Un d�a viernes estaba con mi esposo tom�ndome unos tragos en el sal�n de nuestro apartamento, que contaba con una chimenea; las llamas crepitaban, hab�a una suave m�sica de fondo y todo el entorno era acogedor; ambos est�bamos disfrutando de un momento muy rom�ntico. Yo estaba vestida de minifalda negra, tangas blancas, una blusa roja transparente, no llevaba brassier y tampoco medias, ten�a unas sandalias del mismo color que la blusa, pero me hab�a descalzado pues nos sentamos en el suelo al lado de la chimenea. Mi esposo estaba vestido de jeans azules y una camisa negra, con mocasines oscuros y medias azules, y se ve�a muy sexy. Luego de unos cuatro o cinco tragos de ron y de hablar de nuestras experiencias cotidianas nos dio por fantasear imaginando qu� tan excitante ser�a invitar a uno de nuestros amigos de mayor confianza y crear un tr�o sexual; ambos quer�amos tener la experiencia y sab�amos que era en ese momento o nunca; as� que luego de sopesar los pro y los contra, decidimos dar rienda suelta a nuestra fantas�a y llamamos a Fernando: �l es un buen amigo de nosotros, alto, de unos cuarenta y cinco a�os, de cuerpo atl�tico y muy atractivo. Le llamamos por tel�fono e invitamos a nuestro apartamento con el pretexto de que est�bamos celebrando nuestro aniversario y picamos su curiosidad a�adiendo que quer�amos satisfacer una fantas�a er�tica que ten�amos; nuestro amigo crey� que nosotros est�bamos bromeando pero de todas maneras decidi� aceptar nuestra invitaci�n y nos prometi� que en unos cuarenta minutos estar�a tocando la puerta de nuestro apartamento.
La espera se torn� excitante, pues continuamos bebiendo el ron ya que el licor nos serv�a de pretexto para liberarnos del tab� de los prejuicios. Cuando timbr� el cit�fono y desde la porter�a nos anunciaron la llegada de nuestro amigo, yo estaba ligeramente bebida y me sent�a sexualmente dispuesta a gozar de la aventura que hab�amos programado; sab�a tambi�n que mi esposo concordar�a conmigo en hacer que los eventos que iban a ocurrir fueran memorables para ambos.
Cuando lleg� Fernando, mi esposo se levant� del suelo al o�r el timbre y fue a abrir la puerta; yo que me qued� sentada en el piso, con las rodillas levantadas y las piernas plegadas contra mi cuerpo lo que hac�a que la minifalda se subiera por los muslos y su pliegue llegara casi hasta el borde de mi tanga blanca, circunstancia que Fernando no dej� de apreciar cuando se dirigi� para saludarme hasta el lugar en que yo estaba; luego de besarme en la mejilla, Fernando se sent� justo al frente m�o, lo que le permit�a observarme a placer, dado que hab�a suficiente luz en la habitaci�n para que pudiera mirar mis desnudas tetas bajo la blusa transparente y mis gruesos muslos que enmarcaban una diminuta tanguita blanca. H�bilmente, mi esposo, con la excusa de ir a buscarle un whisky a nuestro invitado se march� de la habitaci�n dej�ndonos solos; para ese momento yo ya estaba muy excitada pues observaba que Fernando no pod�a quitar sus ojos de mi cuerpo, devor�ndolo con la mirada; aprovechando la situaci�n, Fernando se me acerc� y me dio un r�pido beso en la boca que me hizo erizar el cuerpo; �l not� que me estremec� y que no hice ning�n comentario sobre su fugaz ocurrencia y se acerc� m�s a m�, quedando, de frente, a escasos cent�metros de donde yo me hallaba; me dijo que yo estaba muy buena y que estaba feliz de poder satisfacer la fantas�a conmigo y estirando sus manos comenz� a acariciar mis senos, sobre la blusa, que ya para ese momento hab�an crecido su tama�o debido a la excitaci�n que sent�a y los pezones estaban m�s oscuros y erectos. Yo me tir� un poco hacia atr�s y extend� mis piernas abri�ndolas a lado y lado por lo que Fernando qued� como atrapado entre mis muslos; �l aprovech� mi posici�n y comenz� a acariciar con una mano uno de mis muslos mientras la otra continuaba apretando y sobando mis senos; sus caricias me estaban excitando mucho y ya sent�a mi chimbita mojada. Yo empec� a acariciarle su chimbo, por encima del pantal�n, y lo sent� muy grande como si quisiera salirse de la prenda.
La mano de Fernando sigui� su camino exploratorio subiendo por uno de mis muslos hasta tropezar con el borde de mi tanga; al llegar a mi pubis comenz� a tocarlo y a apretarlo, para luego pasar uno de los dedos bajo el borde del el�stico y comenzar a introducirlo dentro de mi hueco vaginal; su �ntima caricia me ten�a delirando de placer, el cual se acrecent� cuando decidi� acariciar mi erecto gallo; sus toqueteos r�pidamente me llevaron al borde del orgasmo, por lo que comenc� a gemir quedamente y a instarle a que siguiera con sus caricias.
Luego, �l me pidi� que me sentara en el sill�n que se encontraba no lejos de la chimenea y luego de obedecerle, ya sentada, se arrodill� frente a m�, me abri� de piernas y comenz� a subir sus manos por mis muslos; yo sent�a que chorreaba mis jugos y �l poco a poco fue acercando una de sus manos a mi peluda chimba mientras que con la otra acariciaba mis senos. De pronto, Fernando meti� dos dedos en mi chimbita y yo gem� de placer y le ped� que me diera una mamada.
Mientras pasaba todo esto, yo sab�a que mi esposo nos estaba observando y que se masturbaba con placer pues hab�amos planeado previamente la escena. Estar�a escondido junto a la puerta, mirando como Fernando, de rodillas, me hac�a gemir de placer al incrustar su mano en lo profundo de mi peluda gruta.
H�bilmente, Fernando me baj� mi tanguita blanca y empez� a darme la mamada del siglo. Yo me sent�a morir al mismo tiempo que le ped�a que no parara y �l me dec�a: �Disfruta puta que te voy a sacar toda la leche�. Yo gritaba de placer al sentir como su lengua tocaba mi cl�toris enloquecido para luego bajar y meterse en mi hoyo vaginal, combinando su caricia lingual con los dedos que entraban y sal�an r�pidamente de mi h�meda cueva; era tanta mi excitaci�n que sus toqueteos me llevaron a tener un orgasmo r�pidamente; grit� y grit� al sentir mi venida y qued� como aletargada mientras �l continuaba con sus caricias; de pronto, �l me pidi� que me pusiera en cuatro pues quer�a cabalgarme ya que no hab�a descargado. Le obedec� en el acto, bajando del sill�n al suelo y coloc�ndome en una posici�n desde la que esperaba que mi esposo pudiera ver la penetraci�n que mi amante estaba por darme. Fernando abri� la cremallera de su pantal�n, sac� su erecto aparato y lo meti� con fuerza en mi cuevita mientras yo gritaba, enloquecida de placer, al sentir la gruesa verga que taladraba mi vagina. Pasaron unos minutos en los que disfrut� como una pose�da mientras mi amante met�a y sacaba su grueso ariete, provoc�ndome deliciosos est�mulos y sensaciones, que se incrementaban todav�a m�s al saber que mi esposo tambi�n estaba gozando como nunca, observando la escena que yo le estaba proporcionando. El placer era sumamente intenso y comenc� a estar atenta a las se�ales de la descarga del macho pues quer�a que mi esposo observara su venida sobre mi culo y espalda; por eso, cuando Fernando estuvo a punto de tener su orgasmo le ped� que me sacara su pene de mi cueva, pero pens� que mi esposo querr�a ver el derrame de otra forma, as� que le dije que me diera su venida en mi cara; �l se levant� y yo, incorpor�ndome, qued� arrodillada frente a �l y comenc� a chuparlo; mov�a mi lengua acariciando la roja cabeza de su pene, para luego succionarla con mis labios, mientras una de mis manos acariciaba la piel de su tallo, subi�ndola y baj�ndola en forma acelerada; el tratamiento hizo que Fernando empezara a gemir y a mover sus caderas tratando de incrustar su pene m�s hondo dentro de mi boca; luego de algunos minutos y cuando sent� que me daba su venida me lo saqu� de la boca y dej� que su semen se derramara sobre mi rostro. Gruesos grumos de leche blanquecina cayeron en mi rostro y quedaron depositados en mi nariz, labios y mejillas.
Cuando cesamos nuestro acto sexual nos dimos cuenta que mi esposo estaba teniendo un incontrolable orgasmo pues lo delataron sus gemidos, que o�amos claramente desde el lugar en el que nos encontr�bamos.
Yo me levant� del piso limpiando mi cara con la blusa y me acerqu� hasta donde se encontraba mi esposo y le di un beso con mucha pasi�n; �l me abraz� con ternura y me dijo que le hab�a gustado mucho la escena que acababa de ver y le pidi� a Fernando que esperaba que se repitiera otro d�a, pero que para esa ocasi�n �l tambi�n participar�a pues quer�a vivir la fantas�a de observar a su esposa trag�ndose por la chimba y por el culo dos gruesas vergas.
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Relato: UN BUEN VOYEUR
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