HUEVOS DE ORO
El rubio se la pasaba limpiando y reparando su motocicleta.
Podr�a decirse que aquella m�quina era su segunda verga. La lustraba, lavaba,
probaba y arreglaba durante gran parte del d�a. Claro no ten�a trabajo� Lo
hab�an despedido por un l�o de polleras: aparentemente se hab�a querido coger a
la mujer del due�o del negocio de aceites lubricantes donde trabajaba. Es un
vago ese, dec�an en mi casa. Si era un vago, un tramposo, un inmaduro, pero
ten�a el bulto mas impresionante del barrio , y y un culo fuerte no demasiado
gordo pero si musculoso, que acariciaba tibio la tela gris azulada de de su ropa
de trabajo y por eso me volv�a loco..
Se llamaba Abelardo, pero todos le dec�an "el rubio" por su
pelo claro, rizado y siempre en desorden sobre sus ojos grises duros, ojos de
machito calent�n y bruto, de 21 a�os reci�n cumplidos, ojos de chongo (macho
heterosexual de clase baja) como dec�a mi amigo mas afeminado, ojos que
penetraban y violaban mi culo cada vez que pasaba.
No nos habl�bamos, creo que desde que una tarde de carnaval
habia tirado un balde de agua a una de mis hermanas y desde ese d�a , le hicimos
la cruz. A ese vago y mal entretenido lo quiero lejos de esta casa., hab�a dicho
mi pap� y ese d�a Abelardo se muri� para todos, menos para mi que lo espiaba
extasiado y caliente desde mis catorce a�os de gay incipiente, larvado, pajero ,
calent�n y sensual.
El rubio no me miraba casi, pero present�a que mis ojos de
querubin recorrian su f�sico de motociclista, su pija robusta estirando la
bragueta y su culo bien macho y seguro al caminar. Claro que lo present�a. Yo
disimulaba muy pero muy mal.
A veces cuando nuestros ojos se encontraban el parec�a
ignorar mi inter�s , pero se tocaba el bulto casi al pasar, como quien no quiere
la cosa y mi pija se ponia dura de la excitaci�n. Que pija mas enorme debe tener
, pensaba, mientras mi pijita se levantaba y endurec�a . A veces se sentaba en
la moto, encend�a uno de esos cigarrillos negros que fumaba, abr�a las piernas
mirando en mi direcci�n y yo pod�a imaginar desde mi calentura adolescente, el
tubo cil�ndrico y gordo de su pija erecta y sin cortar, y sus huevos llenos de
leche por debajo del pantal�n. Ay Abelardo�.
Ese verano en que mis hormonas trabajaban a full, Abelardo
parec�a mas desafiante y sexy que nunca. Yo escuchaba conversaciones en los
comercios del barrio, donde sus hermanas solteronas hablaban de �l, de sus
caprichos de hermano menor, de su pasi�n por la ropa de "petitero", que era una
moda de aquellos a�os con pantal�n bombilla (con piernas bien estrechas y
apretadas a las piernas) y chaqueta corta con dos tajos a los costados. Corr�a
los �ltimos a�os de la d�cada del cincuenta. Anda con una petisa gorda que
conoci� en un baile. Si es loco por el tango de D�Arienzo, escuchaba yo decir,
con referencia a un director algo excentrico y muy popular de una orquesta de
tangos.
As� que me enter� que noviaba con una petisa y gorda que le
hac�a de compa�era para bailar el tango en los concursos para bailarines de
tango. Me dieron celos, me dio envidia, me dieron ganas de buscarla a aquella
gorda y decirle que no se metiera con �l.
Pero qui�n era yo, apenas un pendejo pajero y medio tonto,
que lo miraba con cara de est�pido mientras el desplegaba aquel complejo de
piernas largas y sensuales, aquella poronga marcada en el pantal�n, aquellas
nalgas ligeras y tentadoras.
Me pajeaba pensando en �l , un par de veces por d�a, sin
temor a que me crecieran pelos en las palmas de las manos como me habian dicho
para asustarme. Me imaginaba completamente desnudo, y haciendo el amor con
Abelardo. Que iluso era, si ese tipo, pensaba yo despues de acabar toda mi leche
retenida, no sabe otra cosa que cogerse gordas putas, rollizas bailarinas de
tango, arrastradas de por ah�. No hace el amor, �l simplemente garcha, coge,
culea, es un animal.
Sol�amos cruzarnos en un negocio de comestibles y ah� nos
mir�bamos de reojo a veces, sin disimular otras. Recuerdo aquel dia de verano en
el que fui a comprar con unos shorts de ba�o que me quedaban chicos y que apenas
pod�an contener mi sexo en crecimiento y mi culito redondo y gordito. Esa vez me
mir� descaradamente, y recorri� mi cuerpo adolescente de un modo libidinosa y
tentador. Y cuando me iba , casi como sin querer choc� su cuerpo deseado contra
el m�o y pude oler sus olores de macho inaccesible, pude sentir su calor de
hombre bien hombre y cuando su piel toc� la m�a crei morir.
En la oscuridad de aquel negocio antiguo, en el que rara vez
encend�an la luz el�ctrica mi pija se puso erecta y casi me largo a llorar de la
emoci�n , mientras su mirada, su mirada gris de vagabundo y desfachatado, se
hund�a en mi piel, en mi sangre , en el hueco invisible de mi deseo�
Ad�nde vas tan apurado me dijo y yo no le contest�, solo deje
que su mano manchada de tabaco negro y aceite de motocicleta, recorriera la
curva sensual de mi culito y terminara con un paso apenas perceptible por la
raya de mi orto.
No lo mir� por verg�enza, pero dej� que esa mano masculina y
adulta, se extasiara con el calor de mi piel arrebatada y que por fin, desde su
coraje a toda prueba me dijera, lo lindo que era mi culo.
Sal� casi corriendo y el me sigui� al rato con su moto por
las calles oscuras del barrio, y sent�a que mi orto se dilataba del deseo y que
el calor de su piel sobre la m�a todavia estaba presente excit�ndome y
destruyendo toda prevenci�n. Me alcanz� y cuando yo cre�a que seguir�a de largo,
me encerr� contra el port�n de una barraca abandonada y encandil� mis ojos con
los faros de su motocicleta. Me qued� paralizado, no pod�a huir y tampoco
quer�a�..
" Asi que resultaste un putito" me dijo y su voz c�nica y
varonil reson� como un latigazo en mis o�dos.
"Puta tu hermana" le dije mientras lo miraba con odio e
indignaci�n�
"Que dijiste" pregunt�, y pas� una de sus piernas largas por
el medio de la moto para pararse frente m�o. Hac�a frio y yo sentia miedo y
calor y deseo e impotencia. Ah� estaba el hombre que yo deseaba y me estaba
peleando con �l
Se acerc� a mi y me golpe� fuerte en la cabeza, y volvi� a
preguntar que hab�a dicho y como no contest� me dio una bofetada que me doli� y
quise gritar y no pude y un hilo de sangre pareci� salir de mi nariz golpeada y
el se acerc� , sac� un pa�uelo medio sucio y sec� mi cara mientra yo intentaba
escapar , y con un rodillazo me peg� en los huevos y qued� inmovil , y en ese
momento, mientras ladraba un perro y lloraba un chico, me bes� en la boca y me
abraz� con sus brazos flacos y fuertes a la vez y me volvi� a besar y esper� que
yo se lo devolviera y para que lo hiciera me pidi� perd�n y yo lo mir� a los
ojos y vi por primera vez al rubio que hab�a so�ado , que me abrazaba y apoyaba
su bulto descomunal contra mi y el acarici� mi pelo y call� de repente y lo mire
a los ojos y no vi nada porque me puse a llorar y despu�s vi el cielo , y luego
aquellos ojos grises y le devolvi el beso y el me abraz� mas fuerte y yo dej�
que su cuerpo me envolviera, y coloqu� mi cabeza cerca del bolsillo de su
camisa, cerca de su coraz�n que galopaba , y el busc� con su lengua abrirme la
boca y lo hizo y senti el contacto de su saliva , su aliento a anis, la
increible ternura de su lengua y de su boca adue��ndose de mi garganta , de mis
labios adolescentes y de mi boca abierta .
Y me aferr� a el mientras me dec�a palabras sucias que no
entend�a , y le apret� la poronga como quien se sujeta en un naufragio y lo
escuch� gemir , y el sac� la mano y me busc� el culo en la oscuridad y acarici�
mis nalgas y recorri� el curvo camino de mi raya y sin decir palabra me empuj�
dentro del galp�n, mientras apagaba el motor de su motocicleta.
Y en un rinc�n oscuro lleno de herramientas y diarios viejos,
se desnud� y me desnud� y acerc� mi short a su nariz y su calzoncillo a la mia y
senti en ese momento , su increible tufo a macho a hombre a semen a orin , su
fuerte olor a hombre , y me tir� al suelo y luego de besarme nerviosamente ,
acerc� su pija rubia , sus huevos de oro a mi boca babeante y me hizo agachar la
cabeza y chupar su pija, su enorme garcha gorda y rica que primero me produjo
n�useas y luego placer mientras la mamaba una y otra vez , mientras recorria
aquel cilindro de carne que respond�a con ternura a mi empe�o, y sin que me
diera cuenta comenz� a hundir un dedo en mi orto y al principio me quej� pero
luego percibi el placer de aquel masaje de prostata que me volvi� loco.
Y al final, cuando mi culo se dilat� de deseo, y abri� sus
puertas virgenes de par en par, grit� mucho antes que el me la pusiera, grit� de
deseo y de liberaci�n, grit� anticipandome al dolor y al placer, a la felicidad
de tener a mi macho dentro de mi, a mi sue�o hecho carne en mi orto, de sentir
por fin una garcha , una poronga, una verga, una pija de hombre, invadiendo por
primera vez mi adolescencia, mi carne, la tibia tersura de mi piel.
galansoy
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Besos . g.