A LA CAMA CON EL CHINO
Mi horario de trabajo era de doce del mediod�a a ocho de la
noche. Mi ocupaci�n era la de lavacopas, pero tambien lavaba vajillas cubiertos,
vidrios, ollas y otros elementos en un restaurante de unos chinos de Taiw�n, de
esos de tenedor libre, por un precio fijo.
El trabajo era rutinario, casi insalubre y mal pago pero no
ten�a otra alternativa . A mis 20 a�os reci�n cumplidos, no consegu�a nada mejor
por ese entonces y adem�s me quedaba cerca de la casa de mis t�os con quienes
viv�a.
Desde los primeros d�as, me d� cuenta que el chino de la
caja, de buena estatura y mas bien gordito y agradable, simpatizaba conmigo.
Como su conocimiento del castellano era limitado y por supuesto yo no hablo
chino, nos comunic�bamos mas por gestos, por miradas, por palabras sueltas y
hasta con el poco ingl�s que yo hab�a aprendido en el colegio.
Las culturas podr�n ser diferentes pero el chino la miraba
con cari�o, o sea le gustaba la pija, amaba la poronga, deseaba la garcha , esto
es se la com�a doblada. Me miraba y parec�a que se la quisiera comer , me ten�a
muchas ganas. Pero parec�a luchar contra sus principios morales y con el
cumplimiento de su deber.
Yo en esa �poca era mas desenfadado que ahora, viv�a
caliente, a cada rato me picaba el culo y buscaba alguien que me rascara la
comez�n. Me encantaba la ropa muy ajustada, que marcara bien mi culo gordo y
parado y mi pija gruesa y cabezona. Por eso me gust� que el uniforme que me
dieron el primer d�a me quedara muy justo de culo, porque me marcaba el orto
como si lo envolviera para regalo y obten�a muchas miradas y hasta algunas
proposiciones de los tipos. "Papito qu� culo para inaugurar inodoros.".... "Ese
culo es para quedarse a pasar las vacaciones".....
Al chino de la caja yo lo llamaba Tincho, porque me hac�a
recordar a un rengo de mi pueblo, con su pelo pincho , sus facciones oscuras y
sus ojos negros, que ten�a ese sobrenombre.
Cuando lo saludaba a la ma�ana , le dec�a hola Tincho y el me
respondia lo mismo como si fuera un eco. Hab�a una barra enfrente de la caja, y
me tocaba lavar las copas y vasos de alli y mientras lo hac�a lo miraba y el a
mi. Por momentos nuestros ojos se encontraban y yo no sab�a que significaba la
mirada de los ojos insondables del oriental.
Yo le sonre�a y le hac�a ojitos y trataba de ponerlo inc�modo
pero discretamente , no quer�a perder mi empleo , y Tincho no desviaba los ojos
y contestaba a algunas de mis sonrisas.
No voy a decir que el chino me calentara en ese momento ,
pero se fue creando un clima caldeado entre nosotros. Yo viv�a caliente y se ve
que el chino no coj�a , porque a diferencia de otros de los due�os, no ten�a
novia ni mujer.
Por ese entonces, hab�a conocido en un boliche a un tipo que
dec�a ser gerente de un banco extranjero, Ernesto, que siempre andaba muy
ocupado y no ten�a tiempo para coger. Por eso yo viv�a excitado y al palo y
salvo una buena paja no ten�a manera de satisfacer mi deseo, desahogar mi
pasi�n, expulsar mi leche calentita y so�adora o sea mojar la batata o el
boniato seg�n se dice en cada pa�s..
Me pajeaba pensando en Ernesto, en su f�sico flaco y
trabajado , siempre bronceado por lampara solar, en sus piernas gruesas y
suaves, en su pecho lampi�o , en sus ojos marrones luminosos y brillantes, en su
manos suaves que me acariciaban maravillosamente. Y en esa manera salvaje y
morbosa de cogerme.
El chino a todo esto estaba ya listo para el horno. Yo le
hac�a sonrisas, movia el culito cuando pasaba cerca y �l se re�a se re�a pero en
su pantal�n se notaba cierta actividad de su pija chop suey., chau mien, chau
fan
Una tarde , la due�a, una china mala y ya entrada en a�os a
la que yo llamaba Agripina, para la hilaridad de todo el resto del personal , me
pidi� que limpiara los tubos fluorescentes que estaban a gran altura. Para estar
m�s c�modo me puse unos shorts blancos bien cortos que ten�a , sin ropa interior
y unas zapatillas c�modas.
Tincho se qued� a mirarme mientras hac�a el trabajo , y me
miraba lascivo y expectante, por lo que al subir la escalera para alcanzar los
tubos, me permit� sacar el culo bien para afuera de modo tal de no pasar
desapercibido. A medida que limpiaba cada tubo sub�a y bajaba escalones y el
chino no se perd�a detalle alguno. Eso si, no se le ve�an las manos..... El
sentado en la caja y yo montado en la escalera , subiendo sugestivamente cada
escal�n y en un momento mi short se baj� unos cent�metros por el esfuerzo y el
principio de la raya de mi culo se comenz� a ver y empec� a oir los gemidos del
chino que se estaba pajeando enloquecido con la visi�n de mi culo blanco y
gordo, de la forma en que yo sub�a y bajaba, de mis piernas fuertes, ahhh mmm
ahhhhhhh mmmm ahhhhh mmmahhhhh.
Al rato se ve que acab� porque sali� corriendo por el sal�n
en direcci�n a los ba�os y no volvi� en toda la tarde.
Esa noche no me salud� cuando me iba y al d�a siguiente no
estaba en la caja.
Hac�a una semana que no ven�a y ya pens�bamos que no volver�a
nunca m�s, cuando le pregunt� a Agripina por Tincho (que era su cu�ado) y me
dijo que estaba enfermo.
Pusieron otro cajero, un chino bajito y flaco pero nada
simp�tico , y empec� a sentir la ausencia de Tincho, sus sonrisa, sus miradas,
su risa, sus pocas palabras mal pronunciadas y lo fui a visitar a su casa. Tard�
en abrir la puerta y cuando lo hizo lo v� p�lido demacrado, triste. Me dio a
entender que no quer�a verme y me decia Vete Vete...
Pero no me fui, lo acompa�� hasta su cama, y arregl� el
desorden existente, botellas ropas colillas de cigarrillos, y comenc� a limpiar
desde los pisos a los ba�os, abri las ventanas para ventilar, segu�a siendo el
lavacopas del restaurante, pero no me importaba.
El chino se qued� dormido pero una vez que yo le cambiara las
s�banas y lo mudara de ropas, y me acost� a su lado, y dorm� un rato y el chino
me despert� mir�ndome con sus ojos impenetrables. Me cont� de su enfermedad
(enterocolitis) , de la terrible verg�enza que sent�a por haberse masturbado con
otro hombre (yo) , y que quer�a ser amigo conmigo.
Yo le dije que si a todo y me abrac� a el . No me rechaz�, ni
me dijo nada. Solo se dej� abrazar.
Esa noche so�amos juntos, en un mundo mas claro y brillante
donde sus brazos pudieran abrazarme sin esconderse, sin temor ni verg�enza,
donde nuestros besos pudieran ser intensos y calientes, y donde su pija pudiera
entrar en mi orto para plantar estrellas, para sembrar margaritas, para edificar
puentes que no separen sino que unan a la gente. Y los dos al mismo tiempo
so�amos con un sexo h�medo y pegajoso, muy ardiente y profundo, sin vocabulario
ni otro lenguaje que el del amor humano mas extenso. Y al despertarnos nos
besamos , nos abrazamos, nos amamos por horas.
Poco tiempo despu�s Tincho se volvi� a Taiw�n.
galansoy.
Gracias por las notas, mails y comentarios que me han hecho
llegar. Si les gutt� este relato escr�banme a
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO, y si son tan
amables , valoren mis relatos
Gracias.