Relato: Onanismo On�n, personaje b�blico, siempre eyaculaba fuera de su mujer
impidiendo as� la fecundaci�n. Onanismo, autoerotismo, quiroerastia, ipsaci�n,
masturbaci�n o hacerse una paja. Da igual. Hace tiempo que descubr� que lo
importante es hacer un arte de todo aquello con lo que disfrutamos. Descubr� que
esa visi�n, fruto de las conversaciones adolescentes y la ignorancia, con la que
ve�amos la masturbaci�n como consecuencia de no ligar nada y follar menos era
totalmente err�nea. Y adem�s triste para quien lo piense, pues nadie deja de
hacerlo por el hecho de tener pareja estable, y como yo no la tuve nunca he
tenido que hacer un arte de cada una de mis ipsaciones.
S� que suena a vil consuelo y posiblemente no me est�
explicando bien. Me encanta follar con cada una de las personas con las que me
apetece en cada momento desde que era muy peque�o. Que s�lo en mi imaginaci�n,
ya, claro, pero eso es lo interesante. Nadie sabe qu� me hace tan bien Manuel
Rivas, ni c�mo besa John Galliano, ni c�mo acaricia mis pies Tom Ford ni d�nde
prefiere hacerlo Pepe Navarro...
Si es que est� fatal lo de ligar hoy en d�a, qu� quieres que
te diga. Que algunos est�n muy buenos a las once de la noche, algunos m�s a�n a
eso de las tres de la ma�ana... a la mayor�a no s� c�mo catalogarlos a eso de
las cinco salvo que tenga que despertarme con ellos y pensar entonces que, o
estoy perdiendo el gusto o debo dejar de beber. Y s� que algunos llevan unas
camisas de Armani divinas o los pantalones de Armand Basi que yo no encuentro
nunca en mi talla porque en rebajas no quedan. Y s� que huelen a Dune y a Le
Male y a Very Valentino... pero cuando est�s metido en el l�o todos se limitan a
echarte un polvo mediocre que ni siquiera empieza con un pellizco bien dado y
siempre acaba con babas de desconocido en el hombro y olor a coito en la
habitaci�n. Y, la verdad, antes que dejarme babear por un desconocido del que ni
siquiera recordar� si me gustaba o no, prefiero mene�rmela mientras imagino c�mo
me lame desde la nuca al culo, Miguel Bos�.
Y, a�n reconociendo que la masturbaci�n es la pr�ctica m�s
arraigada en mi vida sexual, soy un poco bicho raro. Nunca puedo recrearme con
ninguna escena en la que el protagonista sea el hombre del que estoy enamorado.
�l no lo sabe, pobre, pero a m� me tiene loco. Y ya ves, no puedo sentir ning�n
deseo hacia �l en esa situaci�n. No s�, debe ser un bloqueo mental provocado por
mi subconsciente para no hacerme sufrir gratuitamente. Es algo contradictorio
teniendo en cuenta que me lo comer�a a besos cuando lo he tenido delante y que
puedo imaginar la humedad de sus labios recorri�ndome la frente, la nariz, las
mejillas, la barbilla, el cuello. Puedo imaginarlo besando mis p�rpados, mis
sienes... saltar sonriendo al encuentro de mi boca. Puedo oler en ese instante
su conocido aliento, identificar el sabor del tabaco, la sequedad del vino que
acaba de beber. Y puedo ver esos labios alej�ndose de mi rostro entreabiertos,
para volver a precipitarse sobre m� y entrecortar mi ya agitada respiraci�n.
Pero nunca pasar de ah�. Cuando mis emisiones nocturnas no son espont�neas sino
provocadas por el deseo de descargar borbotones de agresividad, el perfil de su
rostro desaparece.
Eso me ha hecho llorar de impotencia. Y eso s� me trastorna.
Llorar me trastorna. El dolor me embarga, me convierte en un ser d�bil... y hace
que nada me consuele. Ni la lengua de Miguel Bos� recorri�ndome la espalda desde
la nuca al culo. (�O s�?).
PANDORA
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Relato: Onanismo
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