Todo empez� en casa de mi t�a cuando yo ten�a 24 a�os. Era
una tarde bastante soleada y agradable, las grandes ventanas abiertas permit�an
al viento correr libremente por toda la casa, mientras el cielo azul se abr�a en
un paisaje delicioso.
Aquella casa era de planta baja y un piso, bastante amplia y
con muchas habitaciones, rodeada adem�s por un peque�o jard�n que albergaba un
par de �rboles de limones y algunas flores muy bellas y perfumadas. Dentro de la
casa se respiraba un ambiente muy rico y sereno, con un silencio reconfortante y
una pasividad envidiable, parec�a que el tiempo en ese lugar no corr�a en lo
absoluto.
Recuerdo que �nicamente se pod�a ver en sus habitaciones, o
en el ba�o, a mi t�a, que para entonces ten�a como 50 a�os, a mi t�o, que por lo
general se sentaba a leer su peri�dico y a mi prima, que con sus 28 a�os era
toda una mujer; sin embargo, todo acontec�a con la misma normalidad de siempre
salvo por mi presencia.
Acostumbrado a ser ignorado por mis t�os y mi prima, que se
dedicaban a sus actividades sin reparar en mi presencia, me encontraba un d�a
mirando en la televisi�n un programa de cable que me inspiraba una terrible
flojera, no obstante que lo disfrutaba por considerarlo un d�a sin presiones ni
contratiempos.
Al poco rato, mis t�os me comunicaron que ten�an que salir de
compras y que se iban a ausentar toda la tarde, a lo cual se sum� mi prima con
el pretexto de que ir�a a verse con su novio despu�s de las compras, qued�ndome
as� s�lo en la casa, lo cual no era nada nuevo, ni raro y mucho menos
desagradable.
Segu� mirando la televisi�n por un largo rato hasta que
empec� a sentirme inquieto y acalorado por esa t�pica sensaci�n de ocio
combinada con mi ardiente temperamento, por lo cual me despoj� de mi playera y
mis zapatos, para estar m�s c�modo.
El d�a era tan hermoso que me asom� a la ventana para
contemplar la belleza de la naturaleza, entonces, mirando a mi alrededor fij� mi
vista en la casa del vecino, percat�ndome que hab�a una ni�ita como de 9 o 10
a�os jugando con sus mu�ecas. La peque�a era de tez blanca, con un hermoso
cabello rubio y una mirada inocente y distra�da, tra�a puesto un vestido verde
corrido que le llegaba hasta las rodillas, con calcetas largas y zapatos de
charol.
Todo era normal hasta ella se sent� en el patio de su casa a
jugar con sus mu�ecas sin darse cuenta que su posici�n me permit�a verla abierta
de piernas desde mi ventana; su pantaleta, blanca y con peque�as figuras de
gatitos ven�a a coronar sus igualmente blancas y tiernas piernitas, lo que,
junto con su calcetas y su figura inocente me produjo un morbo terrible.
Inmediatamente sent� un calor muy especial en mi bajo
vientre, se me aceler� mi coraz�n y empez� a sudar un poco ante la idea de
subirme en la cama donde estaba la gran ventana y llamar la atenci�n de la ni�a.
Al acercarme a la ventana y abrirla cual grande era, la ni�a not� mi presencia y
me mir� de manera extra�ada, como si leyera en mi mirada algo extra�o o poco
com�n. Acto seguido sonre� para tratar de disfrazar lo que estaba a punto de
hacer.
As�, mientras me segu�a mirando a una distancia muy corta,
que era la que separaba a las dos casas contiguas me desabroch� el pantal�n poco
a poco dando a entender lo que iba a hacer, sin embargo, la ni�a segu�a vi�ndome
con una extra�a mezcla de curiosidad y asombro lo cual me puso en un estado de
gran excitaci�n.
Al verme en esta oportunidad �nica en que la ni�a no se
metiera a su casa por miedo o por pena, me baj� los pantalones hasta debajo de
las rodillas e inmediatamente comenc� a acariciar mi pene (que para entonces ya
estaba erecto y mojado), por encima del calz�n, haciendo c�rculos y apretando
suavemente mis huevos; la ni�a se sorprendi� al ver esto, se levant� y dio dos
pasos hacia atr�s, bajando la vista para mirarme nuevamente un poco m�s cerca de
la puerta de su casa, sin saber que hacer, pero todav�a mir�ndome.
Mi excitaci�n era ya para entonces incontrolable, por lo cual
decid� bajarme los calzones y juguetear con mi verga, movi�ndola en todas
direcciones mientras miraba directamente a los ojos de la ni�a; ella,
desconcertada, dio un par de pasos m�s hacia atr�s pero a�n sin introducirse en
su casa, por lo cual con una mano empec� a acariciarme los huevos, que para
entonces estaban dur�simos, y con la otra mano empec� a chaquete�rmela
r�pidamente.
Ante esta escena era obvio que mi excitaci�n y mi morbidez
eran may�sculas, por lo cual a los pocos segundos empec� a eyacular fren�tica e
impulsivamente, por lo que coloqu� mi mano en la punta de mi pene para recibir
la abundante leche que sal�a y sal�a en espasmos desgarrantes, mientras sent�a
unos escalofr�os nunca antes experimentados y unas contracciones violentas que
me impulsaron a aplastar mis huevos en busca de sacarles todo el semen que fuera
posible.
Mientras ocurr�a esto la ni�a abri� la puerta que conectaba
con su casa y desde ah� termin� de ver mi orgasmo, aunque supongo que sin
comprenderlo. Finalmente y antes de que se metiera asustada, me llev� mi mano
llena de esperma a la boca y la lam� frente a su asombro, probando lo salado de
mis fluidos mientras la segu�a mirando como todo un pervertido, finalmente ella
desapareci� de mi vista y la calma volvi�.