Nota importante: este relato est� concebido originalmente en
idioma catal�n, pero para su publicaci�n mundial no puedo limitarme a este
marginal idioma, por lo que lo he escrito en castellano.
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21:34 24/07/2005
Casa Pons - Calella de palafrugell.
-Abuela-Dolors: �qu� te parece Jordina, te vienes conmigo y el abuelo a las
"habaneras" que hay esta noche en la playa?
-Jordina: s� s�, que en casa de noche hace un calor de sauna, vamos a la playa.
-Dolors: pues va, ya vas bien con este vestido que llevas. Avisa a tu hermano
Arnaldo si se quiere venir.
-Jordina: uy, Arnaldo... estar� jugando en la play-station, pero bueno voy a
dec�rselo.
Me dirijo al cuarto de Arnaldo y ya de lejos oigo ruido de carreras de coches.
Estar� jugando al gran-turismo ese nuevo que le han pasado. Abro la puerta y lo
engancho en pleno reto automovil�stico.
-Jordina: esto... Arnaldo...
-Arnaldo: �qu�, qu� quieres!
Dice sin retirar la vista de la pantalla ni las manos del mando.
-Jordina: pues que, los abuelos y yo nos vamos a las habaneras que hay en la
playa.
-Arnaldo: bueno �y qu�!
-Jordina: pues que me han pedido que te diga si quieres venir?
-Arnaldo: no, d�jame.
-Jordina: me lo supon�a.
Digo esto �ltimo para mis adentros sin esperar tan solo que Arnaldo me oiga.
Cierro la puerta con cuidado y vuelvo al sal�n donde los abuelos hacen los
�ltimos preparativos. Toman sus cajitas de pastillas por su hubiere alguna
urgencia y en dos minutos estamos en la calle rumbo a la playa.
-Jordina: �y qu� grupo ha organizado el aplec?
-Abuelo-Raim�n: pues tocan muchos grupos. En verdad es organizaci�n del
ayuntamiento, pero s� del cierto que tocan los "port bo" y los "calitja".
-Jordina: mmmm qu� bien, me gusta un mont�n cuando llega verano y se organiza el
"aplec".
Por la calle hay un mont�n de gente que se dirije al mismo sitio que nosotros,
pero pocos conocidos. La mayor�a son turistas "de pela", y guirufos que he
aprendido a reconocer por su color de pelo o piel, y hasta por la constextura de
su cara. La que en invierno suele ser una fr�a y solitaria noche, hoy se ha
convertido en un fen�meno de "massas" que se dirijen hambrientos a ver cantar en
la playa. No tardamos en llegar y nos encontramos de noche una playa m�s repleta
que a las 2 del mediod�a. La gente se ha sentado por todos lados. Los sentados
en los bancos del paseo deben ser los primeros que han llegado, despu�s la gente
se las ha ido ingeniando improvisando en otros sitios. Y los hay sentados en las
barcas que hay en la arena, hay tambi�n media dozena de barcas en el agua
repletas de gente, y el resto de pueblo llano en la arena.
-Jordina: �mira! ah�! en esas escaleras!
Mi vista ha cazado un estupendo lugar para sentarnos en unas peque�as escaleras
que bajan de una casa proxima a la arena.
-Dolors: que gracia tenerte entre nosotros Jordina, ni yo ni el abuelo
hubi�ramos sido capazes de ver ese sitio.
-Jordina: �venga vamos, antes de que nos lo saquen!
-Dolors: corre t� a ocuparlo, el abuelo y yo vendremos en seguida.
Corriendo como si jugara me aproximo al sitio elegido. Por fortuna llego ah�
antes que nadie y lo ocupo todo, me siento en el centro para que se vea que no
cabe nadie m�s. Los abuelos, per�, tardan un ratito en llegar y yo me pongo un
poco nerviosa. Cuando los veo por fin, va con ellos un se�or desconocido para
mi, debe ser un amigo suyo pienso.
-Dolors: que rica eres Jordina, nos has reservado el mejor sitio de la playa.
Mira, este se�or se llama Pere y es amigo nuestro desde la infancia.
-Jordina: oh encantada se�or Pere.
Y como mujer que soy (o quiero ser alg�n d�a) le doy los dos besos de rigor en
las mejillas.
-Pere: uy que nieta m�s mona que tienes Dolors, como que ha salido a ti.
Los cuatro nos re�mos a carcajadas y eso descarga la atmosfera de un que fuera
desconocido. La escalera aunque ideal, es un poco estrecha. La abuela se sienta
entre las piernas del abuelo que est� sentado un par de escalones m�s arriba, y
yo me siento entre las piernas de Pere que tambi�n est� un par de escalones m�s
arriba. Ahora entre tanto barullo de gente que viene y se va, y la conversaci�n
con el "nouvingut", el tiempo pasa volando y en un momento empiezan a cantar.

-Pere: mira Jordina, �ves aquel que canta, el tercero empezando por la
izquierda?
-Jordina: s� claro.
-Pere: pues es mi hermano, de peque�os a los dos nos gustaba cantar habaneras,
pero al final solo �l se dedic� profesionalmente.
-Raim�n: y t� que podr�as haberte hecho la barba de oro, pero preferiste
trabajar en la barca y mira quien es el rey ahora.
-Pere: to tiene sus cosas. Joan, mi hermano, es muy famoso tocando con su grupo
de "port bo". Pero quiz� ha tenido en la vida m�s penurias que yo de pescador,
eso no lo puede saber nadie.
-Raim�n: lo veo dif�cil.
Todos, que estamos siguiendo la fiesta, nos convertimos como en una sola
persona. La atm�sfera reinante es divina, no hace el calor que hace de d�a en la
playa, e incluso hace una ligera brisa que viene del mar que sabe a gloria. La
atmosfera, junto a nuestra compa��a, junto a la m�sica, lo convierten todo en un
para�so terrenal transitorio. Mientras transcurre todo esto nos hemos ido
tomando confianzas, y ahora estoy apoyada en Pere que a la vez tiene sus brazos
reposando en mis hombros.
Sin darme cuenta de ello le he tomado la mano a Pere y jugueteo con ella
mientras escucho el cantar. A su momento me doy cuenta de que estoy jugando con
la mano de un casi desconocido y la suelto. Fua, olvido la chorrada y me
concentro de nuevo en las habaneras. Vuelve mi mente a volar por el mismo cielo
en que est� volando la mente de la gente que nos rodea y me dedico a escuchar el
cantar pescador de la noche. Estoy as� enajenada cuando de pronto algo me
sorprende y alarma a la vez, es la mano de Pere que como quien no quiere la cosa
esta apoyada en el nacimiento de mi escote/pechos.
M�s que pensarlo, me propongo pensar en que es una banalidad y que no hay que
darle importancia. Vuelvo a dirigir mi atenci�n a los cantantes pero me es
dif�cil concentrarme en ello mientras una mano ajena est� apoyada en mi escote.
Esa mano que est� en un ser o no ser, no tarda en tomar mayor determinaci�n e
introducir un dedo justo por ese primerizo pliegue central que a�n tiene que
crecer. Las habaneras huyen totalmente de mi mente pues hay algo mucho m�s
importante, mi honra. No me atrevo a decir nada a mis abuelos porque igual
armaba un esc�ndalo, y no es este en la playa con la cantata el mejor sitio para
llamar la atenci�n. Pienso "ya pasar�, no hay por qu� alarmarse". La nueva
faceta de la cantata, per�, no retrocede.
Pere, como disimulando para acomodarse, se tira un poco m�s hacia adelante, y
ahora su otra mano me toma tambi�n por mi primeriza cintura. Confiado por mi
eterno silencio, me desplaza la mano por mi cintura acarici�ndome toda. El dedo
de mi escote ha salido y ahora, amparado por la oscuridad y la m�sica, se dedica
a entibiarme dedicado a mis costados que toma con calidez. En ese instante yo
salto.
-Jordina: abuelo, estoy cansada, me voy a casa.
-Raim�n: vale hija, nosotros nos quedamos.
Tratando de no armarla me levanto y emprendo mi camino de retorno sin mirar
atr�s. Nerviosa como una tizna de carb�n ardiendo hago el mismo camino de antes
pero ahora de vuelta. Estoy casi llegando a casa cuando un coche que viene de la
playa se para a mi lado y va avanzando a mi paso.
-Pere: �ey! Jordina.
-Jordina: qu�.
-Pere: ven, s�bete que quiero hablar contigo.
-Jordina: no quiero, me voy a casa.
-Pere: pero hijaaa.
Yo no respondo y ya casi en mi casa Pere para el coche y sale de �l para hablar
conmigo en la puerta.
-Pere: �qu� te pasa, est�s enojada conmigo?
-Jordina: no, estoy cansada y me voy a dormir.
-Pere: pero, y la cantata, �no te lo estabas pasando bien en la playa?
-Jordina: s�, �pero porqu� me tocabas de esa manera?
-Pere: pues no es nada malo, todos los hombres y mujeres lo hacen eso, y a ti
tarde o temprano te gustar� hacerlo cada d�a.
-Jordina: �no, me voy!
Abro la puerta para meterme en las escaleras que suben pero Pere tambi�n se mete
dentro. Estoy tratando de echarle cuando me coge fuerte y adrede me besa en la
boca. Yo trato de soltarme pero no hay manera de desembarazarme de �l y sacar su
lengua de mi boca, y acabo por dejarle hacer y que se canse. Mientras me besa me
vuelve a poner las manos en la cintura y a acarici�rmela de la misma manera que
hizo en la playa. No me he dado ni cuenta que tambi�n estoy sacando mi lengua
para lamer la suya.
�l, a�n sin soltarme, baja su cabeza y me besa ahora ese escote culpable de
todo.
-Jordina: por favor Pedro, �qu� me haces?
-Pedro: pues nada raro mu�eca, ver�s como llegar� el tiempo que no podr�s pasar
un d�a sin hacerlo.
Yo no puedo hacer m�s que resignarme y lo dejo hacer en mi escote. Pedro me baja
los tirantes de arriba del vestido y libera unos que a�n no piden libertad por
fuerza pechos. Al mismo tiempo que me chupa el primer pecho de mi vida, yo
suelto mi primer gemido de placer de mi vida. No puedo hacer m�s que tomarle la
cabeza y hacer lo que me mandan los impulsos humanos y apret�rsela contra mi.
Cuando me tiene suficiente chupada como para no decir que no, me suelta el pez�n
y vuelve a besarme en la boca, que recibo golosa.
-Pedro: �podemos subir a tu casa?
-Jordina: s�, todos est�n durmiendo.
Sin retirar la mano de mi culo subimos las escaleras y entramos a hurtadillas en
casa. Oigo nada m�s entrar el ruido del gran premio gran-turismo de mi hermano,
que a�n juega a la play en su cuarto. Nos metemos silenciosos en mi cuarto y
nada m�s cerrar la puerta Pere se lanza a comerme de nuevo. Ahora me desnuda
totalmente mientras se desnuda a su mismo. Me da la vuelta y dirigi�ndome a la
cama me dice.
-Pere: c�gete fuerte de la cabezera.
-Jordina: pero, un momento, �no podemos hacerlo con m�s cuidado?
-Pere: esto no se puede hacer con cuidado, o se hace o no se hace.
Dice mientras me maneja algo atr�s, en la entrada de mi rajita. Yo temi�ndome lo
peor me cojo de la cabezera y hago bien, porque una gran cosa entra por mi
vagina por primera vez con furia.
-Jordina: AAAAAAAAH.
Pere no se detiene ante mi desvirgamiento y prosigue su acto amoroso foll�ndome
con hermosura. Hermosura que son mis labios los que expresan lanzando gemidos al
ritmo de la entrada de su pene.
-Jordina: oooh, oooh, oooh, Pereeee, oooh.
Mientras me oigo gemir a mi misma, oigo tambi�n de lejos el ruido de coche del
videojuego de Arnaldo. "Un poco, confunde" pienso a favor propio. As� con la
nueva atm�sfera, m�a, de Pere y del ruido del videojuego de mi hermano, hago por
primera vez el amor con un hombre.