En 1974 mi madre decidi�
que era un buen momento para retomar los estudios Universitarios que por
su matrimonio hab�a interrumpido.
A mis 17 a�os la idea me
caus� total indiferencia. Mi vida no se modificaba en lo m�s
m�nimo. O al menos as� lo cre� en primera instancia.
La primera consecuencia que me toc�
de cerca fue que la casa comenz� a llenarse a toda hora con estudiantes
que compart�an la tremenda disciplina que mi madre siempre tuvo
para estudiar. Al principio las caras variaban ,pero de a poco se fue produciendo
una selecci�n en los compa�eros de estudios hasta que solo
quedaron un par de compa�eras que evidentemente pod�an seguir
el ritmo que mi madre impon�a .
Una de ellas se llamaba Marta y
con sus 27 a�os era mucho m�s joven que mam�. Marta
ten�a una particularidad que not� de entrada: estaba buen�sima.
Med�a como 1,70 metros, ten�a el pelo lacio y largo de color
negro, peinado con una cola por detr�s con flequillo a la altura
de sus cejas. De esa forma quedaban al descubierto unos ojos negros muy
redondos y grandes, siempre bien maquillados. Era esbelta, de largas piernas
rematadas con el culo m�s redondo y duro que yo recuerde. Y sus
senos, sin ser grandes se adivinaban redondos y firmes debajo de las ajustadas
prendas que usaba. Bueno, en cuanto percib� a esa tremenda mujer
mi vida empez� a ser un calvario.
El hecho de saberla inalcanzable
me pon�a muy mal. No pasaba d�a en que no la cruzara por
los pasillos de la casa y en que no me hiciera las m�s descomunales
pajas en su honor. Por mi parte, a esa altura, yo empezaba a insinuarme
como un hombre con much�simas posibilidades de aspirar a la mujer
que quisiera. Med�a 1,80 y mi cuerpo esbelto empezaba a tornearse
con los duros entrenamientos que el equipo de rugby exig�a. La verdad
es que ya entonces no ten�a problemas con las chicas de mi edad,
pero eso no era consuelo: Marta promet�a cosas que, sab�a,
ninguna de mis ocasionales conquistas de adolescente me podr�a dar.
Con el correr de los meses, empec�
a tratar m�s a Marta. Muchas veces ella se quedaba en mi casa estudiando
hasta altas horas de la noche y muchas de esas noches directamente dorm�a
en el cuarto de hu�spedes. Cuando eso suced�a me asaltaba
la fantas�a de penetrar en su cuarto y tomarla por la fuerza. Pero
claro, jam�s lo hice.
De a poco fui enter�ndome
de cosas. Ella era separada. Hab�a tenido un mal matrimonio con
un tipo que result� ser un hamp�n y que termin� sus
d�as en prisi�n. Desde entonces viv�a sola y no ten�a
novio aunque, sin dudas, no era nada parecido a la virgen Mar�a.
A�n as� segu�a
siendo inalcanzable.
Durante el verano, ten�an
la costumbre de estudiar en el parque, junto a la piscina. Eran para m�
los peores momentos. A cada rato la cruzaba por la casa enfundada en una
min�scula bikini y usando sandalias de alt�simos tacos que
resaltaban m�s sus torneadas piernas y realzaban la redondez de
su culo. A esa altura ya ten�amos mucha confianza. Sol�a
decirme cosas como:
"Qu� precioso que sos"
,� "Cu�ntas chicas estar�n muertas con vos".
A m� me volv�a loco.
Cr�anme que era una verdadera tortura. Una vez mi madre la invit�
a cenar con una pareja ocasional que oficiaba como su novio. Fue espantoso.
Era un individuo semi calvo, mayor que ella , casi esquel�tico ,con
gafas y mal vestido. Creo que era fil�sofo o algo por el estilo.
En fin, de cualquier forma me pareci� un individuo pat�tico
que no cuajaba con la espectacular potra que era Marta. Ella debi�
darse cuenta en alg�n momento y lo mand� pronto a pasear.
En otra ocasi�n me invit�
a ir al cine. Yo no lo pod�a creer. Era una pel�cula prohibida
, y yo era menor. Pero con mi altura y semejante min�n del brazo
nadie se atrevi� a pedirme los documentos.
Pero yo la arruin�. Cuando
termin� la pel�cula , la acompa�� a su departamento
y ella me invit� a subir. Dudo mucho que lo hiciera por sexo , pero
al menos era una buena oportunidad para que yo lo intentara. De todas formas
me dio tanto miedo que argument� que era muy tarde y rechaz�
la oferta.
Bueno. La cosa sigui� as�.
Ella me calentaba y yo me pajeaba. Hasta que lleg� el final. Mi
madre se recibi� y ella lo hizo unos meses despu�s. Ya no
hab�a causa para tenerla cerca y dej� de verla.
Ese a�o ingres� a
la Academia Naval. Eso significaba que tendr�a menos tiempo para
pensar en Marta , pero cada tanto, cuando la soledad me invad�a,
recurr�a sistem�ticamente a su recuerdo.
Un d�a me enter� por
mi madre que se hab�a vuelto a casar. Me insult� por ser
tan idiota: si antes hab�a sido dif�cil, ahora ser�a
poco menos que imposible. Un par de a�os m�s tarde supe que
hab�a tenido una hija. Me enter� porque la encontr�
en la calle empujando un cochecito de beb�.
Yo caminaba de uniforme y ella al
verme exclam�: "Ac� viene el m�s lindo hombre
que jam�s vi".
La verdad es que dudo que lo dijera
con alguna intenci�n oculta. Tambi�n dudo que supiera que
al decirlo me clavaba un pu�al en el coraz�n. Lo cierto es
que yo la vi m�s hermosa que nunca y mi calentura se dispar�
al infinito.
Cinco a�os m�s tarde
me enter� que se hab�a divorciado y mi esperanza renaci�.
Pero para entonces la vida hab�a cambiado. Yo ya era hombre casado
y adem�s ya era comandante de una fracci�n de las Fuerzas
Especiales. En este mundo de mierda donde las guerras sobran, me la pasaba
en el extranjero ,ora como combatiente, ora como observador militar.
Ya no era tampoco un ni�o
calent�n. Tambi�n en la cama hab�a tenido mis batallas
y Marta se hab�a transformado en un deseo incumplido y asumido.
Pero unos a�os m�s tarde, la vida me encontr� en la
casa de mis padres por un tr�mite de varios d�as que deb�a
realizar en mi ciudad natal.
Curioseando en la biblioteca, encontr�
sin querer la agenda de mi madre y autom�ticamente no pude evitar
verificar si la direcci�n de Marta estaba all�. Y estaba.
Claro que estaba. Mi cerebro autom�ticamente elucubr� un
plan. Al otro d�a la llam�. Mi voz sonaba muy segura lo cual
no me sorprendi�, era l�gico, �no creen?.
Tuve la suerte de que ella misma
atendiera, porque despu�s me enter� que viv�a con
su hija y yo no quer�a motivar las preguntas que cualquier hija
sin padre har�a a su madre acerca del desconocido que la hab�a
invitado a cenar.
Por supuesto que ella acept�
verme. �Hac�a tanto tiempo!. Pero por otra parte ,no era descabellado
pensar que, si la invitaba a salir ,ella imaginar�a mis intenciones
de foll�rmela. Qued� en pasarla a buscar por su casa esa
misma noche. Y solo le puse una condici�n: "Ponete linda".
En rigor de verdad le ment�
un poco. Le dije que esa noche ten�a una cena a la que se supon�a
deb�a ir acompa�ado pero dado que mi esposa estaba muy lejos,
hab�a pensado que quiz�s ella quisiera ser mi pareja. De
paso podr�amos charlar de tiempos pasados.
La recog� a las 21 y mi sorpresa
al verla fue may�scula: a los 52 a�os estaba m�s buena
que nunca. Su cuerpo no hab�a cambiado nada. Estaba bien cuidado.
Mucha gimnasia y pocos excesos. Luc�a un vestido negro ajustad�simo
de falda a la rodilla, medias negras que acentuaban sus siempre excelentes
piernas y zapatos negros de taco alt�simo. Hab�a cortado
su cabello negro a la altura de los hombros y su maquillaje resaltaba,
como siempre, sus ojos redondos.
Tuve que esforzarme en el auto para
vencer la tentaci�n de acariciarle las piernas cuando ella las cruz�
mientras recorr�amos el camino al restaurant que hab�a elegido.
Era un lugar muy bien puesto en las afueras de la ciudad. A esa hora solo
estaba lleno de parejas mayores y grupos de hombres o mujeres celebrando
su encuentro social semanal.
�No era una fiesta?, me dijo
tan solo al entrar cuando not� que no hab�a ninguna a la
vista. Yo sonre�. "Lo es", le contest�. "Es
solo que nosotros somos los �nicos invitados".
Ella me devolvi� la sonrisa
y simplemente se sent� cuando apart� caballerosamente la
silla para que lo hiciera. Fue una cena b�rbara. Hablamos de todo
un poco y regamos nuestra charla con abundante vino, detalle que intencionalmente
cuid� que no fallara. Nos contamos nuestras vidas y verdaderamente
la disfrutamos. Pero todo acaba. Ya los postres hab�an pasado y
era hora de partir. Y en toda la velada yo no hab�a dado ni un solo
atisbo de mis verdaderas intenciones. Una vez sentados dentro del autom�vil,
y antes de arrancar el motor, me dije: "ahora � nunca".
Me recost� en el asiento
abandonando la llave de ignici�n mientras sent�a su mirada
puesta en m� y en total silencio. La mir�, y le dije:
"�Sab�s una cosa?".
"Siempre quise invitarte a bailar".
Aunque no lo parezca, esa invitaci�n
era un avance hacia terrenos m�s �ntimos. En la penumbra
de una discoteca, con m�sica de fondo y entre tragos, ten�a
yo la habilidad de follarme hasta a un muerto. Segundos largos como siglos
demoraron su respuesta. Pero al fin contest�, luego de consultar
su reloj.
"Me encantar�a".
Fuimos a un lugar muy agradable,
con terrazas al aire libre que permit�an gozar del excelente clima
reinante. La m�sica era fuerte y de ritmo r�pido, por lo
que nos sentamos y seguimos nuestra charla mientras beb�amos unas
copas.
Cuando la m�sica cambi�
a cumbia la invit� a bailar. Primero separados, pude apreciar a
la distancia el cuerpazo que iba a ser m�o en cuesti�n de
un par de horas m�s. Mi erecci�n fue instant�nea de
s�lo pensarlo. As� que la tom� de la cintura y apoy�
mi instrumento contra su cuerpo para que ella lo notara. La reacci�n
fue silenciosa, pero instant�nea. Sus manos se colgaron de mi cuello
y mis manos empezaron a dibujar c�rculos en su culito. No bailamos
mucho. La situaci�n empezaba a desencadenarse.
Sin decir palabra, la tom�
de la mano y la llev� al auto de regreso. Arranqu� y conduje
directamente con rumbo al motel m�s cercano. Y en el viaje ya pude
empezar lo que siempre hab�a deseado: empec� a acariciar
sus piernas y a colarme bajo sus faldas con destino a sus braguitas. Estaba
muy mojada. Ella me dej� tan solo tocarlas, pero enseguida sac�
mi mano, se agach� sobre m� y sacando mi polla erguida empez�
a chuparla.
Detuve el auto en el cuarto, y la
conduje dentro tomada de la cintura y sin dejar de besarla. Al entrar,
cerr� la puerta a mis espaldas y me apoy� sobre ella. Con
mis brazos la invit� a hincarse para que siguiera chup�ndomela.
Verla as�, a mis pies, mam�ndome
el miembro como una puta sedienta me puso a mil. Yo la observaba, le acariciaba
la cabeza y le dec�a:
"Eso mamita, chup�mela
bien. Vas a ser mi putita personal. Hasta te pagar� por tu trabajo
".
Ella se excitaba cada vez m�s.
Cuando sinti� que estaba yo ya cerca del fin, retir� sus
labios. Se levant� y camin� por el cuarto para coger la primer
botella de champagne que encontr�. Sin decir palabra, me la alarg�
para que la descorchara, cosa que yo hice. Luego la tom� por el
pico y bebi� un largo trago mientras yo la desvest�a a mi
placer. Y mi placer consisti� en sacarle todo, dej�ndola
solo con su min�scula tanguita, zapatos y un collar de oro en su
garganta. Hab�a so�ado tenerla as� mucho tiempo. Ahora
iba a gozarlo. Ella se percat� de mi deseo y camin� lentamente
por la habitaci�n para que yo pudiera follarla con los ojos. Desnuda
era maravillosa. Yo habr�a asumido sin dramas los defectos que supon�a
tendr�a a los 51 a�os. Pero parec�a de treinta y pico.
Senos parados, culo erguido, piernas duras y lisas.
Esta vez ella se apoy� de
espaldas a la pared. Recogi� una pierna y tambi�n la apoy�.
Era una invitaci�n a leng�etear su co�o. Me arrodill�,
y comenc� a lamerlo con pasi�n. Sus jugos ca�an a
mares e inundaban mi garganta. Mis manos apretaban sus nalgas y ella, entre
orgasmo y orgasmo, apagaba su sed con champagne bebi�ndolo directamente
de la botella.
No s� cu�ntas veces
habr� acabado. Pero fueron muchas y ese era mi objetivo. Quer�a
que se sintiera m�s follada que nunca antes. Me incorpor�
y la puse en cuatro patas sobre la cama. Mi polla estaba gigantesca. Ya
de por s� mi instrumento es grande, pero confieso que hasta a m�
me impresion� su tama�o. Me dol�a por la tensi�n
de la piel. La penetr� de golpe y con furia. Ella lanz� un
alarido de placer que me asust� un poco. Y con s�lo ese acto
tuvo un orgasmo...
La bombeaba con fuerza a veces y
me deten�a otras para acariciar sus senos o besarla en el cuello
y boca. Mis manos jugaban con su culito embadurn�ndolo con sus propios
jugos para lubricarla. Sin quitar mi polla de su raja la penetr�
por el culo con dos de mis dedos. Ella volvi� a gritar.
"Eso. F�llame, f�llame
con dos pollas," dec�a fuera de s�.
Yo quit� mi pija de su co�o
y de un golpe le part� en dos el culo. Ahora s� era la revancha.
Por todas esas pajas. Por todos esos a�os. Ella gritaba de placer.
"Ac�bate, ac�bate
en mi culo. Ll�name con tu leche y d�jame beber el resto."
Y yo le dec�a:
"No lo har�, putita,
a menos que me jures que ser�s para siempre esclava de mi polla.
Y si te vuelves a casar, le pondr�s los cuernos al infeliz y lo
besar�s a�n con el gusto de mi leche en tu garganta".
"Lo juro, Lo juro", gritaba
a todo pulm�n, "Pero ac�bate de una vez, �Por
favor!."
Yo acab� y el alarido esa
vez fue s�lo m�o. Sent� el chorro de leche inundando
su recto. Suavemente, a�n gozando, la retir� de su orificio
y ella se abalanz� hacia la r�gida estaca para beber todo
el jugo remanente y dej�rmela inmaculada.
Yo la ve�a a�n sin
poder creerlo. �La amiga de mi madre!, all� , en posici�n
de perra, desesperada por beber mi leche. ���Era una
puta sedienta de mis jugos!!!. �Era MI puta!.
Tardamos un rato en recuperarnos.
Pero de s�lo mirarla me excitaba y volv�a follarla. No s�
cu�ntas veces lo hicimos hasta que el sue�o y el cansancio
nos venci�. La calentura fue tal que a�n antes de salir,
ya duchados y vestidos, volv� a follarla levantando su falda y apartando
el hilito de su tanguita con mis dedos.
Despu�s de aquella noche,
no perdimos jam�s el contacto. Ella se ha casado nuevamente con
un viejo que ...�pobre!, es buen tipo, y hasta me da l�stima
ver c�mo cree que su esposa es una Se�ora cuando en realidad
ha cumplido fielmente su juramento de ser mi puta particular.
Muchas veces la he follado con su
marido durmiendo en la habitaci�n contigua.
Pero eso amigos, es otra historia.
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