Era imposible decir aquello de "Joan, esto no es lo que
parece". Y era imposible porque cuando mi marido nos pill� la cosa era
innegable.
Est�bamos en el sal�n como Dios nos trajo al mundo. Marta, mi
suegra le com�a el chocho a Lucrecia, nuestra exuberante chacha dominicana,
mientras yo follaba con el pu�o el co�o de mi suegra y me daba por el culo con
un respetable consolador rojo chill�n de doble cabeza.
Joan se quit� el cintur�n del pantal�n sin decir palabra
mientras nosotras nos hab�amos quedado congeladas. Yo a�n ten�a la mano dentro
del co�o de mi suegra. Par� de darme por el culo con el consolador, pero,
aterrada, no ca� en la cuenta de sac�rmelo y all� colgaba bien visible. Lucrecia
segu�a en cuclillas con su enorme conejo sobre la boca de Marta. La escena deb�a
ser absolutamente obscena por la cara de mi marido.
Comenz� a pegarnos correazos donde le pillaba sin tan
siquiera atender a que Lucrecia era una empleada y pod�a hacer lo que quisiera.
Tal y como est�bamos yo recib� la mayor�a de los correazos en las nalgas y los
muslos. A mi suegra le cayeron en sus soberbias tetas y en el vientre y a
Lucrecia en la espalda.
Est�bamos echas un ovillo y cubri�ndonos ya con los brazos
cuando se cans� de zurrarnos. Me levant� violentamente de un brazo y me arrastr�
a la cocina y me tumb� de espaldas sobre la mesa. Despu�s fue al ba�o y regres�
con su bote de espuma de afeitar y su navaja.
- Si sois unas putas, sedlo bien. Mascull�.
Yo estaba aterrorizada al verlo con la navaja en la mano. Vi
pasar por la puerta silenciosamente a las otras dos culpables que iban
sigilosamente a refugiarse en sus habitaciones.
Me at� las manos y los pies con jirones de un delantal que
rasg� y me esparci� la espuma de afeitar por el co�o. Me afeit� totalmente el
pubis y el entorno del ojo del culo. Para afeitar los pelillos pr�ximos a los
labios me meti� dos dedos en la vagina sin ninguna delicadeza empujando hacia
fuera la vulva. Incomprensiblemente el humillante tratamiento me pon�a caliente
y h�meda. Lo not�.
- Vaya si eres put�n.
Cuando termin� de afeitarme me embuti� de un empell�n el bote
de espuma en el co�o y un gran calabac�n en el recto y me hizo sentar en un
rinc�n. Al sentarme el calabac�n se introdujo completamente en mis intestinos
pero no me atrev� a decir nada.
- Como se salgan te afeito la cabeza, zorra.
Sali� de la cocina y le o� gritar a su madre, en el piso de
arriba, para que abriese la puerta de su habitaci�n. Como mi suegra no abri�
escuche la patada que dio a la puerta. Al poco bajaba con ella arrastr�ndola de
los pelos. La se�ora ya se hab�a vestido y Joan la desnud� rompi�ndole la ropa
sin contemplaciones. La arroj� tambi�n sobre la mesa y le at� manos y pies a las
patas. Se agach� hacia mi y me asust�, pero solamente fue para tomar el bote de
espuma que asomaba de mi co�o. Me lo sac� de un tir�n y lo sustituy� por un vaso
que me meti� totalmente. De regal� me arre� un manotazo en la pelada vulva que
me hizo ver las estrellas, ya que repercuti� en el vaso y �ste me golpe� el
�tero.
Mi suegra sufri� el pelado de su chocho igual que yo. Nadie
hablaba palabra. Cuando termin� fue al ba�o y vino con la escobilla del inodoro.
Se la meti� a mi suegra en el co�o y la agit�. La pobre mujer se puso a gemir y
llorar. Le dej� la escobilla metida. La desat� y la puso en el suelo con los
pechos sobre la mesa y el culo hacia �l. Entonces, sin el menor reparo, se sac�
la polla y se la meti� en ano.
Yo no sal�a de mi asombro. Mi marido estaba sodomizando a su
propia madre. Mientras la bombeaba el culo no paraba de azotarle las nalgas con
las manos. Cuando estuvo al borde del orgasmo le agarr� las tetas
estruj�ndoselas brutalmente y eyacul� en sus tripas. Despu�s la meti� otro
calabac�n en el culo y la sent� a mi lado con la misma indicaci�n.
- Como se salgan te afeito la cabeza, ramera.
Mi suegra me mir� aterrada y yo a ella. La escobilla era
imposible que se le saliese del co�o -el mango asomaba c�micamente- y el
calabac�n seguramente hab�a entrado entero al sentarla, como a mi.
Se volvi� a marchar. No me atrev� a decir nada a mi suegra.
Escuchamos gritos en el piso de arriba. Habr�a ido a por Lucrecia y �sta le
estaba plantando cara. Apareci� con ella atada con el cintur�n de su bata y
amordazada por unas bragas. Le hab�a metido el dedo pulgar en el culo y los
otros cuatro en el chocho y agarrado fuerte. As� la ten�a dominada y andaba
delante de �l inclinada, con sus tetazas colgando y cara espantada.
Pas� por la mesa y fue afeitada como Marta y yo. Tard� m�s
tiempo porque las enormes nalgas de la mulata se empe�aban en impedir el acceso
al ojete para afeitar sus bordes.
El �ltimo calabac�n se lo embuti� en el culo y una pelota de
tenis en el co�o. Nos hizo levantar y nos condujo a la escalera del s�tano. Al
bajar los pelda�os se me sali� el vaso del co�o y se rompi�. Encerr� a las otras
y regres� conmigo a la cocina. Ni qu� decir tiene que me afeit� la cabeza por
completo.
Pasamos la noche encerradas en el s�tano con unas mantas que
nos arroj�. A la ma�ana siguiente nos oblig� a ponernos un enema y cuando
terminamos se larg� al trabajo.
Comentamos lo sucedido mientras desayun�bamos y las tres
dimos por supuesto que ya se le hab�a pasado el cabreo. Mi suegra era la que m�s
afectada estaba por su sentimiento de culpa al haber cometido incesto. Yo estaba
indignada por mi afeitada cabeza. Convinimos que lo mejor era dedicarnos a los
quehaceres cotidianos y olvidarnos del asunto.
A eso de las once de la ma�ana llamaron a la puerta. Lucrecia
sali� a abrir.
- Buenos d�as. Est� �Marta?.
- Pase. Espere un momento, voy a avisarla.
Me asom� a la puerta de la cocina donde estaba para mirar sin
ser vista. Hab�a o�do voz de hombre y me extra�� que mi suegra tuviese una
visita masculina. Sent�a curiosidad pero no quer�a que nadie me viese con la
cabeza pelada.
- Buenos d�as � sali� mi suegra a recibir al hombre.
- Hola. Me la ha recomendado Joan.
- �Ah!. �Y para?
- Bueno, me gustan maduras y se lo hab�a comentado. �Ser�n
150 euros no?
- No le entiendo.
- Ya sabes ... el franc�s primero y el griego despu�s. Oye me
gustas. Tienes estilo.
Mi suegra se puso granate empezando a comprender. En ese
momento son� mi tel�fono m�vil. Era Joan.
- Ni se os ocurra decir que no. Y que lo haga en el sal�n.
Llam� a Lucrecia.
- Dile a la se�ora que el se�or dice que ni se le ocurra
decir que no, y que lo haga en el sal�n � Susurr� a Lucrecia.
Ella se lo transmiti� al o�do a mi suegra. �sta palideci�. Al
cabo de unos instantes invit� al hombre al sal�n. Ella pas� delante y el tipo le
puso una mano en el culo.
- �Qu� edad tienes si no es indiscreci�n?.
- Tengo 48. �Se hab�a quitado dos a�os.
- �No vamos a una habitaci�n?
- No eer ... el sal�n es c�modo y ... eer ... es que, es que
la criada tiene que limpiar las habitaciones.
- Bueno, me da igual. La criada est� buena. �Es puta
tambi�n?. Tengo un amigo que le ponen las negras orondas como ella.
- Eeer .... Si. Si tambi�n trabaja en ello ... a veces ....
- �Cu�ntas putas sois en la casa?
- T... t ... res
- Anda, s�came el rabo y hazme el franc�s.
Mi suegra se qued� un poco cortada y el tipo dijo.
- �Ah! Claro. La pasta.
Sac� los billetes y los dej� sobre la mesa baja. Despu�s �l
mismo comenz� a desnudarse.
- Anda Martita, ponte en bolas. Estoy deseando ver la
mercanc�a.
Mi suegra comenz� a desnudarse. Lucrecia y yo no perd�amos
ojo por el quicio de la puerta. Cuando estuvo en pelotas el hombre, que la
estaba contemplando se acerc� a ella y la tom� los pechos.
- Joder Marta, qu� buena est�s, vaya tetas m�s buenas (eso
era verdad). Pareces mucho m�s joven (tambi�n era verdad) d�jame ver ese culo.
La inclin� para examinarle el culo y el chichi.
- �Ostias!. Sin felpudo. Eso me priva. Me parece que vas a
tener un cliente fiel. Por cierto, me llamo Ram�n.
- Me alegro de que te guste, Ram�n. Lo pasar�s bien conmigo.
Anda, hazme algo rico en el chichi.
Me qued� de una pieza. Mi suegra se hab�a desinhibido. Se
comportaba ya como la golfa que era cuando follaba conmigo.
Ram�n la tom� por las axilas, la sent� en el aparador. La
pas� las piernas por encima de sus hombros y comenz� a comerle el pelado co�o.
La zorra de ella se abraz� a la cabeza y apret� bien las piernas para que no se
le escapase la boca del t�o. Por la cara que pon�a se lo estaba pasando en
grande. Si la conozco bien.
El hombre se qued� de una pieza cuando la golfanta se corri�
sin el menor pudor. Debi� encharcarle la cara, ya que pidi� una toalla. Eso me
hizo recordar una cosa. Mand� a Lucrecia a por las toallas y sub� r�pidamente a
mi habitaci�n. All� estaban, para cuando descansaba de la p�ldora
anticonceptiva: LOS CONDONES.
Lucrecia me esperaba con la toalla, le entregu� adem�s la
caja de condones y la dije que pasase al sal�n a entregarlos a mi suegra. Ella
estaba ya de rodillas ante el cliente paje�ndolo con las manos. Cuando Lucrecia
le di� las cosas mir� hacia la puerta y gui�� un ojo en se�al de aprobaci�n.
Mi suegra le puso al cond�n al tipo y, sin el menor recato,
se subi� de rodillas sobre el asiento del sof� apoyada sobre el respaldo movi�
sus hermosas nalgas y el dijo al hombre:
- " Ale, a bordo de este ojete"
Fue enculada sin piedad, ni falta que le hac�a, porque se
corri� otra vez antes de que el tipo descargase en su cond�n.
Mi suegra le quit� el preservativo vaci�ndolo en un cenicero
y ensalzando la gran cantidad de semen de Ram�n, que se puso muy ufano y le dijo
algo al o�do. Mi suegra hizo un gesto de afirmaci�n y tambi�n le respondi� al
o�do.
Ram�n se levant�, tom� sus pantalones -cre� que hab�a
terminado- sac� su cartera y dej� unos billetes m�s en la mesa. Entonces mi
suegra le tom� de la ya fl�ccida polla y, contoneando voluptuosamente su culo,
lo sac� al jard�n. Se arrodill� ante el tipo sobre el c�sped y DEJ� QUE LA MEASE
LAS TETAS Y LA CARA. �Qu� golfa mi suegra!. Era una buena puta.
Por fin se march� el hombre y nos juntamos las tres, pero no
nos dio tiempo a hablar. Otra vez llamaron a la puerta. Atendi� Lucrecia.
- Buenas. Quisiera que me atendiese Luc�a (esa soy yo), me
manda Joan.
Era lo que me esperaba. Lucrecia dud�, por mi afeitada
cabeza, y dijo por fin:
- La se�ora no est� disponible.
- Bueno, si atiende a otro cliente puedo esperar y dar una
vuelta y volver. �Cu�nto tendr�a que esperar?. Esta es la experta en SM �no?.
Eso em ha dicho Joan. Le va la marcha y hasta tiene la cabeza pelada.
- Eeeer ... si ... bueno yo creo que ... es que ha empezado
ahora con el otro. Creo que ... �una hora le parece al se�or?.
- Si, bueno. Hay un ciebercaf� aqu� cerca. Me meter� en
Internet y ojear� algo fuerte para entrar en calor. Hasta luego.
- Hasta luego se�or.
Sal� de mi escondrijo y empec� a arreglar aquella situaci�n.
- Marta: enc�rgate de la casa. Lucrecia, ve a la farmacia y
compra esta lista de cosas. Sobre todo las tres docenas de cajas de condones. Si
se acaban v� a otra farmacia, pero eso es imprescindible. Yo salgo a comprar
otras cosas.
- �Con la cabeza as�?
- Da igual, tarde o temprano me van a ver.
- Me dirij� a un sex shop. Hab�a pensado tomar el coche, pero
no s� por qu� raz�n decid� ir andando. La gente miraba mi cabeza, pero me daba
morbo. Llegu� al establecimiento con el co�o mojado.
- Buenos d�as, tengo prisa. Quiero un equipo b�sico de
d�mina.
- Bueno, llamo al due�o, que es el que m�s sabe de eso.
Tom� una cesta mientras ven�a el experto y fui metiendo cosas
que valiesen para las tres. Lleg� el experto, un vejete de unos sesenta a�os.
- Buenos d�as se�ora, me dice el empleado que desea un equipo
b�sico de d�mina. Ver�, tendr� que explicarme qu� disciplina va a ejercer porque
depende de ello...
- Mire usted, tengo mucha prisa. Y toque mi co�o. - le orden�
levantando mi falda.
- Ostias. Est� empapado.
- Si me entrega el equipo b�sico y multidisciplinar en menos
de veinte minutos, volver� a charlar de las disciplinas con usted, me dejar� un
pastorro en su negocio y le dejar� que me folle, �vale?.
- Vale.
- Lo tuve en el tiempo pactado metido en dos grandes bolsas.
Pagu� con la tarjeta de cr�dito que dej� temblando. Le pegu� un beso en los
morros al viejo y el dije:
- Adem�s de follarme el co�o, le dejar� el culo y le har� una
buena mamada.
- Aqu� la espero, belleza.
Regres� a casa a tiempo de prepararme para el cliente que no
dej� agotar el tiempo. Lo atend� como supe pero qued� muy satisfecho y
prometiendo regresar. Al rato, como era de esperar son� otra vez el timbre.
- Lucrecia, abro yo. T� l�vate un poco el co�o.
. . . . .
A partir de las seis de la tarde tuvimos que reducir el
tiempo de atenci�n a media hora por cliente como m�ximo para tener tiempo de
asearnos. Bueno, a unos que llegaron en un grupo de seis, les dimos una hora ed
atenciones entre mi suegra y yo, porque Lucrecia ten�a que atender al menos la
cola. Solamente a las tres de la madrugada pensamos que ya pod�amos cerrar el
incipiente negocio. Hab�amos recaudado 6.000 euros.
. . . . .
Ya llevamos un mes con el nuevo negocio. Ya no tenemos
premuras. El vejete del sex shop es muy buen consejero. Incluso nos ha prestado
pel�culas orientativas sobre la administraci�n de burdeles, ya que Joan no sab�a
nada de c�mo llevar el negocio.
La rentabilidad es magn�fica. L�stima no haberlo sabido
antes. Pero tenemos unos cuantos problemas. Uno es el descanso. Hay clientes
matinales y nosotras estamos para el arrastre al cerrar a altas horas de la
madrugada.
Yo le he sugerido a Joan que contrate como "belle de jour" a
nuestra amiga Mari Jose. Ella vive tres chalets m�s all� del nuestro y son un
matrimonio amigo, aunque mayores que nosotros. Ella tiene unos 35 a�os y un ni�o
de 8. Pero como no trabaja y he tenido varios contactos muy fogosos son ella, s�
que le encantar�a colaborar por las ma�anas.
Otro problema es el del vecindario, pero que les den.
Lo peor es lo de mis padres y los de Joan. Es que son de un
pesado ...
FIN