Relato: Buscando el primer trabajo



Relato: Buscando el primer trabajo

Me llamo Cristina y tengo 19 a�os. Lo que voy a contar me pas� cuando ten�a
16 a�os y, aunque hace ya mucho tiempo, todav�a siento rabia e impotencia ante
aquel enga�o y humillaci�n por los que pas�. Voy a contaros el caso por si puede
servir de ayuda a alguna chica ingenua que se encuentra ante una situaci�n
similar.


Por aquella �poca yo no quer�a seguir estudiando y, sin que lo supieran mis
padres, me puse a buscar un trabajo, mi primer trabajo. Os podeis imaginar que
por mi inexperiencia, me cre�a todo lo que me contaban.


Buscando en un periodico local, de esos que reparten gratuitamente por los
buzones, vi un anuncio que dec�a as� m�s o menos:


"Para empresa de nueva creaci�n se necesita chica de 16 a 18 a�os. Llamar al
tel�fono ..... ".


Yo ilusionada con el trabajo, llam� al tel�fono que dec�an y me citaron para
una entrevista a la ma�ana siguiente.


Yo, aunque pecando de inmodestia, os dir� que f�sicamente estoy bastante
bien, pero quer�a parecer mejor a�n as� que me vest� con mis mejores ropas para
causar buena impresi�n. Supongo que como todo el mundo cuando acude a una
entrevista de trabajo.


A la hora citada, me present� en el sitio que me hab�an dicho. Era una
especie de oficina en un edificio de apartamentos bastante lujosos.


Me abri� la puerta un chico de unos 25 a�os, alto, delgado, muy serio, que se
present� como Oscar y enseguida pasamos a la entrevista.


La oficina ten�a una especie de recepci�n y dos despachos cerrados. Abri� la
puerta de uno de ellos y me invit� a sentarme en una silla delante de una gran
mesa de escritorio donde se coloc� el.


Me cont� que buscaban un puesto de recepcionista, para coger tel�fonos,
concertar citas y esas cosas. Luego empez� a preguntarme por mis estudios, si
hab�a trabajado antes, etc.


Despu�s de unos 20 minutos de charla me dijo:


"Como supondr�s, ha venido mucha gente por aqu�, as� que vamos a seleccionar
entre toda la gente a la persona m�s adecuada y si te elegimos ya te
llamaremos".


Yo sal� de all� convencida de que nunca m�s volver�an a llamarme. Habr�a
miles de chicas mejores que yo para el puesto y con experiencia, asi que, a los
3 d�as cuando son� el tel�fono de casa y preguntaron por mi, casi se me hab�a
olvidado ya todo aquello.



�Cristina Garc�a?


Si soy yo.


Mira soy Oscar, te llamamos por la entrevista de trabajo que hiciste el
otro d�a, para comunicarte que, en principio, nos interesas para el puesto.
�Podr�as venir ma�ana por aqu� para concretar algunas cosas y unos �ltimos
requisitos?


Si claro, por supuesto.


De acuerdo pues te espero en el mismo sitio a las 10 de la ma�ana. Trae una
fotocopia de tu DNI para empezar a tramitar el contrato.



Yo alucinaba de contenta. Ni siquiera sab�a el sueldo que ganar�a ni el
horario pero me daba igual. El caso es que estaba a punto de conseguir mi primer
trabajo. Pero todav�a no dir�a nada a mis padres hasta que estuviera todo claro.


A las 10 en punto como me hab�an dicho me present� en la oficina. Me volvi� a
abrir el mismo chico de hac�a 4 d�as que esta vez me salud� m�s cordialmente con
dos besos y pasamos a su despacho.



Bueno Cristina, �contenta?


Si, mucho. La verdad es que no me lo esperaba.


Bueno, pues has sido elegida para el trabajo. S�lo nos quedan dos peque�os
tr�mites que son firmar tu contrato cuando lo hayan preparado en la gestor�a y
un reconocimiento m�dico de entrada a la empresa. �trajiste el DNI?


Si, aqu� est�.


Bien, bueno, como no me preguntas tu, voy a contarte algo sobre tu sueldo y
horario. En principio ganar�s lo que marca el convenio, unas 85.000 pesetas al
mes, aunque en funci�n de tu trabajo se te podr�n dar algunos pluses. En
cuanto al horario, ser� de 8 a 4 de lunes a viernes y alg�n s�bado cuando sea
necesario. �Qu� te parece?


Me parece bien. (Yo estaba alucinada. Nunca hab�a tenido ese dinero en mis
manos, �85.000 al mes!, todo lo que podr�a hacer con eso).


Bueno entonces nos falta s�lo lo del reconocimiento m�dico. Sabr�s que la
ley nos obliga a hacer un chequeo m�dico a todos los trabajadores al entrar en
la empresa y luego cada a�o unas revisiones.


Si, si, dije. (Aunque la verdad no ten�a mucha idea de todo eso, supon�a
que ser�a verdad porque hab�a escuchado a veces a mi padre decir que tal d�a
le tocaba reconocimiento m�dico en la empresa).


Bien pues �cuando te viene bien hacerlo?.


Cuando quiera.


Pues mira, casualmente est� ahora aqu� en el despacho de al lado el m�dico
de la empresa. �Te parece que le preguntemos si tiene un momento libre y lo
pasas ahora?. As� ganamos tiempo.


Si, si, vale.


Pues ven conmigo.



Salimos de aquel despacho y fuimos al de enfrente. Llam� a la puerta y
entramos all�. Era una especie de consulta m�dica donde hab�a una b�scula, una
camilla, un aparato de medir la altura, etc. Sentado en la mesa frente a dos
sillas estaba otro chico, de m�s o menos la misma edad y vestido con una bata
blanca.



Antonio, te presento a Cristina, la nueva compa�era que se va a incorporar
con nosotros. �Tienes un momento ahora para hacerle el reconocimiento?.


Si, por supuesto, pasad y sentaros.


Bueno Cristina, en primer lugar enhorabuena. Primero te voy a hacer unas
preguntas m�dicas y luego haremos algunas pruebas. Oscar, para ganar tiempo
pod�as ir tu apuntando las cosas en la ficha.



Y as� el m�dico comenz� a hacerme preguntas sobre mi salud. Me pregunt� si
hab�a tenido alguna enfermedad grave, si me hab�an operado de algo, si me hab�a
roto alg�n hueso, etc. Yo a todo iba contestando y el chico de antes, Oscar, iba
apuntando todo en una especie de ficha. Despu�s de unas cuantas cuestiones, el
m�dico se puso en pie y dijo:



Bueno, vamos a explorarte. Por favor, lev�ntate y desc�brete de cintura
para arriba y perd�nanos porque tenemos encargado un biombo para cambiarse de
ropa pero a�n no nos lo han tra�do.




Aquel d�a yo iba vestida con unos vaqueros azules ajustados, una blusa blanca
y una chaqueta de punto por encima. Muy cortada empec� a quitarme la chaqueta
delante de ellos que me miraban. Luego muy despaci� saqu� la parte baja de la
blusa de dentro del pantal�n y empec� a desabrocharla bot�n a bot�n hasta
quit�rmela.


Y me qued� all�, con mi sujetador blanco y frente a ellos, parada.



Por favor, el sujetador qu�tatelo tambi�n.



Ah� fue cuando empec� a sentir bastante verg�enza, pero sin rechistar me
saqu� el sujetador, lo dej� en el respaldo de la silla junto a la blusa y la
chaqueta y me qued� all� firme y asustada, con mis pechos al descubierto y
sintiendo la mirada de los dos hombres en ellos. Me apetec�a tap�rmelos con las
manos pero no me atrev�.


Entonces el m�dico se acerc� a mi y empez� a palp�rmelos y estrujarlos con
sus dedos. Mis pechos son peque�itos, con el pez�n muy clarito como toda mi
piel, y redondeados, y f�cilmente los abarcaba con una mano.


En un momento de la larga exploraci�n me dijo:



No se, noto aqu� un bultito ... Oscar, por favor. Ven tu a ver si lo notas
o soy yo que tengo obsesi�n con estas cosas.



Y as� Oscar, el que me hab�a hecho la entrevista, me estaba tambi�n tocando
mis pechos buscando el bultito. Recuerdo que en aquel momento pensaba que
aquello me estaba pareciendo un abuso. Aquel t�o, sin ser m�dico, se hab�a
quedado dentro de la consulta, me estaba viendo medio desnuda y ahora tambi�n me
tocaba mis tetitas, pero no dije absolutamente nada.


Despu�s de que me dieron un buen sobo, decidieron que no hab�a tal bulto.


Oscar se volvi� a sentar para escribir y el m�dico me tom� tensi�n.



La tienes bien, luego despu�s de unos ejercicios te la volver� a tomar.
Bueno, vamos a mirarte los reflejos de las rodillas. Por favor, qu�tate el
pantal�n.



Cuando o� aquello se me vino el mundo encima. Con lo vergonzosa que yo era,
jam�s se me hab�a pasado por la cabeza que me fueran a pedirme eso. Con mis 16
a�os, nunca hab�a estado desnuda delante de ning�n hombre y por supuesto, era
virgen.


Dud� unos segundos pero un gesto del m�dico con la mano como diciendo que me
apresurara, me hizo empezar a desabrocharme mis vaqueros.


Muerta de verg�enza empec� a bajarme los pantalones all� de pie, delante de
los dos. No me atrev�a a mirarles pero de reojo ve�a como estaban fijos en mis
braguitas que ya hab�a quedado a su vista. Aquel d�a llevaba unas braguitas
blancas de algod�n bastante usadas y tambi�n sent�a verg�enza por eso. Quien iba
a pensar que aquel d�a iba a tener que ense�arlas.


Para sacarme los pantalones por los tobillos tuve que quitarme tambi�n los
zapatos, as� que ahora, la �nica prenda que llevaba puesta eran las bragas. Me
dijo que me sentara en la camilla y con el mazo empez� a darme golpecitos en las
rodillas para comprobar los reflejos.


Enseguida me dijo:



Bueno, vente para la b�scula, vamos a pesarte.



Me sub� en la b�scula que estaba colocada junto a la pared, quedando de
espaldas a los dos chicos. Les o� hablar algo entre ellos pero no llegu� a
entenderles. All� permanec� inmovil de pie sobre la b�scula por lo menos un par
de minutos, supongo que mientras ellos contemplaban mi cuerpo y mi culo tapado
por mis braguitas.


Despu�s de pesarme, me pidieron que hiciera unas cuantas flexiones de
rodilas, brazos, etc. para tomarme de nuevo luego la tensi�n.


Yo me sent�a rid�cula alli, haciendo gimnasia casi desnuda frente a ellos,
que no paraban de mirarme.


Aunque ten�a mucha ilusi�n y muchas ganas de conseguir el trabajo, reconozco
que en esos momentos se me pas� por la cabeza decir que me iba y que no me
interesaba el trabajo. Me sent�a muy humillada y la verg�enza invad�a todo mi
cuerpo. Ojal� lo hubiese hecho.


En esos momentos, m�s que las ganas de conseguir el trabajo, era la verg�enza
y lo por sorpresa que me pill� todo aquello, lo que me imped�an abandonar
aquello. Cada minuto pensaba, "seguro que ya estamos terminando, no lo dejes
ahora".


Me tom� de nuevo la tensi�n. Estaba perfectamente, me dijo.



Vamos a comprobar tu columna vertebral.



Me pidi� que me pusiera de pie contra la pared y levantara los brazos
apoy�ndolos en la pared y fue recorriendo con sus dedos mi espalda v�rtebra a
v�rtebra desde el cuello hasta abajo. Cuando lleg� al final, sin decir nada,
tom� mis braguitas por los dos lados con sus manos y tir� de ellas un poco hacia
abajo. Por un momento me tem� lo peor, pero apenas las baj� unos cent�metros, y
solo un poquito de la rajita de mi trasero quedaba al descubierto.


Estuvo palpando el final de mi columna y finalmente me dijo que ya pod�a
bajar las manos y que viniera hacia la camilla.


Por supuesto, lo primero que hice fue volver a subirme la braguita por
completo.



Por favor, t�mbate en la camilla boca abajo y con las manos bajo tu
barbilla.



Obedec� y enseguida se acercaron all� de pie los dos. El m�dico (o supuesto
m�dico) empez� a obscultarme mientras el otro apuntaba lo que le iba diciendo.


Aqu� fue el momento en que definitivamente me qued� helada, sin habla y sin
poder reaccionar. Sin mediar palabra, agarr� con las dos manos el el�stico de
mis braguitas y tir� de ellas hacia abajo decididamente, hasta sac�rmelas por
los pies.


Me qued� paralizada y ahora, adem�s de mucha verg�enza, empec� a sentir
miedo.


Comenz� a tocarme las piernas como explorando mis articulaciones, flexionando
mis rodillas y abriendo mis piernas, de tal manera que supongo que mi sexo
quedaba perfectamente a su vista. Pero lo peor estaba por llegar:



Por favor, g�rate. Ponte mirando para arriba.



Sacando fuerza de no se d�nde lo hice, pero coloqu� mis manos tapando mi
sexo. Ahora era peor, pod�a verles como me miraban y yo ah�, tumbada en la
camilla y completamente desnuda.


Comenz� de nuevo a obscultarme, est� vez por el pecho, luego baj� a mi
vientre y de nuevo, sin vacilar, tom� mis manos y las apart� de mi sexo,
dej�ndolo al aire y ante sus ojos por primera vez.


Yo quer�a morirme, mi escaso vello p�bico estaba ante sus ojos y lo miraban
con gozo.


Pronto flexion� mis rodillas y las separ�, quedando perfectamente abierta de
piernas y mi vagina completamente al descubierto. Si hasta entonces lo hab�a
pasado mal, ahora comenzaron los peores momentos.


Sin mediar palabra, comenz� a tocarme mis parte con sus manos. Yo respir�
profundamente y creo que empezaron a brotar l�grimas de mis ojos.


Tras unos momentos de rozamientos, sent� como su dedo presionaba la entraba a
mi ser y decididamente y con alg�n esfuerzo, introdujo su dedo dentro y
enseguida fueron dos dedos los que me introdujo en la vagina. Mi vagina estaba
completamente seca y yo emit� alg�n leve quejido porque me doli� aquella
penetraci�n, pero m�s que el dolor f�sico era el dolor moral lo que estaba
acabando conmigo.



�Te hago da�o?, pregunt�



Yo no pod�a ni hablar por lo que me limit� a decir que si con la cabeza y
segu� emitiendo leves quejidos de dolor y lamento.


Ante esto, el respondi� meti�ndome los dedos hasta el fondo y movi�ndolos
dentro, caus�ndome un enorme dolor. Era la primera vez que algo se introduc�a
dentro de mi tesoro. Yo alguna vez, masturb�ndome, me hab�a metido un poquito mi
dedo, pero nunca me hab�a metido nada tan adentro.


Despu�s de un par de minutos de sufrimiento, los sac�.



Por favor, date la vuelta de nuevo.



Tal y como estaban las cosas, aquella petici�n de volverme de espaldas, me
resultaba un alivio. Por lo menos perd�a de vista las caras de aquellos dos
hombres que me miraban mientras yo me sent�a humillada y ultrajada.


Me tumb� boca abajo y enseguida me dijeron que me colocar� a gatas sobre la
camilla.


Me ten�an ahora a 4 patas, subida en la camilla. Se colocaron detr�s de mi
junto a mi culete y pronto not� como intentaban introducirme algo por mi ano.
Enseguida not� que era un dedo y, aunque no lo se con seguridad, creo que no era
del m�dico sino de Oscar que estaba junto a el. Sent� una sensaci�n muy
desagradable pero no de dolor. Supongo que se habr�a echado alguna crema porque
el dedo resbalaba muy bien y entraba y sal�a de dentro de mi sin mucho esfuerzo.
A mi el est�mago se me empezaba a revolver.


Y en esa misma posici�n, el mismo dedo que estaba en mi culete, perfor� de
nuevo mi vagina.



Bueno Cristina, hemos terminado. Puedes vestirte.



Y all�, por �ltima vez delante de ellos, comenc� a ponerme toda mi ropa.
Cuando estuve vestida, me dijeron:



Todo esta perfecto. Te esperamos aqu� el pr�ximo lunes para que empieces a
trabajar.



Yo lo m�s r�pido que pude, me desped� de ellos (me dieron dos besos cada uno
como despedida) y sal� de all�. Ya en el ascensor mientras bajaba romp� a llorar
amargamente y todo el trayecto a mi casa lo hice llorando.


Por supuesto no pod�a contarles todo aquello a mis padres y nunca se lo
cont�. Lo que ten�a claro es que no pod�a volver all� para trabajar. �C�mo iba a
ser la secretaria de esas personas que me hab�an visto desnuda y me hab�an
ultrajado y humillado?. Me moror�a de verg�enza. Cada vez que me miraran
sentir�a en su mirada como estaban record�ndome desnuda.


Decid� que nunca volver�a all� y nunca contar a nadie lo que me hab�a
sucedido. Solo ahora, y de forma an�nima estoy contando todo aquello.


A los dos meses me enter� por los peri�dicos que una chica hab�a puesto una
denuncia por el mismo caso que a mi me hab�a ocurrido. Por lo que relataban, no
tengo duda que eran los mismos. Pero adem�s, la noticia terminaba as�. " cuando
la chica se present� en su primer d�a de trabajo en las oficinas, result� que el
trabajo no exist�a y las supuestas oficinas eran un apartamento de alquiler que
se alquila por d�as o por horas. ".


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