La historia de Mirta
Mirta era una bella mujer de treinta y cinco a�os, hab�a
nacido en Moreno que es una localidad del oeste de Buenos Aires y tenia dos
hijos chicos
Su esposo estaba pasando una mala situaci�n econ�mica, debido
a que por causas del poco trabajo en el pa�s desde hacia mas de un a�o solo
consegu�a ocasionales trabajos de electricidad.
Mirta desde hacia mas de cuatro a�os trabajaba en una
peluquer�a de cierta importancia en Flores.
Un d�a que se encontraba trabando con incomodidad en el
cabello de una cliente.
Su preocupaci�n consist�a que ese mes aun no hab�a totalizado
el pago de alquiler que por otra parte de no cumplirlo en esta ocasi�n se
tendr�an que retirar de la casa en que los cuatro viv�an.
La mujer a quien en esa oportunidad Mirta peinaba, desde
hacia tiempo notaba que ella comet�a errores en su trabajo y sobre su pelo,
simples, infantiles cosa rara en esa peinadora acreditada.
No aguant� mas y se atrevi� preguntarle la raz�n:
Perd�name, le contest� es que estoy preocupada muy preocupada
y le cont� la historia de sus problemas.
Mar�a, as� se llamaba esa mujer le escuch� su relato y al
terminar le dijo que de no solucionar el tema antes del viernes la llamara, que
ella de alguna manera resolver�a su situaci�n...
Lleg� el viernes y Mirta la llam�.
Mar�a le pidi� que fuese a su casa pues all� conversar�an mas
tranquilamente y por lo que estaba en solo dos cuadras de la peluquer�a, en el
almuerzo que le correspond�a Mirta ser�a la mejor hora.
Una vez all� Mirta escuch� no sin algo de rodeo, la supuesta
soluci�n:
Al principio le llam� la atenci�n, despu�s le indign� y quiso
retirarse pero el lunes venc�a su alquiler y la urgencia de conseguir la plata
era una herej�a may�scula.
Mar�a en realidad trabaja atendiendo solicitudes de se�ores
que le facilitaban un buen vivir, ella esa semana se encontraba con su periodo
lo que le imped�a atender, adem�s, el trabajo que le encomendaba a Mirta era con
un respetable se�or de una importante financiera quien le hab�a solicitado otra
chica, en reemplazo
Mirta, le temi� diciendo Mar�a, no te ofendas lo pensar�;
qued� en llamarle el s�bado por la ma�ana para comunicarle su decisi�n.
Por otra parte nunca se atrever�a a enga�ar a su esposo, como
se sentir�a despu�s ella, pero el trabajo por ser casi fin de mes era escaso y
le faltaba bastante para completar el resto del alquiler.
Se decidi� mientras estaba en la cama esa misma noche.
Adem�s, hab�a llamado la due�a de la casa diciendo que
pasar�a en la noche del lunes a cobrar, que no la esperar�a m�s.
Maria, soy Mirta.
Dame la direcci�n y la hora que ir�.
A las cuatro de la tarde se baj� en Palermo e ingres� con
casi veinte minutos de anticipaci�n a un bar
Llevaba rota sencilla al salir de la casa,
Le hab�a dicho a su marido que ir�a a peinar particularmente
a una mujer y que regresar�a algo mas tarde que de lo com�n, pero al salir se
hab�a vestido con su ropa interior m�s elegante un conjunto muy peque�o color
negro, adem�s de depilarse un poco mas de entrepiernas, para que se marcara mas
su sexo.
Sus senos eran aun fuerte porque no hab�a podido amantar a
sus hijos, toda ella era realmente aun apetecible.
En el ba�o del bar se cambi� nerviosa de ropa.
Un vestido negro muy pegado al cuerpo que marcaba bien sus
senos discretamente largo y pegado a su cuerpo.
Despu�s de tomar un caf� sali� algo turbada a la casa de su
"amigo".
Cuando la recibi� Mirta se sorprendi� de unas cuantas veces
m�s.
Ese se�or apenas le superaba en tres o cuatro a�os, y era
extremadamente gentil.
Muy considerado en su forma de ser en cuesti�n que mediante
una copa como para romper el fr�o del encuentro y unos cuantos minutos Mirta se
encontraba agradablemente bien.
Despu�s de terminar otro caf� el hombre le indic�:
Voy a la habitaci�n se�alando una sala amplia de un coquet�n
dormitorio
Te puedes cambiar en el ba�o y ven a la pieza, solamente con
el toall�n.
Mirta comprendi� que all� empezaba la otra parte del trato y
contest�ndole afirmativamente se dirigi� no muy resuelta.
Cuando apareci� en la pieza, Mirta solo tenia puesto el
toall�n
Juan as� se llamaba su amigo se encontraba en la cama y solo
tapado con una sabana
Mostraba un cuerpo trabajo donde se marcaban muchos sus
pectorales.
Ven Mirta, Maria me dijo que es esta tu primera vez y
marc�ndole la mesa de noche le mostr� un sobre.
All� esta lo convenido y algo mas, qu�date tranquila.
Mirta se acerc� a la cama con la toalla aun puesta
Juan se corri� algo y se la sac�.
Se qued� en extremo impresionado
Mirta ten�a unos senos hermosos, levemente ca�do pero sus
pezones
Se marcaban en extremo y por alguna raz�n se empezaron a
poner duros.
Juan apoy� su apoyo la cabeza de Mirta sobre el respaldo de
la cabecera de la cama, y se arqueo levemente empez�ndole a besar su cuello,
luego sus hombros y m�s tarde sus senos.
Mirta empezaba a sentirse mas aliviada, a empezar a gozar
aunque leve, de esos besos tan delicados y a un momento le apret� la cabeza de
Juan, que para este entonces empezaba a bajar por su vientre metiendole la
lengua en su ombligo
Luego delicadamente con las manos Juan abri� sus piernas,
apareciendo su sexo frente a Juan que se qued� contempl�ndolo.
All� Mirta cerr� sus ojos mas por placer que verg�enza,
Juan la conoc�a ya en su totalidad para este entonces
Mirta se encontraba sencillamente aturdida no sent�a pudor,
ni miedo y empezaba a mojarse all�.
La lengua de Juan era experta, ella lo sabia y recorr�a cada
mil�metro de su piel sin llegar con demasiado apuro a su cl�toris.
Mirta, adem�s, se conoc�a que al llegar all�, ya no podr�a
controlarse ni aguantar m�s su orgasmo.
Estaba sintiendo esa puntadas cl�sicas que �l anunciaban que
se correr�a de un momento a otro
Juan lo tom� con su boca a ese bastoncito vaginal
Mirta se corri�.
Pero como no lo hab�a experimentado en tiempo con su esposo,
fue la potencia de su orgasmo tal que termin� mare�ndose, afloj�ndose toda.
Juan al cabo de unos segundos, se levant� levemente y corri�
la sabana,
Mirta aprovecho para mirarlo, aun �l se le hab�a negado y
ella se concentr� tanto en lo que le hacia que no se preocup� de conocerlo, de
cualquier forma lo ver�a.
Pero ahora ve�a a trav�s de su espalda unas piernas fuertes,
una espalda recta y algo peluda.
Deseo conocer tu miembro le dijo Mirta,
Ahora te toca a ti, gozarme Juan.
Juan se acost� mirando al techo, y Mirta baj� la mirada
Descubri� un sexo, duro y muy colorado.
No mayor que el de su marido, pero s� algo m�s grueso.
Por curiosidad repiti� el mismo juego que Juan le hab�a
realizado pero al llegar su sexo, empez� d�ndole besos leves y r�pidos a esa
pija.
Sorprendida not� que ahora tomaba un incremento
Se pon�a r�gida y sent�a como le palpitaba en su mano.
Juan la oblig� a metersela entre sus labios y alli Mirta se
perdi�.
Empez� a rodear la cabeza con su lengua, a subir y bajar
penetr�ndose la misma hasta casi llegar a su paladar.
Juan ahora hab�a perdido el control. Se dejaba hacer y Mirta
tom� la delantera.
Y cuando ya ella no se pudo contener, se mont� encima
penetr�ndose a s� misma casi brutalmente.
Jam�s pens� que gozar�a con otro que no fuese su marido ese
placer.
Ella se lo estaba cogiendo brutalmente a Juan.
Y no Juan a ella.
De alguna manera el juego se invirti� sorprendentemente y
Mirta fuera de s�, empez� a ejercer de tal forma su pasi�n al notar como la cara
de Juan se enrojec�a y sus ojos se cerraban.
Y eso le excitaba m�s.
Su poder.
Mas, Juan le dec�a, coj�eme mas
Y era ella la que sub�a y bajada ahora casi fren�ticamente.
Juan la quer�a contener y ella presionaba m�s.
Dale aprovecha, dale puto
Que tenes a una hembra de verdad, culeala como a una puta
debe ser cogida
Y aprisionaba su cuerpo sobre Juan que para este entonces
solo obedec�a a los impulsos de ella,
No me respetes... Juan soy tu puta, t�came chupame
Y era ella la que le mord�a sus tetillas le besaba la nuca y
sub�a su cuerpo dej�ndose caer hasta sentir que sus huevos le tocaban la cola.
Coj�eme gastaste mucho en m�, g�zame puto g�zame como una
puta cara que viene a comer toda tu pija a chuparte el culo y los huevos.
Mirta se desconoc�a y lo gritos sosegados de aceptaci�n de su
amante le alentaban, aun m�s.
Mas, mas, si as� t�mame toda ahora.
Correte�, hijo de puta que me corro.
Y obedeciendo a un mecanismo m�gico Juan grit� y ella le
comi� su boca de un beso entrecruz�ndose sus salivas a la vez que era inundado
ese hombre con sus jugos y los de Mirta.
Cuatro horas mas tarde Mirta llegaba su casa, en Moreno.
Miguel, mi amor...
� La se�ora que atend�!. Me pag� muy bien
y me hasta me dio propina.
Me dijo que si pod�a el martes que pasase despu�s del trabajo
a realizarle otro " servicio " en su cabello. Que por cierto se lo dej� de
maravillas.
�No sabes como me lo agradeci�!.
�Vos, Miguel, me cuidar�s ese d�a, a los chicos?,
Creo que vale la pena... una se�ora as�.
Alg�n d�a continuar�...
Gustavo Gabriel
Argentina