Relato: La suegra



Relato: La suegra

La excitaci�n sexual nos hab�a llevado a Sandra y a mi a
situaciones insospechadas y por dem�s riesgosas. Aquel d�a aprovechamos que ella
estaba sola en su casa para darnos por fin un atrac�n de carne, ya en la sala
con las bocas pegadas nuestras manos buscaban ansiosas lo que ambos dese�bamos,
ella me frotaba la verga con tal furia que parec�a querer arrancarla, mientras
que mis manos le hab�an bajado ya las pantaletas y hurgaban en el sexo ardiente
y pegajoso de la chiquilla que a sus 17 a�os ya le andaba por estrenar su
pepita, que se tragaba dos y tres dedos cuando fajabamos.


A los pocos minutos nuestra calentura nos condujo a lo
inevitable. Ah� mismo, empinada sobre un sill�n le sepult�, desde atr�s, la
verga en la verija antreabierta, nunca supe si ella era virgen hasta entonces,
pero cuando me di cuenta todo el tronco resbalaba una y otra vez en ese pasadizo
ardiente de su pepa, ella gem�a, yo arremet�a con furia, ella se vino entre
gritos, yo aceler� la cogida, bien agarrado a sus nalgas perfectas, que
brincaban con cada arrempuj�n y en el justo momento en que mi leche estaba por
salir de su refugio, un grito de espanto nos volvi� a la realidad:


--"Qu� est�n haciendo, Sandra, por dios, y usted?!, qu� hace,
qui�n es y qu� hace en mi casa!, Sandra por qu� est�s casi en cueros y usted,
malvado, hombre del mal, que hizo?, que le hizo a mi hija", y m�s y m�s gritos y
improperios. Mientras yo apurado trataba de subirme los pantalones y esconder la
tremenda erecci�n de mi verga y Sandra no sab�a si ponerse los calzones o meter
las tetas dentro del brasiere que andaba ya por su cintura.


Entre gritos y amenazas Sandra hizo lo que ten�a que hacer,
ponerse a llorar, yo sin saber que hacer, ped�a disculpas al tiempo que
procuraba mantenerme lejos de la madre que segu�a con su perorata:


--"Qu� imprudencia acaba de cometer!, seducir a mi hija!, y
en mi propia casa!, ahora ver� cuando llegu� mi esposo, tendr� usted que
responder por lo que ha hecho, por lo pronto salga inmediatamente de mi casa, ya
arreglaremos cuentas con usted, se lo aseguro!".


As� las cosas raudo sal� de aquella casa, sintiendo que el
cielo se me hab�a ca�do encima de un solo golpe. Esa noche y las siguientes se
me dificult� dormir y las veces que intent� hablar por tel�fono con Sandra
siempre me la negaron, ella dej� de ir a la escuela. En mi casa desesperado
esperaba el desenlace fatal, que me casaran con aquella chiquilla, que me
armaran un tremendo borlote y que mi familia tuviera que responder por mis
imprudencias.


Pasaron los d�as sin novedad, hasta que una llamada me puso
alerta, era la madre de Sandra: "oiga se�or, no crea que ya la libr�, ni lo
piense, pero Sandra est� enferma, no se que le pasa, no quiere ir a la escuela,
he tratado de llevarla al m�dico pero no quiere, nom�s est� encerrada en su
cuarto y llora mucho, no me hace caso y ya no se que hacer, por eso le pido, m�s
bien le exijo que me explique que le hizo a mi hija, tiene que decirme, para ver
si le pas� algo malo y tenemos que llevarla al m�dico a fuerzas, si es
necesario".


Yo no sab�a que contestar, de forma entrecortada trat� de
explicarle que no hab�amos hecho gran cosa, pero fue in�til: "no le creo, mire
tiene que venir ma�ana temprano, Sandra va a ir con unos familaires, lo espero a
las diez, tiene que decirme claramente que le hizo a mi hija".


Sin m�s remedio acept� ir.


Al d�a siguiente tembloroso llegu� a la cita. Abri� la puerta
la madre de Sandra, cosa rara se port� amable, me llev� hasta la cocina y hasta
me ofreci� caf�, que rechac�, y empez� le discurso perorata:


--"Ustedes los j�venes de ahora son unos imprudentes, en mis
tiempos los novios no llegaban a tanto, las chicas �ramos recatadas, nos d�bamos
a respetar, y los j�venes aceptaban nuestras condiciones, sin llegar m�s lejos,
pero ustedes, Sandra y usted jovencito hicieron algo indebido, sumamente grave!,
no se si est� conciente de lo que hizo".


Yo asent� mirando al piso.


--"A ver, quiero que me expliqu�, le hizo el amor a mi hija,
�verdad?, la penetr�, �verdad?, si, eso supuse, adem�s recuerde, cuando yo entr�
estaba usted con los pantalones bajados y esa cosa horrible, ay por todos los
cielos, me acuerdo y me dan ganas de acabar con usted a golpes. La penetr�,
�verdad?, �toda?, �verdad?, mi hija era virgen jovencito, y ahora gracias a
usted ha perdido la virtud y la decencia. Adem�s, ay no se como decirle!, pero
acu�rdese que lo vi desnudo con eso, terrible, tan grande, pobre de mi hija,
�c�mo debi� haber sufrido!, teniendo todo eso dentro, malvado, es usted un
chamaco malvado!".


Entre balbuceos yo trataba una y otra vez de disculparme,
pero ella terca: "es que usted no entiende, a lo mejor lastim� o le provoc�
alg�n da�o f�sico a mi pobre hija al desvirgarla, a la imprudente, a la que
usted sedujo, mal hombre!, no est� en condiciones de negarse a que yo sepa
perfectamente qu� le pas� a mi hija, �entiende?".


Yo asent�. "Mire joven, tiene que mostrarme lo que destruy�
nuestra honra, tengo que ver con mis propios ojos esa cosa horrible que rompi�
el virgo de mi chiquita, no se puede negar, ya sabe, todav�a mi esposo no sabe
nada, pero si mi hijita resulto da�ada por eso, tendr� que decirle, �l se va a
enterar, as� que proceda, muchacho imprudente, ande quiero ver eso que penetr� a
Sandra..."


Por un momento me qued� paralizado, confundido, avergonzado.
Pero mi mente empez� a girar a mil por hora, tratando de encontrar una
explicaci�n a aquella extra�a petici�n, "a lo mejor la mujerona quer�a echarse
un taco de ojo con el pretexto de que le mostrara lo que la pepa de Sandra se
hab�a tragado", eso hizo que involuntariamente sintiera un estremecimiento en la
verga, todav�a permanec� quieto de una pieza, "es que se�ora, lo que usted me
pide me averg�enza, no se para que quiere usted que haga eso, �c�mo quiere que
le ense�e el miembro?, ya le expliqu� que casi no hicimos nada, si la penetr�,
pero no toda".


--"�C�mo que no toda?, si cuando entr�, usted la ten�a bien
agarrada y su cosa esa, entraba y sal�a del sexo de Sandra, no se�or, la ten�a
bien prendida, yo lo v�, acu�rdese. Ande, ya de una buena vez, mu�strese".


As� las cosas, ya con la idea clara de que la mujer quer�a
algo m�s, con lentitud me desabroch� el pantal�n y ante sus ojos expectantes
puse al descubierto el miembro, que pese a los rega�os mostraba una erecci�n de
tres cuartos, en otras palabras, casi estaba bien parado. Cuando lo vio la vieja
exclam�: "por todos los cielos, con raz�n ha llorado tanto mi hija, si usted la
destroz� con esa cosa, �tan tremenda!, ahora me explico que ella no quiera
salir, debe estar muy lastimada de su cosita al haber soportado tama�a cosa,
usted debi� detenerse al notar que la estaba lastimando...".


--"Es que..., no la lastim� se�ora...".


--"Guarde silencio, usted que sabe, si lo estoy viendo con
mis propios ojos..., nunca supuse que un hombre pudiera tener el miembro de ese
tama�o, ni siquiera mi..., digo, no me cabe en la mente que no la haya
lastimado, mi pobre Sandra, que va a ser de ella, voy a tener que revisarla y ya
determinar� si la llev� al m�dico, cuyos gastos usted tendr� que pagar
jovencito", y yo ah�, con el pito de fuera.


Sin despegar su vista de aquello que la atra�a, dijo la mujer
"y oiga..., no le causa problemas tener la cosa as� de grande, de solo verla me
entran nervios, no acabo de concebir que usted sea normal, si llega a casarse,
no se si con Sandra, pero con la mujer que lo haga, seguro en lugar de darle
placer, la har� sufrir, tiene que hacerse revisar con un especialista, a lo
mejor eso que tiene no es normal, d�game �no le duele?, �no le molesta?".


--"Ay se�o..., la verdad cuando se me para bien..."


--"�C�mo?, �se le pone m�s grande que ahora?...


--"Pues si, un poco m�s, y cuando no hago seguido el amor...,
me duelen las bolitas...


--"V�lgame el cielo, seguro que cuando te vienes..., digo,
�eyaculas mucho?"


--"Pues lo normal...


--"No me hago a la idea de que eso pueda entrar todo en el
sexo de una mujer, me parece incre�ble, ande ya guarde esa cosa tan horrible".


Con la seguridad de que ahora era yo quien ten�a el control
me acomod� la ropa, ella sigui� hablando: "mire joven, no se que hacer con
usted, por lo pronto le prohibo acercarse a mi hija, ya ver� en que estado se
encuentra su sexo, veremos que procede, no intente acercarse a ella y menos
tratar de hacerle el amor, yo le avisar�, pero tenga por seguro que nos veremos
para tomar la determinaci�n m�s adecuada, procurar� hablar bien con Sandra para
tranquilizarla, en cuanto a mi esposo, por lo pronto no le diremos nada, pero
tendr� noticias m�as jovencito imprudente".


Cuando caminaba por la calle rumbo a mi casa, lleno de
contento por haber salido de la bronca y seguro de que la mujer aquella buscar�a
la forma de comprobar en carne propia que una verga de mi calibre si la cab�a en
su pucha, tambi�n pensaba en Sandra, a la que no hab�a terminado de cogerme,
pero por lo pronto estaba a salvo.


De regreso a la escuela Sandra procuraba mantenerse alejada
de mi, seguro que la madre la ten�a bien amenazada, nos salud�bamos de lejos y
eso era todo.


Dos semanas despu�s recib� una llamada de la madre de Sandra:
"hola c�mo haz estado, habla la mam� de Sandy, ya la veo m�s tranquila, ya no se
ven �verdad?, eso es lo mejor para los dos, espero que cumplas tu palabra, en
cuanto a mi no creas que se me ha quitado el coraje contigo, pero te entiendo,
eres joven y tienes tus necesidades, adem�s con esa cosa que te cargas..., te
entiendo, a prop�sito, �ya tienes otra novia?, �haz hecho el amor �ltimamente?,
�no?, ay pobre de ti, bueno ya no te incomodo, pero para que veas que no hay
rencor, cuando quieras puedes pasar por la casa, podemos platicar y te invito un
caf�, puedes ma�ana temprano?". Por supuesto que acept�.


Al d�a siguiente ah� estaba yo, dispuesto a aventarme a la
suegra. Platicamos de pendejadas, me habl� de su matrimonio: "mi marido ha sido
el �nico hombre en mi vida, a �l le di mi honra y me cas�", pero como toda mujer
con a�os de casada a�oraba los primeros encuentros amorosos, "ultimamente ya
casi no.., �me entiendes?, �l trabaja mucho y llega cansado, a mi eso ya casi se
me olvid�, pero no creas a veces..., bueno una es mujer..., y t� tienes ya mucha
experiencia con eso, �verdad?".


--"No se crea se�o, si he tenido experiencias, pero no
muchas, a veces si, pero no siempre".


--"Lo que no acabo de entender, es c�mo puedes meter todo eso
dentro de una mujer, se me hace incre�ble..."


--"Pues viera que no he tenido problemas, con quien lo he
hecho..., bueno, �me entiende?, nunca se quejaron, por el contrario...".


--"�A poco?, no te creo..., oye, no se, pero se me ocurre,
podr�amos hacer una prueba..., ay no, qu� vas a pensar de mi, pero digo, s�lo
como prueba, que tu, digamos, la pusieras ah�, en mi cosa, �nom�s como prueba
eh?, en cuanto yo te diga, te detienes, �si?, a lo mejor ni siquiera aguanto la
punta, �si?".


Ni siquiera contest�, solita la mujer se par� de la silla y
apoy�ndose de espaldas en la mesa de la cocina me ofreci� su gordo nalgatorio.
Mis manos acariciaron la carne abundante de sus nalgas levant�ndole al mismo
tiempo el holgado vestido, ya con el vestido enrollado en la cintura le baj� las
pantaletas, la sent� temblar de placer anticipado, par� m�s el culo, casi
pegando la cara sobre la mesa. Mi verga parada se desliz� lentamente entre la
raja de las nalgas buscando la entrada de la vagina por atr�s.


Mis dedos exploraron el peludo conejo y los gordos labios de
la vulva embarraron mis dedos de jugos vaginales, ah� coloqu� la punta, ella la
sinti�: "huy, ya, ya espera, la siento, tienes la cabeza de la verga muy grande,
espera, d�jala ah�, as�, aprieta, ya, ya, ay me duele, ya entr�, la siento, me
abres mucho, m�s que mi marido, otro poquito, hummm, si, ya, ya, espera, �falta
mucho?, humm, m�s, un poco m�s, hummm, me llenas toda, me abres, hummm, m�s,
m�s, un poco m�s papito, �que vergota!, m�s, m�s, huy, �toda!, si toda, la
quiero toda...".


Para entonces ya se la hab�a metido toda, mis gloriosos 19
cent�metros y medio le remov�an la pucha, me la empec� a coger, metiendo y
sacando todo el tronco, haci�ndola suspirar, "ya, ya s�cala, s�lo quer�a hacer
la prueba, hummm, que rico te mueves, as�, toda, huy, me cabe toda, toda la
vergota, muchachito imprudente, ya, ya, no..., ya no..., la saques chiquito
lindo".


Mis arremetidas acrecentaron, ya mi verga chapaleaba en un
mar de jugos viscosos, el chaz, chaz, de los cuerpos al chocar, la verga
pringosa de l�quidos y aquella ardiente caverna distendida emanando el
penetrante tufo del amor, al poco tiempo la vieja gritaba de placer, su orgasmo
la hac�a gemir y los jugos escurr�an ya por sus piernas mofletudas, entonces me
dej� ir, la atenac� con furia de las nalgas y mis chorros de mocos inundaron su
abierto chocho. Terminamos exhaustos, sudando a chorros, apestando ambos a sexo.


Minutos despu�s, mientras me limpiaba la verga con el borde
de su vestido, ella recuperaba dec�a: "ya comprob� que no lastimaste a mi pobre
Sandra..., pero ni creas que te voy a permitir que la vuelvas a ver, ni lo
pienses, mejor cuando tengas muchas ganas..., yo te puedo ayudar con esa cosota,
�quieres?...".


--"Si c�mo no!", pens� yo. Ya encontrar�a la forma de volver
a amarrarme a Sandra, para terminar lo que dejamos inconcluso, y por que no...,
removerle las tripas a la madre de vez en cuando, me dije ya de camino a mi
hogar.




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Relato: La suegra
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