Saludos a los lectores de .com. Os voy a contar
una historia real que me ocurri� hace ya algunos a�os en un viaje que hice a
Londres, y en el que realmente descubr� que mi mente calenturienta y mi deseoso
y ardiente cuerpo iban de la mano.
Mi nombre es Nacho y la historia que os cuento sucedi� cuendo
ten�a 24 a�os. Hasta ese momento mi vida era bastante mon�tona. Ten�a una novia
desde hac�a 6 a�os y nuestras relaciones eran demasiado normales para lo que mi
mente calenturienta requer�a. Peticiones de sexo anal, mamadas en lugares
p�blicos, y participaciones en org�as eran historias que mi novia no compart�a y
que yo deseaba tanto que aveces so�aba con ellas mientras hac�amos el amor en la
casa de mis padres.
Aquel verano, decid� marcharme un mes a Londres con la excusa
del idioma, si bien lo que realmente buscaba era algo distinto. No sab�a muy
bien qu� era ese algo, pero mi cuerpo me ped�a marcha.
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Me ahorro los preambulos de mi llegada a esa magn�fica ciudad
y la etapa de acoplamiento que ciertamente fue r�pida y satisfactoria y paso
directamente a relataros la magn�fica aventura en la que me v� inmerso y que se
prolong� durante varios meses, si bien en este primer relato �nicamente os voy a
contar un episodio.
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En una academia a la que iba a aprender el idioma, conoc� a
Carmen. Una chica morena, de larga melena, corpulenta, de estatura media y en la
que destacaba adem�s de una preciosa sonrisa, unos pechos erguidos y redondeados
que cuando nos presentaron apunto estuvieron de ocasionarme un desmayo.
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Enseguida hicimos buenas migas y comenzamos a salir por las
tardes y a entablar una amistad que posteriormente se convertir�a en una
complicidad maravillosa. Un buen d�a mientras tom�bamos una cerveza en las mesas
de madera que hay en Pubs londinenses, me coment� que conoc�a una amiga que
siempre le hablaba de un hombre mayor y adinerado que organizaba grandes fiestas
sufragadas en su totalidad por �l, y en las que no faltaba absolutamente de
nada. Me dijo que ella hab�a estado tentada de acudir en varias ocasiones pero
que no se atrev�a a ir sola, y me pidi� que esa noche fueramos juntos a ver de
qu� se trataba. Por supuesto, yo le dije que s�, y acto seguido cogi� su
tel�fono m�vil�y llam� a Claudia, que as� se llamaba la amiga.�En tan solo 5
minutos se acababa de gestar lo que hasta la fecha�ha sido la aventura m�s
excitante que jam�s me ha ocurrido y que provoc� que prolongase mi estancia en
esa ciudad durante 4 meses m�s.
La cita se estableci� a las 6 de la tarde, y media hora antes
estaba en la puerta de la casa de Carmen para acudir a tan enigm�tica fiesta.
Ella apareci� deslumbrante. Llevaba una minifalda roja completamente ce�ida al
cuerpo y una camisa en la que se pod�a apreciar a la perfecci�n sus grandes y
rollizos pezones que parec�an buscar alocadamente una salida por entre la fina
tela que los cubr�a.
Tardamos m�s de media hora en llegar�ya que se encontraba�a
las afueras de la ciudad. Era una casa no demasiado grande pero que estaba
rodeada por un jard�n bastante amplio en el que destacaba la impresionante
estampa de dos rottweiller que permanec�an inm�viles en la entrada de la casa.
Decidimos llamar al timbre y nos recibi� una chica joven, de unos 19 a�os, con
la mirada un tanto perdida, y que una vez�que le preguntamos por Claudia, en
seguida la avis� y sali� a saludarnos.
Entramos en la casa ante la mirada penetrante de los canes, y
nos encontramos con una ambientada fiesta en la que las copas, la coca�na y la
comida abundaban, y en la que los cerca de 20 invitados que en ella se
encontraban, bailaban, re�an, beb�an y disfrutaban sin reparar�con nuestra
presencia y mucho menos�extra�ar la sistencia de nuevos invitados.
As� pasaron las horas, con la m�sica a toda pastilla,
bebiendo sin ning�n reparo y esnifando grandes l�neas de farlopa que se
encontraban dispuestas por las mesas de cristal que rodeaban la sala y que cada
cierto rato, al igual que las copas y la comida eran generosamente repuestas por
el anfitri�n, al que nadie conoc�a y que seg�n dec�an, divisaba todos los pasos
de los invitados a trav�s de c�maras que se encontraban ocultas en rincones de
la casa.
Al cabo de varias horas, y con los cuerpos ya perfectamente
tonificados, las primeras escenas de sexo comenzaban a divisarse en la gran
sala, sin que este hecho sorprendiera a nadie salvo a m��y a Carmen. O al menos
eso cre�a yo, porque cuando�me gir� para comentarle lo que ve�a, mi acompa�ante
estaba siendo manoseada por un tipo alto y delgado que minutos antes me hab�a
cedido caballerosamente a su novia para que nos conocieramos sin que yo pudiera
imaginarme cu�l era el grado de conocimiento que me suger�a ese tipo.��
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At�nito y sin pareja, decid� sentarme en un una silla y
disfrutar viendo como�se amenizaba la fiesta� a la espera de tener mi
oportunidad, de la que estaba seguro llegar�a. Mientras tanto Carmen era rodeada
por tres tipos que junto con el delgado, comenzaron a desnudarla ante la
permisividad de Carmen que contoneaba su cadera�y gui�aba ardientemente los ojos
a todos ellos. Los cuatro tipos comenzaron a desnudarla. Primero le despojaron
la camisa, apareciendo�aquellos hermosos pechos que para mi desgracia iban a ser
chupados por esos desconocidos. En pocos�segundos la falda roja estaba ya a la
altura de la cintura y sus braguitas hab�an sido sutilmente achadas a un lado
para sorprensa de quien les habla que pudo ver en primer plano tan magn�fica
raja. Carmen de repente se separ� de aquellos tipos, se dirigi� a una de las
mesas�laterales y esnif� una enorme raya, tomando con los dedos restos de otra y
se dirigi� de nuevo al grupo. Se arrodill� y sac� una a una las vergas de todos
ellos, colocando en sus capullos una punta de coca y mamando ansiosamente las
poyas, hasta tragarselas enteras. Los tipos hac�an un c�rculo y Carmen chupaba
como una posesa las vergas, que si bien no eran enormes, s� ten�an un tama�o
nada despreciable.
Tan entretenido estaba en las andanzas de mi acompa�ante que
perd� la noci�n de lo que ocurr�a en el resto de la casa. Era incre�ble. La
chiquita que nos recibi� al llegar era�follada por dos tipos mientras le com�a
la polla a un tercero. Mientras tanto, Carmen, que ya hab�a chupado todas las
poyas de sus nuevos amigos, se coloc� a cuatro patas y pidi� ser follada como
una perra por el culo sin que�esos tipos tardaran ni un segundo en reaccionar y
llenar ese ansioso agujero con sus lubricadas vergas.
En ese instante pens� que ya estaba bien de mirar y que hab�a
que pasar a la acci�n, y que mejor forma de estrenarme que perforando el culo de
Carmen no sin antes pedir�turno para ello. Seg�n me dispon�a a coger posici�n,
me percat� de la presencia de dos chicas rubias, delgadas, casi dir�a que
fam�licas, que estaban en posici�n de 69, comi�ndose mutuamente el co�o. Lo
cierto es que ninguna de ellas era mi tipo, ya que a mi me gustan las mujeres
con carnes, pero mi poya estaba a punto de estallar y necesitaba urgentemente
ser atendida por una hembra. Me acerqu� a ellas coloc�ndome enfilando el culo de
una de ellas mientras la otra le chupaba fren�ticamente la raja que a estas
alturas estaba totalmente lubricada. Introduje primero un dedo, luego dos y
hasta tres en su ano y cuando ya hab�a dilatado lo suficiente le met� mi dura
poya en su orificio, en el que entr� sin ninguna dificultad. Comenc� con un
ritmo suave, pero a las pocas embestidas increment� la fuerza de los empujones
hasta acabar de forma virulenta, derramando toda mi leche en su culo. De
inmediato la chica que se encontraba chupando el co�o, me saco la verga y
comenz� a mamarmela hasta dejarla limpia y reluciente. Fue entonces cuando
levant� la cabeza y pude ver a Carmen que era ensartada por el culo y por el
co�o mientras se tragaba dos poyas a la vez que en cada embestida desaparec�an
para volver a verse de nuevo humedas hasta la mism�sima empu�adura.
La chica que estaba debajo, y que me hab�a sacado brillo a mi
falo, me coloc� ella misma la polla en su ano y me pidi� que la pegase mientras
la follaba. Su amiga me dio una vara de madera y a modo de ejemplo peg� un
fuerte golpe en su muslo que hizo las delicias de esa perra, mientras yo le
cog�a bruscamente de sus melenas y estiraba hacia a tras, hecho este que me hizo
sentir como un aut�ntico cowboy.
Pronto me corr� de nuevo, pero esta vez con tiempo suficiente
para sacarla del culo de esa guarra y poner a ambas de rodiilas para que se
tragaran toda mi leche.
Con mi segundo orgasmo, decidi tomarme un respiro y
aprovechar para tomarme una copa, comer algo para recuperar fuerzas y esnifar
unas lineas de coca para volver a coger el br�o inicial.
Una vez estuve listo, divis� a una hembra que cabalgaba a un
tipo, mostrando su culo en pompa mientras se met�a y sacaba esa tremenda poya
aprovechando hasta el �ltimo cent�metro de la misma. Yo siempre hab�a so�ado con
dar por el culo a una t�a mientras era a la vez follada, as� que me acerqu� y
agarr�ndome a sus tetas le met� mi polla por el culo, sin que apenas me costara
trabajo pues ten�a el ano muy dilatado, sin duda por que anteriormente hab�a
sido sodomizada. La sensaci�n de notar a trav�s de una fina pared de piel otra
poya que entraba y sal�a al mismo tiempo me produjo un placer sin precedentes
que unido a los alocados gemidos de la chica, hicieron que no tardara en
correrme, mientras el otro tipo continu� durante bastante m�s tiempo perforando
el co�o de tan lasciva jovencita.
Por aquel entonces, los primeros rayos de luz comenzaban a
entrar por la ventana y el cansancio, pese al continuo "habituallamiento" al que
ten�amos acceso, empezaba a hacer mella y alguno de los componentes de tan
extravagante fiesta comenzaban a dispersarse.
Carmen, absolutamente saciada, se acerc� a mi, pregunt�ndome
si me lo hab�a pasado bien, y mostrando una cara mezcla de satisfacci�n, placer
y agotamiento. Sin darme apenas tiempo a contestarla, me cogi� de la mano
sac�ndome de la casa y pidi�ndome que la llevara a casa.
As� acab� esta maravillosa fiesta que se repetir�a cada fin
de semana con diferentes invitados, pero eso ya ser� objeto de otro relato.
Un saludo.