�Vamos! �L�memelo de una
vez!.-
Sent�a cierta repulsi�n a hacerlo, pero comenc� a dar
leng�etazos en la palma del pi� y Silvia comenz� a gemir de placer, dejando de
golpear mi sexo con el suyo para restregarlo, procurando un contacto intenso
mientras escuchaba su respiraci�n entrecortada.
Silvia permaneci� as� mientras se corr�a, cogi�ndome de los
tobillos para apretar m�s su sexo con el m�o. Estuvo as� hasta que se desvaneci�
moment�neamente por el orgasmo conseguido. Permaneci� as� unos minutos y
mientras se recuperaba,, lam�a mis piernas que manten�a cerca de s�, a�n cogidas
por los tobillos.
Silvia me mantuvo as�, tumbada en el suelo un buen rato
despu�s de levantarse ella. Se sent� en una de las sillas en las que nos
sent�bamos mientras estudi�bamos y encendi� un cigarrillo mientras me miraba con
una mezcla de superioridad y de picard�a. No me la imaginaba fumando y yo creo
que no fumaba. Era para impresionarme �A estas alturas!
Luego se levant� de la silla y me ayud� a levantarme. No me
atrev�a a mirarla. Me condujo hacia su dormitorio. Me llevaba cogida de una de
las mu�ecas que ten�a esposadas a la espalda y de los pelos. -�Vamos, zorrita!
�Te voy a llevar a un sitio especial para que me acuerde de ti todas las
noches!.-
Silvia me puso de pi� delante del espejo de su armario
empotrado. Yo me ve�a desnuda delante del gran espejo y la ve�a a ella, con la
gorra y la fusta. Me miraba con la mand�bula encajada y de repente, me sacudi�
un fustigazo en el trasero. Me doli�, pero me aguant�. Despu�s me dio un segundo
fustigazo, y s�lo al recibir el tercero solt� un alarido de dolor. Silvia me dio
un cuarto fustigazo. Una lagrima se derram� por mi mejilla.
-�Uhh! �Lagrimitas de cocodrilo!- Me dijo, mientras acercaba
su boca a mis mejillas y despu�s lam�a mi l�grima mientras resbalaba por mi
cara. Silvia entonces introduje la fusta entre mis muslos y me orden� -�Separa
los muslos!-
Separ� los muslos y empec� a notar c�mo la fusta rozaba la
parte interior de mis muslos y los labios de mi vagina, e incluso se introduc�a,
en sentido horizontal entre los dos. Jugaba con la fusta y yo comenc� a
calentarme de nuevo al sentirla rozar mi cl�toris.
-�Eres una zorra muy caliente! �Tendr� que apagar ese fuego!-
Dijo y a continuaci�n, me dio un fustigazo en la parte trasera de la rodilla.
Casi por inercia, mis rodillas se doblaron y ella empuj� sobre mis hombros para
hacer que me arrodillara.
Me qued� as� mientras escuchaba a Silvia, que deambulaba de
un lado a otro, con la fusta en las dos manos, detr�s de su espalda. -�Sabes!
Esta victoria la he planificado muy bien. Primero te he seducido con mi cambio
de imagen. Te he desconcertado y te he atra�do a mi territorio... Luego he
obtenido esta peque�a victoria militar sobre ti, y te he subyugado. Ahora eres
m�a y har�s lo que yo quiera sin decir ni p�o...Pero falta el final...el
aprovechamiento del �xito...Yo lo he estado pensando bien y me he decidido a
hacer esto...Me ha costado lo suyo por que no es f�cil conseguirlos sin
pringarse...pero aqu� est�.!
Y al decir aquello, abri� su mesilla de noche y sac� un pene
postizo, un pene de color naranja que iba unido a unas bragas que eran como unas
tangas, pero con atributo masculino incorporado. Yo me qued� de piedra y casi
temblaba ante la perspectiva de ser follada por una mujer, como si me estuviera
haciendo el amor un hombre.
Silvia se coloc� las bragas y el pene qued� prendido en su
bajo vientre. Era un objeto totalmente ajeno a aquella figura delgada y �gil,
pues incluso para el cuerpo de un hombre era un pene bien grande. Silvia se
acerc� a m�. Se puso frente a m�. Su juguetito me llegaba a la altura de la boca
y cuando me tom� del pelo e inclin� mi cabeza hacia delante, yo ya sab�a que lo
que deb�a hacer era chuparlo como unos meses atr�s se lo hab�a hecho a mi primo.
Me mir� en el espejo y la mir� a ella, como una walkiria que victoriosa
celebraba su triunfo.
A m� me pareci� una tonter�a, pero me sent�a de nuevo
humillada al tener que obedecer la orden de Silvia -�M�rame mientras te la
comes!.- Entorn� mis ojos y su mirada orgullosa se top� con mis ojos sumisos y
entornados. Silvia no tard� en levantar mi cara y separar mis labios del pene, y
entonces me orden� -�Ag�chate! �Pero no dejes de ponerte de rodillas!.-
Puse mi cara sobre el suelo, y con ella, mis pechos, en
cambio, mi culo se alzaba por encima del resto del cuerpo. Era una postura muy
humillante, pues sab�a que mis dos agujeros aparec�an en mi espalda, a la vista
de cualquiera que hubiera pasado por detr�s. Silvia se dio la vuelta y me mir�.
Yo me di cuenta de que estaba en una posici�n ideal para ser embestida, y que
con las manos esposadas, no podr�a poner ninguna oposici�n.
La sent� doblar una pierna y luego la otra, mientras se
apoyaba en mis corvas para arrodillarse. Puso sus piernas entre las m�as y
separ� mis piernas para poner las suyas. Luego comenz� a jugar con el pene de
goma entre mis nalgas y mis muslos, lo pasaba una y otra vez y me pon�a cada vez
m�s cachonda. Ya deseaba sentir aquello dentro, por el placer que deseaba que me
produciera y para acabar aquello de una puta vez.
Yo incluso separaba mis nalgas con la esperanza de que Silvia
metiese el nabo dentro de mi vagina, aunque fuera por error, cuando de repente
me volvi� a tirar del pelo y a hacer que mi espalda y mi cuello se arquearan.
Con ello consigui� tres cosas. Lo primero mantenerme controlada mientras
empezaba a sentir c�mo la punta del pene, y ya de verdad, se introduc�a un par
de dedos dentro de m�. Despu�s, verme as� delante del espejo, totalmente a la
disposici�n de Silvia, y por �ltimo, el propio tir�n de pelos me volv�a loca.
Comenc� a respirar agitadamente mientras Silvia apretaba su
vientre contra mis nalgas y aquello se me met�a dentro. Ya os he dicho que era
un falo grande hasta para ser de hombre. Silvia no dejaba de tirar del pelo y
cuando lo sinti� dentro de m�, entonces me solt� y me cogi� de las dos caderas,
con fuerza. Imaginaros entonces. Comenz� a menearse detr�s de m�, con energ�a.
Su vientre impactaba con mis nalgas rehumedecidas y el pene artificial
atravesaba mi vagina lubricada una y otra vez.
Yo apartaba la vista del espejo, pero siempre volv�a a mirar,
cuando dejaba de acariciar las baldosas del suelo con mis mejillas. Mis pechos
se mov�an y se frotaban contra el fr�o suelo. Mi imaginaci�n vol� y me imagin�
penetrada por un actor de cine. Respir� mas fuerte de la fuerza y comenc� a
gemir y a chillar mientras Silvia orgullosa, cabalgaba sobre el m�s hermoso
corcel.
Me sigui� humillando, aunque esta vez, quiz�s sin darse
cuenta, cuando a�n atada me preguntaba incesantemente si me hab�a gustado.
-�Siii!.- Tuve que reconocer.
Me solt� y tuve que disimular mi humillaci�n. Se empe�� en
que sigui�ramos estudiando, como si no hubiera pasado nada. Yo me vest�
respondiendo con monos�labos a sus preguntas y despu�s le dije que ten�a prisa
pro que me hab�a acordado que ten�a que acompa�ar de compras a mi madre. Silvia
pareci� decepcionada. Me acompa�� hasta la puerta. Aquel examen lo acab� de
estudiar yo solita en mi casa, aunque por que no decirlo aunque suene mal, con
el "co�o escoc�o"
Yo desde entonces decid� no tener demasiados tratos con
Silvia, aunque ella me busca constantemente, se sienta a mi lado y me mete
papelitos en mi bolso con corazones pintados. Sigue siendo la misma.
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