Relato: Loco por mi hermanita (I)





Relato: Loco por mi hermanita (I)

Cuando yo contaba con 17 años,
como todo chico a esa edad, empezaba a sentir intensamente irrefrenables
deseos carnales por el sexo femenino, ya que todas las mujeres me parecían
deseables, las jóvenes por ser jóvenes y las más mayores
por tener ese atractivo de la experiencia. Me hacía pajas continuamente,
pensando en todas las chicas que pasaban por mi mente: mi vecina, mis compañeras
del instituto, alguna amiga de mi hermana, las estrellas de la televisión,
en fin que estaba bastante salido.



El caso es que por entonces despertó
en mí una gran atracción por mi hermana Noelia, que tenía
19 años y estaba buenísima (y sigue estándolo). Todos
mis amigos me lo decían, que tenía una hermana que no me
la merecía de lo buena que estaba, que tenía un polvo, que
tenía un cuerpo de locura, etc... El caso es que, quizá alentado
por ellos, me fijé en ella, más como mujer que como hermana
y poco a poco me di cuenta de lo que tenía en casa.



Noelia es alta, más que yo,
con el pelo castaño, largo, casi hasta media espalda, sus ojos son
muy bonitos, color caramelo, sus labios grandes, muy sensuales y con un
color sonrosadito que los hace muy deseables, tiene una cara preciosa,
sus tetas redondas, duras y muy bien puestas , su culo impresionante, de
esos culitos que siempre deseas acariciar y chupar como si de un pastel
se tratase, sus piernas preciosas, largas, muy morenitas y con unos muslos
divinos. En fin, era y es un bombón. Quizás penséis
que exagero, pero no es así, pues muchísima gente lo dice
y es de esas chicas que hace volver la vista en la calle a todos los tíos
para mirarla, está como un tren, en serio.



A sus 19 años estaba más
que apetecible y gracias a su belleza podía permitirse el lujo de
cambiar de novio casi cada semana. Además ella sabía cómo
estar aún más hermosa, vistiendo con ropas ajustadas, vestidos
cortos y ceñidos y haciendo esos movimientos que a mí me
volvían loco.



Hasta entonces sólo habíamos
compartido nuestros juegos infantiles como hermanos, pero después
no podía evitar sentirme muy atraído sexualmente por ella.



Yo ya había empezado a observar
más a Noelia, pero la primera vez que saltó la chispa en
mí y deseé a mi hermana como mujer, en un instinto animal
incontrolable, fue una mañana de verano, en uno de esos días
que yo me levantaba con una calentura matinal propia de un adolescente.
Nada más saltar de la cama, pasé por la cocina y estaba Noelia,
preparándose el desayuno. Llevaba un camisón muy cortito
y justo cuando yo pasaba por la puerta la encontré agachada frente
a la nevera buscando algo, la vista de sus largas y morenas piernas junto
a su postura enseñando sus braguitas metidas por su precioso culo,
me pusieron como un toro, pues se me puso dura como una piedra. Por un
momento sentí el instinto de meterle mano, pero no lo he hice, claro.
Espiando, escondido tras la puerta, observé todos sus movimientos,
consiguiendo que tuviera una erección mayor de lo habitual. Por
primera vez me hice una paja monumental en el baño pensando en mi
hermana, sintiendo un gusto mayor que otras veces, hasta que los chorros
de semen llegaron a salpicar mi cara.



Así, poco a poco, cada día
que pasaba la deseaba más y más, y me atormentaba con la
idea de acariciarla, besarla y metérsela hasta el fondo. Por un
lado yo pensaba que aquello no estaba bien, pero mi polla no pensaba lo
mismo.



Otro día Noelia me había
vuelto a poner como una moto, se había comprado unos pantalones
muy ajustados color crema y cuando yo estaba en mi cuarto tumbado en la
cama oyendo música, entró de repente con esos pantalones
que le sentaban de miedo. Se colocó muy cerca de mí y dándose
un giro me preguntó:



"¿Qué? , ¿cómo
me quedan?"



Sus sensuales movimientos consiguieron
una nueva erección de mi polla. Contesté un poco atontado
observando sus muslos apretados bajo esa ceñida prenda y como su
culo se mostraba más redondo y respingón:



"Te sientan muy bien"



"¿No me marcan mucho
aquí?"



Me hizo esa pregunta inocentemente
señalando su sexo. Bueno, yo creía que iba a reventar, mientras
mi pene palpitaba de excitación. Su chochito se marcaba precioso,
algo abultado y la tela se metía un poco en su rajita, lo que unido
al color del pantalón color carne, parecía estar desnuda
de cintura para abajo. Intenté contestar con naturalidad:



"No, la verdad es que te queda
muy bien, en serio"



Luego salió de mi cuarto
meneando las caderas con movimientos enloquecedores, se volvió hacia
mí al llegar a la puerta y me sonrió con malicia. Estaba
seguro que había notado mi erección y ella sabía que
me ponía cachondo, que me tenía loco y me provocaba aún
más sabiéndolo. Nada más cerrar la puerta, me saqué
mi aprisionada polla y me masturbé otra vez con ganas y es que no
me la quitaba de la cabeza.



Otras veces la espiaba cuando estaba
en su cuarto en braguitas y sujetador o cuando se depilaba las piernas
o cuando estaba dormida en la cama tapada solo con un corto camisoncito,
cada día que pasaba me gustaba más y más.



Una vez, estaba yo jugando con el
ordenador que tenía Noelia en su cuarto, cuando de pronto, entró
ella tapada con una toalla recién salida de la ducha. Estaba preciosa
con su carita brillante, sus lindos ojos, su pelo mojadito y su cuerpo
tapado con una blanca toalla. Se secaba el pelo con otra toalla y me preguntaba:



"¿Qué haces?".



Yo disimulé y le dije que
estaba haciendo un trabajo para clase.



"Me quería vestir..."



"Pero es que tengo que acabar
esto..."



Lo cierto es que no tenía
que acabar nada, pero disimulé, con la intención de que si
tenía la oportunidad de ver como se vestía o mejor dicho
se desvestía, esa podía ser una buena oportunidad. Quizás
mi jugada saliera mal y fuera a cambiarse al baño. Pero afortunadamente
no fue así.



-"Bueno si me prometes no darte
la vuelta, te dejo seguir con tu tarea"



Yo creía estar en el cielo,
pues colocando la pantalla del ordenador estratégicamente podía
verla como se vestía perfectamente, reflejada en el monitor. No
es que la visión fuera perfecta, pero me conformé. Como un
niño bueno le contesté:



-"Vale, te prometo que no me
daré la vuelta"



A continuación de espaldas
a mi dejó caer la toalla al suelo, pudiendo mostrarme en el reflejo
del ordenador su espléndida figura completamente desnuda, su espalda
mojada, su redondo culo y sus piernas... Yo estaba armado de nuevo y pensando
en la paja que me iba a cascar después. Luego, después de
secarse todo el cuerpo, pude ver cómo se colocaba de perfil, en
una imagen aún más maravillosa de su silueta, con sus lindas
tetas, su vientre liso, sus muslos... Empezó a darse una crema por
todo el cuerpo, supongo que body milk o algo así. Qué alucine,
ver cómo se esparcía la crema por sus tetas mientras estas
se apretujaban en sus manos, cómo luego se echaba ese mejunje por
los muslos, por los brazos, por la cintura... Yo babeaba.



Después se giró otro
poco y entonces pude contemplarla de frente, su cara, sus tetas, su ombligo,
sus piernas y por supuesto su coñito bien recortado. Tuve que oscurecer
la imagen del monitor para observarla mejor y yo pensaba que me moría
y mi polla no aguantaba más en su prisión. Puso una pierna
sobre la cama y empezó como a palparse en su entrepierna, supongo
que mirándose el vello de su pubis, por si estaba bien depilado,
y ya lo creo que lo estaba. Siguió así tocándose las
ingles y sus pelitos, yo no sabía si estaba excitada, pero me lo
parecía, quizás porque yo estuviera allí, o quizás
supiera que yo la estaba observando reflejada en la pantalla y estaba ofreciéndome
un bonito show, el caso que no parecía importarle que yo estuviera
allí, aunque de espaldas a ella. Después cogió unas
braguitas blancas de su cajón se las ajustó en sus preciosas
caderas y a continuación se puso un sostén blanco también.



"Ya estoy visible".



Me di la vuelta y aun estaba en
ropa interior, me quedé mirándola embobado y ella lo notó
y sonrió de nuevo con malicia, luego se puso unos jeans y una camiseta,
se secó el pelo con el secador de mano, se acercó a mí
por la espalda y me dio un beso en la mejilla, impregnándome con
su olor a hembra.



"Hasta luego hermanito"



Salió del cuarto con un gracioso
meneo de caderas. Yo me levanté, bastante empalmado y cogí
la toalla con la que había estado secándose y que aún
estaba tirada en el suelo, me la acerqué a la cara y estuve oliéndola,
desprendía un aroma riquísimo y allí mismo me masturbé,
corriéndome encima de la toalla.



La noche de San Juan de aquel año
fui invitado por Noelia a una hoguera que hacían sus amigos en el
jardín de su casa. Ella estaba guapísima con una minifalda
blanca, un top verde con el ombliguito al aire y unos zapatos de tacón.
Normalmente no salía con ella ni con sus amigos, pero ese día
no dudé en acompañarla con su pandilla, que por cierto los
chicos estaban loquitos por ella. Mi hermana tenía unas amigas que
estaban muy bien, pero no tanto como ella, sin duda era la que estaba más
buena de todas. Encendimos la hoguera, bebimos unas litronas y con un cassette
pusimos algo de música, estuvimos bailando, riendo y bebiendo toda
la noche. En uno de los bailes lentos yo me quedé sentado en una
tumbona mientras casi todos los demás estaban emparejados. Noelia
estaba bailando con Juan Luis, uno de sus amigos, muy apretujados y sus
manos se deslizaban por la espalda y la cintura de ella, llegando incluso
a rozar su culito. Yo estaba algo celoso, pues deseaba estar en el papel
de su compañero. De pronto mi sueño se cumplió y mi
hermana se dirigió a mí invitándome a bailar:



"Vamos, baila conmigo Raúl"



"Pero si no sé..."



"Bueno, no importa, yo te enseño".



Me agarró por una mano y
me sacó a bailar. Nuestro cuerpos chocaron y yo creía estar
en la gloria.



"Vamos abrázame por
la cintura"



Al tiempo que me ayudaba a estrechar
su cintura, ella colocaba sus manos en mis hombros. Torpemente comencé
a bailar y Noelia iba corrigiendo mis movimientos. Qué maravilla
poder acariciar su cinturita desnuda.



"Pégate más a
mí, tonto, que no muerdo"



Nuestros dos cuerpos se juntaron
aún más. Sus tetas se apretujaban en mi pecho, pues ella
era algo más alta que yo, mi pene otra vez a tope se apretaba contra
su tripita y ella debía notarlo, pero no parecía importarle.
De pronto me preguntó:



"¿Te pone cachondo bailar
conmigo?"



Creo que me puse colorado como un
tomate y contesté un "Sí" casi inaudible. Ella
me susurró al oído como un ronroneo:



"¿A que es divertido?"



¿Sería que ella también
se ponía caliente bailando conmigo? . Así estuvimos mientras
duró aquella canción que se me hizo corta. Después
sonó otra música más movida y tras unos cuantos bailes
y unas cuantas copas, regresamos a casa muy tarde. Al llegar al portal
ella pasó por delante mío ofreciéndome sus espectaculares
piernas por detrás, subiendo la escalera. ¿Y si meto mi mano
entre sus muslos?, pensaba para mí. No lo hice. Fuimos cada uno
a nuestro cuarto a dormir y claro yo me casqué otra de mis ardientes
pajas pensando en ella.



Una mañana, yo me estaba
duchando tranquilamente, cuando noté que alguien había entrado
en el baño. De pronto se abrió la cortina de la ducha por
completo apareciendo mi hermana tan solo con un bikini diminuto de color
azul celeste, tapándole a duras penas, sus hermosas tetas y cubriéndole
lo justo el triangulo de su maravilloso coñito. Su piel morena se
resaltaba en aquel reducido bikini .Me quede alelado observando su figura.
Sin importarle que yo estuviera desnudo, hizo un giro sobre sí misma
y me preguntó:



"Me he comprado este bikini,
¿te parece demasiado sexy?"



Al instante y como un resorte mi
polla se había puesto más dura que nunca, en una erección
incontrolable. Sus ojos se dirigieron a mi tieso pene, que yo intenté
tapar bastante avergonzado. Ella se rió a carcajadas diciendo:



"Veo que sí, que es
muy sexy ".



Después salió del
baño y todavía pude oír sus risas por el pasillo.
Cómo me ponía la hija de puta, me tenía loco. Comencé
a masturbarme con ganas pensando en lo guapísima que estaba con
aquel bikini, cuando noté que alguien me espiaba por una abertura
de la cortina de la ducha. De nuevo era ella. Abrió la cortina otra
vez. ¡ Me pilló en plena faena!... Con su pícara sonrisa
me preguntó:



"¿Te estas masturbando
por mí?"



Por un momento no supe qué
contestar, creí morirme, pues de seguro que iba con el cuento a
mis padres. Traté de disimular.



"No, no, sólo me estoy
enjabonando"



Volvió a reírse con
ganas.



"Venga tío, que no soy
tonta" .



Su espectacular cuerpo se ensalzaba
aún mas con ese bikini y mi polla no había bajado absolutamente
nada. Sin apartar la vista de mi polla que se encontraba atrapada entre
mis manos me dijo:



"Por mí puedes seguir...no
te vas a quedar así"



Después se marchó
y pude oír como se reía otra vez. Después de haberse
marchado continué masturbándome imaginándola con su
bikini y cómo me chupaba la polla con sus carnosos labios. Me corrí
salpicando los azulejos con mi semen.



Ese día, durante la comida,
no dejaba de mirarme y de sonreírme con malicia, mientras mis padres
no parecían percatarse. Cómo sabía la muy zorra que
yo estaba completamente cachondo con sólo mirarla. Durante toda
la tarde pasaba donde yo estaba con sus insinuantes movimientos, sus maliciosas
sonrisas, vistiendo con su bikini bajo una camiseta muy cortita que permitía
ver su culito y sus muslos. Cuando ella se fue a la playa, me hice cuatro
pajas más por su culpa.



Después de lo del día
anterior, parecía que Noelia hacía todo a propósito:
sus movimientos sensuales delante mío provocándome y excitándome,
con sus ajustados pantalones, luego se cambiaba y pasaba a mi cuarto con
un vestidito corto con tirantes, con un hermoso escote. Después
volvía a pasar por mi habitación en ropa interior y otra
vez tapada con un albornoz amarillo tras haberse duchado.



Una de esas veces cuando yo estaba
en mi cuarto, ella me llamó desde el suyo:



"Raúl, ¿puedes
ayudarme?".



Cuando llegué a su habitación
estaba sentada tras la cortina de su ventana, subida en el pollete pintándose
las uñas de las manos de color rosa pálido. Estaba apoyada
en la pared con sus piernas dobladas y tapada con su cortito albornoz amarillo.
La luz que entraba por la ventana la iluminaba como una piedra preciosa,
estaba resplandeciente, ¿cómo podía tener una hermana
tan guapa y que estuviera tan buena?. No sabía si era un regalo
divino o si al contrario era un castigo del demonio, que me mostraba a
mi hermana y yo no la podía catar.



"¿Qué quieres?"



"¿Puedes pintarme las
uñas de los pies?, es que no me he dado cuenta de hacerlas primero
y tengo las manos recién pintadas..."



Ella sabía que yo no tenía
ni idea de pintar las uñas, pero sin duda lo que quería era
ponerme cachondo.



"¿Yo?, pero si no sé".



"Venga que es muy fácil,
yo te digo cómo hacerlo.."



Qué guapa estaba con su pelo
mojado y con sus piernas flexionadas. Yo estaba en bañador y mi
pene ya empezaba a subir por momentos. A duras penas, con las indicaciones
de ella comencé a pintarle las uñas de sus lindos pies. De
vez en cuando me corregía:



"Así no, tonto, así".



Yo alzaba mi mirada por sus larguísimas
piernas y a su preciosa cara recién duchadita. En un aparente descuido
ella entreabrió un poco sus piernas y la abertura del albornoz me
permitió ver buena parte de sus muslos y... ¡ qué grata
sorpresa ! a tan sólo unos centímetros podía ver su
coñito, sus ingles depiladas, sus pelitos bien recortados formando
una hilera alrededor de su sonrosada rajita. ¡Qué maravilla!
No podía disimular una tremenda erección en mi bañador.
Era la primera vez que veía un coño y tan cerquita, que hermoso
me pareció. Ella se dio cuenta y sin separar las piernas me preguntó:



"¿Te gusta lo que ves?".



Yo me corté un poco y seguí
disimulando pintando sus uñas como si no hubiera oído su
comentario. Soltó una pequeña carcajada y abriendo algo más
sus piernas me dijo:



"Venga, puedes mirarlo, seguro
que es el primer coñito que ves ¿no?"



Sin duda disfrutaba haciéndome
sufrir, pero a mí no me importaba, pues el poder observar su magnífico
cuerpo era lo más alucinante que me podía suceder, me podían
pinchar que yo no sangraba...



Yo la miré muy sonrojado
y dije:



"Sí, la verdad es que
nunca había visto uno".



"¿Y... ?, ¿qué
te parece?"



"Precioso"



Ella parecía divertirse mucho
con mi timidez y mi excitación. De vez en cuando mis ojos no podían
evitar mirar de nuevo su sexo y a ella parecía encantarle, pues
seguía en su postura con las piernas ligeramente abiertas. Qué
situación, qué visión tan magnífica. Cuando
hube terminado con mi tarea de pintarle las uñas, me agarró
por el cuello y me dio un leve , aunque muy tierno, besito en los labios.



"Gracias hermanito"



Me fui al baño a pajearme
de nuevo. Después comprendí que su petición para pintarle
las uñas, no era más que una estratagema para provocarme
y ponerme cachondo. Al pasar de nuevo por su cuarto, ya estaba vestida
y me preguntó con su maléfica sonrisa:



"¿Ya te has desahogado?"



Yo no dije nada, aunque le devolví
la sonrisa.



Varios días más tarde,
tras varias sesiones de lucimiento por su parte y con gran arte por cierto,
pues Noelia sabía moverse con una sensualidad terrible, con miradas
que a mi me parecían lascivas y con una forma de vestir tremendamente
sexy, me invitó a ir a la playa con ella, pues sus amigas no podían
ir. La acompañé encantado. Al llegar a la playa con mucho
erotismo se quitó su short vaquero y su camiseta y debajo llevaba
el pequeñísimo bikini azul que la hacía aún
más guapa.



Al bajarme los pantalones ella pudo
notar como mi pene marcaba una montaña bajo el bañador. La
muy cabrona sabía que me tenía torturado y me dijo con sorna:



"Cémo te pone este bikini,
¿eh?"



Al rato me pidió que le untara
el bronceador y lo hice encantado, se soltó el cordón del
bañador, se tumbó boca abajo en la toalla y con su mano se
recogió el pelo para que su desnuda espalda quedara libre y yo pudiera
extenderle la crema. Su espalda es fina, muy suave y morenita, me encantaba
tocarle la espalda y llegar hasta rozar el comienzo de sus senos, pero
tampoco me atreví a más, luego le di más crema por
la parte posterior de sus muslos y viendo como su pequeña braguita
me mostraba un delicioso culo. De buena gana le hubiera pegado un bocado.



Creyendo que había acabado,
me dijo que continuara por delante. Se tumbó boca arriba y ¡zas!
se retiró el sostén. Sus dos hermosas y morenitas tetas aparecieron
por primera vez a pocos centímetros de mí, redondas, preciosas
y remarcadas por dos rosáceos pezones que estaban erectos.



Me quedé atontado y empalmado
mirándola.



"Venga, ¿a qué
esperas?, ¿nunca has visto unas tetas?".



Lo cierto es que sí las había
visto a otras mujeres en la playa y siempre me gustaba observarlas, pero
nunca se las había visto a ella y menos desde tan cerquita. Comencé
a esparcir la crema por su cintura, por sus hombros y sus brazos, pero
no me atrevía a pasar mis manos por sus pechos. Ella cogió
una de mis manos y la posó en su teta derecha diciendo:



"Venga, tonto, dame la crema
en las tetas que si no se me queman, no te vas a cortar por eso ¿no?,
somos hermanos..." .



Mi verga hacía esfuerzos
por salirse del bañador. Lentamente empecé a darle el bronceador
por su teta derecha y luego la otra, y poco a poco fui perdiendo la timidez
y disfrutando de aquellas esponjosas y suaves tetas, que tenían
un tacto suave, muy suave, después terminé con sus muslos
y ella abrió un poco las piernas, permitiéndome esparcir
mejor la crema por todas partes, de vez en cuando mis dedos rozaban la
costura de la braguita de su bikini ¡qué gozada!. Luego fue
ella la que quiso darme la crema y primero me coloqué boca abajo
y sus suaves manos comenzaron a acariciar mi espalda, lo hacía muy
suavemente con mucha ternura, después mis muslos y dándome
la vuelta mis hombros, mis brazos y mi pecho, cosa que hizo tener mi pene
erecto durante toda la operación. Aunque ella se daba cuenta perfectamente
de mi apurada situación, no hizo ningún comentario como si
fuera la cosa más natural del mundo.



Después de un buen rato tomando
el sol, decidimos darnos un baño en el mar. Jugamos en el agua,
como hacíamos siempre, salpicándonos y empujándonos
bajo el agua, y haciendo nuestras peleas como dos críos, aunque
ya no lo éramos.



De pronto ella buceó y desapareció.
Cuando quise darme cuenta estaba bajo el agua entre mis piernas y de una
golpe me bajó el bañador hasta los tobillos y se alejó
nadando con la prenda en sus manos, me había dejado en pelotas bajo
el agua. Sentí algo de vergüenza y quise vengarme, entonces
nadé rápidamente donde ella estaba e intenté bajarle
sus braguitas pero se resistió mucho protestando, hasta que lo logré
dejándola desnudita, llevándome sus braguitas. Así
estuvimos jugando un rato. Sólo podía ver su cuerpo desnudo
difuminado bajo el agua, pero para mí era suficiente y el solo hecho
de estar yo desnudo y ella también, era más que alucinante.



Luego nos devolvimos las prendas,
nos las pusimos bajo el agua y volvimos a la arena a seguir tomando el
sol. Ella se quedó adormilada y yo no la quité la vista de
encima en ningún momento recorriendo todo su magnífico cuerpazo.



El domingo por la mañana
mis padres se fueron de vacaciones y nos dejaron en casa solos, pues yo
tenía que estudiar para recuperar en septiembre las asignaturas
que me quedaron y Noelia también se quedó pues tenía
que trabajar, pues ella era entonces dependienta en una tienda de ropa.
Antes de partir con el coche, mi padre nos dijo su acostumbrada frase:



"Que seáis buenos"



Esa misma mañana cuando yo
estaba afeitándome en el baño, pues ya empezaba a tener barba
de hombre, entró mi hermana y dijo que tenía prisa y que
se iba a duchar, despreocupándose de que yo estuviera allí,
se colocó de espaldas a mí, se quitó una blusa que
llevaba, se soltó el sujetador, dejándolo caer al suelo y
luego su falda y sus braguitas, quedándose en pelotas de espaldas
a mí, mostrándome su desnudo cuerpo. Otra vez mi polla se
izó como un resorte. Con toda naturalidad abrió los grifos
de la ducha y agachándose probó la temperatura del agua.
En esa posición podía ver como su chochito sobresalía
entre sus muslos y me mostraba de nuevo su rajita. Se coló en la
ducha, mientras yo terminaba de afeitarme, con una erección mayúscula.



Esa tarde y esa noche mi hermana
me provocaba con sus vestiditos, o paseándose en ropa interior,
o haciendo esas posturas tan sensuales. Después de cenar uno frente
al otro, ella empezó a comer un plátano, y yo no podía
más, sus labios bordeaban la punta de la fruta, luego con mucha
sensualidad lo chupaba con su lengua, para luego darle pequeños
mordisquitos mientras me miraba fijamente a los ojos. Me estaba matando,
todas sus insinuaciones y sus provocaciones eran demasiado para mí
y en un arranque animal pensé violarla allí mismo, aunque
no sabía si ella era consciente de ello, tuve que contenerme.



Los dos días siguientes fueron
mortales para mí. Mi padre nos había encargado que pintáramos
las paredes del garaje, pues estaban llenas de manchas de humedad. El caso
es que entre los dos nos dispusimos a pintar. Preparé los botes
y las brochas y cuando llegó Noelia al garaje, yo me empalmé
de nuevo al verla. Como hacía mucho calor Noelia se puso una camiseta
vieja muy ajustada y cortita que descubría su cintura y su ombligo,
la camiseta se ceñía tanto a sus curvas que se veía
que no llevaba sostén, dibujando sus tetas bajo la tela y resaltando
sus pezones como dos botones, llevaba también unos pantalones de
lycra azules, muy cortos y ajustadísimos que llegaban a enseñar
el comienzo de sus posaderas, además se marcaban perfectamente dibujadas
sus braguitas bajo el pantalón. Yo me dediqué a lo duro,
dándole al rodillo y ella utilizaba un pincel haciendo las esquinas
y los rincones donde yo no llegaba. Yo tenía el bote muy cerca de
mí y ella iba y venía a por pintura meneándose delante
mío y poniéndome como una moto. Creo que alguna vez pudo
notar mi erección bajo el pantalón. Mi hermana no parecía
tener bastante con pasearse delante mío y comenzó a rozarme
una y otra vez con su cuerpo. Primero me pasó las tetas por la espalda
con la disculpa de coger un trapo o pintar algún recoveco, cada
vez que notaba sus tetas en mi espalda mi polla daba un respingo. Luego
por un lado rozaba sus caderas con las mías y alguna vez su mano
acariciaba mi trasero como si fuera accidentalmente. Ya no podía
más y fue mucho más duro cuando yo estaba pintando una pared
y la muy zorra se colocó delante mío pues tenía el
bote de pintura a mis pies, se agachó mostrándome su culo
y echándose hacia atrás se sobó bien sobado su trasero
contra mi verga. Yo cerré los ojos para sentirla más intensamente,
qué gozada poder tener el culo de mi hermana pegado a mi erguida
polla. Notando mi empalmada, ella se dio la vuelta con carita dulce:



"¿Qué tienes
ahí tan duro hermanito?"



A continuación se rió
con ganas. Le encantaba hacerme sufrir.



Esa noche casi no pude dormir y
quise que toda mi tortura tuviese algún premio, aunque como he dicho
el solo hecho de observarla ya era demasiado.



A la mañana siguiente, el
día amaneció muy caluroso y de nuevo Noelia me sorprendió
acercándose a mi cuarto vestida tan solo con un camisón de
seda brillante de color gris muy corto de tirantes. Yo todavía estaba
tumbado en la cama, desnudo bajo las sábanas, pues el calor era
sofocante.



"Buenos días Raúl"



"Hola"



Su espléndida figura se ensalzaba
con ese mini camisón que formaba arrugas con sus movimientos y pensar
que debajo estaba desnudita, me electrizaba. Con su habitual sonrisa me
dijo:



"Bueno, levántate ya,
que quiero lavar las sábanas"



"Sí, ahora voy"



"No venga, date prisa y levántate
ya que quiero poner una lavadora pronto"



"Vale, pero sal un momento,
es que estoy sin ropa"



"Vaya, ¿te va a dar
vergüenza que te vea tu hermana desnudo?"



"Bueno yo..."



Yo notaba que mi hermana se había
levantado más excitada de lo normal, quizá por el calor o
por el hecho de que estuviéramos solos en casa o vete tú
a saber, pero quería verme en bolas, estaba claro.



"Venga Raúl"



"Pero es que..."



"¿Qué pasa?,
¿que la tienes como un garrote?"



Rió a carcajadas otra vez
por mi situación, ya que era cierto lo que decía, pues tenía
una empalmada brutal. Luego me dijo:



"Somos hermanos, no creo que
nos vayamos a asustar por vernos desnudos... Total ya nos hemos visto otras
veces"



"Sí, pero ..."



"¿Cual es el problema?,
¿te quedas más tranquilo si me desnudo yo también?"



Esa frase hizo que todo mi cuerpo
se estremeciera y los pelos se me pusieron de punta, igual que mi pene.
Pregunté incrédulo:



"¿Cómo?"



"Sí tonto, ¿que
si quieres verme desnuda a mí?"



"Sí, claro que me gustaría"



"Si es una tontería
hombre, es la cosa más natural del mundo, al fin y al cabo somos
hermanos. ¿Pues no te he bañado yo miles de veces cuando
eras más pequeño?"



"Ya, pero ya no somos críos..."



De nuevo sus risas.



"Te excitaría mucho
verme en pelotas ¿verdad?"



Como lo sabía la muy putilla.
Yo no podía más, estaba totalmente empalmado y muy muy excitado.



"Sí que me gustaría
verte desnuda..."



"Pues no hay problema hombre..."



Se puso en pie, se quitó
un tirante del camisón, luego el otro y la vaporosa tela cayó
rápidamente a sus pies. ¡Qué maravilla! ¡Qué
preciosidad!. Creo que me quedé con la boca abierta observándola,
me quedé embobado, atontado, alelado, agilipollado. Qué cuerpo
más perfecto tenía: su preciosa cara, sus redondas tetas
con sus rosados pezones, su cintura plana y estrechita, sus anchas caderas,
sus muslos, sus piernas, su hermoso pubis recortado. Mi hermana tenía
cuerpo de diosa, o al menos a mí me lo parecía. Ella insistió:



"Bueno, ¿qué?,
¿qué tal?"



Creo que yo me quedé inmovilizado
porque mi cuerpo no respondía.



"Estas buenísima Noelia
¿sabes?"



"Gracias hermanito, pero ahora
te toca a ti"



Intenté salir de la cama
con naturalidad, pero en el fondo estaba algo cortado. Cuando lo hice,
evidentemente mi polla estaba como una piedra. Me senté en la cama
y ella sonrió observando mi miembro.



"Con 17 años, vaya aparato
que tienes"



"¿Te gusta?"



"Sí, esta muy bien,
es más grande que algunos de los que he visto"



¿Has visto muchos?"



Ella se rió.



"Bueno no demasiados, pero
sí he visto alguno, desde luego el tuyo supera la media"



"Con ese cuerpo que tienes
hermanita, habrás destrozado a más de uno"



Volvió a reírse, con
esa linda sonrisa que la hacía aún más hermosa y más
deseable. No quitaba la vista de mi polla. Luego se sentó a mi lado
y me dijo:



"¿Te excita verme así?



"Sí, mucho, ¿no
se nota?"



"Ja,ja, ja... Luego te masturbarás
otra vez ¿no? "



"Claro Noelia, me tienes loco"



"Lo cierto es que me gusta
que te pongas cachondo por mi culpa... Se me ocurre una idea, como papá
y mamá no están y como hace tanto calor podemos ir desnudos
por casa, así no te perderás detalle y te lo pasarás
en grande viéndome desnuda y yo a ti, porque también me gusta
verte desnudo ¿qué te parece?"



Era increíble, mi hermanita,
ese sueño que tenía en la cabeza desde hacía tiempo,
se me iba a mostrar enterita en bolas, solo para mi. ¡Alucinante!.
Contesté entusiasmado:



"Me parece genial"



Continuará...



TARTUFO



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Relato: Loco por mi hermanita (I)
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Tiempo de lectura: 21minuto/s





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