Juan lleg� a mi vida como tantos otros, un descuido, una casualidad, el destino, yo que s�, lo cierto es que le gustaba endulzarme el o�do, y a mi, me encantaba que lo hiciera, cada ma�ana despu�s de mi dosis de cafe�na y nicotina, revisaba mis correos con la esperanza de iniciar mi d�a con unas palabras dulces...
Mis cumplea�os siempre me llenaron de hast�o; en general se repiten con los mismo ritos: flores, cena y regalos utilitarios. Salvo uno que recuerdo con simpat�a, mis 28 abriles!
Al principio me dol�a pero el lo met�a poco a poco y lo sacaba hasta que el esf�nter que se negaba a recibir aquel instrumento ficticio, cedi�!