Relato: Una noche de trio Quiz�s era un d�a viernes, de esos en que uno termina de
trabajar duro y se decide a descansar, a ejecutar otras actividades que le
permita drenar los obst�culos de la semana, olvidar, por unas horas, los
sinsabores. Me dispon�a a cocinar, en mi casa, junto a mi esposa embarazada de
mi tercera hija, con unos siete meses encima. Imagine cocinar unos espaguetis al
cilantro, invento m�o derivado de una receta de mi abuelo, el italiano,
criollizada por los momentos de la vida y por unos whiskys, en un momento
oportuno. Compre los ingredientes, el vino valpolicella, busque madera para
encender la chimenea de la casita de la Rosaleda Sur y cuando iba a comenzar,
luego de los primeros tragos, sent� un carro en la puerta de la casa. � Qui�n
ser�? � Qui�n habr� venido hasta aqu�, tan lejos, sin avisar? Abr� la puerta,
que daba al garaje y los vi. All� estaban, ellos dos, Carlos y Consuelo, los
novios de siempre, los eternos.
� C�mo vinieron sin avisar? fue lo primero que les dije
Es que estabamos por aqu�, por San Antonio y decidimos
pasar solo para saludar. Dijo Consuelo
�No hay problema? Pregunto Carlos
No en absoluto, conteste y los invite a pasar, dici�ndoles
que iba a comenzar a cocinar y que si les gustar�a quedarse.
Si, es una buena idea, dijo mi mujer
�No hay problema? Pregunto Consuelo, mientras entraba y
meneaba su cuerpo, sus gl�teos redondos, grandes, frente a m�.
No, apenas pude contestar, pensando en la suerte de Carlos
de tener en sus manos semejante hembra. Eso solo lo pensaba sin mayores
pretensiones e ilusiones. Sabia que ellos se adoraban, que se quer�an y me
sent�a feliz por eso, sin dejar de reconocer que era ella semejante hembra.
Que alegr�a se vivi� en esos momentos, me encanto que ellos
llegaran as�, sin avisar, cosa que normalmente no me gusta, y me gusto que se
quedaran a cenar. Les serv� unos tragos, comenzamos a escuchar m�sica, y luego,
cuando lo decidimos comenc� a cocinar.
Ella, Consuelo, quer�a, anhelaba que le ense�ase esa
particular receta de "espaguetis al cilantro" y se meti� en la cocina, junto a
m� y empez� a preguntar todo.
Yo le explicaba y comenc� a sentir, demasiado cerca su
figura, demasiado cerca sus senos de mi brazo, cuando yo le ense�aba la receta
original y ella la le�a junto a m�, detr�s de m�. Comenc� a sentir sus senos
sobre mi espalda cuando me inquir�a en torno a los detalles de lo que estaba
haciendo. La puerta batiente de la cocina, esa que nos separaba de la sala,
donde estaba Carlos con mi mujer hablando de pol�tica, estaba cerrada y ella se
pegaba m�s. Estaba muy nervioso y, a la vez, excitado.
Sal�a a la sala, interven�a en la conversaci�n, me met�a,
pero solo deseaba indagar si alguien notaba lo que estaba aconteciendo en la
cocina. Nada. No me percataba de nada. Volv�a a entrar al recinto. Ella,
Consuelo, detr�s de m�. Me preguntaba, se acercaba, pegaba sus piernas de las
m�as, sus manos en mi muslo, sus senos en mi brazo, y de repente, los sent�
respirar, como cuando uno siente que se ponen m�s grandes y pense que todo era a
prop�sito. As� que me voltee y cuando le fui a preguntar abri� su boca e
introdujo su lengua hambrienta en la m�a, con pasi�n, con sed. Me beso divino,
duro y se separo de repente y me dijo " te deseo mucho".
Yo no pod�a creer. Volvi� y pego su cuerpo en el m�o, busco
mi miembro, lo encontr� y lo puso en su centro, all� donde ella siente y
necesita. Yo la separe bruscamente. No quer�a hacerlo pero imaginaba que nos
iban a descubrir. A ella no parec�a importarle nada.
Sal�a a la sala, los invite a la cocina. Ellos no vinieron y
me dejaron solo, otra vez con >Consuelo. Ella insisti�, me volvi� a besar, tomo
mi mano y la llevo hasta sus nalgas y me dijo "apri�tame" " t�came porque s� que
te gusta y s� cuando las observas". Todo eso en la cocina. Estaba muy excitado y
erecto. Ella lo tocaba, me tocaba, me agarraba mis nalgas, me sobaba, estaba
como en un estado de exctasis hambriento. La volv� a separar y me fui para la
sala y me sent�. Tem�a que alguien notara mi protuberancia en los pantalones. Me
met� en la conversaci�n hasta que bajara mi ansiedad, mi necesidad. Volv� a la
cocina. Ella se queda en la sala, me dejo solo y eso me hizo falta. Pero lo
considere mejor as�, mas seguro.
Cuando casi estaba a punto de anunciar que la comida estaba
lista ella entro, de nuevo, en la cocina. No dijo una sola palabra. Se coloco a
mi lado, viendo hacia la olla que conten�a la carne de los espaguetis y tomo mi
mano y la llevo hacia el fondo de su corta y pegada falda y la introdujo dentro.
" T�came" me dijo. Se hab�a quitado su ropa interior, sus pantaletas, y as� pude
palpar la dureza de sus nalgas, la abertura, la profundidad, el peso, la
textura, el hambre de ellas y la humedad entre sus piernas. Me excite de nuevo.
Sal� de la cocina y abr� la puerta batiente, dej�ndola as�, abierta, y anuncie
que mi tarea hab�a concluido. Destapamos el vino, pusieron la mesa y una vez
lista nos dispusimos a comer. Nos sentamos. Consuelo lo hizo al lado m�o. Al
poco rato de estar sentados y comiendo, ri�ndonos, sent� su mano en mis piernas,
en mis entrepiernas, en mi sexo, busc�ndolo. Trataba de apartarme. Ella segu�a
como loca, como desesperada.
Terminamos de comer y nos quedamos un rato mas en la mesa
hasta que pasamos a la sala y, frente a la chimenea, nos sentamos a continuar
nuestra conversaci�n. Consuelo se sent� en una silla, justo frente a m� y
comenz� a abrir lentamente sus piernas y a ense�arme, discretamente, su sexo
desnudo y hambriento, exigente de calor, vac�o, h�medo quiz�s. Yo observaba y no
imaginaba como iba a terminar esto pues no estaban dadas las condiciones para
nada, no hab�a espacio, mi mujer despierta, Carlos por igual, no hay espacio
para perderse, ni tiempo. �Que lastima!
Paso el tiempo y mi mujer se sinti� cansada y decidi�
acostarse. Se despidi� de nosotros no sin antes prepararles, en la sala unos
cojines y unas sabanas parta que Carlos y Consuelo pasaran la noche en la casa,
frente a la chimenea. As� se hizo y yo sin mas remedio, luego de un rato
adicional, tambi�n decid� retirarme. Me despide, le dije a Carlos que disfrutara
y a Consuelo por igual. Me retire a la habitaci�n. Mi mujer casi roncaba. Me
desvest�, me quede desnudo, como siempre, pense en los acontecimientos
anteriores, me imagine las nalgas de Consuelo, sus besos hambrientos, su actitud
destemplada. As� me dorm�.
De repente, una hora despu�s me imagino, sent� en mis o�dos
la boca de Consuelo, en mi cuarto, con mi mujer al lado, invit�ndome. Yo no
entend�a bien. Me despert� y me incorpore. No s� a que me invitaba pero me pare,
tal como estaba y camine hacia la sala. Sin darme cuenta de la situaci�n me
acost� en la alfombra y me percate que Consuelo estaba encaramada sobre Carlos,
jinete�ndolo, duro, montada sobre �l. Gem�a, llena de deleite y de goce. Me
invito a ir, a acercarme. Me incorpore y me puse frente a ella. Tomo entre sus
manos mi sexo, lo manosea, lo sobo, mientras se daba duro en su posici�n de
jinete. Lo meti� en su boca, lo succiono con avidez, con hambre, con pasi�n, lo
soba, lo met�a, le pasaba la lengua y lo ingresaba casi todo en su boca. Solo lo
dejaba afuera para gemir, para expresar su goce de tener dos miembros en sus
orificios principales.
Luego de sali� de Carlos y se monto en mi, se lo entro todo,
suavemente, como con una paciencia perversa y comenz� a cabalgarme, con ritmo,
con hambre. Carlos permaneci� acostado y ella le agarraba su masculinidad, la
sub�a, la bajaba y se quejaba. � Co�o. Que divino! Dec�a. � �Dame mas!
Exclamaba. Y le di mas, y m�s, y m�s. Le agarraba las nalgas, le daba nalgadas
en sus protuberantes gl�teos, introduje mis dedos en su culo y all� acabo,
cuando sinti� eso. Se sali� y se puso como una perrita, en cuatro, como una
yegua en celo y le segu� dando, introduci�ndolo duro y suave, mientras le
agarraba las nalgas. Carlos se hab�a incorporado y le cog�a la boca. Le agarraba
por el pelo y le met�a su miembro y lo sacaba, se lo met�a y se lo sacaba, se lo
paseaba por la cara y se lo volv�a a meter.
Yo le daba duro y sent�a como ella acaba y me ped�a � mas,
mas, mas, no t� pares! Y yo le daba mas, mas, mas, duro, suave, duro, le
golpeaba las nalgas, le met�a los dedos en el culo y le dec�a, con voz muy baja:
" ahora te estamos cogiendo por todos tus orificios". As� sent� que Carlos se
vino y le acabo en su boca. Ella lo chupa todo, se lo trago y con su lengua
termino de limpiarlo todo, mientras yo le daba y le daba. O� sus palabras: "
Carlos termino, d�jame montarme ". Le deje que se montara y all� en esa posici�n
se acerco a mis o�dos y me dijo, jadeante, " quiero que me lo metas por detr�s,
quiero que me cojas por el culo". Yo le dije que s�. Se sali�, se volteo, y ella
misma se lo puso y, casi como una suplica, dijo: "dale duro, nene" y as� lo
hice. Ella gem�a, su placer era indescriptible, se pegaba hacia m�. Yo la tomaba
por el pelo, como a las yeguas, y le daba. Le di duro, rico, hasta que sent� que
explotaba mi semen y s� venia con todo. Le ped� permiso a ella, le dije que iba
a acabar y ella respondi� "hazlo conmigo" y as�, los dos comenzamos el ritmo
armonioso del final, de la conclusi�n de esta locura.
Acabamos los dos. Me sal�, fui al ba�o, me duche y volv� a mi
lecho, junto a mi mujer y me dorm�.
En la ma�ana siguiente Carlos y Consuelo se hab�an marchado,
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Relato: Una noche de trio
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