En esa �poca, los cincuenta del siglo pasado, tener sexo no
era tan f�cil como ahora. Las mujeres decentes se reservaban para el matrimonio
y casadas, la gran mayor�a lo consideraba una de las obligaciones de tener
marido. La cumpl�an cuando no pod�an zafar de ella o para tener hijos.
La sociedad era tremendamente machista y pacata. Muy pocas
escuelas eran mixtas y los varones que se juntaban con chicas eran considerados
maricones.
El sexo placentero se relacionaba conlas putas y para acceder
a ellas hab�a que ser adulto y estar en la "joda".
Yo, con dieciocho a�os, era tremendamente t�mido,
tremendamente virgen y, como casi todos los j�venes, un fervoroso practicante de
la paja. Normalmente me hac�a dos al d�a, despu�s de almorzar y antes de dormir,
aunque en momentos de gran calentura llegu� a hacermela seis veces.
Masturbarse ten�a mala fama, dec�an que era perjudicial para
la salud, que el pajero se volv�a tonto y que de tanto apretarsela le crec�an
pelos en la palma de la mano. Personalmente hab�a decidido que mientras mis
calificaciones fueran buenas y no apareciese el primer pelo, iba a pajearme
porque me produc�a gran placer y mucho desahogo.
En realidad lo que hac�a el masturbarse era desarrollar la
imaginaci�n ya que encontrar est�mulos no era f�cil. Hoy ing�n joven se mosquea
ante la imagen de una mujer desnuda, en cambio nosotros herv�amos con un escote
que s�lo insinuaba todo lo que hab�a detr�s de esa rayita entre las tetas.
La mayor fuente de inspiraci�n masturbatoria eran las
actrices. Muchas fueron las pajas que mi generaci�n se hizo mirando las fotos de
Jane Russell, Marilyn, Jane Mansfield, Diana Dors, Gina Lollobrigida, Sof�a
Loren o Isabel Sarli por ejemplo.
La Sarli fue la primera mujer que vi desnuda en el cine, en
"El trueno entre las hojas" ella comenz� a mostrar generosamente su abundante
anatom�a superior, e inspir� muchas de mis pu�etas. A�n hoy cuando me ataca la
nost�lgia me hago una en su homenaje.
Aunque me la hac�a en cualquier lado, mi lugar preferido era
el ba�o. Sobre todo desde que empec� a eyacular, acababa en el inodoro y no
hab�a que preocuparse de borrar posibles rastros que te denunciaran. Adem�s
alguna crema que usaba mi madre, o simplemente agua y jab�n, ayudaban a tener la
pija lubricada.
Recuerdo que un d�a estaba en el ba�o de servicio, extasiado
dandole ritmica y suavemente arriba y abajo cuando oigo abrir la puerta. Miro y
veo a Eulogia, la dom�stica, observando como me apretaba la poronga. Sorprendido
me puse colorado y me paralice, pero era tal la calentura que ten�a que segu�
pajeandome mientras ella me miraba. Reci�n cuando acab�, sin decir palabra, se
fu� cerrando la puerta.
Maldije mi mala suerte. Ahora, con seguridad, se lo contar�a
a mi madre que aplicar�a un castigo acorde con la falta. Calculaba que ser�a
poco menos que la pena de muerte. Por suerte en ese momento no estaba en casa,
lo que me daba tiempo para pensar en algo.
A Eulogia no la conoc�a mucho, hac�a s�lo una semana que
trabajaba en casa. Hab�an entrado luego de pasar todas las pruebas que mi madre,
muy extricta en la selecci�n, impon�a adem�s de las recomendaciones. Mis padres
eran empresarios, viajaban mucho y ten�an una intensa vida social. Razones por
las que, la mayor parte del tiempo, la dom�stica se ten�a que hacer cargo del
manejo de la casa.
Era tranquila y discreta, hablaba en un tono bajo, dulce y
uniforme, parec�a buena aunque su apariencia f�sica suger�a todo lo contrario.
Verla impon�a respeto. Era una mujer feliniana, 1 metro 70 de estatura y 90
kilos repartidos entre un voluminoso culo, una ancha cintura y dos enormes
tetas. No era gorda, m�s bien morruda. De edad indefinida, quiz�s 25 a�os, su
piel morocha contrastaba con una cabellera casi rubia. Era mezcla de padre
polaco y madre criolla, me entere con el tiempo. Ten�a siempre un gesto serio
pero sonre�a facilmente. No me dec�a ni�o como las anteriores empleadas,
costumbre que aborrec�a, me llamaba chiquito o por mi nombre, Jorge. No era
mucho pero daba la sensaci�n que me ten�a cierta simpat�a.
Decid� que lo mejor ser�a encararla. Estaba en la cocina,
cuando me mir� sent� una gran verguenza. Finj� buscar algo y finalmente tom� un
vaso de agua.
-�Eulogia puedo hablar un momento con vos?-dije- Es por lo
que viste en el ba�o, te imagin�s que si mam� se entera me va a castigar �se lo
vas a decir?
-No.
-�Enserio, por que no se lo vas a contar?
-Porque es normal, te pajeas porque te lo pide el cuerpo,
�cierto?
No lo pod�a creer. Una mujer adulta que dec�a que hacerse la
paja era algo normal y no merec�a ning�n castigo. Una sensaci�n de alivio me
invadi�.
-�Enserio no crees que es algo malo?, todo el mundo lo
piensa.
-No, porque la naturaleza es la que manda. �Nunca estuviste
con una mujer?....
-Soy chico todav�a. -dije avergonzado.
-Por lo que vi, no parec�s tan chico. -dijo con tono burl�n.
Cuando me d� cuenta que se refer�a al tama�o de la pija, me
puse colorado. La naturaleza fu� generosa conmigo dotandome con 18 centimetros.
-�Te la hac�s muchas veces?
Intent� metirle, decir que no, s�lo cuando no pod�a resistir
m�s, pero me escuch� diciendo
-Dos por d�a, a veces m�s.
-Ten�s que alimentarte bien.
No se lo iba a contar a mi madre y adem�s me daba consejos.
Me invadi� una rara sensaci�n de complicidad y sent� cierta excitaci�n. Por
primera vez hablaba con una mujer de esas cosasy pens� que pod�a sacarme algunas
de las dudas que ten�a. En esa �poca sabia tanto de sexo como de sanscrito
antiguo.
-�Te puedo preguntar algo?
-�De coger? -dijo con picard�a. -�Que quer�s saber?
-�Las mujeres tambi�n se la tienen que hacer?
-Claro, somos personas y tambi�n nos calentamos.
-�Pero, si no tienen pija?.
-Eso es lo que vos crees, tenemos un pitito... �quer�s ver?
�pregunto insinuante.
Un calor intenso invadi� mi cuerpo y sent� que estaba
colorado como un tomate. Pens� en decir no, pero la curiosidad pudo m�s.
-Bueno -me o� decir con un hilo de voz.
Fuimos a su dormitorio y se sac� el uniforme, abajo no ten�a
nada, ni bombacha ni corpi�o.
�Dios mio, lo que fue eso! Una mujer verdadera desnuda ante
m�. A�n tengo la vivida imagen de ese momento en mi memoria. No sab�a donde
mirar, por la novedad y la cantidad de lo que Eulogia ten�a para ver. Era toda
inmensa, las tetas eran inmensas, redondas con dos aureolas moradas y dos
pezones grandes y duros. No pod�a sacar mis ojos de ellas. S�lo la corr� para
contemplar el pelo rubio que coronaba la entrepierna y lo ancho de sus caderas.
El culo tambi�n era inmensamente redondo. Enseguida volv� a quedar embelesado
con la abundancia de sus pechos. Evidentemente las ten�a m�s grandes que la
Sarli, mucho m�s grandes. Su voz me volvi� a la realidad.
-�Ves?
Se estaba abriendo la vulva con la mano izquierda mientras
con el indice derecho me se�alaba el extremo superior. Vi un peque�o bultito que
a medida que se lo frotaba iba agrandando su tama�o hasta parecer la falange de
un dedo me�ique.
-Nuestra paja no es igual que la de ustedes -se ri� de mi
inocencia- Es as�.
Cambiando el dedo indice por el pulgar, comenz� a frotarse en
c�rculo el bultito que, me enter�, se llamaba clitoris. Bajo el dedo por la raya
y lo meti� varias veces en la vagina. Empapado con el l�quido que le sal�a de la
concha, volvi� a frotarse el clitoris.
Estaba viendo a esa mujerota rescostada en la cama haciendose
una pu�eta, era tan excitante que la pija se me paro enseguida.
-�Quer�s hacerme vos?.
Sin esperar la respuesta, agarr� mi mano guiandola. Al tomar
contacto con su piel sent� una gran excitaci�n. Imit� lo que le hab�a visto
hacer a ella, refregaba mi dedo en circulos, lo mojaba en su concha y volv�a a
tocar el bultito que no cesaba de crecer y endurecerse. No se cuanto tiempo
pas�, extasiado, jugando con su concha. La sent� respirar m�s aceleradamente y
v� se le pon�an los ojos en blanco. Me asust� y pensando que le pasaba algo
malo, par� bruscamente el movimiento de mi mano.
-No par�s, no par�s.... -gimi�- estoy acabando, segu� que
acabo, dal� m�s fuerte chiquito -me dec�a mientras se refregaba las tetas
apretandos� los pezones.
Aumente la presi�n de mi dedo y el ritmo del movimiento.
Eulogia parec�a que iba a explotar, el cuerpo se pon�a cada vez m�s tenso y
resoplaba. Lanzando una prolongada exclamaci�n, poco a poco comenz� a relajarse.
-Que lindo acab� chiquito.... Me qued� tan caliente al verte
pajeandote...
Me abraz� y bes� en la boca. Ocupada mi mente por tantas
sensaciones nuevas no me d� cuenta, hasta que sent� que el calzoncillo se me
pegoteaba, que tambi�n hab�a acabado sin siquiera tocarmela.
-Yo tambi�n acabe.
-�A ver? -dijo ayudandom� a sacar los pantalones. -Vamos al
ba�o que te limpio.
Me enjabon� las bolas pegoteadas por la leche. En esa �poca
yo vivia en estado de erecci�n permanente. La pija enseguida se puso dura.
Agarrandola con su mano regordeta empez� a pajearme suavemente. Era la primera
vez que alguien me la hac�a y me gust�. A medida que avanzaba el movimiento la
poronga se iba agrandando y endureciendo, parec�a que se iba a reventar. Eulogia
la mir� mientras la secaba y dijo:
-Ten�s una pija muy linda. Me pone caliente.
Me puse colorado pero orgulloso por el elogio.
-Es inmensa, quisiera sentirla adentro. �Me la metes un
poquito?.
�Que pregunta! Volvimos al cuarto y me empez� a besar
mientras segu�a pajeandom�. Yo respond�a a sus besos porque me encantaba el
juego que hac�an las lenguas, entrando y saliendo de las bocas. Gui� mi cabeza
suavemente e hizo que le chupara las tetas. �Dios mio! Sentir los pezones entre
mis labios y dientes era el placer m�s grande que hab�a tenido en la vida.
Mientras me entreten�a jugando entre sus monta�as, se refreg� la concha de
arriba a abajo varias veces con la pija para mojarla en su flujo. Jug� un poco,
como si fuera un dedo, con su clitoris. Luego la llev� hacia abajo y me dijo:
-Empuj� despacito- mientras la manten�a para que entrara.
Sent� una sensaci�n inexplicable, a medida que la met�a ella
iba absorviendola con peque�as contracciones de la vagina mientras me dec�a al
oido.
-And� de a poquito, que es m�s lindo... Que gusto me d� esa
pija. No me acabes adentro, �sab�s? avisame...
Estuvimos un rato bombeando suavemente, a veces ella me
reten�a cuando estaba toda adentro apretandomela con la concha y sosteniendome
con las manos sobre mi culo, otras me met�a la cabeza entre las tetas y me ped�a
que se las chupara.
-Eulogia, estoy por acabar -la fu� sacando de a poquito. Me
la agarr� metiendos� el glande en la boca, lo apret� con los labios y comenz� a
pajearme. Al segundo sent� que la leche me ven�a de lo m�s profundo. Cuando
sinti� la primera oleada en su boca, empez� a chuparmel� sin dejar de hacerme la
paja. Yo estaba como loco. Nunca hab�a acabado tanto, ni tan bien.
S�lo me di cuenta que Eulogia se hab�a tragado mi vaciada en
la boca cuando me dijo:
-Ahora que esta bien limpita cogeme, as� acabo yo, �s�?.
Con la poronga adentro me empez� a pedir m�s ritmo. La met�a
y sacaba cada vez a mayor velocidad. Eulogia comenz� a respirar aceleradamente.
-�Que cogida! Me muero, dale as� chiquito.... Acabo, me
voy..... Ayyyyyy
Me abrazo fuerte. La concha no paraba de contraerse sobre mi
pija, exprimiendola.
Hab�a acabado hace un rato y la segu�a teniendo dura como si
reci�n hubiese empezado.
-Como goc� chiquito, hacia tiempo que no me cogian as� -dijo
cuando ya se la hab�a sacado y estabamos recostados.
Estaba euf�rico, adem�s de haber cogido por primera vez, me
felicitaban.
Hac�a un rato que hab�a acabado, pero la pija segu�a dura.
-�Que me pasa? No se baja.
-Mira que sos rendidor- me dijo sonriendo - ven� que te la
dejo chiquita.
Me hizo sentar sobre su panza metiendos� la pija entre las
tetas, se las apret� haciendo un sanwich con mi poronga como relleno.
-Garchame las tetas.
Empec� a moverme. Ve�a dos monta�as coronadas con cumbres
oscuras y mi verga paseandos� entre ellas. A med�da que avanzaba iba creciendo
mi calentura, estaba por acabar de nuevo. La guasca no se hizo esperar, sali� a
borbotones. No largue tanta como en la primera acabada, pero fue suficiente para
embadurlanarle todas las tetas.
Cuando terminamos me abraz�.
-�Te gust� la cogida?
-Muchisimo.
-No le cuentes a nadie lo que hicimos, �eh? Vestite, que est�
por volver tu mama. Si se entera que te anduve cogiendo, me echa.
Pensando en todo lo que hab�a gozado y ante la posibilidad de
volver a hacerlo le dije:
-Quedate tranquila Eulogia, este es nuestro secreto.
Cuando lleg� mi madre estaba recostado en mi cuarto rendido.
No era para menos, nunca hab�a acabado de esa manera tres veces en menos de dos
horas.
-�Que tal hijo? �te pasa algo?
-No, hoy rend� un examen y estoy un poco cansado.
-�Y como te fue?
-De maravillas
-Me alegro. Descans�, te llamo cuando este lista la cena.
(continuar�)
PD. Escucho cr�ticas y halagos. Escribanm�./p>