Relato: Semana sexual (II) Luego de una tarde de lujuria interminable: unas tres horas
de sexo donde se contaron 3 orgasmos m�os y 3 de Dulce, probamos sexo oral,
vaginal y anal y nos dormimos juntos, tirados, desnudos en un sof� unos 40
minutos, yo con mi cabeza recargada en sus blandos senos, era hora de ir a
preparar la tina, mientras ella se ofreci� a preparar algo de cenar.
Llegu� desnudo al ba�o que est� en el cuarto de mis padres,
me encant� ver mi pene fl�cido y cansado de horas de sexo y mis test�culos muy
grandes, muy abajo en mi escroto, casi sali�ndose del cuerpo a�n para protegerse
del gran calor que mi organismo albergaba. Abr� la tina y empez� a llenarse,
plane� llenarla s�lo hasta la mitad (no quer�a perder de vista un segundo los
senos delicados de mi amiga, nueva compa�era sexual), en eso lleg� Dulce que se
paseaba tambi�n vestida s�lo con su desnudez, me excit� verla en los grandes
cristales del ba�o (la tina est� situada justo en medio de un largo cuarto con
espejos), pase�ndose, esta vez not� que sus nalgas eran un poco m�s blandas de
lo que supuse, y tal defecto no mengu� en lo m�nimo mi deseo por ella, al
contrario, empezaban a excitarme tambi�n sus defectos.
Se agach� a tocar el agua, mostr�ndome sus nalgas y dej�ndome
adivinar un poco de su vulva cerrada como flor que a�n no florece, y luego
volte� y me dijo, Un poco m�s caliente, por favor, y me sonri�, y agreg�, vengo
a decirte que no encontr� vino, �tienes?, le dije que s� y ella regres� a la
cocina mientras yo bajaba a la cava, mi padre siempre ha sido aficionado de la
buena bebida, aunque yo no le he aprendido demasiado, tom� una botella de vino
tinto de una gran repisa donde hab�a muchas otras iguales, esperando as� que no
notara su ausencia, era una botella vieja, empolvada, cuando la tom� me excit�
la idea de transgredir con ella alg�n orificio de Dulce, pero nunca me atrev� a
hacerlo, tambi�n tom� una de vino blanco.
Sub� y fui directo a la cocina, Dulce estaba sentada en una
silla alta, junto a la barra que funcionaba como antecomedor, mezclando lechugas
y algo de granos de elote, estaba sentada con las piernas flexionadas (sus pies
estaban en el travesa�o del banco), pod�a ver su peque�a vulva (as� se antojaba
peque�a) resguardados sus labios menores, su fino vello p�bico extendi�ndose en
l�nea recta hacia su ombligo. Tuve un impulso casi incontrolable de hincarme y
empezar a lamer su vulva con mi lengua, de acariciar su espalda hasta el
inminente nacimiento de sus caderas, pero s�lo me acerqu� y le bes� la frente,
ella lami� mi barbilla. Tienes quesos, pregunt�, S�, y saqu� del refrigerados
tres quesos distintos, ya rallados que ella los esparci� desenfadadamente sobre
la ensalada.
Le dije que pod�a dejar eso para el momento, si le parec�a
pod�amos ba�arnos antes de cenar, ella accedi�, s�lo corrigi�ndome en algo,
Quiero que me ba�es t�, me dijo. Entramos al cuarto de ba�o de mis padres, me
excit� otra vez s�lo con la imagen de nuestros cuerpos desnudos en el espejo,
ahora pod�a ver el desnudo cuerpo de Dulce pase�ndose con su erotismo natural,
un erotismo bestial. Ella se pase� por el cuarto mir�ndose en los espejos,
desenfada, como si estuviera sola, se mir� en uno y en otro, all�, alz�ndose las
tetas, sumiendo a�n m�s su plano vientre, aqu� y all� vi�ndose de espaldas,
parando sus nalgas, que ahora ya pod�a contemplar con toda la belleza de su
imperfecci�n.
Cada vez su cuerpo se me revel� con una belleza m�s natural y
espont�nea, y ella se agach� de lleno a probar la temperatura del agua dej�ndome
ver una vez m�s su vulva. Volte� otra vez para encontrar nuestra imagen en el
espejo y descubr� mi pene a�n fl�cido pero gordo, cada vez m�s gordo por la
inminente circulaci�n de sangre que la excitaci�n que empezaba a crecer me
proporcionaba. Entramos a la tina, tom� la esponja y empec� a enjabonarle la
espalda, tall� delicadamente sus nalgas, su nuca, su baja espalda otra vez,
luego, siguiendo yo atr�s de ella, llegaba a su vientre, peg�ndome a ella,
dejando que describiera mi sexo cada vez m�s ancho y excitado. Limpi�
delicadamente su entrepierna, separ� un poco sus nalgas y esta vez roc� su ano
con la esponja. Luego la puse de frente y recorr� con la esponja sus formas:
deline� su cuerpo, segu� las curvas de sus preciosos senos, recorr� en relieve
sus pezones evidentemente erectos, acarici� su ombligo, recorr� sus costillas;
ella me respondi� pasando el jab�n por todo mi cuerpo, en mi espalda, en mis
pechos, en los relieves de mi abdomen, en mis nada peque�as nalgas, en mi sexo
que segu�a despertando.
Nos sentamos de frente, cada qui�n recarg� la espalda en un
extremo de la ba�era. El agua estaba casi clara a no ser por las burbujas y un
poco de jab�n que cay� al tallarnos. Ella acerc� a mi su pie derecho y se puso a
juguetear con mis test�culos, que segu�an muy grandes pero un poco m�s duros,
asido ya mejor a ellos mi escroto, y luego segu�a con sus dedos por mi pene,
haciendo que este se columpiara, logrando la tercera vez que lo hizo que este se
erigiera casi en pleno. Luego acerc� el otro pie y empez� a masturbarme (a
simular que lo hac�a porque no ten�a toda la destreza necesaria) con ambos pies,
arque� la cabeza hacia atr�s y no pude evitar alg�n gemido, pues tal acci�n me
embriag� de deseo.
Luego de su jugueteo subi� con sus pies por mi abdomen, por
mis pechos, cerca de mi boca tom� sus pies y empec� a chupar sus dedos, los lam�
lentamente, ella termin� al fin por abrir sus piernas y colocarme sus pies sobre
mis hombros, no hab�a equivocaci�n posible respecto a lo que me ped�a sin decir
nada: acerqu� mi pie y sent� su vulva cerrada, casi virgen y empec� a
acariciarla con el dedo gordo de mi pie derecho, poco a poco fui tomando pericia
y pronto mi dedo era un falo que la masturbaba, abr� lentamente sus labios
menores y empec� a penetrarla un poco, luego sub� y la masturb� girando mi dedo
en peque�as circunferencias, a ella le excitaba y yo volteaba de cuando en
cuando a lamer sus pies, luego acerqu� el otro pie y lo puse en la base de la
vagina, en el espacio que �sta dejaba con el suelo de la tina y sent� muy cerca
su ano, levantaba poco a poco el dedo y luego lo bajaba estimulando as� tambi�n
esa zona. Con mi dedo del pie derecho regres� a su vulva, penetr�ndola y
masturb�ndola al cl�toris, no pas� demasiado tiempo antes de que se viniera,
ella no tuvo esta vez nada parecido a una eyaculaci�n, solo se convulsion� un
poco.
Luego de esto me pidi� que me acercara, fui a su lado de la
tina y me sent� de frente a ella, ella se inclin� lo suficiente para que sus
hombros no sobresalieran de la tina y yo me sent� justo en la orilla, con mis
piernas colgando fuera de �sta y me arque� para guardar el equilibrio con mis
manos en los lados de la tina, ella tom� mi pene empez� a lamerlo muy
lentamente, pronto estaba comi�ndome casi por completo, mientras lo hac�a ella
se masturbaba con sus dos manos bajo el agua, termin� vini�ndome en su boca,
pero ella la abri� y dej� que mi semen resbalara por su barbilla hasta mezclarse
con el agua, dejando una nube blanca en ella, poco despu�s, y a�n chupando mi
verga que se pon�a cada vez m�s fl�cida pero segu�a muy gorda, ella volvi� a
venirse, era ya la quinta vez para ella en este d�a.
Fuimos a la cocina luego de enjabonarnos mutuamente, seguimos
desnudos. Ella tom� dos platos y sirvi� ensalada. En tanto, yo saqu� de la
nevera un par de chuletas y ella se apresur� a tomarlas. Se acarici� con ellas
los senos, insistiendo en sus pezones que se eructaron al contando de la fr�a y
particular textura de la carne, luego puso una en la mesa, y con la otra
acarici� su vagina, me excit� ver con qu� cuidado se la pas� por la entrepierna,
para acariciar toda su vulva y para dejar que toda la chuleta se impregnara, a
su vez, de �sta. Luego me dijo, �sta es la tuya, y me dio la otra sonriendo un
poco, con ella me acarici� el abdomen y luego mi sexo, tuve el impulso de
masturbarme ah� mismo, acarici�ndome con tan peculiar juguete, pero no lo hice,
luego acarici� mis test�culos y se la di, Aqu� est� la tuya.
Ella se apresur� a tomar una cacerola y verti� en ella un
poco de vino blanco. Luego cocin� a fuego lento las carnes. Nos sentamos
desnudos a la mesa, nos dimos de comer mutuamente, primero la ensalada, luego la
carne, tomamos vino tinto, casi para terminar ella tom� la botella y se vaci� un
poco en la base de su cuello, el vino corri� caprichosamente por sus tetas, por
entre ellas, bajando por su abdomen, mojando sus pezones, llegando a su ombligo,
terminando en su entrepierna, sin m�s empec� a beber todo el vino de su cuerpo,
me embriagu� en la combinaci�n del alcohol y su sudor. Luego se sent� de frente
a m�, sobre mis piernas, yo ya ten�a una erecci�n y ella dej� penetrarse, mejor
dicho se penetr� a s� misma al sentarse, de un solo movimiento, luego empez� a
mojar mi pecho con el vino y lo chupaba, y luego se derraba ella en los pezones,
y dejaba que yo lo hiciera, o tomaba directo de la botella y luego me daba de
beber bes�ndome, sin poder evitar que un poco de vino cayera y recorriera el
camino hasta terminar en nuestros fundidos genitales.
Terminamos muy r�pido los dos, por primera vez de manera
simult�nea. Ella se dej� caer en m�, abraz�ndome y estuvimos as� por un par de
minutos, mi pene que ya casi no lanz� semen empez� a ponerse fl�cido a�n dentro
de ella. Acarici� su cabello y sus nalgas y luego nos levantamos con una
deliciosa pesadumbre. Fui directo a darme una ducha r�pida, m�s bien s�lo a
enjuagarme, y ella en tanto tom� el tel�fono y habl� a su casa, avis� que
pasar�a la noche en casa de Liliana, su mejor amiga y luego de eso vino al ba�o
e hizo lo que yo. Despu�s fuimos a la cama y nos dormimos juntos, casi siendo
uno, desnudos.
Dormimos como nunca, exhaustos por el d�a, cansados
deliciosamente de nosotros, me encant� sentir sus senos blandos contra mi pecho
y ella parec�a gustarle, por como mov�a la pierna sobre m� para rozarlo, la
sensaci�n de mi miembro fl�cido y peque�o.
Dormimos toda la noche, sabiendo que est�bamos desnudos, los
dos con una sonrisa que se fue dibujando en nuestro rostro, testigo de aqu�l
delicioso y er�tico d�a. Sab�amos que a�n no esperaban uno y otros m�s�
Pero eso lo leer�n luego, si les interesa.
Alejandro.
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Relato: Semana sexual (II)
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