Relato: Regreso a la casa del placer (1)





Relato: Regreso a la casa del placer (1)

Dedicado a todas y todos aquellos que me dijisteis que los 5
cap�tulos de "A qui�n la suerte se la d�" les han sabido a poco. Ya sab�is
aquello de que "nunca segundas partes fueron buenas", de modo que es posible que
esta nueva serie os aburra. Lo �nico que puedo prometeros es que me esforzar�, y
espero con esta excitaros tambi�n, aunque s�lo sea un poquito. Una advertencia:
seguramente har� de cuando en cuando referencias a la serie original, no puedo
evitarlo. Como ser�a insufrible que volviera a explicar todo a cada paso,
quienes no la hay�is le�do, hacedlo antes de continuar con �sta. �Hasta luego!.


Un a�o despu�s, solo muy de tarde en tarde me acordaba de los
momentos vividos en aquella casa, el d�a que conoc� a Marina. Despu�s de que
Marina y yo nos despidi�ramos "a la francesa" (o sea que nos marchamos sin
decirle nada a nadie) no esperaba ninguna nueva invitaci�n, que de hecho no se
produjo.


A los cinco meses de aquello, recib� una nueva llamada de
To�o. Curiosamente, esta vez no quer�a nada de m�: me dijo que Helena estaba
embarazada ��pobre diablo!, a saber qui�n es el padre -pens�-�. Pero por
supuesto no le dije nada. El no se refiri� en ning�n momento a las fiestas de
Piluca y Juan, y yo tampoco saqu� el tema.


�Qu� fue de Marina?, os preguntar�is. Bueno, vivimos unos
meses de caliente relaci�n. Al principio, saltaban chispas cada vez que nos
encontr�bamos, y unos minutos despu�s est�bamos follando como locos en el sof�,
en el suelo, donde se terciaba. Es dif�cil que vuelva a tropezarme con una mujer
tan ardiente e insaciable, adem�s de bonita y cari�osa.


Tengo que haceros una confesi�n: creo que llegu� a enamorarme
de ella. Pero un tiempo despu�s, se fue distanciando poco a poco, hasta que un
buen d�a, despu�s de casi tres semanas sin vernos, me cit� en una cafeter�a. Yo
ya me malici� algo, porque siempre nos hab�amos visto en su casa o en la m�a, y
efectivamente, era lo que pensaba: "t� me gustas mucho, lo he pasado muy bien a
tu lado, pero en esta etapa de mi vida necesito algo de seguridad, y he
encontrado a un hombre mayor que yo, bien situado, que me quiere, bla, bla,
bla"�. La vieja historia.


Como soy un poco Quijote, le pregunt� si cambiar�a su
decisi�n en algo el que yo le pidiera que se casara conmigo. Bueno, para ser
sincero me sali� as�, sin pensarlo, aunque no estaba nada seguro de querer pasar
todav�a por el Juzgado. Ella lo ten�a muy claro. Me bes� la punta de la nariz,
con una sonrisa velada:


- Eres un cielo, Alex. De veras, me gustas mucho, pero creo
que el matrimonio debe basarse en algo m�s que en muy buen sexo.


�S�, en una muy buena cuenta corriente -pens�-�.


Al final, ella me ofreci� "echar el �ltimo polvo", en
recuerdo de los buenos tiempos. Yo estaba como trist�n, y ni me empalm� con la
idea. Como no quer�a prolongar aquello, le dije que no, gracias. Nos despedimos
con un beso.


No he vuelto a verla.



Bueno, alegremos la cara, que no es esto lo que iba a
contaros.


El invierno y la primavera siguientes se me pasaron como en
un vuelo. Y de nuevo lleg� el verano, y empec� a hacer planes para las
vacaciones. Por entonces, yo estaba saliendo con Norma, y la cosa m�s o menos
funcionaba, pero la chica me hab�a dejado claro que no quer�a comprometerse, y
que "nada de exclusivas". Y efectivamente, de vez en cuando, insinuaba con
medias palabras, a la vuelta de uno de sus viajes, que hab�a estado con otro
hombre.


Constitu�a un buen arreglo, que me permiti� cicatrizar la
llaga de Marina. Ella viajaba bastante por su profesi�n, pero en el tiempo que
pasaba en su casa, nos ve�amos casi todos los fines de semana. Era buena en la
cama, si bien no pod�a dejar de compararla. No se entregaba completamente, hab�a
siempre como una reserva. En fin, que no era lo mismo que con la otra.


Me atrajo desde el principio su cabello pelirrojo, herencia
de su abuelo irland�s al parecer, como sus ojos intensamente verdes. Y despu�s
de la primera noche con ella, estaba obsesionado por el camino llameante entre
sus piernas, depilado en las ingles, y no demasiado abundante. Ten�a un cuerpo
precioso, producto de que cuidaba su dieta, y del ejercicio que hab�a cuando no
estaba viajando, y una cara p�cara y muy atractiva.


Fue ella la que empez�. Una noche, est�bamos tendidos en la
cama "despu�s de". No s� como, sac� el tema del intercambio de parejas, y yo le
narr� mi experiencia en la casa de Piluca y Juan, sin, por supuesto, contarle mi
historia posterior con Marina. Para cuando estaba yo explic�ndole lo de Rosanne
desnuda sobre la mesa, abierta de piernas, y las bocas de todos los varones
sobre su cuerpo, advert� extra�os movimientos. Retir� la s�bana que nos cubr�a,
para contemplar c�mo su mano resbalaba sobre la lava de su vulva, incre�blemente
mojada.


Bien, la narraci�n se interrumpi� en ese punto, porque ten�a
otro "negocio" del que ocuparme. Una vez concluido, volvimos a hablar de ello:


- �Te ha excitado mi relato!.


- Los hombres cre�is que s�lo vosotros ten�is fantas�as. Yo
he so�ado algunas veces encontrarme en la misma situaci�n que tu francesita, con
varios varones a mi disposici�n, lami�ndome y bes�ndome por todo el cuerpo, y
eso me pone a mil, como hace un rato.


- Eso lo dices ahora, pero si te encontraras en la tesitura,
seguro que te echar�as atr�s -repliqu� yo esc�ptico-.


Ella frunci� los labios en un gesto voluntarioso que me era
familiar.


- Pru�bame. Si tienes reda�os, inv�tame a una de esas
fiestas.


- No lo dices en serio�


- Bueno, hay una forma de comprobarlo: ll�vame contigo, y
sabr�s si soy o no capaz.



Aunque To�o me dio el tel�fono de Juan, yo lo estuve pensando
muchos d�as. Hab�a sido descort�s con esa gente, no hab�a vuelto a verles desde
entonces, y adem�s yo apenas les conoc�a, y si me invitaron fue por el problema
de que Marina estaba desparejada. Total, que lo dej� correr, a pesar de que la
sola idea de volver me produc�a calambres en el bajo vientre (o sea, en los
test�culos, m�s que nada).




Dec�a que hab�a llegado el verano, y que estaba pensando en
las vacaciones. Bueno, pues un d�a me acerqu� a unos grandes almacenes a
comprarme un par de ba�adores, entre otras cosas.


Pero entre esto y aquello, era casi la 1:30 p.m. cuando
llegu�, por lo que me fui derecho a la cafeter�a a tomar algo primero de todo.
Piluca me vio antes que yo a ella. Estaba sola en una de las peque�as mesitas
para dos personas. Otra vez, me admir� de su imagen, y me qued� embobado
mir�ndola. Ver�is, yo sab�a por To�o que deb�a rondar los 43, pero aparentaba 10
menos. Y, de seguro, muchas chicas por debajo de los 33 que representaba no se
habr�an atrevido con aquel escote. Era como una gran "V" que llegaba hasta poco
m�s arriba del ombligo, y que permit�a contemplar una porci�n regular de sus
pechos redondos y altos, firmes sin necesidad de sujetador, que claramente no
pod�a llevar.


"Operados", dir�is las chicas. Sin hacer de menos a nadie,
unas tetas de 10.000$, firmes y altas, son tan gratas al tacto y al paladar como
si fueran naturales. O m�s, en seg�n que casos.


Pareci� alegrarse mucho de verme, y me lo demostr� con un
beso en la boca "con lengua", a la vista de todo el mundo, que me dej�
cortad�simo. �Ja, ja, ja!. Hab�a un pobre se�or en la mesa de al lado, al que se
le enrojeci� la calva, y que no dej� en todo el rato que estuvimos all� de
secarse el cuello con el pa�uelo.


- �Esperas a Juan? -pregunt�-.


Ella baj� un poco la voz:


- No, estoy sola. El cabr�n de Juan me ha pedido permiso para
irse de crucero con una chica de 19 que conoci�. As� que debe estar por el
Caribe, tomando ron con coco o lo que sea, y foll�ndose a su "yogurcito".


Aunque yo ya ten�a barruntos de c�mo se las gastaban, me
qued� con la boca abierta. Ella se ech� a re�r, y puso una de sus cuidadas manos
sobre la m�a:


- �Te he escandalizado?. Mira, no nos juzgues. Llevamos ya�
bueno, mucho tiempo casados, y hace rato que decidimos prescindir de prejuicios,
aunque no por eso nos hayamos dejado de querer. Para que lo entiendas,
-continu�-, si Juan me pidiera que no volviera a mirar a otro hombre, no lo
dudar�a ni un instante. Pero la cosa no funciona as� entre nosotros. Tenemos
buen sexo cuando nos apetece, pero si �l o yo queremos echar "una cana al aire",
pues nos lo decimos, y ya. O nos lo montamos en casa con otras parejas, como has
tenido ocasi�n de comprobar.


Efectivamente. Y el recuerdo de la "iniciaci�n" de Rosanne
por Juan, mientras Piluca se beneficiaba al novio de la chica en el dormitorio
conyugal, consigui� producirme una erecci�n de inmediato. Sobre todo, porque con
�l vino a mi mente la conversaci�n con Norma.


Bueno, para no alargarme, ambos picoteamos unas ensaladas y
un bistec, charlando animadamente. Con el caf�, Piluca me propuso que, en lugar
de comprarme uno de los horteras ba�adores que vend�an all�, la acompa�ara a una
tienda exclusiva que conoc�a, donde vend�an ropa para ambos sexos. Pens� en mi
pobre VISA oro, tan tranquila en mi cartera, ignorante de lo que se le ven�a
encima�


Y all� fuimos. Nos atendi� una dependienta, en torno a los
veintipocos -pens�-. Guapa, bien maquillada, y con un cuerpo que quitaba el
hipo. Pilu, que quer�a elegir un traje de noche, estuvo mirando y remirando todo
lo que la chica le ofreci�. Finalmente, escogi� un elegante vestido negro largo
hasta los pies, con tirantes, no demasiado escotado por delante, pero con muy
poca tela en la espalda, y otro rojo burdeos, corto, con dos cintitas como
hombreras, y que ten�a encajes transparentes en toda la pechera (menos dos
parches opacos estrat�gicamente situados, no s� si me entend�is).


Los probadores, tres, estaban situados en un pasillo al que
se acced�a desde una puerta al fondo de la tienda, y eran de esos que s�lo
tienen una cortina. Pilu desapareci� tras la puerta con los dos vestidos:


- Mientras me los pruebo, la dependienta te puede ense�ar
ba�adores�


Pero la chica no tuvo ocasi�n de mostrarme ninguno. Mientras
pon�a sobre un peque�o mostrador algunas cajas, la cabeza de Piluca asom� por la
puerta por la que acababa de salir:


- Alex, amor, �te importar�a echarme una mano?. Se me ha
atascado el cierre de la falda�


La chica me dirigi� una media sonrisa ir�nica, pero luego
sigui� revolviendo las cajas, con seriedad profesional. Seguro que pens� que yo
era un gigol�.


Tras la puerta, Pilu estaba desnuda de cintura arriba. Me
qued� cortad�simo.


- Oye, a mi no me importa, pero �qu� pensar�n las empleadas?.


Se encogi� de hombros, con lo que sus firmes pechos se
elevaron de forma muy sugerente:


- �Bah!, ya me conocen de tiempo. Adem�s, el beneficio de un
solo vestido que les compro, de seguro da para el sueldo de medio a�o de una de
ellas.


Pero a partir de ese momento, habl� casi en susurros.


Lo del cierre no era una excusa. La cremallera estaba
efectivamente atascada. Con una erecci�n que empezaba ya a ser visible, luch�
unos segundos con ella, hasta que cedi�. Lo que no hab�a previsto es que ella no
estaba sujetando la prenda, as� que en cuanto la solt�, la falda se fue al
suelo, y Piluca qued� "vestida" solo con unas braguitas que eran como un peque�o
pantaloncito de encaje negro, tan corto por abajo, que dejaba ver el final de
sus firmes y bien formadas nalgas. Ella no pareci� siquiera advertir que estaba
semidesnuda. Se puso el vestido negro sobre la parte delantera, frente al
espejo. Yo hab�a iniciado ya una discreta retirada, pero me lo impidi� su voz:


- �Qu� tal me queda?.


- Est�s preciosa, como siempre. (Y era sincero, de veras).


Hizo un moh�n.


- Lo que sucede es que el el�stico de las braguitas,
seguramente se notar� a trav�s de esta tela tan fina�


Me entreg� el vestido y, vuelta de espaldas a m�, se baj�
lentamente la prenda interior. Y mientras lo hac�a, su reflejo en el espejo me
mostr� que estaba pendiente de mis gestos. Cuando estuvo en los tobillos, se
inclin� para quit�rsela, con lo que tuve una caliente panor�mica de su sexo
rasurado, visto entre la parte trasera de sus muslos.


No pod�a ni moverme, temiendo que de un momento a otro
entrara la empleada, y nos "pillara" en una situaci�n tan comprometida. Pero
ella aparentaba absoluta tranquilidad. Me puso las bragas en la mano libre, y
tom� el vestido, desliz�ndolo por su cabeza. Subi� la cremallera, a su espalda,
y luego se volvi�:


- �Y ahora?.


Le quedaba espectacular. Pero debi� advertir mi gesto. Me
acarici� la mejilla:


- Te has puesto muy colorado, cari�o. Se dir�a que nunca
antes me hab�as visto desnuda�


(No all�, no en un lugar p�blico, no cuando cualquiera podr�a
entrar y sorprendernos -pens�-).


Para acabar de arreglarlo, un discreto toque con los nudillos
en el panel que separaba dos de los probadores, y la dependienta acab� de
descorrer la cortina (que, para mi horror, no hab�a estado completamente cerrada
en ning�n momento) y entr�, aparentemente indiferente:


- �Qu� tal le sienta?.


Piluca se pas� las manos por los senos, desliz�ndolas hacia
abajo hasta la cintura.


- Bien en general, pero, �no dir�as que me est� algo holgado
en los pechos?.


(�Tierra tr�game!. La chica estaba mirando las braguitas que
segu�an en mi mano). Las escond�, tarde, a mi espalda.


- Quiz� podr�a probarse una talla menos. Creo que le ir�a
mejor.


- Puede que s�. -Detuvo a la chica, que iba a salir-. No,
espera preciosa, ll�vate este vestido.


�Y se lo quit� con absoluta tranquilidad, quedando
completamente desnuda sin pesta�ear!. Lo m�s curioso es que la dependienta
tampoco pareci� "cortada" lo m�s m�nimo. Eso s�, cuando al fin sali�, me dirigi�
otra de "aquellas" miradas de malicia.


Cuando nos quedamos solos, Norma se ech� a re�r.


- �Si te vieras!. Estas encarnado como un tomate.


- Oye, es que es muy fuerte�


Hice intenci�n de correr la cortina, pero ella me lo impidi�.
Se acerc� mucho a m�:


- D�jala abierta. Me da un mont�n de morbo la idea de que
cualquiera pueda verme as� en un lugar p�blico -susurr�-.


(Bien, pues si a ella no le importaba� Total, yo
probablemente no iba a volver por all�).


A los pocos segundos, apareci� la chica con el otro vestido.
Enarc� un poco las cejas al ver que P�luca segu�a completamente desnuda, pero no
pareci� demasiado afectada por ello. Para mi confusi�n, no hizo ni intenci�n de
cerrar la cortina, ni de marcharse, mientras Piluca se lo probaba. Esta,
adelant� los pechos hacia m�, con clara intenci�n de aumentar mi sofoco:


- �Y ahora?.


Efectivamente, era un acierto. Sus redondos senos resaltaban
ce�idos por la liviana tela, y se ajustaba a sus caderas como un guante.


- Creo que me lo llevar� -decidi�-. Aunque me voy a probar el
otro. Mientras, puede mostrarte ba�adores para que elijas, que antes no te dej�
que lo hicieras.


Agradec� la oportunidad, y hu� m�s que salir de all�, pero
antes, pude ver de reojo que Piluca, de nuevo completamente desnuda, le
entregaba el vestido a la muchacha.


- �Qu� tipo prefiere, de pantaloncito o "deportivo"? -me
pregunt� ella al cabo de unos segundos, ante el mostrador-.


(Y ten�a entre las dos manos un m�nimo ba�ador rojo, mientras
me miraba muy seria, pero con los ojos chispeantes de malicia).


- Yo� No s� -balbuce�-.


- Quiz� quieras pedir opini�n a la se�ora�


Ya no sab�a que era peor: si estar "dentro", en una situaci�n
comprometida, o "fuera", con la chica pensando en la escenita que hab�a
presenciado, y mostr�ndome tan campante algo que no s� si alcanzar�a a taparme�
Bueno, en aquellos momentos, no lo ocultar�a ni un pijama.


- No, -decid�-, pero no s� si esa ser� mi talla�


(Error, grave error. La chica baj� la mirada por debajo de mi
cintura, y TUVO que advertir el bulto delator).


- Creo que s�, que te quedar� muy bien. �Quieres prob�rtelo?.


(�Joer, lo que faltaba!. En eso no hab�a ca�do).


Total, que inici� de nuevo la retirada. Iba a meterme en otro
probador, pero no pude: Piluca estaba en el pasillo, con el vestido rojo burdeos
puesto.


- �Te gusta �ste? -me pregunt�-.


- Bueno, depende. Te queda muy bien, pero a m� me parece m�s
apropiado para c�ctel, aunque no s� que idea tienes�


- Decididamente, me llevo el negro -concluy�-.


Entonces advirti� la prenda roja que apenas sobresal�a de mi
pu�o.


- Mmmmmm, veo que ya te has decidido. �Por qu� no te lo
pruebas?.


Y me empuj� a la cabina.


Yo no sab�a ya qu� hacer. La cortina segu�a abierta, y no me
atrev� a intentar cerrarla de nuevo. Piluca se estaba desnudando otra vez. Y yo
all�, pasmado. Se volvi�, despu�s de colgar el vestido, sin hacer la m�s m�nima
intenci�n de vestirse:


- �A qu� esperas?. O quiz� quieres que te ayude�


(No, por favor -pens�-. S�lo faltar�a eso).


As� que me quit� r�pidamente pantal�n y slip. Piluca silb�
por lo bajo.


- Vaya. No recordaba que estuvieras tan bien dotado.


Y como el que no quiere la cosa, sopes� mi pene completamente
erecto entre sus dos manos. La dej� unos segundos, y luego empec� a ponerme el
ba�ador.


- Con la camisa puesta, no se ver� el efecto.


Se coloc� a mi espalda (yo estaba de frente al espejo) pas�
los brazos en torno a mi cuerpo, y comenz� a desaboton�rmela. Yo no acertaba ni
a moverme. Sent�a perfectamente los senos de la mujer aplastados en mi espalda,
y su pubis apretado contra mi trasero, piel contra piel. Finalmente, el vidrio
me devolvi� mi propia imagen, desnudo como vine al mundo, con la cara
completamente encarnada, y la verga en posici�n de "presenten", y la de Piluca
que segu�a abrazada a mi cintura, bien pegadita, con mi camisa en la mano. Me
puse el ba�ador y, tal y como pensaba, por m�s que quise acomodar aquello,
sobresal�an m�s de cinco cent�metros por arriba.


(�Hala! -dir�is m�s de una- �"menos toros"!). Pues, �hombre!,
no es que sea un superdotado -aunque tengo lo m�o- sino que aquella especie de
pa�uelo rojo era muy chiquito.


Por si faltaba algo, Piluca quiso "ayudarme" a colocar lo que
sobresal�a. Con absoluta tranquilidad, baj� un poco sus manos -que segu�an en
torno a mi cuerpo-, separ� la parte superior del el�stico, y tom� mi pene,
intentando� (bueno, yo s� que ella era consciente de que no hab�a forma de que
"aquello" cupiera, pero era una inmejorable excusa para darme un repaso, �no?).
Me estaba poniendo cada vez m�s malito.


La imagen de Piluca en el espejo, miraba con aprobaci�n el
reflejo de la m�a:


- Muy sexy, �me encanta!. Pero deber�s tener cuidado con los
malos pensamientos�


Y se ech� a reir.


Se sent� en un banco tapizado, y advert� que estaba descalza
-no recordaba que se hubiera quitado los zapatos en ning�n momento anterior-.
Pero r�pidamente advert� su intenci�n, patente aunque no me estuviera mirando
con aquellos ojos de�


Y es que el asiento era muy bajo, con lo cual al sentarse con
las piernas entreabiertas, las rodillas quedaban algo altas, y su vulva
resultaba claramente expuesta a mis miradas. Ya la hab�a visto otra vez, pero de
nuevo me sorprendi� lo abultado de sus labios mayores, y la extensi�n de su
hendidura, que comenzaba muy arriba en su pubis, y de la que sobresal�an sus
pliegues internos, de un tama�o m�s que regular. Tom� una de mis manos y la
dirigi� a su sexo, restreg�ndomela arriba y abajo unos instantes.


- Esta ma�ana me hice rasurar, pero no s� si habr� quedado
suficientemente suave�


(Como el trasero de un ni�o, palabra. Pero aquello me estaba
excitando enormemente, sobre todo -como ella hab�a dicho- por lo morboso de la
situaci�n, y en aquel momento me importaba un pimiento que entrara, no una, sino
tres dependientas). Con la mano que me quedaba libre, me baj� el ba�ador hasta
los tobillos, y mi verga surgi� trunfante.


Ella hizo el gesto de silbar con los labios, y se la
introdujo en la boca s�lo un poco, justo hasta debajo del glande. La lami� un
par de veces, y luego la solt�.


- Ser� mejor que nos vistamos -dijo pesarosa-. Si sigo un
momento m�s, creo que no podr� parar�


Mientras me vest�a, observ� con extra�eza que la cortina
estaba "casi" cerrada, aunque quedaba una rendija (yo recordaba que estaba
completamente descorrida cuando empec� a desnudarme, y ni Piluca ni yo la
hab�amos tocado despu�s). Y se estaba moviendo, como si alguien acabara de
soltarla.



Unos minutos m�s tarde, de nuevo en la tienda, para mi alivio
-y el de mi tarjeta de cr�dito- ella dej� muy claro que cada qui�n pagar�a su
compra. Mientras la chica obten�a la aprobaci�n de los cargos en el terminal del
Banco, se inclin� hacia m� en plan confidencial.


- Ver�s -me explic�-. Sin el salido de Juan me encuentro muy
sola, as� que he pensado invitar a varios amigos a pasar el fin de semana en mi
casa.


(�Zas!. Mi polla que estaba ya en estado de semiflaccidez,
creci� de nuevo imparablemente).


- Estaremos Pepe y Andrea, a los que ya conoces, otras dos
parejas muy majas que vienen por all� desde hace poco, y luego tambi�n Carlos,
mi profesor de "aerobic". En cuanto a ti, me encantar�a que nos acompa�aras,
pero ya conoces las reglas: solo parejas.


Me pas� un brazo alrededor de la cintura.


- Quiz� tienes una chica abierta de mente y sin prejuicios
que quiera venir contigo�


�La oportunidad que Norma me hab�a solicitado!. Habr�a
saltado de contento en aquel instante. Luego, lo pens� mejor y se me enfri� un
tanto el entusiasmo.


- S�, hay una chica, y hemos hablado del tema. Lo que no s�
es si no echar� a correr a la menor.


- Pues lo sentir�a de veras, porque me encantar�a tenerte
entre los asistentes. Pero no s�lo, cari�o, sabes que eso no es posible.


- De todos modos -concluy�-. No ser�a la primera vez que
alguna no se presta� Bueno, t� prop�nselo. Aqu� tienes mi tarjeta, me llamas, y
me dices cual ha sido su respuesta.


Se apret� a�n m�s contra m�.


- Por cierto, �tienes algo que hacer ahora?.


Puso voz melosa:


- Hab�a pensado en que me acompa�aras a casa, tom�ramos unos
c�cteles, y as� me ayudas con los paquetes�


De perlas. Me parec�a de perlas.



A.V. Septiembre de 2003.


Me agradar�a que me dijerais si os he aburrido, o si os ha
gustado la continuaci�n y quer�is que prosiga. Mi direcci�n de correo es
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