Relato: La Espera Mi nombre es Carlos y soy marino
mercante, he navegado por casi todos los mares del mundo y tengo varias
historias que contarles, les advierto que todas son verídicas, ya
que no me gustan los cuentos, unas son propias y otras ajenas, pero comprobadas.
Embarcado en un metalero griego,
con bandera liberiana, recalamos en una oportunidad en un puerto del Pacífico,
donde conocí en un bar a un hombre muy culto, quién después
de filosofar sobre la vida y la felicidad, me contó su historia,
que es verdadera, ya que llegué a conocer a la otra protagonista
de este relato, su madre.
Nací en el seno de un hogar
de clase media, con padre profesional, madre dueña de casa y tres
hijos hombres, yo soy el mayor y tengo 4 años de diferencia con
el hermano que me sigue en edad. Mi padre trabaja todo el día y
mi madre ve siempre las cosas del hogar, aunque tenemos empleadas. Crecí
como cualquier niño normal. Comencé a masturbarme, mirando
fotos de niñas semi desnudas, cuando lograba alguna revista porno.
Mi madre tenía una amiga un poco más joven que ella y que
me gustaba mucho, a veces se desvestían un poco para conversar y
dormir la siesta, mi madre sobre su cama y la tía, en la de mi padre.
Cuando podía y dejaban la puerta entreabierta, solía espiarlas
ya que la tía solía en esos años usar portaligas y
medias, lo que me producía una excitación fantástica,
eran mínimo dos pajas seguidas mirando a la tía, por el ángulo
de abertura de la puerta, la cama de mi mamá quedaba fuera de mi
ángulo de visión, así que solo veía a la tía.
Un verano en que ambas se quedaron
dormidas sobre la cama, me arriesgué y entré a la pieza para
ver a la tía de más cerca, pero mis ojos se clavaron fijamente
en mi madre, la que se durmió también en ropa interior, con
medias y portaligas, todo blanco, parecía una novia, estaba de espaldas,
sus senos grandes y redondos descansaban en los sostenes, su vientre plano
no reflejaba para nada tres embarazos y sus piernas, largas y tan bien
torneadas se abrían levemente, el calzón marcaba la entrada
de su vagina, no miré a la tía para nada, era esa increíble
vista de mi madre la que me hizo sentir como mi polla crecía a dimensiones
increíbles, metí la mano en el pantalón y comencé
a masturbarme mirando las piernas de mi madre y la marca en su calzón,
bastaron pocos segundos para que eyaculara como un poseído, mis
gemidos hicieron que la tía se moviera y yo me metiera rápidamente
debajo de la cama de mi madre. Escuché cuando la tía despertaba
a mi mamá.
Nena, -Nena despierta- nada, mi
madre no reaccionó, sentí como la tía sacudía
fuertemente a mi madre, para despertarla, estaba muy asustado, llegué
a pensar que me había visto y pensaba acusarme, pero sólo
después de varios intentos mi madre contestó, -¿qué
pasa?- La tía respondió Nena, nos quedamos dormidas y vamos
a perder la hora en la peluquería.
Respiré profundamente, no
me había visto, ni sabían que estaba debajo de la cama, así
que las sentí cuando, se vestían, pude ver sus pies ir y
venir hasta que se fueron.
Salí de debajo de la cama,
mis calzoncillos y pantalones habían recibido el semen que brotó
de mi masturbación, cuando me hice la primera paja mirando a mi
madre.
A partir de ese punto toda mi vida
cambió en forma radical, comencé a desear a mi madre ya no
como hijo, sino como hombre en ciernes, trataba de estar cerca de ella
y como siempre fui el "regalón" no tenía nada de
extraño, pero el trato con mi padre cambió, de ese momento
en adelante fue mi rival. Ese verano fue muy especial para mí, cuando
salimos de vacaciones a la costa, me las arreglaba para estar cerca de
mamá todo lo posible, sobre todo en el agua, donde yo me movía
muy bien, pero mi padre no sabía nadar y mi madre era muy temerosa,
fue allí donde "enseñándola a nadar", la
tomaba de la cintura, aunque alguna vez se me resbalaron las manos a sus
senos, a sus piernas, ella jamás sospechó nada, como sólo
era de vez en cuando, no se le pasó por la mente lo que me sucedía.
A fines de mes cuando volvimos a casa, el calor era aún sofocante
y un día que mi madre se fue a dormir la siesta, con mi padre en
su trabajo y mis hermanos jugando en el patio, me atreví a subir
al segundo piso a espiar a mi madre. Ella dormía plácidamente
sobre la cama, sólo en calzones y sostenes negros, la piel tostada
por el sol se veía brillante y bella, decidí probar si se
despertaba, así que sin llamarla le toqué un hombro, no se
movió, entonces me acerqué lentamente a su rostro y la besé
en los labios, tampoco el más mínimo signo de despertar,
me atreví un poco más y le acaricie una pierna, dormía
de espalda, pero esta vez tenía las piernas juntas, le tomé
una rodilla, en gesto de separarle una pierna y ella sin querer la abrió
un poco, mi mano se posó entre las piernas y sentí el calor
que emanaba de su genital, la miré a los párpados, nada definitivamente
mi sospecha cuando la tía no podía despertarla era real,
mi madre tenía el sueño más pesado del mundo. Ello
me animó y le acaricié las piernas con una mano mientras
con la otra me masturbaba hasta hacerme daño, usé un pañuelo
que quedó empapado con la acabada, cuando salí de la pieza,
mi madre dormía tranquilamente, pero yo había descubierto
algo nuevo, debo reconocer que jamás sentí el menor remordimiento.
A la hora de la siesta mi madre era mi amante, aunque ella no lo supiera.
Pasaron los años y una empleada
me desvirgó, fue una relación muy agradable, ya que cada
vez que me acostaba con Lucila, lo hacía pensando en mi madre, a
tal punto que comencé a llamarla Nena, cuando me preguntó
por qué, le dije que lo hacía por "nena" (niña)
y ella lo aceptó con gusto, así es que cuando comencé
la Universidad, todo estaba bien, visitaba las siestas de mi madre Nena
y el semen lo recibía Nena con mucho gusto, ya que me había
desarrollado como un hombre, cuando un día caluroso en que "mi
tía" visitaba a mi madre y que ambas decidieron dormir la siesta,
me arriesgué y entré a observarlas, la tía no estaba
nada mal, pero yo amaba a mi madre, era ella quién me excitaba hasta
la locura, así que ese día me excité más que
de costumbre y me arriesgué a besar las piernas de mi madre, ella
inconscientemente abrió las piernas, pero el movimiento hicieron
despertar a la tía, así que me metí nuevamente bajo
la cama, pero la tía comenzó nuevamente el trabajo de despertar
a mi mamá, al fin lo consiguió y le dijo, -Nena, vamos a
ir al cine? Ya son las cuatro- Las cuatro, repitió mi madre, no
mejor vamos mañana, ahora estamos atrasadas y nos perderemos mucho.
Quedaron en eso y de pronto mi tía
le dice -Es raro, pero me pareció ver a Keno cuando desperté-
¿A Keno? Preguntó mi madre, no él a esta hora se va
a la pieza de las empleadas, ¿QUÉ? Gritó la tía.
-Si mujer este niño se está haciendo fama entre las empleadas
del barrio, el otro día escuché una conversación que
venía de la cocina, donde Lucila le decía a Rosa, que Keno
se estaba acostando también con la empleada de la esquina, a lo
que Rosa respondió, con esa ya tiene a casi todas las de la cuadra
y le pregunta, sabes cómo le dicen a tu Kenito, no le respondió
Lucila, -pues nada más ni nada menos que "pene de oro"-
Mi tía soltó la carcajada,
¿pene de oro? Qué nombre, mi madre ¿y sabes por qué?
-No, le contestó, salvo que el cabrón tiene un feroz paquete.
La tía preguntó curiosa, ¿y tu se lo has visto? -No
respondió mi madre, pero de chico ya lo tenía de buen tamaño
así que me imagino que ahora debe ser descomunal. Yo me sonreía
y pensaba, que algún día tendría que probarlo. Terminé
mi carrera en la Univ. Y como la relación con mi padre era cada
día peor, con el beneplácito de todos, un día alquilé
mi propio piso, era de un ambiente, pero me quedó muy cómodo,
mi madre fue un par de veces a verme, pero era yo quién la visitaba
más a menudo.
Una tarde llegó mi madre
muy llorosa, que pensaba separarse porque mi padre tenía otra mujer,
la consolé y le dije que no se preocupara, porque para eso me tenía
a mí y que mi amor era de por vida, no sé si entendió
mis palabras pero me lo agradeció y me prometió tenerme informado
de lo que pasara, dos días después, un sábado llegó
con almuerzo preparado, para festejar conmigo que papá no tenía
a nadie, comimos el almuerzo, al que yo le agregué el vino y después
de muchos "salud" por el viejo, ella se sintió un poco
mareada y le sugerí que durmiera un poco la siesta, mientras yo
estudiaba, se podía sacar la ropa, "para que no se le arrugue"
y taparse con el cubrecama, así lo hizo, por el rabillo del ojo,
vi cuando se descalzó, se sacó su falda y la blusa, titubeo
con la enagua, pero también la sacó y se metió en
la cama, me pidió -Keko despiértame a las cinco, porque esta
noche vamos a salir con tu papá. -Sí mamá, no te preocupes.
Esperé 15 minutos para estar
seguro que estuviera bien dormida, la verdad es que casi roncaba, cuando
me acerqué a la cama, la besé suavemente en los labios y
mi polla creció automáticamente, me saqué los pantalones
y calzoncillos, quedé sólo con camiseta y calcetines, comencé
a masturbarme, estaba solo con ella, nada ni nadie podía interrumpirme,
descolgué el teléfono y comencé lentamente a destaparla,
para que no sintiera el cambio de temperatura, fue un espectáculo
maravilloso, en la medida que la destapaba, iba quedando a mi vista su
cuerpo, se lo hubiese querido cualquier niña, sus senos grandes
y bellos, su cintura estrecha sus caderas amplias y su vientre plano y
firme, luego sus piernas largas, delgadas pero muy bien torneadas, nuevamente
ropa interior blanca, los calzones sobre el portaligas blanco y medias
color carne, mi pene era un monstruo de acero, me arrodillé junto
a ella y mis manos bajaron sus calzones, primero bajo las rodillas y luego
totalmente, luego separé sus piernas, que se abrieron mucho, quedó
a la vista su conchita era un manjar increíble, mi boca se posó
sobre ella y mi lengua buscó el orificio de su vagina, hizo un movimiento
brusco que me hizo pensar que había despertado, pero no fue así,
se puso boca abajo, con su culito muy levantado, era un manjar para los
dioses y estaba a mi vista para mi satisfacción, mis manos acariciaron
sus glúteos y mi dedo medio buscó su ano y su vagina, pero
estaba seca, así que mojándolo con saliva, se lo puse en
la vagina, levantó aún más su culito, pude ver su
ano sonrosado, fue una cosa de locos, acerqué mi lengua y se lo
acaricié, en ese momento acabé tirando lo que me pareció
un litro de semen, fue una acabada terrible, ella tranquila seguía
durmiendo. Luego le puse los calzones, pero mi pene se volvió a
subir y una nueva oleada de calentura me envolvió, así que
le solté los sostenes en la espalda y comencé lentamente
a darla vuelta, no hizo resistencia a los dos minutos estaba de espalda
y con los sostenes en la cintura, sus pechos se me ofrecían como
la fruta prohibida, me acerqué y los succioné con cuidado,
ella se llevó la mano a un pecho y de susto fui a sentarme al sofá
con el libro en la mano, ella quedó a mi vista, se puso la mano
en el vientre y siguió con su sueño profundo, me acerqué
nuevamente y comencé a acariciarle los senos, cuando le acaricié
las piernas abrió una como la primera vez y lamenté haberle
puesto los calzones, pero me arriesgué y me acosté a su lado,
fue en un gesto increíble, pero ella se dio vuelta y me abrazó,
-mamá- le dije, pero no hubo respuesta, sólo su respiración
profunda, entonces besé sus labios varias veces, mi pene acarició
sus piernas y debí sacarme la camiseta para recibir el líquido
que brotaba sin pausa de mi pene, ya estaba desnudo así que besándola
en la boca, le separé el calzón y la penetré, sentí
algo increíble, su vagina aprisionaba mi pene, comencé a
moverme suavemente, estaba a punto de largar el chorro cuando ella se movió,
así que lo saqué rápidamente y acabé por segunda
vez, me limpié con la camiseta y me fui al baño, al volver
ella seguía durmiendo tan deseable como siempre, pero me sentí
muy mal, había penetrado a mi madre, hasta ahora todo había
sido como un juego, ahora había sentido su vagina en mi pene, la
misma vagina por donde había venido al mundo y lo peor es que me
había gustado mucho. Traté de ponerle los sostenes, pero
no fue posible, ya estaba su sueño más liviano pensé,
así que no quise darla vuelta para abrocharle el sostén,
después que la había tapado nuevamente, me senté a
estudiar, pero no podía, la había penetrado, había
sentido su vagina caliente y húmeda, entonces se me vino a la mente
los errores, el sostén suelto, la vagina con lubricante de mi pene
y el calzón que no lo volví a su lugar. Era mucho así
que me volví a arriesgar, ya eran las cinco menos diez y tenia que
despertarla, me acerqué, baje nuevamente el cubrecama y mi sorpresa
fue que su mano estaba entre sus piernas, se la tome y le puse los dedos
a la entrada de la vagina, luego la tapé nuevamente y comencé
a despertarla, no fue fácil porque no quería que sacara su
mano inconscientemente, al fin dio señales de vida y su primera
reacción al abrir los ojos, fue mirarme, yo esta completamente vestido,
lo único que me había puesto limpio era la camiseta, así
que dio un respiro de alivio. -¿Qué pasa? le pregunté,
-nada hijo, nada, es que estaba soñando, me contestó somnolienta
aún, me fijé que no retiraba la mano de su entrepierna, pero
me pidió -puedes irte al baño mientras me visto- La miré
a los ojos y le contesté -soy tu hijo, pero no importa, voy al baño-
Entré en el baño, cerré la puerta y con el mismo golpe
de cerrarla, la abrí levemente, lo suficiente como para verla en
la cama. Tan pronto como cerré la puerta, bajó el cubrecama
y se miró la entrepierna, se olfateó la mano y se arregló
el calzón, luego se abrochó el sostén y comenzó
a vestirse, con la enagua y la falda puesta me gritó -ya puedes
venir- Salí todavía con el libro en la mano y le pregunté
¿Qué tal la siesta? Se inquietó un poco y me dijo
- muy buena, parece que el vino hizo su efecto, porque soñé
algo muy extraño, me imaginé que había presentido
algo así que le consulté y ¿se puede saber el sueño
o era algo muy privado? Se volvió a inquietar cuando me pregunta
¿Por qué me dices eso? Me di tiempo antes de contestar -
Es que te quejabas en forma un tanto extraña- ¿Me quejaba?
-Sí, pero era como si estuvieras con alguien, ¿me entiendes?-
Se terminó de vestir, me miró fijamente y poniéndose
un poco roja me respondió - Esto no es algo que vaya a conversar
contigo, bueno y ahora me voy me dijo poniendo su mejilla para que la besara.
La acompañé hasta el elevador y cuando las puertas se cerraban
le dije muy serio, - Feliz el hombre de tus sueños - Alcancé
a ver su cara de sorpresa. Pasaron muchos años, me casé 2
veces casi seguidas todo el mundo opinaba, que mi segunda señora
era extraordinariamente parecida a mi madre, estaba recién separado
de mi segunda, cuando falleció mi padre a los 56 años, mi
madre tenía 49 y era una mujer muy moderna, con el mismo cuerpo
que cuando joven sólo que con un vientre levemente abultado, sus
piernas eran un monumento, no habían perdido su forma, al contrario
se veía mejor aún, su cara mostraba pequeñas arrugas
que no podían ocultar la belleza que un día cautivara a tantos
hombres incluido yo mismo, sus senos ya descansaban en el pecho, pero seguían
viéndose grandes y su trasero glorioso yo no sé cómo
se mantenía levantado e intacto, si alguien miraba a mi madre por
detrás veía a una mujer muy joven.
Lo que más me extrañó
es que mi madre prácticamente no lloró mucho a mi padre y
llevó luto un poco más de un mes. Yo vivía solo así
que comencé a visitarla más seguido, ya no me inspiraba ninguna
pasión, pero aún mantenía cálidos los recuerdos
de esa tarde, me compré un departamento en la costa y solía
viajar los fines de semana, a veces solo, otras con alguna amiguita. El
día que cumplió 50 años, la fuimos a ver los hijos,
los tres nietos y algunas amigas, incluida la tía de la historia,
fue una fiesta muy bonita, donde mi hermano menor hizo un brindis de recuerdo
por mi padre, me di cuenta que mi madre tocó la copa con los labios,
pero no bebió, cuando llegó el mensajero de la florería,
con mi regalo, se le llenaron los ojos de lagrima y me abrazó durante
mucho rato, era un bello bouquet con 50 rosas rojas, su flor favorita,
se fueron todos los invitados y nos quedamos solos, le conté que
ese fin de semana me iría a la costa, ¿Solo? Me preguntó,
-Sí, solo mamá, ¿por qué? ¿Te gustaría
ir conmigo? Me miró unos segundos y me dijo
- Sí porque necesito hablar
contigo antes de morirme - Sentí un cosquilleo raro y le sonreí,
salió a dejarme a la puerta y como siempre me agaché para
besarle la mejilla, ella hizo un movimiento con la cara que permitió
que le besara la comisura de los labios, sentí un impacto tremendo,
ella me sonrió y cerró la puerta.
El viernes en la mañana la
llamé por teléfono para recordarle que la pasaría
a buscar a la 5 para irnos a la costa, - no hay problema, me contestó
tengo todo listo desde ayer. Eso me hizo pensar, que estaba muy sola.
A la cinco en punto cargué
su maleta al auto y ella prácticamente saltó adentro, se
veía muy activa y animosa, el viaje fue muy agradable, conversamos
de muchas cosas, de pronto había rejuvenecido, me sentía
realmente dichoso y ella también.
Llegamos al departamento que es
bastante grande y acogedor, le di a elegir entre la pieza grande mía,
con cama matrimonial o una más pequeña con dos camas, que
ella eligiera, ya que yo dormiría en la otra, bueno me dijo, dame
tu pieza, quiero dormir bien y no me gustan las camas angostas. Salimos
al balcón a mirar el mar y le ofrecí un aperitivo, dame un
Martini seco, me dijo, preparé dos y nos sentamos a disfrutar de
la vista, le ofrecí - quieres que vayamos a un restaurante a comer,
- no gracias, me dijo, en las noches sólo como una fruta y yo traigo
varias en mi maleta. De pronto me acordé que ella tenía que
hablar algo conmigo y se lo dije, terminando su Martini de un trago, me
dijo tráeme otro y tu tómate otro porque lo vas a necesitar.
Su rostro estaba tan tranquilo, que no me inquieté, al contrario
algo me dijo que su confidencia sería algo importante, pero nada
malo.Traje los dos Martini los puse en la mesa y me pidió dame el
mío y siéntate aquí, donde pueda sostener tu mano,
así lo hice y ella comenzó su relato.
Ya estoy madura y mi vida durante
muchos años, fue un constante esperar, siempre pensé que
llegaría el día en que podría decir lo que pienso,
lo que siento, lo que pensaba y lo que sentía, comprenderás
que escuches lo que escuches, no quiero que me comentes nada absolutamente
nada, hasta que no haya terminado mi relato, ¿Estás de acuerdo?
-Sí mamá, estoy de acuerdo - Bien dijo y prosiguió;
Desde muy joven mis padres me dijeron que el matrimonio era para toda la
vida y me metieron conceptos de moral puritana, que jamás compartí,
pero me hicieron jurar que así seria y cumplí, por lo que
me siento muy satisfecha, el problema es que me casé con tu padre,
un hombre bueno pero tan puritano, que más parecía mi abuelo
que mi marido, me hizo reír y continuó, para que no te rías
tanto te contaré que desde muy pequeña y hasta ahora he tenido
"el sueño muy liviano", ahora di un respingo que quedé
de pié, pero siempre tomado de su mano, siéntate hijo, no
tengas miedo ni temores, ¿por qué habrías de tenerlos
si quién se hacía la dormida era yo? Pero tenía que
hacerlo, tú eres mi hijo y quería que hicieras una vida normal,
pero también sacaste de mí eso, estamos por sobre la plebe,
estamos por sobre las personas vulgares, que se autodenominan "normales",
hoy tengo la autoridad que me dan los años y me siento en la opinión
de los demás. Te amaba hijo, te amaba desde que naciste, pero cuando
cumpliste años y te masturbabas mirándome, me imaginaba una
y mil formas de hacerte feliz y de ser feliz contigo. Ese día que
fui a tu departamento, sabía a lo que iba, pero no me imaginé
que llegarías tan lejos y el problema no fue ese, sino cuando llegué
a casa tu padre estaba espiándome y no me di cuenta, me fui directo
al baño a lavarme, él entró detrás mío
y me vio lavándome la vulva, se puso frenético, me gritó
¿DÓNDE ESTABAS PUTA DE MIERDA? Jamás me había
tratado así, no le contesté, lo miré sin contestarle,
volvió a gritarme ¿ESTABAS CON UN HOMBRE? - Sí, estaba
con un hombre, eso lo hizo taparse la cara con las manos y me volvió
a gritar ¡ESTO ES EL FINAL, SE ACABO, NOS SEPARAMOS! Lo miré
unos segundos y le respondí, -No, no nos vamos a separar, pero tú
no me vuelves a tocar para nada nunca más en tu vida, ¿esta
claro? Esto se terminó entre tú y yo. Lo vi desconcertado,
entonces lo terminé de aniquilar, cuando le dije, además
estuve en su departamento y en su cama y para tu conocimiento lo amo mucho
más que a ti. Sólo gritó ¡SE ACABÓ, SE
ACABÓ! Sí, le respondí, se acabó. A los gritos
nuestros, llegaron tus hermanos corriendo y preguntando qué pasaba,
tu padre les gritó ¡ESTA RAMERA, HA ESTADO ACOSTADA EN EL
DEPARTAMENTO DE OTRO HOMBRE! Luis que es más grande, me dijo - Pero
mamá si tú dijiste que ibas al departamento de Keno - no
entiendo. ¡SÍ HIJO, ESTUVE EN EL DEPARTAMENTO DE TU HERMANO,
CON TU HERMANO! Que también es hombre y les ruego que no le digan
nada, porque ya saben que es capaz de golpear a vuestro padre. Tu padre
agachó la cabeza y comenzó a decir despacio ¡perdón!
por el amor de Dios perdóname. Le pedí -levanta la cabeza,
no tienes de que avergonzarte, pero lo dicho, no me vuelves a tocar jamás
en ti vida ¿lo entiendes? JAMÁS.
Y así fue, vivimos muchos
años bajo el mismo techo, yo sé que el frecuentó algunas
mujeres, pero yo cumplí, jamás he tenido otro hombre. Ahora
la muerte, terminó con mi promesa y soy libre, ¿entiendes
Keno? - soy libre - Me quedó mirando con una ternura increíble
y me susurró, lamentablemente estoy vieja y fea, pero soy libre.
Soltó mi mano, bebió el resto del Martini de un trago y me
pidió ¿me puedes preparar otro? Me levanté como un
sonámbulo y fui a preparar los tragos, me tomé uno de un
sorbo y volví a la terraza, mi madre me miró con rostro sonriente,
me recibió la copa y más que beber, me dio la impresión
que besaba la copa, sentí el deseo de besarla, de hacerla mía,
de violarla, era una pasión loca que se despertaba, con esa mujer
maravillosa que es mi madre, me controlé y le pregunté ¿entonces,
no has tenido relaciones con nadie, después de esa tarde? Me miro
y comentó - Si lo que quieres saber es si alguien me penetró
después de ti, la respuesta es NO, tu pene fue el último
que entró en mi vagina, por eso lo recuerdo como si fuera ayer,
no te fui infiel con nadie ¿te basta? No pude resistirme, me acerqué
y la besé en los labios, que se abrieron para contestar mi beso,
nuestras lenguas se juntaron, nos abrazamos y entramos al depto. Nos sentamos
en un sofá con las manos entrelazadas y le pregunté ¿te
puedo llamar Nena? Sí Keno, puedes llamarme como quieras, no sé
qué pasará ahora, pero creo que te amo, entiendo que no es
fácil para nosotros, ya estoy muy vieja y no estimulo a nadie, pero
no podía callarme más. Le miré su bello rostro y le
dije, que no te queden dudas, te veo tal como eres, así madura con
algunas arrugas, con tu cuerpo con más años, pero te amo
igual que antes, igual que siempre y creo que te deseo igual que siempre,
ya no puedo hacer vida con nadie más que contigo, hoy Nenita se
cumplen todos mis sueños, y te juro que te amaré por los
días, meses o años que nos queden de vida.
No teníamos mucho más
que hablar, cuando se había acostado llegué a la cama, abrí
la ropa y me acosté a su lado, me miro sonriendo y me preguntó
suavemente ¿me hago la dormida? La besé en la boca, besé
su cuello, comencé a acariciar su cuerpo que se estremeció
a mi contacto, estaba totalmente desnuda, -quiero que me veas como soy-
me acotó, le respondí déjame reconocerlo con mi boca-
Bajé besándola a su vulva, ahora lampiña, afeitada
de sus últimos pelos, fue un bocado maravilloso, el mismo olor,
el mismo sabor, encontré su clítoris y lo lamí con
la fuerza de años de desearlo, en pocos minutos orgasmó por
primera vez, el segundo vino sólo minutos después, no quería
salir de esa conchita maravillosa, ella levantó sus piernas y mi
lengua lamió su ano con fuerza, -date vuelta, le pedí- ella
se puso boca abajo y le levanté su culo monumental, poniéndola
en cuatro patas, puse mi glande en su ano y me advirtió, sé
cuidadoso, no lo he hecho nunca por detrás, eso me excitó
aún más ¿estás virgen de atrás? le pregunté
- Sí mi amor, no me gusta la idea, pero en nuestra primera noche
no puedo negarte nada. Saqué del velador un pote con crema, le unté
muy bien su ano y me puse en el pene, luego le introduje un dedo con mucha
suavidad, mientras mi otra mano acariciaba su vulva y su clítoris,
la hice relajarse y comencé la penetración, estaba estrechísima,
sus gemidos eran de dolor, pero me excitaron aún más le estaba
desvirgando el ano, me volví loco y comencé a penetrarla
con una fuerza endemoniada, se quejaba de dolor, sus esfínteres
se distendieron y orgasmé como loco, vacié mi semen en su
ano y caí exhausto en su espalda, ella suavemente me retiró
y sacó mi pene ya flácido de su ano, me dijo muy suave, -vamos
al baño, tenemos que lavarnos, miré su ano, estaba lleno
de sangre, igual que mi pene, ¿qué hice? ¿Nena qué
te hice? - Nada, no es nada, vamos a lavarnos, lo que pasa es que soy muy
estrecha de atrás, a mi edad no es fácil. Fuimos juntos al
baño y la mayor sorpresa fue verla desnuda, de pie entrando a la
bañera, por detrás uno podría pensar, que tenía
18 años, su espalda tersa, su cintura estrecha, sus caderas firmes
y sus piernas, pero si era increíble, pese a estar más delgadas
se veían como siempre, sólo al volverse, tenía una
sonrisa de más años, su rostro no representaba 50 años
estaba lleno de vitalidad, las pequeñas arrugas no le quitaban su
belleza, sus senos un poco caídos descansaban en su pecho, pero
siempre grandes, enormes y deseables su vientre terso, su depilada entrepierna
mostraba el tesoro donde estaban depositadas todas mis esperanzas, mis
últimas esperanzas de felicidad, por eso sin pensarlo me tomé
un trago más y pensé, esta noche será larga. Y así
fue, una noche larga de amor, donde nos entregamos todo lo que teníamos,
ella no entendía cómo a su edad podía haber tenido
más de 10 orgasmos y mi pene no aflojaba, Keno, te amo tanto mi
niño, que ahora no me importa nada, quiero vivir para ti. Le enseñé
a chuparlo acariciando mis testículos, hicimos el 69 perfecto, resultó
una magnifica alumna y lo chupaba dando pequeñas mordidas en el
tronco del pene que me hacían gritar, mientras lamía su clítoris,
acabamos juntos, recibió mi semen en su boca mientras los espasmos
de su propio orgasmo me obligaron a sujetar con fuerza sus muslos, mi madre
era la amante perfecta, la pude preparar a mi gusto y la disfruté
a mi gusto, claro que ella hizo lo propio, le cumplí todas sus fantasías,
salvo una que me confesó poniéndose muy roja, me dijo que
le gustaría verme copular con una mujer joven.
Pero esa es otra historia.
Nos encontramos en la próxima
historia de este mi largo navegar
Carlos
Marino Mercante
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Relato: La Espera
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