Relato: Mirada de un desierto





Relato: Mirada de un desierto


Vamos, vamos, corre, corre, no mires hac�a atr�s, no te
gires, sigue hac�a adelante, mira enfrente, no te pares� Un desierto de arena,
sin fin, repleto de dunas, un aire c�lido, casi asfixiante, un cielo azul, sin
nubes, un sol brillante, est�s sola, no hay nadie y sigues corriendo, te sientes
pesada, pero no est�s cansada, no sudas, y sigues corriendo, huyendo de no sabes
que, sientes una mirada en tu espalda, alguien que te observa, te giras sin
detenerte, pero no hay nada, aunque sigues sinti�ndola, est� ah�.


Continuas corriendo, llevas horas, o eso crees, pero nunca
llegas a ning�n lugar, s�lo hay arena, el tiempo no pasa, el sol sigue estando
en el mismo lugar, y te sientes cansada, notas como tus fuerzas se pierden, tus
ojos se nublan, y un pinchazo en la nuca te avisa que vuelve a estar ah�, que
viene hac�a ti a una velocidad impresionante, intentas apretar tu ritmo y te
caes de rodillas, te levantas de la arena, sin mirar hac�a atr�s, notas como
unas gotas resbalan por tus piernas, crees que es sudor, te miras, es sangre,
tus rodillas est�n sangrando, no entiendes por que, pero no te detienes a
pensar, sigues corriendo, est� muy cerca, te giras y ves unos ojos negros,
profundos, intensos, brillantes, que se aproximan hac�a ti. Te giras para seguir
corriendo, pero ya no hay nada, no hay arena, no hay desierto, s�lo un abismo en
el que caes sin poder evitarlo, y la sensaci�n que te invade es de libertad, de
place y te alejas en un punto indefinido de la luz�



Otra vez ese maldito sue�o, llevas semanas so�ando con lo
mismo, no entiendes nada, pero tampoco quieres darle mucha importancia, aunque
ya comienza a preocuparte, son demasiados d�as so�ando lo mismo.


Te levantas mal humorada, est�s como si te hubieran pegado
una paliza, te diriges hac�a el ba�o, abres el grifo del agua caliente de la
ducha y dejas que vaya cayendo, te das cuenta que est� lista, cuando el vaho
invade parte del espejo, en cual se refleja tu silueta desnuda, te miras y
avanzas hac�a el interior de la ducha, el chorro de agua humedece tu piel,
cierras los ojos y te relajas. Oyes a F�tima, tu compa�era de piso, despedirse
de ti, tras un portazo. Miras el reloj, vas a llegar tarde a clase, terminas de
ducharte, te secas y te vistes r�pidamente.


El aire fresco invade tus pulmones, pero pronto queda ahogado
por el ambiente cargado del metro, te introduces como puedes en un vag�n, dejas
de tener tu propio espacio en la segunda parada y m�s que un vag�n, parece una
lata de sardinas, te sientes agobiada, mareada, y bajas tres paradas antes de la
tuya, igualmente ibas a llegar tarde, as� que decides esperar al pr�ximo haber
si viene menos cargado. Mientras esperas observas la diversidad de gente,
culturas� que hay, pero una guitarra que suena a tu lado, te saca de la laguna
en la que permanec�as, te centras en ella, miras las manos que la est�n
acariciando, son grandes, fuertes, con unos dedos largos, finos, de una tez
morena, bien cuidadas, y recuerdas que el hermano de F�tima llega hoy para
verla, subes tu mirada hac�a el rostro del guitarrista, pero el pelot�n de gente
que sale del vag�n, te distraer.


El vag�n esta lleno, pero tus o�dos no oyen el murmullo de la
gente, es como si estuvieras sola, no tienes sensibilidad, tu cuerpo esta all�,
pero tu mente s�lo piensa en adivinar el significado de ese sue�o, intentas
relacionarlo con algo, o alguien, pero no �nico que consigues es que tu
entrecejo se frunza, miras el reloj, llegas tarde para entrar a la segunda hora,
decides irte a la biblioteca a estudiar, pero despu�s de estar all� hora y
media, te das cuenta de que no has conseguido concentrarte en el libro.


Como alma en pena, caminas por las calles, en direcci�n a la
boca del metro, decides volver a casa, no te encuentras bien, te sientes
destemplada, con una sensaci�n de vac�o y temblor. Por el camino coincides con
Alberto, te propone tomar algo juntos, y piensas que quiz�s eso te distraiga de
tus pensamientos, habl�is de los viejos tiempos, de c�mo hab�is cambiado,
finalmente te invita a comer a su casa, pero no puedes aceptar la invitaci�n,
F�tima tiene clase hasta las dos y te toca a ti hacer la comida.


Son la una y media del medio d�a cuando entras por la puerta,
te diriges hac�a tu habitaci�n, te cambias de ropa y te pones algo m�s c�modo,
enciendes el equipo de m�sica, para que te haga compa��a mientras preparas la
comida. Oyes las llaves en el cerrojo de la puerta, es F�tima, se ha saltado la
�ltima clase, mientras com�is, te cuenta el trabajo que tiene que presentar para
un cr�dito, indecisa piensas si contarle lo del sue�o, pero despu�s de dudar,
pasas, no vale la pena, s�lo se trata de un sue�o. Recoges la mesa y preparas el
caf�, le preguntas a F�tima cuando llega su hermano, pero no lo sabe, te comenta
que tiene que llamarla. Os sent�is en el sof� para ver la serie que tanto os
gusta y�




El sol brilla intensamente hasta cegarte, hace mucho calor,
bajas tu mirada y un horizonte de arena se abre ante ti, sin l�mites, s�lo el
cielo azul se atreve a nivelarlo. Estas parada, miras a tu alrededor, pero no
hay nada, ni nadie, te sientes agotada, sin fuerzas, decides andar hac�a ning�n
lugar, sin ning�n destino, pero otra vez ese pinchazo en la nuca, hace que
empieces a correr, tu respiraci�n se acelera, sigues corriendo y corriendo, pero
nunca ves el final, impotente caes sobre la arena, rendida, rabiosa, mientras
que la arena que aprietan tus pu�os cerrados, te quema, pero no sientes dolor,
sino placer, te giras y atrevida te encaras a esa mirada, con l�grimas en los
ojos, la miras fijamente y gritando a pleno plum�n le dices que quiere de ti,
pero en ese mismo instante se pierde en el aire. Relajada, empiezas a re�rte
como una loca, te levantas y cuando crees que todo a terminado, el eco de una
voz de mujer te dice: le pertenecer�s, ser�s mi regalo.



La mano de F�tima te zarandea despert�ndote de ese maldito
sue�o, te pregunta si te sientes bien, notas un sudor fr�o que recorre todo tu
cuerpo, vuelve a preguntarte si te sientes bien y� es la misma voz que la del
sue�o. Miras a tu alrededor, estas en el sal�n, las tazas del caf� todav�a est�n
sobre la mesa, dudosa le preguntas a F�tima, que hora es, ella te comenta que
son las siete de la tarde, que te quedaste dormida y no quiso despertarte.
Indecisa le explicas a F�tima tu sue�o, tus sensaciones, tus dudas, y lo de su
voz� Ella con una sonrisa en los labios te acerca un t� de hierbabuena, mientras
que pasa sus manos por tu melena casta�a, dici�ndote que ella tambi�n a so�ado
aveces contigo, que es normal so�ar con la gente que conoces, que eso lo hace el
subconsciente, pero que no pasa nada, que s�lo son sue�os, que no tienes que
darle la m�s m�nima importancia.


Oyes el ruido de la ducha, le preguntas si su hermano ya
lleg�, ella con una sonrisa en los labios, te suelta un s�, corto, pero muy
alegre, nunca la hab�as visto tan contenta, pero te alegras de verla as�, como
una cr�a curiosa le preguntas si es guapo, y ella soltando una carcajada, te
dice que es igual que ella pero en chico, haces una mueca y te pones a re�r, no
te imaginas a F�tima de chico, aunque ella es muy guapa, tiene unos rasgos
finos, una tez morena, un pelo largo, liso, negro, con unos ojos grandes y
verdes, unos labios rosado y carnosos, y un cuerpo muy sensual. Te preguntas
porque nunca la has visto con ning�n chico. Estir�ndote de las manos para
levantarte, te dice que te arregles que vais a ir a cenar los tres juntos, que
sabe de un nuevo restaurante en el puerto, y conoci�ndola sabes que se trata de
uno de esos restaurantes caros, de dise�o y donde la gente es muy pija, as� que
buscas en tu armario el vestido corto, negro, con la espalda descubierta, que te
saca de apuros en esas ocasiones, pero no est�.


Recuerdas que se lo dejaste a ella la �ltima vez, as� que
entras en su habitaci�n para cogerlo, pero al abrir la puerta, te encuentras con
su hermano, desnudo, pero de espaldas a ti, te quedas paralizada, te ruborizas,
y r�pidamente coges el vestido del armario y sales pitando pidiendo perd�n.


Ya en tu habitaci�n, visti�ndote, recuerdas la imagen de hace
unos instantes. Tiene la tez morena como F�tima, es alto, delgado, pero fibroso,
con unas espaldas anchas, un pelo negro, liso, que le llega por los hombros,
unas piernas duras, bien formadas, al igual que sus nalgas, es muy atractivo,
F�tima ten�a raz�n.


Sales de tu habitaci�n y vas hacia el lavabo, coincides con
F�tima que est� acabando de maquillarse, esta preciosa, radiante, sensual, se ha
puesto el vestido rojo que le regalaste para su cumplea�os.


F�tima te presenta a su hermano que esta esperando en el
sal�n, Jacob, ese es su nombre, te acercas a �l como un im�n para darle dos
besos, notas sus enormes manos en tu espalda, acerc�ndote m�s hac�a �l, sus ojos
verdosos clav�ndose en tu pupila y el roce de sus labios, pr�ximos a los tuyos,
te sientes atra�da hac�a �l. F�tima suelta una leve sonrisa, mientras se acerca
hac�a vosotros y le comenta si le gustas delante de ti, la miras sorprendida,
pero el r�pido si de �l y las carcajadas de ambos, hace que te relajes.


Durante la cena te sientes observada por Jacob, notas su
mirada profunda, intensa y brillante clavada en ti, recuerdas la mirada de tu
sue�o, aunque los ojos eran negros, sientes un calor que te abrasa, te sientes
cansada, pesada�pidiendo permiso te levantas para ir al aseo, F�tima te pregunta
si te encuentras bien, y con una leve sonrisa le comentas que s�, no quieres
preocuparla. Entras en el aseo y abres el grifo de agua fr�a, te miras al espejo
y un pinchazo en la nuca hace que mires hac�a atr�s, te sientes observada, pero
no hay nadie contigo, vuelves a mirarte en el espejo y ves esa mirada, profunda,
intensa, brillante y�


Abres los ojos, estas en casa estirada en el sof�, te sientes
descolocada, perturbada, mareada, buscas a tu alrededor, todo esta oscuro, te
incorporas en el sof� y sientes otro pinchazo en la nuca que te hace bajar la
mirada, estas completamente desnuda, vuelves a sentirte observada, alzas la
mirada y all� est�n esos ojos verdes, profundos, intensos y brillantes, en medio
de la oscuridad, conteniendo la respiraci�n, avanzas hac�a ellos, diciendo el
nombre de Jacob, sigues avanzando hac�a ellos a medida que ves que ellos se
alejan, te sientes atra�da por ellos y los sigues, en tu mente no se repite otra
cosa que: le pertenezco. Entras tras ellos en a la habitaci�n de F�tima, una
tela azul cielo, cubre el techo y parte de las paredes, pintadas de color arena,
te recuerda a un desierto, como un im�n te acercas a su cuerpo, sientes su
calor, sus manos se posan en tus hombros, acarici�ndolos, poco a poco bajan
hac�a tus firmes y redondos pechos, apret�ndolos suavemente, deseas sentir ese
calor que desprenden por todo tu cuerpo, necesitas notar la calidez de su
cuerpo, te aproximas m�s �l, tus pezones rosados se endurecen, notas como tu
sexo se humedece s�lo de sentir su aliento cerca de tu pecho, cierras los ojos y
dejas que su h�bil lengua recorra la forma de tus pezones, succion�ndolos,
lami�ndolos, bes�ndolos, y repites�te pertenezco, te pertenezco, te pertenezco,
te dejas llevar, sientes sus labios bajando hac�a tu ombligo, lo besa, pero
sigue bajando hac�a tu vientre, sus manos separan tus piernas en busca de tu
sexo, para lamerlo, succionarlo, chuparlo, y besarlo de tal forma que tu no
ejerces ninguna resistencia, te entregas a �l abiertamente, tu cuerpo y mente le
pertenecen.


Vuelves a abrir los ojos y te sientes observada, sus ojos
est�n clavados en ti, no sabes como, ni cuando te has colocado en esa posici�n,
pero sientes su peso encima de tu cuerpo y la dureza de su sexo en la cara
interior de tus muslos, alguien os observa, pero su mirada no te deja desviar la
vista, est�s como hipnotizada, te levanta las caderas hac�a su cintura, y poco a
poco te penetra hasta entrar en lo m�s profundo de tu ser, arqueas tu cuerpo de
placer, dej�ndote llevar, y un gemido se escapa de tu boca, notas sus manos
ardientes en tus nalgas, apret�ndote m�s hac�a �l, te gusta, notas el calor de
su pecho en el tuyo y su respiraci�n en el l�bulo de tu oreja, est�s apunto de
tener un orgasmo y tu cuerpo se tensa, sientes como sus manos te aprisionan
hac�a �l, asfixi�ndote�abres los ojos y ves esos ojos negros, profundos,
intensos y brillantes en el rostro de F�tima, mir�ndote, apretando entre sus
manos, una mu�eca de trapo, con un mech�n de tu melena, mientras que se aleja en
punto indefinido de la luz, sintiendo un enorme placer y libertad.


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Relato: Mirada de un desierto
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