Relato: El chantaje





Relato: El chantaje

Era apenas media ma�ana cuando Gustavo lleg� a su casa. Ese
d�a hab�a estallado la huelga en la universidad y su prepa se hab�a sumado al
paro, estaba feliz por aquellas inesperadas vacaciones. Cuando abri� la puerta
para entrar lejos estaba que un fortuito e inesperado suceso vendr�a a
incrementar su gozoso estado de �nimo. Primero se sorprendi� al no hallar a
Manuela, su t�a, hermana de su madre que viv�a con ellos desde hac�a algunos
meses, "tal vez se fue al mercado". Con esa idea se dirigi� a su cuarto haciendo
planes para sacarle provecho a la huelga universitaria, pero al pasar por el
cuarto de sus padres algunos ruidos llamaron su atenci�n, eran algo as� como
leves gemidos:


--"Ahhhh, hummm, m�ssss, ahhh, ahhh".


Desconcertado por aquello se acerc� m�s a la puerta
entrecerrada, los gemidos siguieron: --"ahhhh, as�, m�s, ahhh, ya, ya d�melo, ya
lo quiero, m�temelo por favor", era la voz de su t�a Manuela, si claro!, pens�
Gustavo, algo estaba haciendo Manuela, pero �con qui�n estaba?, "hummm, todo,
todo, huyyy", volvi� a oir, si era Manuela!, se dijo, alguien se la estaba
cogiendo!, y en el cuarto de sus padres!, de repente se sinti� nervioso y
excitado a la vez, la prudencia le aconsejaba retirarse de aquel lugar y dejar
que su t�a hiciera lo que quisiera, pero su excitaci�n fue m�s fuerte y
arm�ndose de valor con sigilo abri� un poco la puerta y lo que vi� lo dej�
helado.


Ah�, sobre la cama, estaba el desnudo cuerpo de Manuela, con
las piernas muy abiertas y apunt�ndolas hac�a el techo, y sobre de ella el
semidesnudo cuerpo de un hombre que brincoteaba al meter y sacar su erecto
miembro. Expectante y sumamente excitado sigui� aquella escena por varios
minutos, los cuerpos se mov�an furiosos, Manuela dejaba escapar por sus labios
su intenso goce: "as�, hummm, que rica verga tienes, m�s, m�s fuerte, todo,
hasta adentro, ayyy, me vengo, me vengo papacito". Entonces al escuchar la voz
del hombre aquel: "anda puta caliente, termina de venirte, pero ahorita quiero
tu culo, me quiero venir en tu culo, mamacita", si!, era su padre!, su pap� se
andaba cogiendo a la t�a Manuela. Entonces su sorpresa y excitaci�n se torn� en
espanto y cuando se dispon�a a salir de ah� inmediatamente, alcanz� a oir la voz
de Manuela que a gritos lo ped�a: "si papy, anda papy dame tu verga por el culo,
ll�name el culo de mocos, como te gusta, anda, as�, as�, ayyy, ya, ya cas� entr�
todo, hummm, ayy, despacio que me lastimas, hummm". Pero ya no pudo seguir
viendo aquello.


Con sigilo sali� de la casa y al caminar hac�a el parque
cercano descubri� que en ese lugar su padre hab�a dejado estacionado su carro,
por supuesto, no lo pod�a haber dejado frente a la casa, alguien podr�a
sospechar de que estaba a esa hora en casa, cuando se supon�a deb�a estar en el
trabajo.


--"Pero �c�mo?, su padre y Manuela, la hermana de su madre!,
�qu� poca madre!, par de hijos de la chingada, los dos vi�ndole la cara de
pendeja a mi madre", pens� Gustavo, que no acababa de entender c�mo era posible
aquello, si se supon�a que entre sus padres hab�a una buena relaci�n
matrimonial, tal vez s�, tal vez hasta la llegada de Manuela, esa cabrona hab�a
llegado a su casa para soltarle las nalgas a su padre, y el muy cabr�n termin�
por aceptar, o a la mejor fue al rev�s, qui�n sabe, se dijo.


Y mientras estas ideas daban vueltas dentro de su cabeza mir�
a su padre salir sigilosamente de la casa y dirigirse hac�a donde �l estaba para
subirse a su carro. R�pidamente Gustavo se escondi� tras unos �rboles y desde
ah� vi� como se alejaba el carro de su padre. Volvi� a la banca y otras ideas
vinieron a su mente, mientras recordaba las palabras de Manuela y su suculento
cuerpo desnudo, �ser�a posible?, �chantajear a la cabrona de Manuela?, pero
�c�mo?, pens�, tal vez si amenazara a la t�a con denunciarla ante su madre...,
si era posible, as� tal vez pondr�a remedio a las cogederas se su padre con la
hermana de su esposa, y..., y..., tal vez hasta podr�a sacarle algo de provecho,
�una lana?, tal vez, o mejor a�n..., que Manuela tambi�n le aflojara a �l
tambi�n las nalgas!, �ser�a posible?, si!, se dijo convencido.


Con estas ideas regres� a su casa y al entrar fue Manuela la
sorprendida: "ah eres tu Gustavo!, que no ten�as que estar en la escuela?, te
fuiste de pinta!, �verdad?".


--"Pues fijate que no Manuelita, hoy estall� la huelga en la
prepa y no sabemos todav�a cuanto dure".


--"Ah, y �apenas llegaste?, o ya ten�as rato...".


--"Pues la verdad llegu� desde hace rato..., pero tu no te
diste cuenta, qui�n sabe que hac�as en el cuarto de mi mam�...".


--"Ah!, pues..., pues..., �qu� quer�as que estuviera
haciendo?, el quehacer, s�lo eso...", dijo Manuela al momento que su rostro se
tornaba rojizo y un patente nerviosismo se posesionaba de ella, Gustavo se
percat� de aquello y a�adi�: "pues quien sabe..., se escuchaban unos ruidos
medio raros, pero seguro eras tu, eso es seguro, y no estabas sola, tambi�n eso
es seguro, hab�a alguien contigo...".


--"�Est�s loco!, puras figuraciones tuyas, no estaba con
nadie, adem�s si hubiera estado con otra persona, como tu dices, ese es un
asunto que a ti no te importa, chamaquito, ya soy una mujer y puedo hacer lo que
quiera con quien quiera, �entendido?".


--"Pues si tu lo dices..., pero a mi mam� le podr�a interesar
saber que su hermana aprovecha bien el tiempo cuando ella est� en el trabajo...,
�no crees?".


--"Ay chamaco jijo del ma�z!, no se te ocurra ir de chismoso
con tu madre, si lo haces te ganar�s una soberana chinga que te vas a acordar de
mi toda tu vida, �lo oyes?".


--"Pues qui�n sabe..., veremos, ya veremos", dijo el chamaco
antes de retirarse a su cuarto y cerrar con llave, afuera su t�a dec�a: "mira
Gustavo, no se te ocurra ir de chismoso, te arrepentir�s si lo haces, te lo
juro!".


Hab�a dado el primer paso, meterle miedo a la t�a. Ahora a
esperar. La dejar�a sufrir un poco, pens�.


Ya volvi� a decirle nada a Manuela, ese d�a y el siguiente,
cuando ambos se cruzaban, la mirada nerviosa de la mujer buscaba en el rostro de
Gustavo alg�n indicio de que no hab�a dicho nada a�n. Pero la mujer no soport�
mucho tiempo la incertidumbre y la noche del tercer d�a, cuando sus padres se
fueron a dormir, Manuela entr� de improviso al cuarto del adolescente:


--"Oye Gustavo, en buena onda, no le digas nada a tu mam�,
por favor, �no ves que me puedes meter en problemas?, �entiendes?, anda
prom�teme que guardar�s el secreto, por favor, �si?". El chico guard� silencio,
ella insisti�: "por favor Gustavo, entiende que si tu mam� se entera adem�s
podr�as crear un gran problema entre tus padres, �entiendes?, por favor, �si?".


No dijo nada, pero cuando Manuela se dispon�a a salir la
llam�: "oye Manuela, �desde cu�ndo andas cogiendo con mi padre?, quiero que me
lo cuentes todo!".


Aquello sorprendi� a la mujer, que nerviosa apenas pudo
decir: "�est�s loco!, no era tu padre!, te lo juro!, de verdad, ay c�mo crees
Gustavo!".


--"Ah no?, entonces seg�n tu, �con qui�n estabas?".


--"Pues con mi novio, tonto!".


--"Si c�mo no!, mira para empezar quiero que lo cuentes todo,
cuando empezaron y por qu�, todo, lo quiero saber todo!".


--"Ya te dije que est�s loco Gustavo, no te voy a decir
nada!, y tu no le dir�s nada a tu madre!".


--"Pues veremos", dijo finalmente el chamaco.


Al d�a siguiente, cuando estuvo a solas con Manuela, ella fue
quien lo busc�: "mira Gustavo, vamos a hacer un trato, yo te cuento todo lo que
quieras, pero tu me debes decir primero qu� fue lo que viste, �si?, manito".


--"Ay Manuela, �para qu� te haces tonta si lo vi todo?, tu
estabas sobre la cama, encuerada, con las patas abiertas y hac�a arriba,
mientras el cabr�n de mi padre subido encima de ti, te estaba cogiendo, y por lo
que dec�as, te gustaba mucho aquello, luego �l dijo que te la quer�a meter por
el culo, y tu se lo pediste cas� a gritos, te veniste varias veces, hasta la
sala se o�an tus gritos..., �quieres escuchar m�s?".


Manuela guard� silencio y fijo la mirada en el piso, momentos
despu�s con balbuceante voz empez� su relato: "la verdad Gustavo fue mi culpa,
todo fue por mi culpa, cierta vez escuch� cuando tus padres hac�an el amor, y la
verdad, la verdad, me empezaron a entrar ganas, lo siento, fue mi culpa. No se
si fue por qu� desde que llegu� a tu casa no hab�a vuelto a tener sexo, pero sin
darme cuenta me le empec� a insinuar a tu padre, �l al principio no quer�a, le
ense�aba las piernas, o a veces dejaba abierta la puerta de mi cuarto para que
�l me viera desnuda..., hasta que..., bueno una tarde me agarr� en la cocina,
estabamos los dos solos, y de repente sent� que me agarraba las nalgas por abajo
del vestido, as� empezamos, yo me dejaba tocar y �l me cachondeaba, hasta que se
decidi� y me pidi� que lo hici�ramos, me pregunt� si era virgen, le dije que no,
luego compr� unas inyecciones para no embarazarme, y lo empezamos a hacer, ya
tenemos casi dos meses de estar juntos, a veces viene a la casa a media ma�ana,
como ese d�a que nos descubriste, pero a veces me cita en alg�n lugar y pasa por
mi, lo siento Gustavo, perd�name, pero fue mi culpa. Te prometo que voy a
terminar con eso, pero por lo que m�s quieras no se lo digas a tu madre".


El chico se aguant� el coraje, pero alcanz� a decir: "ya ni
chingas pinche Manuela, a ver ahora c�mo vas a hacer para que mi padre ya no te
busque".


--"No se, pero le inventar�, como que mi hermana sospecha
algo, o que tengo miedo de que nos descubran, pensar� algo para que ya no
insista, pero j�rame que no dir�s nada, p�deme lo que quieras, tengo algo de
dinero...".


--"�De verdad ser�as capaz de darme lo que te pidiera", dijo
�l.


--"Bueno, no se, pero ya te dije que tengo algo de
dinero...".


--"No Manuela, mira, para empezar quiero me ense�es eso que
se anda comiendo mi padre".


--"�Qu�?, �est�s loco?, de ninguna manera, �qu� no ves que
soy tu t�a?, somos parientes, eso que pides es una locura".


--"Pues si eres mi t�a, mi inocente y casta ti�ta, que de tan
decente se anda cogiendo al marido de su propia hermana, qu� poca madre!", dijo
Gustavo.


--"No sabes lo que dices chamaco, no Gustavo, eso que pides
es demasiado horrible, no puedo, de verdad no puedo".


--"Anda no te hagas, si nom�s eres una pinche vieja caliente
que le encanta que le metan la verga hasta por el culo, anda s�bete el vestido y
b�jate los calzones, quiero verte la panocha!".


Manuela ya no dijo nada, s�lo cerr� los ojos mientras que sus
manos lentamente sub�an la tela del vestido. Gustavo pudo ver entonces los
suculentos muslos de la t�a, redondos y bien formados, "m�s arriba", le pidi� el
chico, la mujer obedeci� y subi� el vestido hasta su cintura descubriendo sus
coquetas pantaletas rojas que entre los bordes de las piernas dejaban escapar
algunos rizos casta�os, Manuela estaba peluda, y de tan peluda los vellos se le
sal�an de los calzones. Una punzada en el miembro denunci� la creciente
excitaci�n del chamaco, quien orden�:


--"Ahora b�jate los calzones Manuela".


La mujer obedeci� la orden y sus manos fueron bajando
lentamente la pantaleta hasta dejar al desnudo su peluda pepa, que pese al
tupido matorral mostraba los carnosos labios de la pucha, esas crecidas
carnosidades que sobresal�an de entre los gordos labios externos de la vulva de
Manuela. La chica dej� que su sobrino la fisgara a placer unos momentos m�s,
luego de lo cual subi� su calz�n y se baj� el vestido con movimiento en�rgico.
Acto seguido sali� r�pidamente del cuarto de Gustavo.


Al d�a siguiente de nuevo entr� la t�a al cuarto del sobrino:
"mira Gustavo, ya habl� con tu pap� y le dije que ya no pod�a seguir haciendo
eso, que tu mama sospecha algo y que mejor ser�a dejar las cosas en paz, �l
acept� en cuanto supo que tu madre sospechaba, ya no lo voy a volver a ver, te
lo juro!".


--"Ah qu� bueno Manuela, me parece muy bien, �pero sabes?,
ayer que te vi la pepa, me empezaron a entrar muchas ganas de meterte la verga,
quiero que me dejes hacertelo, que me dejes meterte el pito, �qu� dices?".


--"Est�s loco!, eso si no!, de ninguna manera, �c�mo crees
que voy a dejar que mi sobrino me coja?, eso definitivamente no!, si quieres te
ense�o de nuevo mi sexo, mira si quieres te lo ense�o mientras tu te masturbas,
�quieres?, s�lo eso, nada m�s, �aceptas?".


El adolescente ya no dijo nada, se recost� lentamente sobre
la cama y ante los at�nitos ojos de Manuela se sac� el miembro del pantal�n,
ella se acerc� un poco hasta donde estaba su sobrino y sin apartar la mirada del
erecto miembro se baj� los calzones y volvi� a mostrarle a Gustavo su peludo
conejo. Gustavo empez� a frotarse el miembro lentamente, como disfrutando del
espect�culo que le estaba dando su ti�ta santa, Manuela segu�a con mirada atenta
las maniobras del sobrino, quien para hacer m�s intenso su placer le orden�:
"�brete de patas Manuela, quiero ver bien tu panochota, y con tus dedos �brete
los labios de la pucha, anda mamacita!".


Como hipnotizada la mujer cumpli� lo ordenado, pero hab�a
algo m�s, Manuela al abrir su vulva sinti� entre los carnosos labios de la pucha
que algo caliente le estaba mojando los dedos, se estaba excitando, no pod�a
ocultarlo. Como �ltimo recurso se mordi� los labios antes de decir: "ya por
favor Gustavo, acaba, termina ya de una vez, esto es espantoso".


El adolescente hizo m�s furioso el movimiento de su mano
sobre el tronco del erecto miembro, al hacerlo desplegaba ante los ojos de su
t�a el desnudo glande amoratado y ya viscoso de jugos, Manuela sinti� que la
humedad de sus propios l�quidos ya resbalaba por sus piernas, "dios!, ya casi me
vengo", dijo para si misma la mujer y en el justo momento que por la punta de la
verga de su sobrino escapaba el primer chorro de semen, lo escuch� decir: "ay
Manuela, te deseo, quiero meterte la verga!".


A mujer se mantuvo expectante, mostrando la grandiosa visi�n
de su sexo expuesto, hasta que las palpitaciones del miembro cesaron lentamente
y los chorros de mocos terminaron, entonces se baj� el vestido y justo cuando
estaba por salir del cuarto, volte� a ver a su sobrino que todav�a manten�a en
su mano el semi desfallecido tronco de carne.


De esta forma se sell� el pacto entre t�a y sobrino, no
volvieron a hablar del asunto de su padre y ella, pero algo hab�a cambiado entre
Manuela y Gustavo, con frecuencia cuando sus miradas se cruzaban, sus ojos
adquir�an un brillo especial, como comunic�ndose un deseo mutuo, la atracci�n
lujuriosa entre una pareja que quiere compartir lo que tiene entre las piernas.
Gustavo era el m�s obvio, con frecuencia se descubr�a a si mismo mirando
embelesado las redondas nalgas de su t�a por sobre el vestido, pero Manuela
tambi�n ten�a lo suyo, ver a su sobrino cuando sal�a luego de ba�arse la hac�a
contener un significativo suspiro, pero atemorizada volteaba a mirar a otro
lado.


Por fin Manuela no pudo m�s, una noche fue a meterse al
cuarto de su sobrino y cuando Gustavo despert�, con sorpresa descubri� que su
t�a estaba junto a �l bajo las s�banas, la oy� decir: "Gustavo por favor, quiero
ser tuya, m�teme la verga", acto seguido la mujer se puso de bruces sobre la
cama mostrando el glorioso par de nalgas entreabiertas, el chico de inmediato
ocup� su lugar detr�s de ella y su verga, tomada por la mano de Manuela, fue
dirigida hac�a el peludo sexo de labios colgantes.


Una violenta arremetida bast� para sepultar el erecto tronco
en las profundidades de su t�a, que gozosa suspir� profundamente. La cogida se
torn� entonces violenta, el entrechocar de los cuerpos, los sexos viscosos y
calientes, �ntimamente unidos, los gemidos apagados de la mujer, las ansiosas
manos de Gustavo aferradas a las vibrantes nalgas de su t�a, el chaz, chaz, de
los cuerpos al chocar. El adolescente se vino primero, pero sus nacientes ganas
no disminuyeron la potencia ni la dureza del miembro. Manuela sent�a sorprendida
como aquella jeringa le llenaba de mocos las entra�as mientras segu�a
taladr�ndola con fuerza, entonces fue ella quien se vino en un orgasmo
tumultuoso e incre�blemente placentero.


Siguieron cogiendo toda la noche, esa noche grandiosa en que
Gustavo se inici� en los misterios y goces del sexo, en apenas unas horas el
adolescente hab�a aprendido lo que puede tardar a�os. Manuela se lo cogi� cuanto
quiso y como quiso, le exprimi� el miembro a mamadas y se trag� los mocos, se
mont� encima de �l para entre gritos anunciar que se estaba viniendo riqu�simo,
por fin ya cerca del amanecer una Manuela suplicante pidi� la verga por el culo.
El miembro de Gustavo segu�a firme, pero ya casi no eyaculaba, no obstante eso
pudo cumplirle a su t�a que ah�ta de placer le apretaba deliciosamente el pito
con el anillo de carne del culo.


De esta forma iniciaron sobrina y t�a sus incestuosos
encuentros. Dos o tres noches por semana la mujer llegaba puntual para meterse
bajo las s�banas con Gustavo y coger, y coger y coger hasta quedar exhaustos
ambos.


Respecto a las relaciones entre su padre y Manuela, Gustavo
supon�a que hab�an terminado para siempre y que la mujer hab�a cumplido su
promesa de no volver a acercarse al marido de su hermana.


Pero s�lo lo supon�a, "�y si Manuela segu�a cogiendo con su
padre?", pens� cierto d�a y el aguij�n de los celos hizo que planeara caerle a
la t�a a media ma�ana del d�a siguiente. As� lo hizo.


Cuando lleg� a su casa s�lo con mirar el auto del padre
estacionado cerca del parque confirm� sus sospechas: "�sta hija de la chingada
sigue con lo mismo", pens�. Ya ni siquiera hizo el intent� de entrar a la casa y
encontrar a la mujer en brazos de su padre y sentado en una banca empez� a
pensar sobre todo aquello, "o bien Manuela era una mujer muy caliente que no le
basta con coger conmigo, o bien la hija de la chingada nom�s me solt� las nalgas
para tenerme controlado y seguir sus chingaderas con el cabr�n de mi pap�", se
dijo para si mismo.


Y mientras esas y otras ideas taladraban su mente, at�nito
vio el auto de su madre estacionarse frente a su casa, "en la madre!, ahora si
se van armar los madrazos, mi mam� les va a caer en la maroma a esos cabrones!",
vio a su mam� entrar despreocupada a la casa y minutos despu�s salir furiosa
dando un portazo, si, los hab�a descubierto y lo confirm� cuando vio a su
progenitor salir semi vestido tratando de dar alcance a su esposa. El pedo hab�a
tronado, pens�.


Esa noche cuando la familia cenaba un pesado y significativo
silencio rein� en el comedor, pero no hubo gritos ni reclamos, ni esa noche ni
los siguientes d�as, "�qu� pasar�a?, �por qu� su madre se comportaba as�?, �por
qu� su aparente tranquilidad?", intent� averiguar algo con Manuela y s�lo
encontr� silencio. Es m�s, ni siquiera intent� volverse a acostar con la t�a,
ella lo esquivaba.


Hab�a algo en el ambiente familiar, pero Gustavo no sab�a de
qu� se trataba hasta que una noche que regresaba a su casa luego de ir al cine
con amigos, una calle antes de su casa vio el carro de su madre estacionado,
hab�a alguien adentro, trat� de escudri�ar en la penumbra y confirm� que era su
madre, pero estaba con alguien m�s, un hombre!, si, un hombre abrasaba y besaba
apasionadamente a su progenitora, una extra�a mezcla de sentimientos se
posesion� de �l, era como coraje, dolor, pena, verg�enza, todo junto.


Se retir� de aquel siti� en los momentos en que la cabeza de
la mujer bajaba lentamente hasta la entrepierna del hombre, ��se la iba a
mamar?!, pens� y no pudo m�s, a toda prisa se fue para su casa. Esa noche no
pudo dormir al pensar sobre lo que hab�a descubierto, sus padres eran una pareja
de infieles, ambos se enga�aban, cada uno por su lado ten�an a su amante,
"pero..., Manuela sabr�a de aquello", se dijo, y en busca de respuestas fue
hasta el cuarto de la t�a. Manuela s�lo con verlo intuy� que Gustavo hab�a
descubierto el secreto de su madre: "ya lo sabes..., �verdad?, por como te ves
as� debe ser, pero por favor no juzgues mal a tu madre, las cosas entre tus
padres andan mal desde hace bastante tiempo, s�lo que tratan de que tu no te
enteres, no quieren hacerte sufrir. Tu madre ya sabe que me acuesto con tu pap�,
y lo peor, tambi�n sabe que tu y yo a veces dormimos juntos, casi desde el
principio lo descubri�. Cierta vez en que estabamos solas me dijo: oye Manuela
ya ni chingas, adem�s de cogerte a mi marido te andas cogiendo a mi hijo, no
tienes madre de veras, no supe que decirle, lo siento Gustavo, de verdad siento
mucho que hayas descubierto lo de tu mam�".


A partir de entonces la vida de Gustavo dio un giro total.
Pensaba irse de la casa. Ya estaba por terminar la prepa, escoger�a una escuela
superior lo m�s alejada posible del hogar. As� lo hizo. La decisi�n no
sorprendi� a la familia, es m�s, se sintieron aliviados.


El chico entr� a estudiar ciencias del mar en una universidad
de Baja California para mantenerse alejado de las broncas paternas, por la
escasa comunicaci�n que manten�a con su madre supo que estaban tramitando el
divorcio, que el padre ya viv�a de planta con Manuela y que la mam� viv�a al
parecer sola. "All� ellos y sus broncas", se dijo Gustavo antes de romper esa
�ltima carta en la que su madre le ped�a perd�n.


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Relato: El chantaje
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