Anteriormente les platiqu� de como Manuel se cogi� a mi esposa Luisa en mi propia casa sin que ellos se dieran cuenta que los observaba. Que me hab�a masturbado como nunca y que me encant� lo sucedido.
D�as posteriores Manuel nos invit� a una fiesta de sus cumplea�os. Mi esposa me dijo que a ella le encantar�a asistir. Estaba seguro que quer�an coger ese d�a. Solo de pensar en que mi esposa y Manuel me pidieran permiso para bailar, que se acariciaran por debajo de la mesa, que se encontraran en el estacionamiento y que hasta pudieran tener sexo en un descuido m�o, me excitaba tanto y se me pon�a dura la verga y comenzaba a babear. Le dije a Luisa que le confirmara a Manuel de nuestra asistencia.
Lleg� el d�a. Luisa se arregl� muy especial. Desde temprano puse atenci�n en sus movimientos. Lleg� de compras y dej� los bolsos en la rec�mara. Cuando ella se descuid�, registr� lo que hab�a en ellos, buscando ropita interior que se fuese a poner el d�a de la boda. Y as� fue, lo vine encontrando en su bolso de mano. Eran unos calzoncitos diminutos de color fiusha. M�s tarde encontr� la etiqueta de las prenda en el cesto de la basura, lo que significaba que tra�a puesta aquellos diminuta piececita.
Pues bien, ella se puso un vestido corto, descubierto de la espalda y con diminutos tirantitos. Ella tiene unas piernas blancas y bien torneadas que la hacen ver fenomenal. Cuando caminamos por las plazas comerciales, los hombres no pierden la oportunidad para deleitarse con el espect�culo que ella les brinda, principalmente en los aparadores y escaleras mec�nicas.
Llegamos a la fiesta y Manuel nos recibi� con mucho agrado y nos acomod� en una de las mesas m�s discretas. Nos sentamos junto con otras parejas de invitados y Manuel a lado derecho de mi esposa. Nos invit� una copa muy amablemente y retir� por un espacio de unos 20 minutos. Luego regres� a su lugar mientras yo hab�a entablado conversaci�n con Juan y su esposa Jenifer. Nos invit� a aprovechar la m�sica en la pista de baile. Todos nos levantamos y estuvimos movi�ndonos al ritmo de cumbias y otros estilos. Manuel no dejaba oportunidad para tomar de la cintura a mi esposa aprovechando que el baile era suelto y las luces tenues del lugar. Regresamos a la mesa y yo sal� al ba�o con el pretexto de observar que suced�a con Luisa y Manuel. Desde lejos observ� que platicaban muy pegaditos. Al regresar a la mesa le puse la mano en su entrepierna y ella se puso nerviosa. Estaba seguro que Manuel le estaba metiendo mano y acariciando su puchita por debajo de la mesa y tal vez ella tambi�n lo hac�a con la verga de �l.
Luego tocaron muisca para enamorados y bail� con Luisa algunos cinco temas y le dije que estaba algo mareado con el vino y nos fuimos a sentar.
Enseguida Luisa me dijo que si le permit�a bailar con Manuel a lo cual le dije que s� pero que no se fueran de mi vista a lo que ella se sonri� y se fueron tomados de la mano.
Ella se abraz� de Manuel y se peg� a su cuerpo como lo hac�a conmigo cuando �ramos novios. Se mov�an lentamente y ella cerraba moment�neamente sus ojos y �l le susurraba algo al o�do. Ella se abri� el saco, el cual le llegaba arriba de la rodilla pero cubr�a completamente el vestido cortito que se puso ese d�a. Se volvi� a pegar a �l pero esta vez abri� sus piernas un poco m�s. El meti� sus manos debajo del saco y la tomaba de la cintura muy pegaditos. Ella suspiraba fuerte y se mov�a con delicadeza. Tal vez jugaba con sus calzoncitos por encima del vestido. Not� que poco a poco le alzaba la faldita. El hizo un movimiento que revelaba que se estaba sacando la verga. Yo recordaba la vez que los hab�a observado cogiendo en mi casa. Su tranca era grande, gruesa y cabezona con curva hacia arriba. A Luisa le encanta que le pase la verga de un lado hasta el otro, por lo que me imagine que eso era lo que estaba sucediendo en ese momento. Ella estaba montada sobre el fierro de Manuel. Seguro la cabeza le estaba rozando el culito, cosa que tambi�n le encanta. Por un momento imagin� que el cabr�n de Manuel se estaba cogiendo a mi esposas de pie, bailando y al ritmo de la m�sica. La pieza termin� y los m�sicos avisaron que habr�a unos minutos de receso.
Regresaron a la mesa y Manuel se disculp� por tener que ausentarse una media hora ya que deber�a ayudar a su hermana con algunos faltantes de vino y se dirigi� hacia la salida del sal�n.
Mi esposa se qued� callada unos instantes para posteriormente decirme que ir�a a la habitaci�n del hotel para descansar un rato. Le pregunt� si quer�a que la acompa�ara y ella respondi� que no.
-No te molestes mi amor, sigue conversando con Juan. Nom�s me repongo un poco y regreso.
Por su puesto que no le cre� y sigilosamente le segu�. As� fue, Manuel le estaba esperando en un rinc�n apartado y obscuro donde ten�a estacionada su camioneta. En cuanto apareci� Luisa, Manuel la tom� por la cintura, le abri� el saco, le subi� el vestido, le arranc� los calzoncitos y le meti� la verga de un solo golpe. Ella se estremeci� como nunca la hab�a visto y gimi� como nunca la hab�a o�do. Luisa estaba siendo penetrada por Manuel. Ya estaba recibiendo la tranca del muy cabr�n. Los dos se mov�an y se besaban con mucho ardor jugueteando con sus lenguas. �l le acariciaba el cuello, le mord�a las orejitas y con las manos le acariciaba los pechos.
-Manuel, me pusiste bien caliente all� adentro. Soy tuya, m�temela toda...
-Eres una puta Luisa, haces pendejo a tu esposo...el cabr�n es un maric�n que no te coge... por eso andas buscando verga...
-S�, soy una puta y me gusta mucho tu verga...me gusta lo gruesa, ...lo grande,....lo dura,...ahorita soy tuya,...
As� estuvieron por espacio de unos minutos y enseguida Luisa tuvo su orgasmo al tiempo que Manuel aumentaba su ritmo y terminaba dentro de la puchita de ella. Se quedaron abrazados bes�ndose unos minutos para nuevamente iniciar con el juego pero esta vez dentro de la cabina del pickup de Manuel.
La cabrona tom� la vergotota de Manuel y se la fue metiendo suavemente. Cerrando los ojos inici� a cabalgar subiendo y bajando sobre el enorme fierro, mientras Manuel le acariciaba los pechos, le mord�a los pezones, la agarraba por la cintura y la elevaba por las nalguitas.
Me tuve que masturbar con el espect�culo que me daban los cabrones. Mi esposa era una puta. Ya eran dos veces con esta que yo me enteraba que me hac�a pendejo. Pero esta situaci�n me estaba gustando.
Regres� al sal�n antes de que llegar Luisa y Manuel. Cuando ella estuvo a mi lado, discretamente le met� la mano en su entrepierna y me di cuenta que no tra�a sus calzoncitos y estaba a�n h�meda y ol�a a semen de macho. Ella se disculp� y me dijo que ten�a que ir al ba�o otra vez y se retir� algo apresurada.
Voy a propiciar otro situaci�n excitante y luego escribo lo acontecido.
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Relato: Mi esposa y el Vendedor (2)
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