Soy un chico mexicano, y la historia
que voy a contar es de hace un año que estudié un semestre
en el norte del país como alumno de intercambio, durante ese semestre
viví con una familia muy agradable, el padre era un hombre de poco
más de 40 años que había enviudado y se había
vuelto a casar, su nueva esposa es una señora llamada Roxana de
29 años que aparentaba todavía menos edad, ella es delgada,
tiene un excelente cuerpo y en verdad me gustaba mucho, en la casa vivía
además un niño de 7 años que se llama Carlos y una
chica de 18 años llamada Paola que había nacido durante el
primer matrimonio de su padre y como era de esperarse no se llevaba muy
bien con su nueva familia y tenía algunos problemas de actitud,
a mí siempre me pareció que bien podía ser hija de
Roxana o tal vez su hermana, porque también es una chica muy bonita
y que le gusta ir al gimnasio por lo que tiene un cuerpo nada despreciable.
Yo siempre me llevé bien
con Carlitos y cada que podía, me ponía a jugar con él,
su papá trabajaba todo el día y casi no lo veía así
que le gustaba mucho estar conmigo, a Roxana también le agradaba
que jugara con su hijo y poco a poco me tomaba cariño, en cambio,
con Paola, no era buena la relación, casi no hablábamos y
casi no nos veíamos, ella se la pasaba con su novio y yo pasaba
mucho tiempo en la escuela y cuando llegaba a la casa me ponía a
jugar con Carlitos o me ponía a escuchar música en mi cuarto
provisional.
Un día regresé temprano
de la escuela eran como las 2 de la tarde y pensé que no había
nadie porque Roxana había salido con sus amigas y se había
llevado a Carlitos, el señor de la casa estaba trabajando como siempre
y yo me sentía un poco mal, me dolía la cabeza y tenía
la casa sola para poder dormir hasta la noche que llegaran los dueños
de la casa, o al menos pensé que estaba solo porque Paola debería
de estar con su noviecito, puse uno de mis discos más fuerte de
lo que acostumbro ponerlos en una casa que no es mía y me recosté
en la cama.
Me llevé una gran sorpresa
cuando una hermosa silueta se apareció en la puerta de mi cuarto,
llevaba una falda que le llegaba un poco más abajo de la rodilla
pero que tenía una abertura al lado, la cual dejaba ver unas bonitas
piernas, también llevaba una blusa blanca que se transparentaba
y no dejaba mucho a al imaginación, era Paola la que estaba ahí,
después de admirar sus ropas, su fino talle, sus piernas y sus pechos
pequeños pero mordisqueables, vi que tenía la misma expresión
de enojo que mostraba a menudo.
Ella nunca había entrado
a mi cuarto pero esta vez entró como si nada y se puso a ver los
discos que tenía sobre la grabadora.
-¿Por qué nunca me
habías dicho que tenías el disco de Mano Negra?- dijo un
poco molesta- de haberlo sabido te lo hubiera pedido prestado.
- Si quieres llévatelo y
luego me lo traes.
- ¿Qué haces aquí
tan temprano?
- Me duele la cabeza y pensé
en venir a dormir un rato ¿y tú?. - - Terminé con
mi novio hace 2 días y no tengo con quién divertirme así
que llegué temprano.- dijo, cambiando su expresión de enojo
por una sonrisa que me hizo olvidar el dolor de cabeza- No pensé
que fueras a estar aquí pero me agrada, hoy quiero conocerte bien
y recuperar el tiempo que hemos desperdiciado.
Quitó el disco que estaba
escuchando y puso uno más tranquilo con el que empezó a bailar
sugestivamente, vaya que sabía moverse esa niña, sentí
cómo mi pene empezó a endurecerse, el dolor de cabeza ya
no existía, pero yo seguí recostado en la cama sólo
observándola, entonces se acercó a mí, ya no pude
resistir más, desde la primera vez que la vi sentí el oscuro
deseo de quitarle su virginidad, me levanté y la besé dulcemente,
yo quería hacerlo despacio pero ella movía la boca y la lengua
con mucho deseo, acaricié su cabello y su espalda, empezó
a desabrochar mi camisa y yo hice lo mismo con su blusa, no llevaba brassier
así que no tardé en empezar a acariciar sus lindos y suaves
pechos, arrojamos la camisa y la blusa al suelo y nos movimos sin separar
nuestras lenguas hacia la cama, la recosté en la cama y empecé
a lamer el canal que hay entre sus pechos, ella lanzó un leve gemido
y me puse a besar y lamer sus pezones mientras acariciaba sus piernas y
metía mis manos dentro de su falda, por fin encontré sus
panties y empecé a deslizarlas por sus piernas, me levanté
y saqué por completo sus panties, admiré el bello y excitante
paisaje en el que Paola estaba recostada con los brazos abiertos mostrándome
sus pechos, con una cara de lujuria que no podía esconder y con
una linda falda que era el único impedimento para admirar su cuerpo
desnudo.
-Eres virgen- pregunté con
el deseo de que me dijera que sí y cumplir mi fantasía de
desvirgarla.
-No, lo he hecho varias veces con
mi novio- contestó arruinando mi fantasía.
Eso no me iba a impedir hacer el
amor con una buena niña que tenía un cuerpo que muchas mujeres
mayores desearían tener. Así que me recosté y unimos
nuestras lenguas en un beso largo y apasionado, metí otra vez mi
mano debajo de su falda y encontré lo que tanto buscaba, estaba
completamente mojada y metí un dedo, su cuerpo se movió como
si hubiera recibido una descarga de placer y empecé a masturbarla,
ella empezó a acariciar mi pene sobre el pantalón y a desabrocharla
mientras sentía como insertaba otro dedo en su vagina, desabrochó
por completo mi pantalón y acarició un poco mi pene mientras
que con su otra mano sujetó la mano que estaba insertándole
y empezó a ayudarme a masturbarla, unos segundos después
pude ver en su cara un orgasmo pleno.
Hizo que sacara mis dedos de su
vagina y se levantó, tomó mis pantalones y me los quitó
bruscamente, lo mismo hizo con los boxers que llevaba y quedé completamente
desnudo frente a ella, se lanzó sobre mí y me empezó
a besar mi pecho, acariciando mi pene, empezó a bajar su boca y
besó la cabeza de mi pene, yo deseaba que lo metiera en su boca,
pero su edad sólo le permitió besarlo y luego volvió
a subir para buscar mi lengua, dábamos vueltas por la cama y de
pronto me separé de ella, me puse el condón y subí
su falda para ver su lindo y mojado coño, no le quité la
falda, sólo la subí para que no estorbara, ella abrió
sus piernas y empezó a sentir cómo mi pene enguantado la
penetraba lentamente, cuando tocó fondo, empezó el vaivén,
ella movía bien sus caderas y cada que sentía un movimiento
brusco de mi parte, me rasguñaba la espalda. Estuve penetrando cada
vez más rápido y ella gemía de una manera muy excitante,
quería escucharla gemir más fuerte así que saqué
mi pene.
-¿Qué pasa?- preguntó
con una voz entrecortada- ¿no te está gustando?.
Yo no contesté nada, solamente
la tomé de las caderas, hice que bajara medio cuerpo de la cama
y me arrodillé en el suelo, ella estaba boca abajo mostrándome
su lindo culito y esperando a que la terminara, tomé sus caderas
y la penetré de un golpe, ahora sí pude escuchar un grito,
empecé a fornicarla con mayor rapidez y esta vez podía ver
cómo movía su cabeza frenéticamente y escuchaba sus
gemidos mucho más fuertes. Eso me volvió loco y me moví
lo más rápido que pude.
- MMMMM, AAAAAHHHHHH, ¡qué
rico!, un poco más. - Yo no iba a resistir mucho tiempo y justamente
cuando solté mi semen, ella tuvo un delicioso orgasmo. Seguí
penetrándola un rato y después caí en la cama, ella
se recostó también y me preguntó si todavía
me dolía la cabeza. Yo le dije que sí porque en cuanto vino
el orgasmo, regresó el dolor de cabeza.
Pusimos el despertador y dormimos
abrazados un par de horas, nos levantamos y nos bañamos, eso fue
todo por ese día pero sabíamos que lo podíamos volver
a hacer otro día y ahí nuestra relación empezó
a cambiar, sus padres se sintieron mejor porque su hija pasaba mucho más
tiempo en la casa y "ya no tenía un novio que la pervirtiera".
CONTINUARÁ...
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