Pareja Madura 5: Historia de Mabel
Como hab�amos tomado una decisi�n, trat� de aprovechar la
situaci�n y le dije a mi esposa que ahora s� pod�a contarme c�mo hab�a sido su
vida sexual, desde la primera vez y sin omitir los detalles. Relat� lo
siguiente:
Por razones involuntarias, que no vale la pena mencionar,
entre los trece y los dieciocho a�os fui a vivir con mi t�a Eulalia y su hijo
Eduardo que, en ese entonces, ten�a diecisiete a�os. Era un peque�o departamento
por lo que Eduardo y yo compart�amos habitaci�n. Quiz�s por ser primos e hijos
�nicos los dos, enseguida nos hicimos confidentes y muy amigos. Yo le contaba
mis sue�os de ni�a y �l los avatares de su relaci�n con Clarita, una jovencita
de quince que era su novia.
Una noche, regres� tarde y con cara de pocos amigos, le
pregunt� "qu� te pasa? c�mo te fue con Clarita?". El respondi�: "me fue mal,
porque discutimos, creo que no volver� a verla". Le pregunt� cu�l era el motivo,
dijo "me gusta mucho, much�simo pero no quiere hacer el amor conmigo y eso me
pone mal". Con mi inocencia de aquellos a�os afirm�: "debieras estar orgulloso
que ella quiera llegar virgen a su matrimonio".
Me mir� sorprendido y me contest� "puede ser, pero me deja
mal". Le pregunt� porqu� y me respondi� "quieres saberlo o quieres verlo?". "No
entiendo" le dije. Bueno, "qui�res verlo o no?". "Qu� quieres mostrarme?". El me
dijo "promete que no se lo dir�s a mam� ni a nadie". Despu�s de jur�rselo, baj�
su cremallera y sac� su pene totalmente r�gido. El coraz�n me dio un vuelco,
porque nunca hab�a visto uno, ni por causalidad. "Mira como se me hincha" dijo,
"t�calo y lo ver�s y mi �nico remedio es hacerme una paja". Sent� que algo no
estaba bien, pero no pod�a resistir la sensaci�n de tocarlo, as� que con dos
dedos lo tom� por el tallo, pod�a sentir sus venas palpitar y le pregunt� qu�
era una paja?, si era un remedio que deb�a tomar.
"No bobita, con una paja sacudes el pito hasta que sale
aquello que lo mantiene hinchado". La tentaci�n me superaba, juntando coraje le
dije "quieres mostrarme c�mo lo haces?". Me mir� de un modo extra�o y dijo
"Bien, pero debes ayudarme porque solo no puedo" (era un gran mentiroso y yo una
gran ingenua). Tom� mi mano e hizo que con ella rodeara su pija, luego puso su
mano sobre la m�a y gui� as� unas sacudidas cada vez m�s r�pidas, hasta que
comenz� a decir "ahhh primita, me corro" y fuertes chorros de semen fueron a
estrellarse contra el piso y una pared. Antes de limpiar todo me dijo "gracias
primita" y me mir� con ternura.
Me dispuse a dormir y, por una parte, me sent�a feliz de
haber ayudado a Eduardo, pero �por otra- sab�a que algo nuevo, distinto estaba
pasando. Hasta que logr� dormirme, estuve oliendo la mano con la que le hab�a
hecho la paja a mi primo y disfrutando de esa sensaci�n.
A la noche siguiente, Edu volvi� tarde. Pese a eso, lo esper�
despierta. Cuando se estaba por acostar le pregunt� c�mo le hab�a ido con
Clarita. Se puso a contarme la pel�cula que hab�an ido a ver y todas las
tonter�as que hab�an hecho. Como me impacientaba le pregunt� "hoy, no
necesitar�s que te alivie?". Respondi� que si lo necesitaba, pero no se animaba
a ped�rmelo. Le dije "no seas tonto, soy tu prima, siempre estar� aqu� para
ayudarte". Lo acerqu� a m� y, como la noche anterior pero mejor, comenc� a
hacerle la paja, ya no necesit� guiarme con su mano. Cuando aceler� el ritmo,
lanz� fuertes chorros de semen y, por la posici�n en que est�bamos, uno fue a
parar a una remera que usaba como camis�n. Hasta donde recuerdo, esa noche
estuve oliendo la mancha que me hab�a impregnado y que me embriagaba.
Las noches siguientes mi primo regres� tarde y yo ya estaba
durmiento. El viernes, mi t�a fue a su reuni�n del sindicato y estaba sola en
casa. Me ba�� y con unas galletitas me dispuse a ver televisi�n. Me sorprend�
cuando Eduardo regres� temprano y le pregunt� qu� hab�a pasado. Me explic� que
su novia estaba castigada y no la dejaban salir. Se sent� a mi lado y mientras
mir�bamos una pel�cula comenz� a acariciarme el cabello. Pens� que necesitaba
otra paja y dirig� mi mano a su bragueta dispuesta a hac�rsela. El me dijo
espera, vamos al ba�o, necesito que hagas algo por m�. Como sab�a perfectamente
que mi t�a no regresar�a temprano lo segu�. Frente a la pileta sac� su pito y me
dijo "quiero que me lo laves bien". Lo tom� y con mucha delicadeza se lo lav� y
lo sequ� advirtiendo por primera vez unas gotas de l�quido transparente en la
punta. Me dijo "ahora quiero que lo beses", lo mir� sin poder creer lo que me
ped�a. Insisti� "dijiste que siempre podr�a contar contigo". Me agach� y con la
punta de los labios le di un beso en la cabeza de su pito. "Espera, si�ntate en
el inodoro". Lo hice y me explic� "Maby debes chup�rmelo si quieres darme
alivio". No sab�a si hacerlo, pero tambi�n sent�a mucha curiosidad, de modo que
comenc� a chup�rsela. Me daba mucho gusto ver su rostro como en una agon�a
mientras trataba de meterla en mi boca lo m�s posible. Ah�, en esos d�as comenc�
a entender el modo de dominar a un hombre, conocimiento que siempre me ser�a de
utilidad.
En determinado momento, comenz� a estremecerse y me tom� por
la nuca. Ante mi sorpresa el primer chorro de semen explot� contra mi garganta,
provoc�ndome una inc�moda sensaci�n. Los restantes logr� retenerlos con mi
lengua. Me puse de pie bruscamente, escup� la leche que quedaba en mi boca, me
enjuagu� en la pileta y me sent� absolutamente indignada. Comenc� a
reproch�rselo y para rematar le dije "porqu� no te vas a hacerle esa porquer�a a
la est�pida de Clarita". Sin darle tiempo a responder me march� a la habitaci�n
y Eduardo me sigui�. Se disculp� de todas las maneras posibles, dijo que Clarita
ya no le gustaba, que me prefer�a a m� y que seguramente dejar�a de salir con
ella. Le pregunt� "lo prometes?" sintiendo una especie de triunfo interno. Lo
prometi� y me dijo "aparte quiero compensarte por todo el placer que me has dado
en estos d�as, d�jame que bese tu conchita, te aseguro que te encantar�?". Como
estaba en posici�n ganadora le dije "se lo has hecho a ella antes?". Como me
asegur� que nunca se lo hab�a hecho, me quit� mi bombachita y lo dej� hacer.
Desde el comienzo comenz� a lamerme de una forma que me desquici�, a cada nuevo
paso de su lengua me sent�a estremecer, as� de una manera que no pens� que
pudiera gozar. No tuve un orgasmo, porque era inexperta y mi primo tambi�n, pero
lo disfrut� tanto que para conservar ese calor, esa sensaci�n, dorm� con mis
manos entre las piernas, recordando las lamidas de mi primo pero tambi�n el
sabor de su leche en mi boca.
Desde esa noche �l comenzo a regresar temprano y con ansiedad
esper�bamos que mi t�a apagara el televisor para comenzar con nuestras sesiones
de chupadas. Lo hicimos a menudo en los d�as siguientes y, cuando vino mi
per�odo, volv� a tragar su leche que, esta vez, me pareci� riqu�sima.
Unas noches despu�s, esper�ndolo me qued� dormida. De pronto
sent� que abr�a la puerta de la habitaci�n, se quitaba la ropa y se met�a en mi
cama. Iba a rega�arlo porque supon�a que no hab�a cumplido con su promesa de
abandonar a Clarita, pero comenz� a forcejear conmigo tratando de meterme su
pito. Le dije "estas loco, no voy a hacerlo", me pregunt� porqu� y le dije el
pensamiento cl�sico de aquellas �pocas: que iba a llegar virgen al matrimonio,
que nunca me entregar�a a otro que no fuera mi marido y en la noche de bodas. Me
dijo "entonces, d�jame hacerte el amor por tu colita". Hasta entonces era muy
ingenua y le repond� "sabes que por ah� no se hace". Se dirigi� hasta el armario
y de la parte superior trajo una revista con fotos (muy de aquella �poca) en las
que diversas parejas estaban teniendo sexo anal. Dijo "ves que si se puede?". Le
respond� "no creo que entre y supongo que va a dolerme, as� que solo te dejo un
ratito y si no me gusta sales". Me puso boca abajo, coloc� saliva en su pene y
trat� de forzar mi hoyito sin lograrlo y provoc�ndome mucho ardor. Le hice notar
que jam�s podr�amos y respondi� "eres mi prima preferida, me gustas mucho y no
quiero da�arte, pero �por favor- d�jame hacerme una paja entre tus nalguitas,
s�lo ser� por fuera y no tratar� de penetrarte". Gir� mi cabeza y le dije "hazlo
pero no intentes avanzar o jam�s volver� a hacerlo". Comenz� a frotar su pija
contra mi cola y tal como lo hab�a aprendido cuando comenz� a chuparme puse mis
manos entre mis piernas y volv� a sentir aquel calorcito placentero. Con una
pocas sacudidas comenz� a derramar su leche en mis nalgas lo que me caus� m�s
placer a�n. Yo me qued� quieta como emborrachada con la nueva situaci�n. El me
lo agradeci� me dese� buenas noches y se fue a su cama exhausto a dormir.
Yo estaba como en un trance pero no pod�a dormir, segu�a boca
abajo sintiendo como la leche de mi primo corr�a por mi zanjita hacia mi ano.
Por curiosidad estir� uno de mis dedos hacia mi agujerito y comenc� a
acariciarlo mojado con el semen de mi primo. Descubr� y fue muy importante que
no s�lo pod�a disfrutar de acariciar mi conchita sino que mi culito era un
�rgano de placer tambi�n.
Durante alg�n tiempo seguimos con nuestros juegos sexuales. A
veces se lo chupaba, otras le hac�a una paja, pero generalmente lo dejaba
masturbarse entre mis nalguitas, pues sent�a mucho placer con su leche caliente
en ellas y, luego, pod�a tocarme con bastante disfrute.
Una noche Eduardo volvi� especialmente temprano y cuando
est�bamos en la habitaci�n sac� un frasco del bolsillo de su campera. Le
pregunt� "qu� era?" y dijo "es vaselina, con esto podremos hacerlo sin que te
duela". Me explic� que deb�a embadurnar su pito y que �l har�a lo mismo con mi
culito y que as� entrar�a f�cil. Le pregunt� "c�mo lo sabes?", me respondi� que
se lo dijo Cacho. Ese tipo supuestamente trabajaba de mec�nico, pero en realidad
era un guarango que se pasaba diciendo cosas a las mujeres que pasaban por el
frente. Asustada, le reclam� "le dijiste que era para nosotros?". Me dijo que no
que le hab�a dicho que era para hacerlo con Clarita. La sensaci�n de verla
humillada a mi rival me excit� as� que con gusto le puse la veselina en su pito,
�l unt� su dedo y lo introdujo en mi ano haciendo que me estremeciera.
Apoy� la punta de su pija en mi culito virgen y comenz� a
forzarlo, pese a la vaselina no era f�cil, pero algo ocurri�. De repente me vino
un ataque de tos y cuando pas� ya ten�a la mitad de su miembro dentro m�o. Le
ped� que se detuviera pero sigui� empujando hasta que sus test�culos se apoyaron
sobre mis nalgas, cada movimiento que hac�a me provocaba dolor as� que le ped�
que estuviera quieto. Luego de unos segundos, puse mis manos entre mis piernas y
le ped� que lo hiciera con suavidad. Comenz� a meterlo y sacarlo, sin dejar mi
huequito y volv� a sentir aquel calorcito placentero, no en mi culito roto sino
entre mis piernas, en mi conchita. Cada vez se agit� con m�s fuerza hasta que
vinieron las contracciones de su pija y luego la sensaci�n de que estaba
derramando su leche dentro m�o. Me qued� quieta y juro que me doli� cuando sal�a
tanto como cuando entr�. No es tan f�cil.
Desde esa noche, comenzamos a hacerlo casi a diario, porque
cada vez me dol�a menos y porque cada vez mejoraba mi t�cnica para darme placer
mientras estaba ensartada.
Parec�a que todo estaba muy bien, necesitaba afecto, calor
humano y mi primo me lo brindaba siempre. Pas� algo, sin embargo, como al mes de
que me penetrara. Volv�a del colegio y encontr� al imb�cil de Cacho, el
instructor de Eduardo. Sonriendo me dijo "as� que tu primito te culea todas las
noches?". Me qued� muda, s�lo quer�a salir corriendo pero �l agreg� "si no
vienes conmigo, se lo dir� a todos, el barrio entero lo sabr�, sabes que hablo
en serio". Sin poder decir nada, me dej� guiar hasta el fondo de su taller,
donde hab�a un mugroso sill�n. Me indic� que me pusiera de rodillas sobre �l,
que subiera mi falda y bajara mi bombacha. No sab�a qu� hacer as� que segu� sus
�rdenes. Se moj� con saliva la punta de su pito, lo apoy� sobre mi colita y
comenz� a forzarla. Hasta entonces yo s�lo conoc�a el de Eduardo, pero este
bruto lo ten�a corto pero extremadamente grueso, as� que me doli� cuando me
penetraba, pero aguant� entre l�grimas. Me cogi� como el bestia que era, termin�
dentro m�o y me dijo "me gusta tu culo, vamos a hacer muchas cosas tu y yo".
Sal� asqueada y dolorida del mugroso taller, odiando a Eduardo.
A la noche, cuando vino trat� de meterse en mi cama, pero yo
lo estaba esperando. Le dije que era un est�pido y un lengua larga, le cont� lo
que hab�a pasado con Cacho y para herirlo separ� mis nalgas mostr�ndole mi
agujerito y le dije "mira c�mo me ha dejado por tu culpa, por hablar de m�s".
Unas l�grimas comenzaron a caer por sus mejillas, me pidi� perd�n e intent�
explicar que como el mec�nico siempre los trataba de mariquitas �l trat� de
mostrarle que era hombre que pod�a estar con una mujer. Agreg� para mi venganza
que quien le hab�a ense�ado a coger era la mujer de Cacho que, cuando su marido
viajaba, hab�a hecho debutar a todos los muchachitos del barrio y que una vez se
lo hicieron entre tres. Acept� sus disculpas, pero le dije "tu castigo ser� que
no puedas tocarme durante quince d�as, necesito recuperarme".
Al d�a siguiente, segura de m� pas� conton�andome por la
vereda de Cacho quien me dijo "hoy vas a chup�rmela". Le respond� "si vuelves a
acercarte a m�, le dir� a mi t�a que me violaste, te denunciar� e ir�s preso, ya
v� que tienes una mancha roja al lado del pene y no podr�s negarlo". Indignado
me dijo "eres una chiquilla puta" y, con meditada intenci�n, mir�ndolo a los
ojos le respond� "porqu� mejor no te ocupas de tu mujer, as� deja en paz a los
chicos del barrio?". Creo que quer�a pegarme pero se contuvo por la amenaza de
la denuncia. S�lo me tuvo una vez, pero sin gracia y termin� por divorciarse de
su mujer quien pas� a ser una de las m�s conocidas del pueblo.
Una de las noches siguientes me despert� un sonido familiar.
Era mi primo, quien estaba haci�ndose una paja. Para fastidiarlo le pregunt�
"�qu� haces?". El respondi� "nada", pero con un resuello de voz. Lo invit� a
cruzarse a mi cama, cosa que hizo volando y le chup� su pito hasta dejarlo en
llamas y decid� probar algo nuevo, que se me ocurri� sola. Con �l boca arriba en
la cama y yo d�ndole la espalda acomod� la punta de su pene en mi ano (ya
recuperado) y fui meti�ndomelo muy suavemente. Lo mejor era que sent�a que ten�a
el control total sobre mi primo que, por esos d�as, ya me parec�a un bobo. Le
orden� que no se moviera y por mi cuenta comenc� a cabalgarlo, mientras me
acariciaba mi propio capullo d�ndome todo el placer. Reci�n cuando llegu� a mi
cl�max, comenc� a subir y bajar m�s aceleradamente para permitirle que acabara
dentro m�o. Como si esto fuera poco, me puse de rodillas frente a �l y le
indiqu� que me chupara la concha. Ahora s� que lo hizo por temor a perderme.
De ah� en m�s y s�lo cuando se me antojaba volv�a a colocarme
boca abajo a su merced. Recuerdo eso s� que lo hac�amos muy seguido. Todo iba
bien hasta que un d�a fui a la casa de una compa�era y en un parque cercano vi
al muy tonto abrazado y a los arrumacos con Clarita.
Continuar�...