Hoy se cumplen 6 meses de la prematura muerte de Ver�nica, mi
esposa. Los 11 a�os que pasamos juntos son sin duda los mejores de mi vida, pues
est�bamos hechos el uno para el otro.
Pero hay algo que mi mujer nunca supo y que voy a relatar
ahora: Una vez le fui infiel.
Ocurri� en nuestro viaje de luna de miel. El viaje iba a
durar unas cuantas semanas, pues era un crucero por el Mediterr�neo.
Despu�s de visitar varios pa�ses, el barco atracaba en la
isla de Creta, donde estar�amos 2 d�as.
Decidimos salir a comer algo en un restaurante de comida
t�pica. La comida estaba exquisita y comimos casi hasta reventar, pero surgi� un
imprevisto. A Ver�nica le sent� mal la comida y estuvo todo el d�a vomitando,
por lo que regresamos al barco y pasamos all� el resto del d�a.
Al d�a siguiente se encontraba algo mejor, pero no ten�a
fuerzas ni para levantarse de la cama. Me dijo que saliera a conocer la isla,
pues ella iba a estar bien sola y no era justo que los dos nos perdi�ramos esa
parte del viaje. Nos besamos y sal� a dar un paseo.
Estaba caminando por la calle cuando de repente escuch� una
voz femenina que cantaba. Me qued� parado escuchando aquella bella canci�n, tan
absorto estaba que no reparaba en la gente a mi alrededor y solamente o�a ese
c�ntico envolvente.
Comenc� a caminar hacia donde part�a ese bello sonido. La
gente al pasar me miraba de forma extra�a, como si estuviese loco. Camin� hasta
salir de la ciudad, bordeando la costa, hasta llegar a una cala apartada.
All�, sobre una roca, junto a la orilla, una chica desnuda
peinaba su larga melena negra mientras cantaba.
A medida me fui acercando a ella instintivamente me fui
quitando la ropa, de tal modo que cuando estaba al alcance de mi mano yo ya
estaba completamente desnudo.
En ese instante ella par� de cantar, se dio la vuelta y al
verme sonri�.
Tendr�a unos 20 a�os y era la mujer m�s bella que hab�a visto
nunca.
No nos cruzamos ni una sola palabra, solamente nos miramos a
los ojos y nos besamos. Yo la tom� en brazos y la tumb� sobre la arena.
Hund� mi rostro entre sus pechos y empec� a lamerlos, sobre
todo sus pezones, sabrosos como una jugosa fruta madura. Ella al mismo tiempo se
re�a y me acariciaba el cuello y la espalda.
Toda su piel estaba salada por el agua del mar. Fui un poco
m�s abajo, le abr� las piernas y le met� la lengua en el co�o, que ten�a un
extra�o sabor a agua marina. Mi lengua daba vueltas en torno a sus labios
vaginales y la chica se retorc�a de gusto sobre la arena, gimiendo como una
perra.
Me tumb� boca arriba y ella se puso encima de m�, poni�ndome
el co�o en la cara para que siguiera comi�ndoselo, mientras ella me hacia lo
propio con la polla. Aquella chica, a pesar de su juventud, ten�a mucha
pr�ctica, pues Ver�nica (que en esto ten�a sobrada experiencia) no lo hac�a ni
la mitad de bien que ella.
Me levant� y la puse a cuatro patas, mirando hacia el mar, y
se la met� en el co�o desde atr�s.
Aquello era una aut�ntica gozada, follando con toda mi alma a
aquella chica mirando hacia el mar, hacia una maravillosa puesta de sol. Quer�a
quedarme all� enganchado de por vida, que aquello no acabase nunca.
Me hizo se�as de que parase un momento, me empuj� y ca� de
espaldas sobre la arena. Se subi� encima de m� y comenz� a cabalgarme como a un
potro salvaje. Yo permanec�a inm�vil, gozando de su cuerpo y de la visi�n y el
tacto de sus pechos, duros y relucientes como dos manzanas a punto de caerse del
�rbol.
La chica se mov�a fren�ticamente y las contracciones de su
vagina masajeaban mi polla con fuerza y suavidad.
Unos segundos despu�s me corr� de una forma bestial, como
nunca lo hab�a hecho. La chica segu�a movi�ndose y yo segu�a expulsando semen.
Si no paraba pronto iba a dejarme seco.
Algo extra�o sucedi�. Los ojos de la chica ya no eran
humanos, sino como los de una serpiente y en su piel, hasta ese momento suave,
comenzaban a aflorar escamas por todas partes. Sus dientes, hasta hace un rato
perfectos como los de una estrella de cine, eran puntiagudos y afilados como los
de un tibur�n.
Yo no pod�a escapar. Estaba indefenso y paralizado por el
terror y por aquel orgasmo sin final.
Aquel ser se lanz� a morder mi cuello y en ese momento o� un
disparo y mi cara se llen� de sangre. La criatura se separ� de m�, dando un
grito que casi me perfora los o�dos y huyendo hacia el mar.
Un anciano con una escopeta se acerc� a m�.
Gracias, me ha salvado la vida.
El anciano se�al� 3 peque�os lunares en mi pecho, que
formaban un tri�ngulo.
Llevas la marca de la nereida. S�lo los hombres que la
tienen pueden o�r sus cantos. Debes abandonar la isla cuanto antes. Est�
hambrienta y seguramente volver� a llamarte.
�Habla usted mi idioma?
Trabaj� 12 a�os como marinero en un carguero argentino.
Hazme caso y sal de la isla cuanto antes. La pr�xima vez puede que no haya
nadie para ayudarte.
Volv� a darle las gracias y de regreso al barco, a pesar del
esfuerzo y del susto que llev�, le hice el amor a Ver�nica como nunca se lo
hab�a hecho antes.
Esa misma noche el barco parti� hacia Chipre, alej�ndome del
peligro.
Ver�nica era la mujer de mi vida y ya nada me retiene aqu�.
Dentro de unas horas salgo de viaje hacia Creta, hacia esa cala solitaria, para
pedirle a la nereida que me ayude a reunirme con mi esposa.