Sal� de la oficia temprano, pensando que si cog�a el coche en
ese momento, pod�a llegar a Cuernavaca antes de que anocheciera. Quer�a
sorprenderte y casi sin pensarlo, me mont� en el coche y empec� a conducir. Para
acompa�arme en el viaje eleg� un CD de Soto, un cantautor andaluz. Tararear sus
canciones me encanta, sus letras son pura poes�a y sensibilidad, me ayudan a
relajarme y a olvidarme del stress acumulado.

Iba pendiente de la carretera, pero no por ello dejaba de
pensar en ti, en verte, en pasar contigo todo el fin de semana en "nuestro"
refugio, y eso me llenaba de felicidad, haci�ndome sentir como una colegiala en
un d�a de fiesta. Entr� en la autopista, el tr�fico era m�s fluido y comenc� a
sentirme m�s tranquila.

Hac�a calor, pero no era sofocante. Para conducir me quit� la
chaqueta, pensando que as� estar�a m�s c�moda, y me qued� con el top rojo de
lino con el que me vest� ese d�a. Me encanta el rojo, me veo guapa con ese
color, me favorece. El escote de pico del mismo, tambi�n. El lino transpira y
sent� como el aire acondicionado del coche empez� a hacer efecto dentro de �l,
refrescando el ambiente. Llevaba puesto un collar de esos africanos, me encantan
los collares �tnicos y los de conchas. Era de color negro, con unas semillas
engarzadas y en el centro, una especie de bieira de n�car del color del �bano.
Jugueteaba con �l mientras conduc�a y segu�a canturreando por Soto.

Pensaba y recordaba cada una de las palabras tuyas que hab�a
recibido en todas tus cartas de esa semana. Me alegr� saber que hab�as tenido
una sonrisa para la gente de tu oficina. Me enorgulleci� comprobar que mis
palabras te hab�an arrancado una sonrisa diaria.

No s� que pas� pero volv�a a haber mucho tr�fico, hab�a
coches parados y en pocos minutos se hab�a formado algo de caravana. Delante m�a
hab�a un coche y en su interior una ni�a que me miraba con cara de �ngel y me
sonre�a. No pude evitar sonre�rle yo tambi�n. Se despidi� de m� haci�ndome un
peque�o gesto con su diminuta manita y respondi�ndole, le tir� un beso, ella
volvi� a sonre�r.

Solo era un coche averiado. Pasado ese tramo de autopista,
aceler� y segu� mi camino hasta Cuernavaca. Ya casi hab�a llegado, el viaje se
me hab�a hecho corto. Aparqu� mi coche en la puerta de tu casa y si no fuera
porque sab�a que te encontrabas en ella, casi hubiera apostado que no hab�a
nadie. Estaba todo tan silencioso y tan tranquilo que hasta el aire se respiraba
pasiego.

Abr� la puerta con cuidado. No quer�a asustarte, solo
sorprenderte. Es incre�ble como Olaf, despu�s de tanto tiempo, me reconoci�.
Viejo perro brib�n. Vino como loco hacia m�, moviendo su cola y saltando,
buscando el muy canalla una caricia m�a, una palabra o un gesto cari�oso que por
supuesto no le negu�. Llev� mi dedo �ndice a la altura de mis labios pidi�ndole
con ese gesto que guardara silencio, que no ladrara y fue como si me entendiera.
Se adelant� a mis pasos para llevarme hacia ti.

Atraves� la casa en direcci�n al jard�n, y te vi, estabas en
la hamaca reposando, te hab�as dormido leyendo y sobre tu regazo descansaba un
libro de poemas de B�cquer que traje de Espa�a y olvid� la �ltima vez que estuve
en tu casa.

!!Que bien ol�an los naranjos!! El azahar estaba reci�n
brotado y su aroma se esparc�a por todo el jard�n. Olaf segu�a en silencio, es
un perro obediente, est� muy bien ense�ado. Lleg� a tu lado y se sent� frente a
la hamaca observando como me acercaba a ti calladamente y como sigilosa,
aproxim� mis labios a los tuyos, regal�ndote un dulce beso.

Fue como si me esperaras, como sin saber que iba a ir
esperaras mi llegada y hubieras reservado para ese momento la mejor de tus
sonrisas y el m�s c�lido de tus abrazos. Me apretaste contra ti haci�ndome un
hueco en la hamaca, sobre la que me reposabas sin dejar de abrazarme y de
mimarme con tus besos. Los extra�aba...

Permanecimos un rato tumbados y abrazados, mientras
comentamos algunas cosas del trabajo y de la semana, cosas sin importancia.
Cuando estamos juntos, ambos procuramos evitar mencionar los problemas
laborales. El fin de semana durar�a poco y no quer�amos desaprovecharlo hablando
de cosas del trabajo.

Que dulcemente me besaste la frente y me acariciaste los
labios con tus dedos. Halagaste mi indumentaria y piropeaste mis ojos que te
miraron atentamente, casi sin pesta�ear. Te coment� que me apetec�a refrescarme
un poco antes de cenar. Te levantaste de la hamaca y me propusiste preparar t�
la cena mientras yo me daba un ba�o. La idea me apeteci�, hac�a tiempo que no te
o�a trastear en la cocina y te suger� preparar algo ligero y por supuesto mole
rojo de guajolote.

Sub� a tu rec�mara para dejar mi bolsa y mientras llenaba la
ba�era fui acomodando mis cosas en el armario. Es admirable y me apasiona ese
sentido tuyo del orden, como est� dispuesta tu ropa en el armario...camisas,
pantalones, chaquetas.... tus accesorios y tu colecci�n de su�teres. Me encanta
el olor que desprende tu ropa y tu armario, es una mezcla a lavanda y a tomillo,
tan sutil que no llega a impregnar tus prendas, que guardan toda tu esencia, tu
olor tan personal. Los ventanales que dan al jard�n estaban abiertos y el aire
fresco de la tarde inundaba la estancia col�ndose en ella.

El ba�o estaba casi preparado y me desnud� para sumergirme en
�l. Traste� un poco entre tus discos y me permit� poner uno que encontr� de Jo�o
Gilberto "Can��o do amor demais". Subiste sigilosamente con una copa de vino
blanco muy fr�o en las manos y desde la puerta del ba�o me observaste en el
jacuzzy. Sonre� y te acercaste para besarme mientras dejaste la copa de vino a
mi alcance y gui��ndome un ojo, me pediste que no tardara, que la cena ya estaba
lista en la mesa del jard�n.

Tras el ba�o relajante, me engalan� con un top de lycra de
color blanco, una falda de lino, casi tobillera que solo aboton� hasta un poco
m�s arriba de las rodillas, unas sandalias de tiras finas de color rojo y un
collar de cuentas de coral. A�n ten�a el cabello mojado.

Me esperaste junto a la escalera y extendiste uno de tus
brazos ofreci�ndome con ese gesto tu mano, en la que deposit� la m�a, que
besaste caballerosamente....

- cierra los ojos

- �cerrar los ojos? �para qu�? - te pregunt�

- vamos, por favor, cierra los ojos, no seas ni�a...

- est� bien, est� bien... - y sonre�, haciendo como la que
medio los abr�a mientras me llevabas de la mano al jard�n...

- oh, vamos, no seas tramposa.... - me dijiste algo
enojado... y para asegurarte de que no iba a abrirlos, te colocaste detr�s de m�
y t� mismo me los cubriste con una de tus manos.

- que bien hueles...mmmm - y aprovech� la ocasi�n para tomar
tu otra mano y depositarla alrededor de mi cintura, queriendo sentir el contacto
de todo tu pecho en mi espalda... eso te gust� y sali� de ti un gesto
tremendamente protector al formar con tu cuerpo un escudo sobre el m�o... me
gusta, me encanta sentirme protegida por ti con gestos como ese.

Y as�, me llevaste hasta el jard�n, donde hab�as dispuesto
todo para hacer de la noche la m�s rom�ntica de las veladas.

La brisa era fresca pero no hac�a fr�o, aunque supongo que el
calor de las velas y el efecto del vino ayudaron a mantener la temperatura.

Olaf ya estaba m�s tranquilo y se dej� caer junto a una de
las patas de la mesa, solo levantaba la cabeza de vez en cuando, sorprendido por
nuestras risas y el tintineo de nuestras copas al brindar......