MI REENCUENTRO CON DIEGO
Por: Horny
Parec�a que aquella tarde fuera a ser como cualquier otra.
Sentada frente a mi computador miraba la pantalla sin verla, los n�meros y las
letras bailaban en ella, no me dec�an nada� definitivamente el trabajo no me
rendir�a si segu�a as�, no daba pie con bola. Por eso decid� envolverme en un
grueso abrigo y salir a caminar sin rumbo fijo bajo las negras nubes que
amenazaban romperse en cualquier momento.
No hab�a caminado m�s de veinte cuadras cuando comenz� a
lloviznar y no llevaba paraguas as� que decid� entrar en un caf� para
resguardarme. Ped� un caf� grande, me quit� los guantes y me calent� las manos
con la taza. Despu�s de un par de sorbos me dediqu� a mirar la gente en el
lugar. Desde donde estaba sentada no alcanzaba a ver mucho, solo unas cuantas
parejas aqu� y all�
De repente escuch� detr�s de m� una voz bastante conocida
pero que en un primer momento no logr� ubicar, la cual me dec�a hola. Mi cabeza
gir� 180 grados y mi mirada comenz� a recorrer a esta persona de abajo hacia
arriba; parec�a una de esas escenas de pel�cula rom�ntica en las cuales los
personajes se encuentran frente a frente despu�s de mucho tiempo.
Era Diego, protagonista de varios de mis relatos anteriores y
por consiguiente de algunos momentos placenteros de un pasado no muy lejano. Por
unos minutos no atin� a contestarle el saludo, solo lo mir� a los ojos
completamente incr�dula.
Diego: No vas a saludarme?
Marcela: Si, Diego, lo siento, es que me tomas por
sorpresa. C�mo has estado?
Diego: Bien Marcela y tu?
Marcela: Bien, bien,� pero por favor si�ntate, quieres
tomar algo? Estas con alguien?
Diego: No, estoy solo al parecer igual que tu� que
coincidencia encontrarnos en este lugar.
Marcela: No creo en coincidencias pero esta es una de las
buenas. Me alegro mucho de volver a verte despu�s de ese horrible d�a en el que
el mejor amigo de mi esposo nos descubri� in fraganti.
Y acord�ndome de ese d�a me sonroj� a pesar del fr�o y fue
inevitable bajar la mirada.
Diego: Como olvidar ese d�a, no puedo creer que haya sido
hace casi dos a�os. Nuestra despedida fue bastante abrupta.
Marcela: Si,� y unos meses despu�s perdimos contacto
telef�nico, que ocurri� contigo?
Diego: Estuve fuera del pa�s unos meses, acabo de
regresar hace unos d�as. Me estoy quedando en casa de un hermano antes de
regresar a mi ciudad.
Marcela: Y que hac�as justo por este sector el d�a de
hoy?
Diego: La casa de mi hermano queda all� al frente.
Marcela: Tan cerca y no lo sab�amos. Yo vivo desde hace
un a�o cerca de ac�.
La conversaci�n se qued� en uno de esos inc�modos silencios
por unos segundos los cuales fueron suficientes para que nuestros ojos se
cruzaran y se dijeran mil cosas.
Estaba supremamente guapo, tal vez m�s que la �ltima vez que
lo hab�a visto. Sus dedos jugaban en el borde de la taza� admir� sus manos
fuertes y desee que se posaran sobre mi para darme calor.
Diego: En qu� piensas? Te has quedado muy callada de
repente.
Marcela: Pensaba que dej� de llover y es hora de
regresar.
Diego: Te acompa�o.
Marcela: Bueno, gracias�
Dej� de sentir fr�o cuando comenzamos a caminar uno al lado
del otro. Dentro de m� un fuego muy poderoso me quemaba, el fuego de un deseo
que cre�a olvidado pero que resurg�a con m�s fuerza que antes.
Abr� la puerta y lo invit� a pasar. Nos sentamos en la
alfombra junto a la chimenea que afortunadamente segu�a encendida. Recostados en
unos cojines continuamos con nuestra trivial conversaci�n sobre el clima y lo
que hab�amos hecho en los �ltimos meses mientras tom�bamos otra taza de caf�.
De un momento a otro me bes� en la mejilla y yo sin demora
gir� mi rostro hacia el suyo y nuestros labios quedaron pegados varios minutos.
En ese momento supe cuanto a�oraba esos besos c�lidos y electrizantes.
Comenzamos a despojarnos de nuestra ropa r�pidamente,
acarici�ndonos sin demora, como para recuperar el tiempo perdido durante
aquellos meses de separaci�n forzada.
Diego: Mmmm� como extra�aba tu piel, tu aroma�
Marcela: Ay Diego� te deseo tanto� b�same el culo�
Y diciendo esto me coloco en cuatro patas como una perrita
deseosa de sentirlo de inmediato y levanto mi culito hacia su cara, pues se
cuanto le gusta. Tira de mis bragas h�medas las cuales son la �nica prenda que
a�n conservo puesta y separando mis nalgas comienza a pasar sus dedos por la
vagina primero y por el culo despu�s impregn�ndolo por completo con mis flujos
para as� introducir un dedito suavemente por all�.
El siguiente paso, la lengua, tanteando apenas con la punta
para comprobar el efecto que produc�a en m�. La pasa t�midamente de la conchita
hasta el ano, tan delicadamente que me sent� morir.
Me baja las bragas por completo dej�ndolas a la altura de mis
rodillas. El termina de desnudarse tambi�n, yo lo observo por encima del hombro.
Diego: Como me gusta tu espalda, y ese culo tan rico, que
banquete tan inesperado voy a darme�
Marcela: C�metelo entero� que esperas�
El ni corto ni perezoso arremete contra mis nalgas
lami�ndolas, mordisque�ndolas y separ�ndolas con sus grandes manos,
masaje�ndolas en c�rculos, encendi�ndome a�n mas, haci�ndome gemir y jadear de
manera incontrolable para lo cual el es un completo experto.
Mi culo est� completamente dilatado por sus caricias y
lametones. Estoy tan excitada que mi vagina parece a punto de explotar de tan
hinchada y h�meda que se encuentra. Gotas de sudor descienden por todo mi cuerpo
y siento que el momento del orgasmo se aproxima pero el se detiene y se separa
un poco de mi cuerpo� que espera? me pregunto� y pego mi trasero a su verga para
frotarme contra ella.
Diego: Sigo siendo el �nico que te ha clavado por el
culo?
Marcela: Hasta ahora si�
Diego: Prep�rate entonces para una nueva embestida�
Me da escalofr�os recordar lo doloroso que es al principio
pero el deseo le puede al miedo y me coloco en posici�n de recibir su verga
curva de nuevo dentro de mi.
Esta vez los preliminares han sido mas largos y mi culo esta
tan dilatado que s� que no habr� problema.
Comienza a introducir la punta poco a poco y luego el resto.
Siento que todo da vueltas y quedo apoyada en los codos debido al dolor a pesar
que el ha sido tan cuidadoso.
Empiezo a gemir pero poco a poco me voy acostumbrando de
nuevo a este intruso tan bien conocido y querido hasta el punto que yo misma
comienzo a moverme hacia delante y atr�s pegando mis nalgas contra la parte baja
de su abdomen. Siento sus bolas chocar contra mi vagina y el dolor se torna poco
a poco en placer. Me apoyo en mis manos nuevamente para darle mas firmeza a mis
movimientos, moviendo mis caderas en c�rculos y de vez en cuando acariciando sus
test�culos para agradecerle por todo lo que me est� haciendo gozar.
Sus gemidos se van haciendo mas y mas fuertes anunci�ndome
que el est� a punto de correrse. As� fue� me inund� los intestinos por completo
con chorros de espesa leche que parec�a que no fueran a terminar. Que sensaci�n
mas deliciosa, sent� una oleada de calor como no hab�a sentido en mucho tiempo.
Supliqu� en silencio por sentirlo unos segundos mas y como a
buen entendedor pocas palabras apret� a�n mas mis caderas peg�ndose mas a mi sin
dejar de moverse hasta hacerme estallar.
Desde ese memorable d�a nos encontramos el primer viernes de
cada mes en su ciudad o en la m�a para repetir y probar cosas nuevas. La tarea
de cada uno para cada encuentro es compartir juntos una posici�n nueva, un lugar
diferente� todo con el fin de disfrutar de nuestros cuerpos mutuamente como
buenos amantes.