Relato: La vendedora de cosmeticos (1)
La vendedora de cosm�ticos.
Aqu� va un nuevo cuento de Amanda, para no arruinarlo no har� ning�n comentario,
primero leanlo y luego te contar� algunas cosas: "Marta era un ama de casa como
miles que hay en Argentina. Casada "felizmente" con un buen hombre, se dedicaba
al cuidado de la casa y a la crianza de su beb�.
La rutina hac�a a�os que se hab�a apoderado de su vida. La �ltima vez que
recordaba que algo la hab�a sacado de ella, fue el cumplea�os de un a�o de su
hijo: globos unas pocas serpentinas; tampoco recordaba si fue hace uno o dos
meses atr�s.
En la cocina gastaba sus horas preparando alguna ins�pida comida que su marido
no dejaba de elogiar. Su vida no era mala, ten�a un relativo buen pasar
econ�mico; su esposo cumpl�a dos o tres veces por semana con el ritual del sexo,
pero esto lo hac�a en forma mec�nica, �nicamente para complacerlo a �l, todas
las veces de la misma forma: abr�a sus piernas, �l se acostaba encima, uno, dos
minutos y ya.
La chatura hab�a ganado, su estado de �nimo era una constante, que si tuviera un
color podr�amos decir que era gris plomo.
Esa tarde no era distinta a las dem�s; le hab�a dado la papilla a su beb� y lo
hab�a acostado a dormir la siesta; cuando son� el timbre de su departamento.
Al abrir la puerta vio a una impactante morena, que montada sobre unos zapatos
de taco alto la hac�a sentir peque�a. Ten�a el pelo lacio hasta los hombros, el
maquillaje perfecto, le hac�an lucir sus ojos y p�mulos. Vest�a un trajecito
como el de las promotoras de cosm�ticos que se suelen ver en las perfumer�as. El
saquito cruzado color rosa cubr�a una blusa blanca que dejaba adivinar que
debajo hab�a unos pechos bien formados; la mini (del mismo color del saco),
apenas cubr�a la parte superior de unas piernas bien contorneadas que estaban
enfundadas en unas medias blancas de lycra.
La morena empez� su discurso: - Buenas Tardes se�ora, vengo de la empresa Miss
Val�n, estamos lanzando al mercado una nueva l�nea de cosm�ticos y accesorios
para la mujer moderna, y bla bla bla... y si Ud. nos permite quisi�ramos hacerle
una demostraci�n, totalmente gratuita - mientras hablaba sacaba, pon�a y
mostraba cosas de un bolso que ten�a apoyado en el suelo.
Marta hab�a entendido solo la mitad de lo que la locuaz morena le estaba
hablando; pero pensando que por un rato podr�a salir de la rutina la dej�
entrar.
Fueron al dormitorio. Marta se sent� en el puff d�ndole la espalda al espejo. La
morena comenz� a sacar del bolso potes de crema, delineadores, polvos faciales,
l�pices de labios y los iba acomodando sobre la repisa.
La morena comenz� su trabajo sobre Marta, aplicando una crema para quitarle todo
el maquillaje que llevaba puesto. Las suaves manos de la vendedora de
cosm�ticos, acariciaban los p�mulos y de vez en cuando rozaban sensualmente las
orejas de Marta; esta se empez� a sentir reconfortada y comenz� a relajarse.
Como toque final con un cepillo la vendedora le acomod� el cabello, para aqu�
para all�; y finalmente le dijo que ya estaba. Marta volvi� como de un sopor y
se dio vuelta para mirarse al espejo. Parpade� varias veces, volvi� a mirar, era
esa su imagen ? El maquillaje la hab�a transformado a tal punto que casi ni se
reconoci�. Sus ojos estaban delineados d�ndole una apariencia de gata; el rimmel
agrandaba su mirada; los labios parec�an salt�rsele de la boca; el colorete de
sus mejillas le ensanchaba un poco su cara; y todo su aspecto en general era de
una gata en celo.
La morena apoy� sus manos sobre los hombros de Marta y su falda sobre la
espalda: - Y que te parece ? - le pregunt� - No se, que se yo, ... parezco otra,
... m�s bien una putita de la calle - respondi� Marta al tiempo que sent�a sobre
su espalda algo entre tibio y caliente; algo que evidentemente estaba debajo de
la mini de la morena.
- De eso se trata - le respondi� la vendedora, bajando sus manos sobre la blusa
de Marta y comenzando a desabrocharla.
Marta pens� en escapar, pero las manos de la morena le daban una sensaci�n de
tranquilidad, paz y relajamiento que impidi� que tan siquiera hiciera un gesto,
hasta se dej� sacar el corpi�o sin chistar.
- Estos accesorios son b�rbaros, seguro que te van a encantar - le dec�a la
morena a Marta mientras le pon�a un corpi�o de encaje con dos orificios que
dejaban sus pezones al aire.
Marta, de tan solo mirarse al espejo, se excit�. Sus pezones se endurecieron
como piedra, ya hac�a mucho que hab�a dejado de amamantar al beb�, pero cuando
la morena le empez� a succionar las tetillas, sinti� como el flujo de la leche
volv�a a salir; una sensaci�n agradable la sedujo a tal punto que con una mano
acariciaba la morena cabellera y la otra la desliz� por su entrepierna y empez�
a masturbarse toc�ndose el cl�toris.
- A no, no, no, para esas cosas tenemos otros accesorios - le dec�a la morena
mientras buscaba algo en el bolso.
A indicaci�n de la vendedora, Marta se levant� del puff y se puso en cuatro
sobre la cama; sus manos se aferraban a las rejas del respaldo de la cama
matrimonial y miraba a la vendedora para ver que agradable sorpresa le esperaba;
estaba completamente mojada y su bombacha tirada al lado del puff.
La morena se levant� la mini y entre los tiradores de los portaligas que llevaba
puesto, apareci� un enorme miembro masculino erguido. Enseguida se puso una
pr�tesis: un peque�o pene con un aro debajo; el aro se ensartaba en su miembro y
de esa forma quedaba con dos penes, uno grande abajo y otro m�s chico arriba.
Marta no sab�a que hacer, la raz�n le dec�a que deb�a escapar, el resto le dec�a
que deb�a disfrutar del momento; su dilataci�n iba en aumento, las gotas de
flujo vaginal, ca�an sobre la cama. La morena la tom� por las nalgas y
dulcemente le introduc�a los dos penes, el natural en la vagina y la pr�tesis en
el ano. Marta sinti� una doble satisfacci�n y se entreg�; comenz� a sacudirse
cada vez m�s r�pido, hasta que la morena le dio un empell�n que hizo que su cara
y sus senos quedaran aplastados contra las rejas, el placer que le produjo estar
aprisionada entre la cabecera de la cama y quien la estaba poseyendo fue enorme
y sintiendo un orgasmo chill�. La morena hac�a su ritmo m�s r�pido y finalmente
las dos estallaron cuando el semen inund� la vagina de Marta.
- Como ver� se�ora, todos los productos de Miss Val�n vienen con garant�a de
satisfacci�n - le explicaba la vendedora a Marta cuando se estaba despidiendo.
- No deje de venir a verme el pr�ximo viernes - le imploraba Marta, mirando
todos los productos de Miss Val�n que hab�a comprado." Amanda Wells.
Tal como te hab�a dicho, no quer�a comentar nada pues de otra manera te habr�as
dado cuenta de la particular vendedora de la que nos hablaba el relato. Pero de
cualquier manera, si deseas que te visite y te haga una demostraci�n de
cosm�ticos como la que nos cuenta Amanda, solo tienes que decirme.
Continuaci�n (La Vendedora II Parte)
Escr�beme si quieres que te muestre mis cosm�ticos