Estoy segura de que aquel d�a era viernes o s�bado. Bueno, al menos recuerdo que estaba tranquila porque al d�a siguiente no hab�a instituto. Mi casa siempre se hab�a caracterizado por estar constantemente poblada de personas: entre mis hermanos y sus correspondientes amigos y/o parejas, y mis padres que siempre andaban de aqu� para all�. Por eso mismo aquel d�a -que vamos a establecer que era viernes s�lo por motivos pr�cticos- estaba suspendida en una completa relajaci�n y armon�a ya que mis revoltosos hermanos se hab�an ido a dormir a la casa de un amigo y mis padres hab�an salido a festejar su aniversario. Ocasiones como aquella eran m�s ins�litas que un eclipse de sol y de luna durante el mismo d�a. As� que decid� acompa�arlo con la merecida cuota de locura que deb�a a�adirle debido a mis dieciocho a�os recientemente cumplidos. Vamos, gente, que todos sabemos que hay cierta edad en la que a uno le gusta experimentar cosas nuevas�
Sab�a a la perfecci�n que mis hermanos no regresar�an hasta la tarde/noche del d�a siguiente; y mis padres se hab�an ido a un spa que inclu�a una noche y el desayuno, as� que sab�a que estar�a sola en la casa hasta el mediod�a siguiente, por lo menos. No quer�a perder m�s de aquel valioso tiempo, as� que cerca de las seis, mientras el sol se pon�a, me met� a la ducha y luego de enjabonarme una y otra vez en cada rinc�n del cuerpo, me ocup� de depilarme velozmente sectores que hasta ahora no hab�a cre�do necesarios.
Iban a ser las ocho cuando termin� de arreglarme el cabello y el maquillaje� y no le vi sentido a dilatar la situaci�n. S�, estaba pensando en tener mi primera vez con mi novio. La idea era prepararme y luego ponerlo en aviso porque, reconozc�moslo, no me hubiera dado tiempo a nada si le dec�a que "estaba lista". As� que una vez que me puse mi conjunto de ropa interior m�s sexy y un vestido veraniego muy f�cil de quitar, marqu� su n�mero
Hola, cielo -me salud�.
- �Est�s ocupado, amor? -pregunt� con voz traviesa.
- Estoy jugando video juegos con mis amigos.
- No, bueno� est� bien, si quieres quedarte con ellos� Pero quer�a que supieras que estar� sola hasta ma�ana y�
- ��Y?
- Y� podr�amos�
- �De veras?
- Aj�.
- Voy para all�.
As� de f�cil.
Espero que no se entienda, por la simplicidad de la conversaci�n, que mi decisi�n fue una cosa azarosa. Por supuesto que no. Llevaba varios a�os saliendo con Gabriel y hab�amos decidido tener nuestra primera vez juntos hac�a ya mucho tiempo: el �nico problema siempre hab�a sido d�nde. Y ahora se nos presentaba esta oportunidad, �deb�amos desperdiciarla? Oh, no.
Mientras aguardaba por mi pr�ncipe azul me ocup� de cambiar las s�banas y las fundas de mi cama y ech� mi perfume en cada cent�metro cuadrado de mi habitaci�n. Encend� algunas velas arom�ticas, s�lo por si acaso. Estaba comenzando a impacientarme cuando se oy� el timbre resonar en toda la casa. Intentando mantener la calma y no ceder ante los nervios me puse los zapatos de tac�n y camin� como si fuera por la alfombra roja hasta la puerta. Destrab� cada pasador y llave y un minuto despu�s me encontr� con Gabriel.
Por un momento cre� que aparecer�a luciendo su atuendo de deporte o algo, ya que se encontraba con sus amigos al momento de la llamada. Pero, por el contrario, su cabello a�n estaba h�medo por la ducha que evidentemente se hab�a dado y desde mi posici�n pod�a sentir el aroma de su colonia. Llevaba puesto unos vaqueros gastados y una camisa azul a cuadros que luc�a extra-f�cil de quitar.
Pens� que nos tomar�a trabajo entrar en clima, pero en cuanto Gabriel me observ� de arriba abajo y se detuvo en mis piernas con la boca casi abierta, supe que no hab�a necesidad de estar nerviosa. Much�simas veces nos hab�amos besado y me sab�a de memoria cada rinc�n de su boca y todos los posibles sabores de su lengua. Y m�s de una vez hab�a dejado que su erecci�n hiciera contacto -con la ropa de por medio, por supuesto- con mi entrepierna que ard�a de placer. Yo no sab�a de tama�os ni de sensaciones porque jam�s hab�a estado con ning�n muchacho, pero estaba segura de que estaba a punto de tener la mejor noche de mi vida porque Gabriel era el due�o de mi coraz�n. Adem�s sab�a que �l tampoco hab�a estado con ninguna muchacha, lo cual hac�a que la situaci�n fuera todav�a m�s perfecta. �ramos totalmente primerizos.
Me hice a un lado para que mi novio entrara en la casa y luego cerr� la puerta de nuevo con todas las trabas y hasta conect� la alarma. Nadie iba a entrar ni salir hasta el d�a siguiente. Y en cuanto me volte� para preguntarle a Gabriel si primero ten�a ganas de hacer otra cosa, me tom� de improvisto por la cintura y me empuj� casi con violencia contra un muro. El golpe me hizo dar un peque�o gemido que pareci� volverlo loco, porque comenz� a besarme con fiereza. No estaba segura de si quer�a jugar rudo, pero estaba comenzando a gustarme. Con lentitud pero con firmeza la rodilla de Gabriel comenz� a abrirse paso entre mis piernas hasta tocar mi bragadura. Mis u�as estaban comenzando a rasgar su espalda a trav�s de su camisa y mientras m�s fuerza aplicaba, con m�s �mpetu frotaba su r�gido miembro contra m�. Instintivamente llev� sus manos a mi muslo y con poca dificultad me levant� por los aires y yo me envolv� como un koala a su cintura. Ya no aguantaba m�s, necesitaba que me penetrara de una vez.
Con peque�os pasos y aplicando toda su fuerza de voluntad Gabriel dej� de tocarme durante el tiempo que le tom� llevarme a cuestas hasta mi habitaci�n, que por suerte no estaba demasiado lejos. El aroma que hab�a all� era completamente sugestivo y la luz tenue generaba un ambiente misterioso para lo que estaba a punto de suceder. Mi novio me dej� caer sobre la cama y no hab�a terminado de rebotar en el esponjoso plum�n cuando se arrodill� en el suelo y comenz� a besarme los tobillos, subiendo lentamente con su lengua h�meda y c�lida a lo largo de mis piernas, y quit�ndome los zapatos con delicadeza. Agradec� para mis adentros no haberme puesto medias. Gabriel continu� su recorrido hasta mi entrepierna pero antes de robarme las bragas subi� su cuerpo a la cama y poco a poco se acomod� sobre m�. Sent�a que literalmente me ard�a la piel, y cada vez que rozaba con la suya la necesidad de gemir de placer me brotaba sin censura. Met� ambas manos por debajo de su camisa y recorr� su espalda desnuda con suavidad y pasi�n a la vez, hasta que no aguant� m�s la carest�a y tir� de su camisa hasta sacarla sin desabotonarla. Su torso a penas marcado, pero bronceado, me invitaba a tocarlo en todos lados simult�neamente, pero mis manos se decidieron por lo bajo de su lomo y lo atraje todav�a m�s hacia m�, quer�a que nos fundi�ramos uno con el otro. Continu� haciendo presi�n de su cuerpo contra el m�o para que comprendiera que era hora, que estaba lista, que lo hiciera de una vez. Y entonces se las arregl� para jalar mi vestido hacia arriba con una sola mano y quit�rmelo en un santiam�n.
Reconozco que mi corpi�o era push-up, por lo que mis senos luc�an como dos globos absolutamente sexys. Gabriel hundi� su rostro en ellos y luego de desabrochar el sujetador me mordi� los pezones con sutileza, para luego pasar su lengua alrededor de ellos y succionar con movimientos lentos. Aunque quer�a parar, no pod�a dejar de gemir como un animal, estaba ardiendo y tem�a llegar al orgasmo antes del momento crucial. Fue entonces cuando decid� tomar la iniciativa y volv� a envolverlo entre mis piernas, sintiendo su pene completamente hinchado y travieso que estaba a punto de atravesarle los vaqueros. Baj� mis manos a trav�s de sus muslos y le jal� la ropa, incluidos los boxers, de una sola vez. Me mor�a de ganas de espiar para ver c�mo luc�a su pene, pero por el momento me bastaba con sentirlo. As� que tom� su rostro y lo bes� meti�ndole la lengua casi hasta la garganta como invitaci�n a que hiciera lo mismo con mi vagina. Absolutamente desnudo Gabriel hal� mis bragas hacia abajo y luego de que acomodara ligeramente su miembro con una mano lo introdujo en mi vagina que ya estaba completamente lubricada naturalmente. Cre� que no iba a doler, pero en verdad me doli� lo suficiente como para dar un gemido que qued� haciendo eco por los pasillos de la casa. Su pene estaba completamente duro y luego de que hubiera entrado y salido algunas veces de mi entrepierna me di cuenta de que el dolor se apaciguaba y daba paso a un placer sin precedentes.
Muchas veces hab�a cre�do que hab�a llegado al orgasmo mientras nos bes�bamos y en especial durante aquellas ocasiones en que le permit�a apoyar su bulto contra m�. Una vez inclusive le hab�a tocado el miembro a trav�s del pantal�n y hab�a cre�do que eso era suficiente.
Pero esto era algo completamente diferente. Las manos de mi novio no dejaban de atraerme hacia su cuerpo y yo quer�a que me penetrara cada vez m�s fuerte. Quer�a que me mordiera los senos, que me lamiera la vagina, que me penetrara por cualquier orificio. Lo quer�a todo a la vez. As� que lo volte� y, una vez que �l quedo acostado en la cama, me sent� sobre su cuerpo abriendo las piernas lo m�s que pod�a para que su pene llegara lo m�s al fondo posible. En aquel momento pude admirarlo y descubr� que era enorme y que deseaba que siguiera creciendo as� dol�a m�s cada vez que entraba en mi cuerpo. Era un dolor completamente placentero. En alg�n momento los dos comenzamos a gemir a la vez y estaba segura de que aquello nos calentaba un poco m�s a cada uno. Con su movimiento p�lvico ya no era suficiente, as� que yo misma comenc� a subir y bajar, casi en cuclillas, sobre su pene que estaba m�s hinchado que nuca y totalmente erecto. Hab�a tanto semen brotando de �l que ya casi se sal�a del cond�n y le suger� que ser�a bueno cambiarlo.
Gabriel tard� pocos segundos en echarse al suelo y rebuscar entre sus vaqueros un cond�n nuevo y se lo coloc� en el trayecto hacia la cama, en donde una vez que me levant� en el aire, me aprision� contra uno de los muros y me penetr� con fuerza una y otra vez haci�ndome morderle el rostro y clavarle las u�as por todos lados presa del placer.
- �As�, as�, as�! �Ah, ah, ah! -gritaba- �M�s, m�s, m�s! �Quiero que me penetres hasta desmayarme!
Gabriel se excitaba todav�a m�s cuando chillaba, as� que comenc� a hacerlo cada vez m�s fuerte y diciendo m�s obscenidades. No sab�a si se pod�a, pero deseaba que su pene creciera hasta tama�os inimaginables y me lo hundiera en la vagina hasta hacerme sangrar. Adentro, afuera, adentro, afuera. Una y otra vez. Durante horas. Contra los muros, sobre las mesas, en el suelo, en la escalera. De todas formas y en todas las posiciones. Gabriel me penetr� durante toda la noche reiteradas veces y nos gastamos m�s de una caja de condones. Creo que cuando por fin nos quedamos dormidos su pene a�n segu�a clavado en la carne de mi vagina.
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Relato: la noche deseada
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