La vecina (IV).
Me recibi� Matilde, estaba con una falda amplia negra de tela
muy suave, la cual marcaba su cuerpo, tambi�n llevaba una camisola blanca algo
transparente que dejaba adivinar un corpi�o blanco y sobre ella un chaleco
negro, estaba sencilla por hacia mucho m�s inquietante su hermosura.
Cuando llamo a su hija avis�ndole que yo ya habia venido, me
comento que ella me hab�a tomado mucho aprecio.
Espero que vos tambi�n.
Matilde sonr�e y en ese momento vino corriendo hacia mi
Silvia, ella llevaba puesto un vesti-dito blanco de gasa, Como s� fuese de
comuni�n pero era muy corto tanto que apenas se agachaba dejaba ver su
bombachita blanca. Todo parec�a un juego en el cual la madre me quer�a hacer
entrar y yo quer�a participar.
La cena estuvo estupenda, Matilde adem�s de saber cocinar me
demostr� que se puede ser una mu-jer muy decente fuera de casa y dentro de ella,
otra deliciosamente femenina.
Cuando terminamos tomamos un caf�, sentados en un sill�n
frente al televisi�n, habia alqui-lado una pel�cula para esta ocasi�n. Me cont�
que una de las cosas que mas le gustaba era ver una pel�cula con toda
tranquilidad eso la calmaba mucho del strees de todo el d�a.
Una vez tomado el caf�, nos dedicamos a la pel�cula. Ella
dijo que tenia fr�o y trajo una man-ta y la puso sobre nosotros.
Silvia aprovecho la situaci�n y enseguida me pregunto s�
pod�a sentarse encima m�o. A lo que la madre mir�ndome me dijo.
Si a vos no te molesta.
Como me iba a molestar, Silvita al ser muy corta su pollerita
quedo sentada sobre mi tan solo con su bombachita, la manta era un campo que no
pod�a desperdiciar, por debajo de la manta y tan solo con la luz del televisor
le tome la mano a Matilde, que me correspondi� con una mirada tierna y picara a
la vez.
Mi otra mano paso poco a poco bajo la falda de Silvia que sin
decir nada abri� lentamente un poco las piernas dej�ndome llegar, hasta el borde
del el�stico que con dos dedos lo corr�, llegando a su tajito.
Por un lado mi mano quedo sobre la falda de matilde y ella
apoyo su cabeza sobre mi hom-bro, mientras tanto mi otra mano ya tenia el
flujito de esa peque�a conchita.
-Osvaldo ponete c�modo, yo me voy a sacarlos zapatos.
-Silvita me permites ponerme en otra posici�n.
Cambiamos de posici�n quedando yo brazando a Matilde y Silvia
sobre mi, y aproveche ese momento bajando el cierre
del pantal�n para sac�rmela afuera, Silvita se dio cuenta
enseguida por que inmediatamente levanto su pollerita y se sent� sobre mi.
d�ndome la posibilidad de tocar con mi pija su pielcita y su bombachita hundida
entre su colita. Pasado un tiempo coloque mi pija entre sus piernitas y ella
apret� las piernas siendo esta una sensaci�n divina, sentir el rose de sus
musculos y su conchita, aunque separada por la tela de la bombacha que estaba
toda mojadita en su parte delantera.
La madre me hizo ver que su hija se durmi�. Y yo aproveche
ese instante y le di un beso her-moso. Pero yo sabia que Silvita no se habia
dormido por que bajo la manta ella con su manito me la estaba tocando no c�mo
una mujer experta sino c�mo una ni�a.
Tal fue mi estado que acabe sobre su bombachita y no se si en
su mano, en el mismo momen-to que me besaba con la madre y con la mano
acariciando uno de sus pechos generosos.
Osvaldo entre mi hija y yo te vamos a hacer el hombre mas
feliz.
Silvia se dejo caer a un costado, c�mo dormida, justo cuando
Matilde corre la manta antes de que pueda cubrirme.
No te preocupes mi amor, Silvia es muy chica para saber de
estas cosas.
Tom�ndome entre sus dedos, me dijo.
La pr�xima vez te la hago yo mi amor.
Matilde quiero hacerte el amor.
Vayamos al dormitorio. Pero antes voy acostar a Silvia, y
cambiarle la bombachita, mira que sos impulsivo. Tiene las piernitas y la
bombachita llena de leche.
Es que con vos me vuelvo loco, tenia muchas ganas de ti.
Si pero esto me demuestra que sos tan cochino y asqueroso
c�mo yo.
Nunca pense que te gustar�a hablar tan sucio. Sos tan formal.
Si mi amor, en la calle. Pero en casa me gusta ser un poco
degenerada.
Que tan sucia podes ser.
Todo lo que vos quieras y mas.
La tome de los hombros y le di un beso y mis manos pasaron
bajo su falda.
Te repito desde hoy podes tratar a Silvita c�mo si fuera tu
hija y a mi c�mo tu ar-diente esposa.
Decime que tan ardiente y degenerada podes ser con tu hombre.
Mientras mi mano ya jugaba con la entrada de su conchita totalmente mojada ya
lista para recibirme.
Solo para empezar, esto te parece poco.
Haci�ndome se�as, para que no despierte a Silvia. le levanto
el vestidito y lenta pero sabiamente le fue sacando la bombachita y al tenerla
en sus manos.
Te gusta esto mi amor.
Dicho esto le paso la lengua, a la bombachita tomando la
leche que quedo en ella.
Adem�s desde hoy tenes mi permiso para, pasar tus manos por
debajo de mi pollera cuando lo desees, a y si te portas bien con tu nueva
esposa, tal vez....
Esp�rame en el dormitorio, que la llevo a su habitaci�n ya
voy, la quiero seguir to-m�ndola del envase cuando vuelva mi amor.
Continuara...
Datos del autor
Nombre: Delf�n
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