Como cada d�a, Carlos, un profesor que mis padres hab�an
contratado, ya que era muy mala estudiante, ven�a a mi casa a las 7 de la tarde
para explicarme matem�ticas e ingles. Yo contaba con 14 a�os, y no hab�a tenido
m�s experiencia sexual que la que me proporcionaban mis deditos en mi raja casi
cada d�a. La verdad, siempre he sido bastante caliente.
A lo que vamos. Era jueves. Hab�a podido sintonizar en el
sat�lite una de esas pel�culas porno alemanas, mal�simas, pero excitantes. Ver a
todas aquellas mujeres masturb�ndose unas a otras, y ense�ando sus co�os
depilados y h�medos, me hab�a puesto muy caliente. Antes de que pudiera calmar
mi ansia, mi profesor, de unos 50 a�os m�s o menos, llamaba a la puerta. Era un
hombre alto, atractivo, comenzaba a quedarse calvo, pero aquel d�a, me pareci�
el hombre m�s atractivo del mundo.
Entr�, como siempre, y se sent� a mi lado, intentando
in�tilmente que me concentrara en las matem�ticas. Le gustaba mucho hablar. Me
pregunt� qu� me ocurr�a, pero le dije que nada. Insisti�, me dijo que le hablara
con total confianza, que lo que le dijera no saldr�a de all�y as� lo hice. �l
se esperar�a alguna ri�a con amigos o algo parecido, pero fui muy clara.
Lo mir� a los ojos y le dije que hab�a estado viendo una
pel�cula porno y que ten�a una sensaci�n muy rara. Me dijo que era normal, que
eso se llamaba excitaci�n. Le pregunt� que c�mo podr�a calmar aquello,
haci�ndome la inocente, a lo que no contest�, se puso nervioso y se ruboriz�.
Creo que empezaba a oler los aromas que emanaban de mi tierno
co�ito, y a ver el brillo de la calentura en mis ojos.
Estaba muy nervioso, y empec� a notar c�mo se abultaba su
pantal�n, aunque intentaba esconderlo.
Me puse de pie con toda naturalidad, levant� mi falda y baj�
un poco mis braguitas, dejando entrever los labios que cubr�an mi tesoro.
Estaban h�medos y turgentes. Le dije:
Ves? Mira c�mo se pone cuando ve esas cosas, eso por qu�
es?
Se ruboriz� de nuevo, pero no dej� de mirarme con ojos
incr�dulos.
Toca, mira qu� caliente se ha puesto.
El pobre hombre no sab�a qu� hacer. Me mir� extra�ado, y al
ver mi naturalidad, acerc� timidamente una de sus manos a mi rajita, pasando un
dedo entre su labios. Luego lo oli� disimuladamente, y el bulto de su pantal�n
aumentaba sin parar.
Aquello me estremeci�, ning�n hombre me hab�a tocado nunca
ah�.
Miraaaaaaaaaa, ahora me sale algo blanquito. Tocalo,
tocalo.
Mi profesor volvi� a deslizar su dedo por mi rajita,
sac�ndolo empapado de un l�quido espeso y blanco.
D�jame olerlo
Acerquen la cara a su dedo, lo ol� y lo chup�. Estaba
delicioso. Lo invit� a probarlo. Su dedo volvi� a acariciar mi rajita, y lo
sabore� cerrando los ojos, como si aquello fuera el elixir m�s maravilloso del
mundo
Carlos, quieres probarlo directamente? Si lo lames de mi
rajita, seguro que lo pruebas mejor.
No decia palabra, pero hac�a todo lo que yo le iba diciendo.
Subi� mi falda, apart� mis braguitas blancas de algod�n a un lado, y pas� su
lengua por la rajita. Mmmmmmmm, qu� placer sent�.
Por favor, hazlo una y otra vez, me gusta. Te prometo no
dec�rselo a nadie, nunca. Mis padres me matar�an ,jajajaja.
Esta vez, tom� la iniciativa. Me tom� por la cintura y me
sent� sobre la mesa de la salita, donde trabaj�bamos diariamente. Subi� mi
falda, y me quit� las braguitas, dejando al aire todo mi sexo. Separ�
delicadamente mis piernas y acerc� su cara al hueco que quedaba entre ellas. Me
ech� hacia atr�s, y sent� c�mo su lengua acariciaba muy suavemente mi rajita,
separando con cuidado sus labios, hinchados, rojos de placer, y exhalando aquel
aroma a hembra tan irresistible.
Lami� la peque�a abertura en la que nadie antes hab�a
penetrado, primero despacito, luego m�s r�pido, succionando con sus labios el
l�quido que sal�a de ella. Despu�s lami� el peque�o bultito que encontr�
hinch�ndose en la parte superior de mi rajita. Ufff, eso s� que era placentero.
Lo succion�, como si fuera un biber�n, chupetones cortos e intensos que hac�an
que mis caderas se movieran como si estuviera posesa. Como si me estuviera
mamando, qu� placer� Ve�a sus ojos mir�ndome, mientras me lo hac�a, y yo
sonre�a, me volv�a loca de placer, me retorc�a de gusto.
Cada vez m�s deprisa, con m�s fuerzas, hasta que un hormigueo
intenso comenz� a subir desde el centro de mi vientre, para acabar en una
descarga de placer que no hab�a sentido nunca. Magn�fico. Perfecto. Hab�a sido
la primera vez que un hombre me hac�a sentir eso, y estaba deseando repetir.
A�os despu�s he comprendido que el pobre hombre se debi�
sentir muy mal, con toda aquella hinchazon en su entrepierna, aprisionada por
aquel pantal�n vaquero, mientras que yo gozaba y gritaba de placer.
Carlos, me dejas ahora jugar contigo?
Sin pensarlo siquiera, baj� su cremallera baj� su calzoncillo
blanco y dej� fuera el miembro m�s enorme que yo imaginaba. Claro, que era el
primero que ve�a aparte des de mis hermanos�
Me lo acerc� a la boca, y comenc� a acariciarlo con mi
lengua, a suaves lametazos. Una gotita brillante, apareci� en la punta, y la
lam�, result�ndome exquisita. Continu� lamiendo aquel miembro, mientras crec�a
incesantemente. Lo meti� dentro de mi boca, y empez� a moverse dentro de ella.
Pensaba que iba a ahogarme, pero r�pidamente cog� el ritmo y comprob� que no
hab�a problema. Mis labios apretaban aquella polla, mientras mi lengua jugaba
con ella. �l se mov�a muy fuertemente, moviendo todo mi cuerpo. De pronto, sent�
que un liquido caliente, lechoso, de sabor amargo, entraba en mi boca. Me dijo
que no me preocupara, que solo era semen. Qu� susto, pensaba que se hab�a
orinado en mi boca. El semen chorreaba por mis labios y mi barbilla. �l se
acerc� y lo bebi� de mi boca. Me pareci� algo muy excitante.
Aquel fue el �ltimo d�a que vino a darme las clases. Al d�a
siguiente cont� a mis padres que le hab�a salido una oferta en una academia, y
que deb�a dejarme. Nunca cont� nada, pero aquel profesor me descubri� mi afici�n
por el sexo. Nunca olvidar� su lengua en mi rajita�