(Continuacion de mi primer relato Mujer al fin : Primera vez)
Mi primera vez hab�a pasado y a cada contracci�n provocada de mi esfinter un dulce dolor se presentaba que me hacia rememorar el momento inolvidable de mi defloraci�n. Me sent�a ilusionada, un poco enamorada y casi una mujer realizada.
L�stima que la historia con Alberto casi no tuviera tiempo ni de empezar. Aunque le ped� mantener nuestro secreto, al d�a siguiente todos en el colegio sabian lo que habiamos hecho y me inundaban de propuestas indecentes que yo no pod�a aceptar. Negu� todo llegando incluso a liarme a golpes con alguno para defender mi pretendido honor felizmente mancillado.
Despues del infierno inicial, a los pocos dias las cosas se calmaron; con Alberto casi no volv� a hablar y pretend� olvidar todo lo sucedido.
Pero Alberto hab�a introducido literalmente dentro mio el gusanillo del deseo que no pod�a olvidar.
Al poco tiempo continu� a vestirme con las ropas de mi madre y a masturbarme con los recuerdos de mi iniziaci�n.
Mam� trabajaba y en las tardes a solas endosaba las ropas mas atrevidas que encontraba. Peinaba mis cabellos un poco largos y me maquilllaba, sombras y lapiz labial me hac�an lucir como la ni�a que quer�a ser. Me encantaba un vestido negro de mi madre que me quedaba entallado; con medias negras y zapatos de tacon me paseaba por la casa practicando movimientos delicados y sensuales, imaginando esperar a mi amante que llegar�a y me har�a suya, y yo me brindar�a sin restricciones a �l y a sus deseos.
Necesitaba mostrarme y ser admirada. No sab�a como hacer.
Un d�a mam� me dijo que no vendr�a a dormir por unas necesidades de su trabajo (?). Le dije que comprend�a perfectamente y que no se preocupara por mi.
Decid� salir a la calle esa noche vestida.
Me maquill� muy natural, no quer�a ser demasiado llamativa. Me depil� empezando por las piernas, me quedaron tan suaves y regias que continu� con todo el cuerpo. Me puse un brassier de copas y una tanga diminuta, el vestido negro, medias y zapatos y estaba casi lista. Lapiz de labios y un par de aretes de presi�n, un bolso negro donde met� algunos articulos de mujer, �ltimos retoques a mi maquillaje, unas gafas oscuras para evitar que alg�n vecino me reconozca y listo, solo quedaba escoger el momento adecuado para salir.
Me decid� y sal� de casa a eso de las nueve de la noche, camin� lo mas rapido que pude, emocionada y nerviosa. Cuando me alej� unas cuadras, me calm� y empez� a caminar mas lento y pausado, contonenado las caderas y disfrutando mi momento. El viento se escurria entre mis piernas deliciosamente, la calle luc�a diferente y mis oidos captaban todos los sonidos como nuevos.
Extraje del bolso un espejo para contemplarme, feliz y radiante segu� caminando. Algunas personas me dirigian miradas y yo sonre�a a todos, algunos me dec�an cosas que no entend�a pero emocionada las aceptaba sin responder.
Conforme conmigo misma, volv� a casa. Hab�a liberado a Karina, la hab�a mostrado al mundo y el mundo se hab�a mostrado conforme conmigo. Esa noche en casa, disfrute de mi orgasmo como pocas veces, y decid� repetir esta experiencia tan pronto como pudiera.
Las ausencias de mam� en las noches por trabajo (?) se hicieron mas frecuentes y a cada ausencia yo repet�a mis paseos llegando cada vez un poco mas lejos.
Una noche en que yo paseaba as� vestida y maquillada, un se�or de unso 40 a�os se me acerc� y me pregunt� si conoc�a una direcci�n. Le dije que no era muy lejos de donde estabamos y le indiqu� el camino. No entendi� mis indicaciones y me pidi� si lo pod�a acompa�ar en su carro, atrevida le sonre� y acept�.
En el auto, me sent� con las rodillas pegadas como toda una se�orita y le d� las primeras indicaciones.
Disculpa si te lo digo, pero te he visto otras veces caminando por aqui y siempre me has parecido muy hermoza � me dijo.
Entonces, no necesita mis indicaciones? - pregunt�.
No, fu� solo un pretexto para poder conversar contigo. Me llamo Antonio
Yo soy Karina, mucho gusto. Creo que es hora que me baje.
No, espera. No te gustar�a ir a mi casa. Tengo algunas cosas que se que te gustaran. No es lejos y despues yo te traigo de vuelta.
Antonio quer�a llevarme a su casa, no lo conoc�a y yo sab�a que era un riesgo aceptar. Lo observ�, era mayor para mi, tambi�n me pareci� guapo y bien formado de cuerpo, educado y amable. Si, me gustaba este hombre. El recuerdo de Alberto y lo que hicimos vino a mi mente y deseosa de repetir la experiencia acept�.
Antes debo decirte que no soy una verdadera mujer. - confes�
Ya lo s�. No te preocupes por eso, a�n me pareces mas hermoza as�.
Llegamos a su casa, un departamento sobrio y bien amoblado. Sab�a a lo que ven�a y esperaba que me seduciera. Me sent� en el sof�, cruc� coquetamente mis piernas y me quede observandolo.
Se sent� a mi lado, aspiro mi perfume y me dijo que ol�a divinamente. Que hab�a quedado prendado de mi desde la primera vez que me vi� y que le parec�a un sue�o que esuviera alli con �l.
Le pregunt� por lo que hab�a ofrecido mostrarme y que hab�a asegurado que me gustar�a.
Esas cosas estan en mi cuarto, ven conmigo y te las muestro.
Me tendi� la mano y me ayud� a incorporarme. Me mostr� el camino a su habitaci�n y me dirij� hacia all�. Entrar en la habitaci�n de un hombre me pon�a nerviosa y excitada, Antonio me segu�a muy de cerca, alcanzaba a sentir su respiraci�n encima mio, y esto me encend�a a�n mas.
Entr� en la habitaci�n, hab�a un ropero grande y una cama bien arreglada. Un golpe de miedo me asalt�, di la vuelta intentando huir y me top� con Antonio quedando nuestros cuerpos pegados. El me rodeo con sus brazos por la cintura, me presion� a�n m�s hacia �l, acerc� su rostro al mio y luego de aspirar profundamente el olor de mi perfume me susurr� al oido: �En el ropero hay prendas que estoy seguro que te quedaran esplendidamente�.
Me deje llevar por el momento m�gico, lo observ� a los ojos y le di un tierno beso en los labios. Sin soltarme correspondi� a mi beso, mis dos brazos rodearon su cuello y nuestros besos lentamente fueron transformandose de tiernos a apasionados. Yo me presionaba contra el para sentir su pecho pegado al mio y �l aprisionaba mi cintura haciendome sentir a travez de sus ropas la dureza creciente de su viril excitaci�n.
Lo despoj� de la camisa, sus pectorales impresionantemente bien formados y llenos de vellos me informaban que ten�a un hombre de verdad delante mio y dispuesto a hacerme su mujer. Me di� la vuelta, bajo el cierre de mi vestido y lo dej� caer, me quit� el sosten dejandome en tanga y medias, pegu� mis nalgas a sus partes frotandolas, en un intento de percibir su dureza, de adivinar el tama�o de su musculo y buscando de saborear en anticipo el placer que esperaba.
Casi desnuda y decidida a entregarme como mujer nuevamente, me separ� de Antonio, me arrodill� delante a �l, desabroch� torpemente su correa y su pantalon, ansiosa deslic� sus ropas saltando hacia mi un miembro musculoso y enorme como nunca hab�a visto, imponente y orgulloso, no estaba completamente erecto y ya luc�a impresionante. Mis ojos reflejaron asombro y por un momento qued� paralizada del susto, pens� en mi casi virginal agujero y lo que le esperaba. Me repuse rapidamente, lo tom� con mis dos manos y no alcanzaba a cubrirlo en su totalidad, pas� mi lengua por su rojiza cabeza, algo de liquido brotaba de ella el cual sabori� con excitaci�n. Con mis labios acariciaba este mastil y con gula intent� introducirlo en mi boca. Extasiada mam� y engull� lo m�s que pude de �l, disfrutaba el tama�o colosal de esta verga, lo ensalibaba, lo acariciaba con mis manos, lo besaba de arriba a abajo, lo mord�a delicadamente, sobrevinieron algunas arcadas las que controlaba para continuar con mi tarea. Empe�ada en mi tarea, Antonio me dejaba hacer por que lo disfrutaba y me animaba a que continuara diciendome cosas como: �Asi mi ni�a,siii �, �Que dulces labios tienes�, �Cometela que es toda para ti�.
Luego de interminables minutos de haber engullido y saboreado su falo, Antonio me hizo incorporar, me llev� a la cama, me recost� boca arriba, me despojo la diminuta tanga y empez� a succionar mi peque�o miembro erecto de la excitaci�n, de diminutas dimensiones comparado con el suyo no tuvo problemas de engullirlo plenamente; al mismo tiempo introduc�a sus dedos en mi, lo que soportaba con algo de fastidio y con mucho de placer. Mi excitaci�n era tanta que le ped� que se detuviera pues no quer�a llegar al orgasmo tan prematuramente.
Antonio tomo un frasco de lubricante y se lo aplic� en su tranca, yo recostada en la cama lo observaba embelesada y entregada.
Luego aplic� otro poco de lubricante en la entrada de mi orificio y un poco mas adentro mio introduciendolo con sus dedos que a estas alturas gozaba como si fuesen peque�os falos preludios del grande que estaba por entrar.
Yo dejaba hacer a Antonio, lo observaba con ojos de pasi�n suspirando a cada maniobra que realizaba.
Coloc� el pollon en la entrada de mi gruta y presion�, yo me relaj� para favorecer el empalamiento pero el dolor era enorme e instintivamente me retir�. Antonio no se inmut�, volvi� a colocar el falo en posici�n y presion� con fuerza, sent�a que me abria las entra�as, soporte estoicamente la penetraci�n, me relaj�, mis carnes cedieron y percib� que su cabeza hab�a logrado finalmente ingresar en mi. Antonio detuvo la presi�n, esperando a que me acostumbrara al grosor del miembro.
Lanzaba ahogados quejidos de dolor, alguna lagrima asom� a mis ojos, y una contracci�n de mi esfinter tir� fuera mi invasor. Con algo de alivio y mucho de desilusi�n le dije:
Es muy gruesa, no entra
Solo si tu lo quieres � me dijo
Y yo quer�a. Alc� mis brazos invitandolo a que se echara encima mio. As� lo hizo, nos besamos apasionadamente, sentia su dureza entre mis nalgas y su peso sobre mi cuerpo, alc�las piernas y las puse sobre sus hombros, lo mir� desafiante y le dije: �Perforame hasta el fondo�.
Esta vez, Antonio introdujo su cabeza con mas facilidad y no se detuvo, introdujo algunos centimtros mas, quizas por que se lo ped� o quizas por su propio peso y me sent� llena e invadida totalmente, el dolor era fuerte pero m�s era mi calentura y mis deseos de ser poseida asi que soport� tercamente a mi hombre y relaj� lo mas que pude mi cuerpo respirando agitadamente y quejandome deliciosamente. El lubricante eficientemente aplicado ayudaba a deslizarse dentro mio la longitud del procaz falo. Cerr� mis ojos, no percib�a sonidos, no sent�a nada mas que los centimetros que me inundaban y que interminablemente continuaban ingresando. Hasta que sent� la pelvis de Antonio pegada a la mia. Nos quedamos quietos instantes eternos, Antonio me besaba y su lengua recorria mi cuello y mis oidos. Yo soportaba, soportaba. Esperaba que mi cuerpo se adaptara al calibre de este ca�on, que mi esfinter acogiera la embergadura de la descomunal bestia introducida: Mi ano se contraia con la vana esperanza de expulsar al invasor, pero estba demasiado dentro como para que tuviera alguna posibilidad de exito.
Finalmente, el dolor empez� a ceder y aunque el fastidio permanec�a, era mas que soportable y la pasi�n se incrementaba. Retir� mis piernas de los hombros de Antonio y lo abrac� con ellas por la cintura, inizi� un movimiento bamboleante con mis caderas de modo que mi agujero se deslizaba a travez del ferreo musculo que lo llenaba.
Antonio se incorpor�, y empez� a moverse tambien, clavandome de placer, sus manos frotaban mis pechos incipientes y aprisionaban mis pezones hasta dejarlos rojos de excitaci�n.
Sus movimientos se hicieron mas largos y el placer que esto provocaba en mi era infinito. Retiraba su hombr�a sin salirse de mi e introducia casi de golpe hasta el mango, y con cada arremetida yo suspiraba y exclamaba de pasi�n. Al poco tiempo Antonio se movia casi freneticamente dentro mio y yo loca del extasis no pod�a contener la lujur�a que me invad�a con sonoras exclamaciones de extrema calentura.
No pod�a resistir mucho mas y le ped� suplicante que se detuviera, mi cabeza estaba a punto de explotar por el placer inflingido y necesitaba descansar un poco. Antonio se retir� de mi y sent� un gran vacio dentro que casi inmediatamente me sent� arrepentida de haberselo pedido.
Antonio se recost� en la cama, el tremendo falo totalmente erecto se ve�a descomunal y lo bese y acarici� a saciedad. Mi culito a�n ardiente ped�a mas y yo quer�a darle mas. Me sent� encima de cara a �l y me clav� yo misma, Mi ano ya abundantemente dilatado no hizo mayor esfuerzo en recibir otra tanda de invasi�n, mis entra�as gozaban el roce total y cabalgu� a Antonio con frenes� y sin limites. Tanto placer dentro mio y tanta locura desbocada hicieron que el extasis llegara a mi, saboreando un orgasmo infinito que me inund� completamente cayendo rendida sobre el pecho de mi amado sollozando y gimiendo de placer. Antonio me acogi� entre su brazos, tom� mi nuca con sus manos y nuestras bocas se unieron en un sin fin de besos, nuestras lenguas se comian mutuamente mientras me perforaba con inusitada vehemencia y sin compasi�n alguna. Otra vez sent� mi cabeza estallar, el placer era intenso e incontrolable. El musculo interminable entraba y salia a un ritmo vertiginoso, no me era posible resistir mucho mas, me sent� morir de placer, otro orgasmo lleg� a mi, tan infinito como el primero y la maquina de lujuria que me aflig�a no parec�a tener fin.
Extenuada, sodomizada y casi perdiendo los sentidos, esperaba que Antonio terminase y al mismo tiempo esperaba que este acto de amor no tuviera fin, que se prolongara al infinito orgasmo tras orgasmo. Antonio continuaba castigandome y la dulzura de este castigo me mantenia viva, hasta que sus brazos se aferraron con fuerza a mi cuerpo, sus musculos se tensaron hasta la rigidez, sab�a que el momento de mi Antonio se ven�a y con una �ltima arremetida que me pareci� llegar hasta el coraz�n estall� dentro inundandome con ardientes liquidos y con cada embestida sucesiva mas liquidos quemaban mis entra�as. Sent�a dentro mio el palpitar del extasis de Antonio y con toda la longitud de su verga dentro mio expandiendose repetidamente alcanc� un definitivo orgasmo, dulce e interminable, como las contracciones de Antonio, cada movimiento prolongaba mi orgasmo, cada gota de placer derramada dentro mio prolongaba mi orgasmo, cada beso que recib�a prolongaba mi orgasmo, cada ulterior arremetida prolongaba mi orgasmo. Orgasmo no tan fuerte, no tan intenso pero orgasmo al fin.
Nos quedamos en esa posici�n relajandonos, respirando pausadamente, yo saboreando mis orgasmos que aun levemente continuaba a percibir, sent� la dureza del musculo de Antonio disminuir y deslizarse fuera mio con un �ltimo lejano orgasmo.
Ahora no quedaba mas que reponernos, vestirme, esperar que Antonio me lleve a mi casa y continuar con mi vida.
Esperaba volver a ver a Antonio y saborear la felicidad de sentirme su mujer.
Esperaba.
Escribanme a gatitalima21 en hotmail com
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Relato: Mujer al fin : Es muy gruesa, no entra.
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