Hace unos d�as lleg� a casa,a pasar unos d�as, una sobrina
que vive en el campo. Tiene 17 a�os y un cuerpo realmente soberbio. Es bastante
inocente, pero tiene unas amigas que son un poco mayores y que estudian en la
Universidad donde yo ense�o.
Anoche, ya tarde, al subir para acostarme pas� frente a su
habitaci�n. La luz del lampar�n estaba encendida y sent� unos murmullos que de
primera intenci�n pens� que eran del televisor que se hab�a quedado encendido.
Empuj� un poco la puerta, que estaba s�lo junta, y el
espect�culo que vi me dej� paralizado.
Teresa, que as� se llama mi sobrina, estaba sentada en la
cama, arrecostada contra la cabecera, con una bata ligera y transparente que
casi ca�a de su cuerpo. Con una mano se acariciaba los senos,que son realmente
bien formados, y con la otra se acariciaba la rajita mientras suspiraba y se
agitaba con evidentes muestras de exitaci�n.
No pude evitar que me viera, pero lejos de molestarse o de
ponerse nerviosa,me dijo:
- Ven t�o,ay�dame. No s� qu� me pasa. Siento un ardor en la
entrepierna que no puedo calmar.
- �Desde cu�ndo lo sientes?
- Hace media hora. Baj� para tomar un vaso de agua y al pasar
te v� en tu escritorio. Tu pene sal�a, tieso, de tu bata, y no pude evitar un
sobresalto agradable, pues es la primera vez que veo uno en la realidad. S�lo he
visto las fotos que tienen mis amigas, pero nunca hab�a sentido este ardor. Ven,
ay�dame, te necesito.
Me acerqu� y le acarici� el rostro. Estaba ardiendo, y sent�
c�mo su cuerpo se contra�a en evidente deseo reprimido. Me miraba anhelante.
- T�o, ay�dame, t� sabes hacerlo. Siempre sue�o contigo e
imagino que me acaricias. Mis amigas me cuentan c�mo sue�an contigo y las pajas
que se hacen pensando en ti.
- Habla despacio, te ayudo un momento porque nos pueden
escuchar; tienes un cuerpo divino que necesita expeler sus deseos reprimidos.
Mientras le hablaba comenc� a acariciar sus senos. Eran
medianos pero duros y redondos, con pez�n sonrosado que cada vez era m�s grande
y duro. Ella gem�a.
-Sigue,t�o, me derrito, siento el ardor entre mis piernas.
C�lmame que no aguanto m�s.
Con la mano derecha acariciaba sus senos, uno cada vez, y con
la izquierda comenc� a explorar la gruta virgen. Una mata venusina, medio rubia,
pero que sobresal�a, inund� mi mano con los jugos que expulsaba su sexo
ardiente.
Lentamente fui explorando, sobando esos labios evidentemente
v�rgenes de mano masculina que lat�an con espasmos de placer. Ella gem�a.
- �Qu� rico, c�mo me gusta, qu� mano deliciosa. S�bame m�s.
Con un dedo entreabr� los labios, pulposos, palpitantes,
mojados, hasta encontrar el cl�toris. Lo tom� entre los dedos mientras ella
saltaba como si una corriente el�ctrica la hubiese traspasado.
-Ahhhh, sigue, m�s r�pido, as�, as�, as�. Qu� delicia,
m�jame,b�same,
ch�pame, revi�ntame, soy tuya. As�, m�s r�pido,qu� rico. Tu
mano es maestra y me est� ense�ando a gozar. As�, as�, as�. Ahhhhh, por fin, qu�
delicia, c�mo me vengo, c�mo gozo,ahhhh.
Despu�s de un momento en que se fue calmando, me dijo:
- Nunca imagin� que ser�a tan rico, y que ser�as t� quien me
lo hiciera, pues muchas noches, en el campo o en la ciudad, al so�ar despierta
te ve�a junto a m� con tu sonrisa embrujadora y me pajeaba pensando que eras t�
quien me acariciaba. Ten�an raz�n mis amigas en decir que eres su mejor
profesor.
- No exageres, es s�lo que estabas exitada y necesitabas
calmar ese ardor que ten�as y que no te dejaba dormir. Ahora descansa, que
ma�ana tienes varias cosas que hacer.
Ya me retiraba cuando me dijo:
- Gracias t�o, �no quieres que te calme? Tienes tu pija muy
dura.
La mir� en silencio y sonre�, pero eso lo cuento la pr�xima
vez.
Quienes deseen pueden escribirme a <POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO>
Les contestar� a todos y a todas.