Relato: La Sra. Dayra La Sra. Dayra
La Sra. Dayra, era amiga de la familia, casi como una t�a m�s
para m�. Muchos fueron los veranos que pase visitando su casa para ver a sus
hijas. De mediana estatura, alrededor de 40 a 45 a�os, no era la gran cosa, pero
hab�a algo en ella que despertaba mis instintos, algo que me hacia desearla. Era
buena persona y todo, pero ten�a un aire as� como de salvaje en la cama. Tal vez
era el hecho de que el marido se la pasaba viajando y la ten�a desatendida. Con
el paso del tiempo, las muchachas se fueron y la Sra. Dayra quedo sola en la
casa. Un d�a, me entere que el marido, en uno de esos viajes, decidi� quedarse
por all� con otra mujer. Sab�a que hab�a algo que pod�a aprovechar de esta
situaci�n.
Se me hizo una costumbre ir a visitarla de vez en cuando, no
tan seguido como quisiera, pero si iba bastante, siempre con la excusa de estar
por el �rea, de ir a visitarla como en los viejos tiempos, etc. Siempre
est�bamos en la sala, conversando de todo, preguntando sobre la familia, como va
la universidad, lo de siempre. Yo siempre note que cuando llegaba a la casa,
ella siempre vest�a ropa normal, una bata de vez en cuando, shorts y camisetas
la mayor�a del tiempo y que al rato de yo estar all�, se iba al cuarto y se
cambiaba para ponerse algo mas recatado. Hasta que un d�a le hice un comentario
al respecto, de que no tenia que cambiarse por mi, que era su casa y que por mi
no hab�a problema. En ese momento se ri�, como si le hubiese echado una broma,
pero con el tiempo note que ya no se cambiaba cuando llegaba. Incluso un d�a,
cuando llegue me dijo que iba a tomar una ducha, que la esperara en la sala. Al
rato, son� el tel�fono.
Como yo soy de la familia m�s o menos, conteste y le llame
para avisarle. En ese momento no estaba pensando en nada malo, cual no fue mi
sorpresa cuando veo que sale del ba�o con solo una toalla puesta alrededor. Ah�
estaba yo, sentado en la sala y ella parada frente a m� hablando por tel�fono
reci�n salida de la ducha. Pude en ese momento apreciar que su cuerpo se
conservaba mejor de lo que cre�a. Ese d�a no paso mas nada, pero sospechaba que
pronto podr�a hacer mi jugada.
Un d�a me llamo para preguntarme si pod�a hacerle un favor.
Me dijo que necesitaba pintar unos cuartos de la casa, pero que un pintor le
sal�a muy caro. La verdad, como no tenia nada que hacer acepte ayudarla. Como
hacia calor y para no manchar mucho, trabajaba solo con un short de jeans viejo
que tengo. Ese d�a de reojo vi como se me quedaba mirando la Sra. Dayra cuando
me acompa�aba de vez en cuando.
Al finalizar la jornada, quede sentado en el piso tomando un
descanso. La Sra. Dayra se sent� al lado m�o y convers�bamos sobre el trabajo.
De repente extendi� su mano con un pa�uelo que tenia, dizque para secarme el
sudor, pero note como pasaba su mano sensualmente por mi quijada y luego por mi
pecho. Su mirada estaba como ida, hasta que reacciono y al ver lo que estaba
haciendo, se sonrojo y se paro. Viendo una oportunidad, la segu� adentro de la
casa. Ah� estaba ella frente al fregador. Al darse cuenta de mi presencia, sin
voltear a verme, me pidi� disculpas, que no sabia lo que estaba haciendo, que
ella pod�a ser mi madre y otras cosas. Yo me le acerque por detr�s y la agarre
por la cintura hasta pegarle mi paquete a sus nalgas. Dio un peque�o brinco pero
no se movi�. Empec� a decirle que no hab�a problema, que despu�s de todo, ella
era una mujer y tambi�n tenia necesidades. En ese momento trato de seguir
diciendo que est�bamos haciendo mal, pero mientras su boca hablaba, mov�a su
culo restreg�ndolo contra mi paquete. Era ahora o nunca.
Me le acerque mas y empec� a besar su cuello mientras ella
dejo caer su cabeza hacia un lado dej�ndome hacer. Con mis manos explore su
cuerpo hasta que me interrumpi� pidi�ndome que fu�ramos a la cama. Una vez en su
cuarto, me quede parado en la puerta y le ped� que se desnudara para mi. Pude
ver como se quitaba las prendas de ropa lentamente hasta quedar completamente
desnuda. En ese momento me pregunto si me gustaba lo que ve�a. Me quite el short
y le ense�e mi verga erecta. Ah� estaba su respuesta. Me le acerque y agarro mi
verga con su mano. Empez� a pajearme ah� mismo, mir�ndome la verga fijamente,
como hipnotizada. Me cont� que hacia rato que no hab�a visto una as� tan dura.
Por lo que le entend�, no estaba tan descuidada como cre�a. T�midamente se la
llevo a la boca y empez� a chuparla.
Que placer m�s exquisito sentir sus labios succionando mi
verga. Cada vez iba cogiendo mas confianza y la chupaba mas fuerte y hasta
incluso me agarraba los huevos de vez en cuando. Sent� que me venia, pero hizo
mas presi�n y estalle en su boca. Se ve�a tan sensual all� mir�ndome a los ojos
con semen derram�ndosele por la comisura de los labios. Se limpio con la blusa
que llevaba minutos antes y se acomodo en la cama. Me acost� al lado de ella y
empec� a besarla por todo el cuerpo hasta acomodarme entre sus piernas. Tenia la
mota algo peluda, pero se ve�a bien desde mi punto de vista. Empec� a lamerle
los muslos y finalmente me concentre en la mota. Seg�n me dijo despu�s, era la
primera vez que un hombre le hab�a hecho eso. Le lam�a los bordes, la penetraba
con la lengua, le mordisqueaba el cl�toris y de vez en cuando, le daba una
lamidita en el ano que la hacia brincar mientras ella sujetaba mi cabeza con
fuerza y remeneaba la pelvis gimiendo como loca.
Como mi verga ya estaba lista para entrar al combate de
nuevo, me arrodille entre sus piernas y empec� a pasarle la punta de la verga
por la mota, restreg�ndosela, meti�ndole la puntita y sac�ndola. A todo esto,
ella solo se remord�a los labios y se mov�a como buscando que la penetrara. Y
eso fue lo que hice. Se la met� de un solo golpe, cosa que le saco un gemido
escandaloso. Empec� a met�rsela mientras le abr�a las piernas lo m�s que pod�a.
La Sra. Dayra solo gem�a y me dec�a lo mucho que le gustaba. Empec� a decirle
que ella era mi hembra y que le sacar�a el jugo. Segu� penetr�ndola hasta que se
corri�, en un orgasmo que creo escucharon los vecinos. Pero yo todav�a no hab�a
terminado, as� que aproveche ese momento para voltearla y la iba a poner en
cuatro, cuando empez� a protestar.
Me dec�a que as� no, que nunca lo hab�a hecho as�, que eso
solo lo hac�an las putas y cosas as�. Yo calmadamente le explique que no hab�a
nada malo en eso y finalmente la pude poner como quer�a. Accedi� solo si se lo
hacia suavecito. La penetre de un solo golpe y comenc� a montarla con fuerza. La
tenia bien agarrada as� que para ning�n lado iba. Al principio solo me dec�a que
as� no, que se la sacara, pero al rato de estar cogiendomela as�, empez� a gemir
y a decirme "que rico papi" y cosas as�. Segu� mont�ndomela hasta que finalmente
me vine dentro de ella. Quedamos ah� rendidos los dos en la cama, sudados y
cansados. Seguimos cogiendo ese d�a y cada vez que la visito, ense��ndole otro
par de cosas que tampoco nunca hab�a probado.
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Relato: La Sra. Dayra
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