Sandra sufr�a una absoluta ceguera con el due�o de la casa. Cuando la
limpiaba cada ma�ana y el hombre paseaba de un lado a otro, de habitaci�n en
habitaci�n, no pod�a dejar de pensar en como deber�a ser en la cama. Le ve�a
pensando en como escribir un parrafo m�s, con la mirada fija en el primer
punto que pillase y solo pod�a verse a si misma comiendo la enorme polla que
deb�a tener. En ocasiones, �l la miraba sin verla, ensimismado, buscando un
poco de inspiraci�n y en esos momentos, sent�a como se le escapaba un poco de
vida entre las piernas.
Esa era su gran obsesi�n. Nunca le habia pasado nada parecido, siempre
hab�a estado rodeada de patanes que le tiraban los trastos y era ella quien
eleg�a.
Ella ni siquiera se planteaba la raz�n, probablemente no existe ninguna
para esa atracci�n tan enfermiza. No obstante, al principio trataba de que no
se le notase, Enrique ten�a una novia que conoc�a y por lo que hab�a podido
ver, era m�s fiel que un perro.
La trataba bien, pero con una autoridad, con un aura tan inmensamente
poderosa que le provocan innumerables fantas�as en cuanto dejaba correr su
mente.
Termin� aceptando que s�lo superar�a aquello en el momento en que
consiguiese follarse a aquel hijo de puta. Pero tambi�n pensaba que sus
posibilidades eran reducidas. No obstante, intentarlo merecia la pena. Siempre
llevaba camisetas y pantalones ajustados y cuando le echaba valor se pon�a
aquella falda corta que tan bruto pon�a a su marido. Siempre se aseaba antes
de trabajar en la casa de Enrique, se maquillaba un poco los ojos y no dejaba
de estudiar sus propios movimientos. En definitiva, dedicaba plenamente
aquellos d�as al treinta a�ero altivo y misterioso que ten�a el honor de
conocer. Los d�as que ciertamente, Enrique le dedicaba m�s atenci�n y m�s
miradas lascivas eran los d�as en que se pon�a falda. Pero en seguida perd�a
el inter�s y volv�a a su trabajo.
Aquel Martes, estaba m�s inquieto de lo normal, no dejaba de levantarse,
beber agua, encender y apagar la tele. En resumen, no sab�a donde plantar el
culo.
Sandra, por favor, �puedes venir un momento?- dijo sobresalt�ndola.
Siempre aparecia por detr�s como un fantasma. Le sigui� sin contestar, hacia
su despacho. Ya estaba excitada, solo de caminar detr�s de �l viendo su
precioso culo y dirigi�ndose hacia su cuarto, tendr�a bastante material para
sus repetidas fantas�as.
Mira, a ver si puedes quitar todo ese polvo que hay ah�, y las tela de
ara�as de ese lado.- sugiri� se�alando a ambos lados de la ventana.
Ah, s�. Ahora mismo se lo quito- contest� gir�ndose y volviendo hacia la
cocina.
Sandra cre�a percibir como Enrique la miraba alej�ndose. Le imaginaba
mir�ndole el culo y excit�ndose. Se animo a�n m�s y volvi� rapidamente con el
plumero y un trapo.
�l la estaba esperando con los brazos cruzados, como si no tuviese nada mejor
que hacer que vigilarla.
Acerc� una silla a la ventana y se subi� para limpiarlo. Todav�a notaba que
la estaba mirando pero no se atrevia a girarse para comprobarlo. Limpiaba
lentamente tratando de alargar aquel momento. De repente, sinti� como Enrique se
movia a su espalda, acerc�ndose. Not� una mano en el culo y un escalofr�o le
recorrio todo el cuerpo. Se quedo paralizada, mientras aquellas manos le
recorr�an las piernas y el culo. Introdujo una mano por debajo de su falda, la
desliz� suavemente por su piel, hacia arriba y le roz� el co�o que ya se ba�aba
en lagos de excitaci�n. Volvi� a recorrerla hacia abajo, para volver a subir y
detenerse ahora si, en su sexo. Sandra no podia creerselo, se apoyaba con las
manos en la pared que habia limpiado, sin atreverse a mirarle.
Se abandon� a aquellos dedos, en busca del orgasmo, hasta que bruscamente
fren�, la gir� y la oblig� a bajar de la silla.
Continuaba paralizada, frente a �l, notando como sus pezones se pon�an como
piedras por sus pellizcos. No la besaba, solo la recorr�a con una mirada
lasciva, agresiva, distante, como si estuviera tocando un mero trozo de carne. A
cada roc�, su cuerpo ard�a, tanto que no la dejaba moverse. Era un autentico
juguete en manos de aquel hombre. Vio como fuera de si misma como se
desabrochaba los pantalones y sacaba su enorme polla. No se hab�a equivocado en
sus imaginaciones. Notaba una enorme atracci�n hacia ella, una fuerza que
llevaba su boca hacia a aquel miembro palpitante. No tuvo ocasi�n de dejarse
llevar, una mano la agarro del pelo y la empujo hacia abajo. No se resisti� por
supuesto, en medio segundo ya tenia el rabo dentro de su boca. Empez� a comerla
sin poder evitar llevarse un dedo a su cl�toris que le gritaba desde abajo. En
principio �l solo mov�a su mano, alejando y acercando su cabeza, con suavidad.
Gem�a y soltaba frases de animo que nunca penso escuchar pero que en ese momento
tambi�n la excitaban. Continuaba chupando y masturb�ndose a la vez, intentaba
met�rsela hasta la garganta, para dar placer a su ideal de fantasia. Enrique se
fue animando con los gemidos y a mover su cuerpo imponiendo su ritmo. Nunca la
habian follado la boca de esa manera. Era un ritmo demasiado fuerte para Sandra
que se asust� e intento separarse un poco. Pero �l no la dejo, reaccion� como un
loco, agarr�ndola con fuerza del pelo y follandola a�n mas bestialmente la boca
te gusta, verdad?
Voy a correrme en tu boca y te lo vas a tragar
Sabes que lo voy a hacer
A Sandra le lloraban los ojos, habia dejado de masturbarse y solo trataba de
coger un poco de aire por la nariz. No sab�a cuanto tiempo llevaban as� pero
parec�a una eternidad. Al final, su boca se lleno de semen que tuvo que tragar
para poder respirar.
Enrique la llevo al ba�o y la lavo con sus propias manos. Sandra continuaba
sin reaccionar. Incomprensiblemente su co�o no dejaba de inundar sus bragas.
lavate la boca- la dijo abriendo el grifo.
Sandra obedec�a, libr�ndose del semen amargo. Se llenaba la boca de agua para
volver a escupirla. Enrique esperaba sentado sobre la taza del v�ter, mirando
como se limpiaba. Sandra no se atrevia a mirarle ni siquiera a su propio
reflejo. De repente, not� como de nuevo una mano se posaba en su culo. Enrique
la levant� la falda y la baj� las bragas. Iba a estallar, no pensaba que fuese
posible estar tan excitada. Sintio como dos dedos se hundian en su carne. Gimi�,
intentando controlarse. Levant� la vista y se vio a si misma a traves del
espejo. Aquella imagen la hizo correrse fuertemente, como en un inmenso chorro
que sentia dentro de si.
Se dejo follar por esos dedos y se corri� dos veces m�s. Ahora, se habian
parado y notaba como otro dedo se intentaba meter en el culo. No dejaba de
mirarse en el espejo, ahora notaba como la presi�n sobre su ano aumentaba,
despertando a�n m�s las ganas de polla de su co�o. Una vez que tuvo los cuatro
dedos dentro, dos en cada agujero, Enrique volvi� a follarla consiguiendo que
Sandra pasase los mejores diez minutos de los ultimos tiempos. No sabia cuantas
veces se habia corrido pero si no hubiese parado �l, probablemente todav�a
seguir�a. La apart� del lavabo y comenz� a lavarse las manos. Sandra se sent�
extasiada en la taza del inodoro. Cuando termino de asearse, ayudo a levantarse
a Sandra y la beso levemente en los labios. No dijo nada, salio del ba�o y se
volvi� a sentar en su ordenador.
Cuando volvio a su casa, se veia como una puta, se sentia culpable por lo
sucedido y se propuso no volver a hacer nada parecido, no por su marido, sino
por la sensaci�n de malestar que tienes despu�s de hacerlo.
El siguiente d�a no se puso falda, sino unos pantalones levemente ajustados y
decidi� actuar como si no hubiese pasado nada. Enrique parecia haber decidido lo
mismo y no la hizo ni caso durante una hora. Sandra se fue relajando poco a
poco, manteniendo a raya los recuerdos del dia anterior.
-Sandra ven un momento por favor- grito Enrique desde su habitaci�n
sobresalt�ndola.
No se lo pod�a creer, queria que se la comiese otra vez. -no, no puedo
hacerlo, me niego- pensaba-. Decidi� hacerse la sorda y seguir limpiando la mesa
del sal�n. Le sorprendi� que no la volviese a llamar. Trataba de decidir si
debia ir cuando sintio unos pasos detr�s suyo. No la dio tiempo a girarse.
Enrique se habia echado sobre ella bes�ndola el cuello y apretando su ya
empalmada polla contra su trasero. Sandr� se resisti�, tratando de separase de
la mesa y quit�rselo de encima, pero en ningun momento chill�. Enrique no se
echo atr�s al ver que se resist�a, sino todo lo contrari�. La apret� mas
fuertemente contra la mesa y con una mano empez� a desabocharla los pantalones.
Sandra no pod�a creerselo, aquello era algo parecido a una violaci�n y su co�o
comenzaba a mojar otra vez. No podia dejarse llevar, no queria que la follasen
de esa manera. Le solt� un codazo cuando se acercaba a comerla al cuello y
Enrique se quedo paralizado. Como si se estuviese pensando si queria continuar.
La respuesta fue inmediata, la agarr� de los brazos y la tiro al suelo de
espaldas. Mientras trataba de levantarse, Enrique utiliz� las dos manos para
bajarla el pantal�n. Sandra admitio mas tarde que no le puso demasiado dif�cil
la tarea de quitarla la ropa. Le bajo los pantalones y las bragas lo justo como
para poder follarla. Se bajo sus pantalones y la metio el enorme rabo con una
ansiedad desmesurada que la hizo algo mas del da�o aceptable. Empezo a follarla
como un autentico salvaje, dici�ndola burradas e insult�ndola. Sandra sent�a
como un enorme trozo de carne la desgarraba a la vez que la llevaba hasta el mas
primitivo de los estados.
Le dolian las rodillas de aquella postura, asi que la levanto y la puso
contra la pared. Con una mano hizo que agachase la espalda e inmediatamente ella
se apollo con las manos en la pared. Sandra sentia panico del momento en que
volviese a met�rsela pero a la vez lo esperaba con ansiedad. Enrique le quito la
camisa y le arranc� el sujetador volvio a met�rsela. Ahora Sandra gimio con
fuerza por primera vez.
lo ves?, ves como te gusta?, eres una zorra que quiere que la destroce.
Eso voy a hacer, voy a destrozar tu bonito co�o.
Voy a hacer contigo lo que quiera.
Empezo a embestirla con toda la fuerza que podia, intentando llegar todo lo
dentro posible, tratando incluso de hacerla da�o. Sandra chillaba de dolor y de
placer. No pod�a moverse, ni acompa�ar el movimiento porque veia las estrellas.
Solo se dejaba follar. No podia dejar de pensar en que iba a met�rsela por el
culo y esa certeza, la hacia sentir que aquel hombre podia matarla si quisiera
pero que en ese momento le hubiese dejado.
Sigui� follandola y diciendo burradas hasta que llego el momento que Sandra
temia.
Sin decir nada, sac� la polla y la llevo hacia su culo. Intentaba meterla
despacio, pero Sandra hizo un amago de escapar y fue un gran error. Se la metio
de golpe, haciendola sangrar un poco. Solo duro un minuto m�s. Se corri� y la
dio la vuelta para que se comiese las ultimas gotas.
Caminaba lentamente, buscando la mejor postura para evitar el roce. La
irritaci�n era importante, pero todav�a en ese momento volv�a a excitarse si
pensaba en lo que habia ocurrido. No pod�a evitarlo, le preocupaba que su marido
se diese cuenta cuando llegase. Decidio darse prisa para darse una ducha antes
de la llegada de Miguel.
En la ducha no pudo contenerse y volvi� a masturbarse con el telefono de la
ducha. Imaginaba cientos de lenguas mimando su cansado cl�toris.
Cuando sali�, su marido ya habia llegado y estaba como de costumbre,
disfrutando de su cerveza frente al televisor. Le mir� desde el quicio de la
puerta y por primera vez en su convivencia, esa imagen la excit�. Se acerc�
calent�ndose mas a cada paso, con el albornoz atado y el pelo recogido en una
toalla. Queria follarse a su marido, se daba cuenta de que en realidad, nunca se
lo habia follado. Siempre dej�ndose llevar, cediendo en cada polvo, sin decidir
cuando ni como. Se sent� a su lado y comenz� a comerle la oreja mientras Miguel
balbuceaba palabras de saludo. Inmediatamente, paso la mano por su paquete,
buscando el rabo en cuesti�n y agarrandolo para volverlo a soltar, recorriendo
sus huevos con la palma de su mano. Haciendo crecer la polla de su marido a
velocidades inusitadas.
Miguel hizo amago de incorporarse y echarse sobre ella, pero no le dej�.
Cuando vio que la tenia bien dura, se puso sobre el desabroch�ndose el albornoz.
Paro de un manotazo las manos que se acercaban a sus pechos. De rodillas se
inclino hacia arriba mientras con una mano, abria su cl�toris por en�sima vez en
ese dia. Con la otra agarr� la cabeza de su marido gui�ndole hacia su sexo. Se
dejo hacer, excit�ndose cada vez mas y mas, aumentando su movimiento y sus
gemidos. Miguel no daba credito, su lengua no daba mas de si, y notaba como su
cara chorreaba del flujo tibio de su mujer. Ten�a que separarla un poco con los
brazos para poder tomar aire. Sandra no le dejaba, le atraia con sus manos y le
follaba literalmente la cara. Cuando se corrio definitivamente se levanto y le
llevo de la mano hacia el dormitorio.
-quitate los pantalones- ordeno mientras caminaban. Miguel obedeci�
desabroch�ndoselos a la vez que la seguia. Su mujer paro al borde de la cama y
se quito el albornoz. Saco la cuerda del albornoz y se la pas� por el cuello
at�ndola. Miguel ya estaba desnudo, sin dar credito de lo que estaba viendo, con
la polla como un martillo apuntando al cielo.
Sandra se agacho frente a la cama, apoyando las manos en ella, abriendo un
poco las piernas y buscando la altura perfecta para el cuerpo de su marido.
-coge mi correa y metemela hasta dentro- le ordeno de nuevo. Miguel se
acerc�, agarro como le ordenaban de la cuerda que rodeaba el cuello de su mujer
y le metio el rabo con un impulso fuerte y profundo. Su mujer gimi�. Miguel
empez� a follarla intimidado, la follaba como siempre, al ritmo usual.
-m�s fuerte, quiero que me la metas fuerte- Miguel enrollo parte de la cuerda
en su mano, dej�ndola tirante y empezo a embestirla con fuerza a la vez que
tiraba de la cuerda. Ahora se la metia fuerte pero con pocas repeticiones,
sintiendo como su polla llegaba m�s adentro que nunca. Su mujer chillaba con
cada embestida y cuanto m�s la apretaba el cuello mas disfrutaba.
-mas rapido, mas rapido Miguel- le exigia Sandra
Miguel obedeci� incrementando el ritmo y sin dejar de tirar de la cuerda.
Sandra tenia un hilo de voz que utilizaba para gemir y gemir. Miguel se anim� y
tambien empezo a gemir. Al oir a su marido, Sandra paso de los gemidos a los
gritos y Miguel de los gemidos a las palabras obscenas, agresivas, hirientes que
parec�an derretirla.
-eres una puta-
-te voy a destrozar zorra-
Sandra volvio a correrse y pidio a Miguel que parase. Al principio se nego,
continuaba follandola con ganas, estaba a punto de correrse.
-he dicho que pares y que me folles el culo- grito Sandra.
Al escuchar eso, Miguel tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no
correrse. Su mujer nunca le dejaba, solo recordaba dos ocasiones en las que la
habia sodomizado.
Mientras la abr�a el culo tens� aun mas la cuerda para atajar los gritos que
pod�an alarmar a los vecinos. Sandra apenas podia respirar y perdio el
conocimiento. Miguel solto la cuerda pero no dejo de follarla. Sab�a que estaba
viva y no perderia la oportunidad de tener el mejor orgasmo de su vida.
La embistio y embistio imaginando lo que podr�an sentir los violadores o
incluso los necrofilos y no era m�s que el absoluto poder. Se corri�, bes� en la
espalda a su mujer y se sento a su lado a los pies de la cama esperando a que se
despertase. No la arropo, ni la movio, permanecia semiinconsciente con las
rodillas en el suelo y el cuerpo sobre la cama.
Miguel se imaginaba volverla a follar antes que despertase pero penso que no
le daria tiempo a recuperarse. Pasaron cinco minutos hasta que su polla volvio a
empalmarse por la febril imaginaci�n que se habia desatado. No se atrevia a
hacer nada, podria sentarla mal, pero a medida que pasaban los minutos su
excitaci�n crecia mas y mas. Su mujer se iba recuperando y cuando fue a levantar
la cabeza para ver donde estaba noto como la estaban penetrando una vez mas.
Estaba mareada, no sab�a cuanto tiempo llevaba follando con su marido. Notaba el
culo abierto, dolorido y la polla de su marido bien dura penetrandola sin cesar.
Intentaba recuperarse mientras Miguel pensaba en nuevas formas y palabras para
usar con su mujer. Sandra no gem�a solo movia la cabeza atr�s y adelante y abria
los ojos para volver a cerrarlos. Estaba como drogada. Sintio como su marido
retiraba la polla y la levantaba en brazos. Se alegro porque pens� que iba a
parar, pero se equeivoca.
Miguel la echo encima de la cama, agarro sus piernas y las puso sobre sus
hombros.
-te voy a follar durante horas, voy a follarte hasta que no puedas m�s- la
dijo mientras intentaba penetrarla de nuevo. Sandra no respondio pero noto como
su co�o se relajaba una vez m�s y permitia entrar la polla de su marido. Miguel
mantuvo la compostura y la embistio despacio hasta que estuvo humedecido otra
vez. En seguida comenzo a penetrarla con mucha fuerza.
Pocas repeticiones, solo
quer�a entrar en ella, que notase su polla. El roce era m�ximo por la postura y
dud� de que fuese a aguantar horas como habia dicho. Estaba saltando sobre ella
pr�cticamente, Sandra volvia a gemir, deseando que no acabase nunca ese polvo.
Su marido la mordia los labios, la miraba como si quisiese matarla, la agarraba
con mucha fuerza las piernas como demostrando que no podria escaparse y seguia
empalmado como si se hubiesen conocido hace tres dias.