Relato: YO FUI SU PRIMERA VEZ 3
Cuando Susana se marcho, me quede sobre la cama, pensando en ella, en la chica que me hab�a hecho pasar una noche como nunca la hab�a pasado, la inocencia mezclada con el descaro de su curiosidad, me hab�a hecho mella, realmente cuando aquello acabase lo iba a lamentar, pero tendr�a que ser as�, tendr�a que acabarse, la proxima tendr�a que ser la ultima noche, porque ademas empezaba a sentir cosas que me asustaban, cosas que no deber�a de sentir
Durante el d�a no pod�a quitarmela de cabeza, trate de evitar el contacto con sus padres, si llegan a sospechar algo seguro que me matan, as� que procure no encontrarmelos, las horas pasaban lentamente, pensaba una y otra vez como deb�a de ser la ultima noche, como ten�a que hacer de esa noche la mejor, aunque era dificil que fuera mejor de lo que ya era.
Por fin llego la noche, cene algo y sub� rapidamente a la habitaci�n, lo que son las cosas, ahora era yo el que estaba ansioso por verla, ahora era yo el que necesitaba su presencia, verdaderamente estaba cambiandome todo, entre en la habitaci�n y espere, me parecio que hab�a pasado una eternidad cuando ella toco a la puerta, me levante como un resorte del sof� y fui rapidamente a abrirle, ella entro como siempre, con esa sonrisa picarona, como si ya presintiera lo bueno que le esperaba, hola, me dijo, he tardado mas de la cuenta porque he tenido que esperar a que mis padres se acostaran para poder salir, no importa, conteste, lo importante es que ya estas aqu�, como?, me dijo, te das cuenta de que ahora tu tambi�n estas deseando verme?, si, as� es, susana no se que es lo que estas haciendo conmigo, pero reconozco que si esta noche no hubieras venido, lo hubiera lamentado de verdad, su sonrisa se hizo mas grande aun, se acerco a mi y me dijo, pues ya estoy aqu�, y esta noche deseo que me hagas tuya de verdad, quiero que tu seas el primer hombre que entre dentro de mi, ese sera mi regalo, yo la miraba a los ojos, esos ojos que ahora me parec�an profundos, que ya no reflejaban la inocencia de susana, aquella noche todo era distinto, mis sentimientos eran distintos, y ese regalo que susana me ofrec�a tenia que tratarlo con mucha dulcura, espera, le dije, me acerque al ba�o, encend� la luz, deje la puerta entreabierta y apague el resto de las luces, eso hizo que el ambiente fuera mas intimo, me acerque al hilo musical y busque m�sica adecuada, susana me miraba desde el centro de la habitaci�n, y volv� a acercarme a ella, me gusta lo que has hecho, me dijo, quiero que sientas que esta noche pongo tambi�n mi coraz�n en esto, le dije mirandola a los ojos, y poco a poco nuestras bocas se unieron, pasamos un rato all�, de pie, besandonos, sintiendo sus labios, y sintiendo que lo que sent�a era pasi�n, nos abrazamos con fuerza, y mis manos volaron por todo su cuerpo, por cada una de sus curvas, dibujando todo su contorno, para que nunca se olvidaran de como era, para que nunca olvidaran lo que era el roce de su piel, poco a poco nos fuimos desnudando, piel contra piel, cuerpo contra cuerpo, y nuestras manos mobiendose ansiosas por nuestra piel, nuestros sexos se rozaban, y despertaban al deseo, la cog� en brazos y sin dejar de besarla, la lleve hasta la cama, y me tumbe a su lado, ella separo sus labios de los m�os y con una voz muy suave me dijo, hazme tuya, tomame,relajate le dije, ese momento llegara, pero cuando est�s preparada, la llene de caricias, de besos por todo aquel hermoso cuerpo, mis dedos acariciaron su sexo, entraron en el y prepararon el camino, susana cerro los ojos, y comenz� a gemir, el roce de mis dedos dentro de su sexo empezaron a prender la llama, volvieron a sentir como se humedec�a, a sentir el calor que guardaba dentro, volv� a saborear la miel de sus pechos, su cuerpo se aceleraba, su respiraci�n era cada vez mas profunda y su sexo empapado por el placer, en ese momento me puse sobre ella, acerque mi sexo a la entrada del suyo, y con el acaricie los labios que rodeaban la entrada al placer, susana alzo su cabeza y me dijo, t�mame, hazme sentir lo que nunca he sentido, y volvio a dejar caer su cabeza sobre la cama, yo comenc� a introducir mi sexo dentro del suyo, despacio, con cuidado, como el que tiene un objeto delicado entre sus manos, susana solto un gritito que me parecio mas de dolor que de placer, pare un momento para dejarla recuperarse y despu�s continue, y ese gritito se hizo un quejido cuando romp� su virginidad, seguia con los ojos cerrados y su respiraci�n muy acelerada, yo segu� con un ritmo suave, hasta que susana empez� a cambiar los grititos por los gemidos, y el placer hizo que yo me uniera a sus gemidos, fui acelerando el ritmo y la profundidad de la penetraci�n, y los gemidos de ambos en aumento, el tama�o de su sexo hacia que mi pene entrara justo, que el roce fuera total, y eso aumento el placer, yo empujaba cada vez con mas fuerza, ella no dejaba de gemir, de pedirme mas, que no parara, y yo no pod�a dejar de acerlo, pero tenia que parar o aquello terminar�a antes de lo previsto, as� que pare y volv� a tumbarme junto a ella, con la voz entrecortada por la respiraci�n me dijo, me has dado un placer que jamas hab�a sentido, aun no hemos terminado, le dije, aun tengo mas placer que darte, le dije que ahora se pusiera encima de mi, que quer�a sentir su cuerpo sobre el mio, susana se coloco sobre mi, nuestros sexos se volvieron a encontrar y a unirse, mi sexo volvio a entrar en aquel volc�n del placer, la cog� de la cintura para ayudarla y su cuerpo salataba sobre el mio, sus pechos se mov�an descontrolados, y su rostro reflejaba el placer que sent�a, su sexo mojo el mio, gotitas caian por mis muslos y los gemidos volvieron a ser los protagonistas, nos pediamos mas mas mas, y mis manos la sujetaban con firmeza, mis brazos hac�an que su cuerpo se golpeara con fuerza contra el mio, y mi sexo entraba hasta lo mas profundo del suyo, perdimos el control, nuestros cuerpos descontrolados buscaban el placer mas intenso, mis ojos no dejaban de mirarla, de mirar aquel hermoso cuerpo sobre el mio, y como me hacia gozar, yo no dejaba de clavarla sobre mi sexo, se pod�a o�r el golpeteo y susana solt� un grito, un aaaaaaaaaaaaaaaa��������������� que me son� a gloria, tubo su segundo orgasmo y la deje que se acostara agotada, que rico, me dijo, es como si mi cuerpo estuviera en la monta�a rusa, subes subes y de repente la bajada, como si tu cuerpo se desprendiera del suelo, es increible, si, le respond�, no hay nada que te pueda ofrecer lo que el sexo te ofrece, ella volvi� a mirarme fijamente a los ojos, y me dijo, tengo algo que pedirte, lo que quieras, le dije, dudo unos segundos y al fin me dijo, quiero ver a que sabe, quiero te corras en mi boca, claro, le dije, si ese es tu deseo hazlo, para eso estoy para tus deseos, me sonri� y bajo hac�a me sexo, lo cogi� y su boca volvi� a demostrarme lo que sabia hacer, su lengua recorriendolo, entraba y salia de su boca con rapidez, mis ojos clavados en el techo de la habitaci�n, y aquella mujer los hacia ponerse en blanco, hasta que no pude mas, y estallo, mi sexo estallo mientras solt� tremendo gemido, mi semen se derramo en su boca, en sacudidas que hac�an que mi cuerpo sintiera como si le dieran descargas electricas, con la ultima sacudida quede desecho, rendido, desecho de placer, susana se acerco y me dijo, no esta mal, pero me gusta mas el sabor de una tarta de chocolate, yo solt� una risa, mire el reloj y eran las cinco de la ma�ana, uff, pronto amanecera, le dije, a ella el cambio la cara, en ella se reflejo la pena de que aquello se acabara, al ver eso, le dije, no te pongas as�, aun nos quedan un par de horas, as� que aprovechemoslas, ven, vamos al ba�o, ella me miro con intriga y me acompa�o, nos metimos en la ducha y all� bajo el agua volv� a tener a susana, hasta que llego el momento, la despedida, un largo abrazo, un largo beso y la promesa de que jamas olvidariamos aquella experiencia, y no pude evitar el sentir el dolor de saber de que ya jamas volver�a a verla, esa ma�ana cada uno volveriamos a nuestra ciudad y ya seguramente no volveriamos a vernos, y se march� y algo de mi se marcho con ella, pues a pesar de los a�os transcurridos nunca he podido dejar de pensar en ella, siempre hay un momento del d�a en que me acuerdo de susana.
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Relato: YO FUI SU PRIMERA VEZ 3
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