Relato: Esther, la amiga de mi madre



Relato: Esther, la amiga de mi madre

LA AMIGA DE MI MADRE


Esto pas� hace unos a�os, cuando yo ten�a 17 a�os y era un
adolescente acad�micamente brillante pero sexualmente salido, que se la hubiera
metido a un radiador, seg�n la innecesariamente gr�fica f�rmula acu�ada por mi
amigo Miguel.


Miguel se hab�a echado novia ese a�o y no paraba de contarme
sus proezas sexuales. Probablemente eran todas mentira, pero de todas maneras,
dol�an.


Lleg� el verano. Hice un �ltimo y desesperado intento ligar
con Arancha, pero todas mis aproximaciones acabaron en unas sonoras (y
merecidas) calabazas, as� que me fui, m�s caliente que una estufa y m�s
frustrado que el Fary en un partido de la NBA, a pasar unas cuantas semanas en
el chalet que tenemos cerca de la playa. Tampoco os imagin�is Falcon Crest, ni
una gran mansi�n;. El chalet lo tenemos de toda la vida (es de los que se
construyeron en los a�os 60. Horrible pero c�modo) y est� un poco viejo, pero
tiene piscina, un peque�o jard�n y est� relativamente aislado (el chalet m�s
cercano est� a unos 200 metros, m�s o menos), as� que normalmente se est�
bastante tranquilo. Tambi�n est� relativamente cerca de la playa.


De vez en cuando, al chalet se acercaban algunos amigos de
mis padres a pasar el d�a, y eso es lo que hab�a pasado aquella vez. 28 de
agosto, me acuerdo...


Ese d�a yo me hab�a despertado bastante tarde (como siempre.
�Para que sirve el verano, si no?). Desde arriba, desde mi habitaci�n, o�a como
hab�a llegado visita, y , francamente, no ten�a ningunas ganas de bajar. Me
qued� un rato m�s en la cama, pero era ya hora de dar se�ales de vida, porque ya
era casi la 1 y la cosa no se pod�a aplazar m�s, as� que me puse algo encima y
baj�,


B�sicamente, aquel d�a hab�an venido las compa�eras de
trabajo de mi madre. Ella es la encargada de una tienda de ropa para mujeres, y
ese s�bado hab�a invitado a comer al chalet a algunas de sus compa�eras y
empleadas.


Se trata de una tienda mediana, con cinco o seis empleadas,
que se hab�an hecho amigas entre ellas. Aquel d�a estaba Mar�a, una se�ora de
unos 50 a�os que es, desde hace tiempo, una de las mejores amigas de mi madre y
que trabaja con ella desde hace ya a�os. Estaba Lucia, un poco m�s joven pero
tampoco mucho (unos 45, le echo yo). Y estaba Esther, la m�s joven de todas y,
para que enga�arnos, la �nica. que ten�a un polvo: unos treinta-y-tantos a�os
(m�s hacia los cuarenta que hacia los treinta. Luego me enter� que ten�a 38),
morena, pelo corto, m�s alta que baja, aunque tampoco mucho. Casada, con una
hija, pecosa, cara redonda, tetas medianas. Lo que se dice una madurita
interesante Lo que, para un adolescente sexualmente hiperexcitado y estivalmente
aburrido como yo, no era nada despreciable.


El que fuera empleada y amiga de mi madre le daba, adem�s, un
plus de morbo, para que negarlo. Hac�a poco que hab�a entrado a trabajar en la
tienda, y yo la hab�a visto un par de veces, al ir a buscar a mi madre. No era
espectacular, pero el uniforme de la tienda (falda azul marino y blusa blanca
con unas rayitas rojas) y la edad le de daban un cierto morbillo. Lo suficiente
para que de vez en cuando me acordara de ella y le dedicara alguna paja,
b�sicamente para cambiar de tem�tica, cuando me cansaba de mis sujetos
habituales, de las pajas dedicadas a mis compa�eras de clase (Arancha, Raquel,
M�nica, Diana, Bego�a...�Qu� habr� sido de ellas?), a la cajera del super
(Teresa), o de las manualidades hechas pensando (t�pico adolescente) en el culo
de Jennifer L�pez... en las fotos en top-less de Esther Arroyo y Claudia
Schiffer...o en la comida de tetas de Pen�lope Cruz en Jam�n Jam�n...o en Halle
Berry haciendo de secretaria en Los Picapiedra...


Pero estoy divagando...


Aquella ma�ana, cuando baj�, estaban todas las amigas de mi
madre sentadas alrededor de la mesa del jard�n, charlando de sus cosas. Salud�
educadamente y me sent� un poco aparte a tomarme un zumo para desayunar.


Antes de que acabara, mi madre y sus compa�eras decidieron
que ya estaba bien de ch�chara y que hab�a llegado el momento de darse un ba�o
en la playa antes de comer.


Se metieron todas en casa y al cabo de unos minutos
aparecieron ya con los bikinis puestos.


Mar�a le bajaba la libido a cualquiera, con sus michelines
asomando por todo el ba�ador. No nos enga�emos, mi madre tampoco ganar�a ning�n
concurso de belleza, y Lucia...pues puede que su marido la encuentre guap�sima,
pero a mi no me dec�a nada.


En cambio, Esther si que ganaba mucho en bikini.


Concretamente el bikini que llevaba era azul y, para mi bien,
bastante m�s peque�o de lo que yo me esperaba de una chica decente como ella. Lo
que m�s llamaba la atenci�n al ver a Esther en bikini era su vientre
perfectamente plano. Sab�a que la chica iba al gimnasio, porque lo hab�a
comentado alguna vez mi madre, pero como nunca he tenido mucha fe en las
virtudes de tales lugares, no me imaginaba que aquello pod�a haberle dejado
aquel cuerpo. Unas piernas bien torneadas y un culete resping�n (que pude ver
una vez hubieron pasado delante de mi y emprendido el camino de la playa)
completaban el conjunto.


El movimiento del culo de Esther al caminar
(izquierda-derecha, izquierda-derecha...) era tambi�n remarcable.


Una vez hubieron salido del jard�n y acabado el espect�culo,
cog� el diario (el Marca) y me qued� un momento pensando "menudo culete tiene la
Esther, esto si que no lo esperaba". Supongo que una sonrisa viciosa asom� a mi
cara, pero como no hab�a nadie para verlo, no puedo confirmarlo. En todo caso,
pasado este momento de lascivo arrobamiento, me recuper�. Me puse m�sica en el
walkman y as� pas� lo poco que quedaba de la ma�ana, hasta la hora de comer


A esa hora aparecieron mi padre y mi t�o, que hab�an estado
toda la ma�ana en el pueblo, y poco despu�s volvieron tambi�n las ba�istas.
Ven�an muy animadas, con mi madre a la cabeza y Esther detr�s (de las dem�s ni
me acuerdo). Por desgracia, y de eso si que me acuerdo, Esther tra�a la toalla
enrrollada a la cintura, con lo que no pude mirarle el culo, como deseaba . Aun
as�, sus tetas, redondas, y de relativamente buen tama�o, tampoco eran un
espect�culo despreciable. Me conform� con eso.


Preparamos la comida y nos sentamos todos a la mesa.


Mi padre y mi t�o estuvieron inusualmente amables con Esther,
lo cual, bien mirado, era un poco pat�tico o a mi me lo parec�a. Terminamos de
comer, luego tomamos caf� (algunos) y cuando nos levantamos de la mesa unos se
fueron a hacer la siesta y otros nos quedamos en el jard�n.


Yo, me qued� tumbado en la hamaca.


A media tarde decid� que era ya hora de hacer algo y cog� la
toalla para ir a la playa. Por educaci�n m�s que otra cosa, pregunt� a los dem�s
si alguien quer�a venir, y Esther, que ya hab�a bajado de hacer la siesta y
estaba con las otras, fue la �nica que dijo que s�. Nadie m�s contest�, as� que
cogimos nuestras cosas y nos fuimos hacia la playa.


Me acuerdo que al llegar a la playa nos quedamos un momento
mirando el panorama. No hab�a mucha gente, porque como he dicho el chalet no
est� en una zona demasiado masificada. Habr�a como unas 20 personas como m�ximo
desperdigadas por toda la playa. Mientras �bamos hac�a la orilla me quit� la
camiseta, qued�ndome desnudo de cintura para arriba. Ella se quit� la camiseta
que se hab�a puesto encima, mostrando otra vez su sorprendentemente peque�o
bikini azul.


Esther y yo pusimos las toallas sobre la arena y, al trote
cochinero, nos fuimos a meter en el agua, que era a lo que hab�amos ido.


Nos zambullimos y nadamos un poco. Mientras nad�bamos los
dos, tuvimos que entablar algo de conversaci�n, porque, aunque apenas nos
conoc�amos, tampoco era cuesti�n de estar all� sin decirnos nada. Le pregunt�
que tal estaba pasando el d�a, ella me contest� que bien, y la cosa continu� con
cosas as�, sin trascendencia. Aunque lo m�s interesante no era la parte
auditiva, sino la visual: al mojarse la parte de arriba del bikini, se le hab�a
vuelto un poco transparente, y se le marcaban un mont�n los pezones a trav�s de
la tela, lo que ineludiblemente atra�a mi mirada con un empuje vertical y hacia
abajo equivalente al volumen de la erecci�n submarina que empezaba a
experimentar. O, dicho menos cient�ficamente, los ojos se me iban a sus tetas...


En aquella zona de playa se puede entrar hasta bastante
adentro sin que te cubra del todo el agua, y como el mar estaba bastante
tranquilo, al cabo de unos minutos ya est�bamos a una buena distancia de la
costa, como a unos cincuenta o sesenta metros. Hab�amos empezado a coger algo
m�s de confianza, incluso a permitirnos alg�n jueguecito (tu me salpicas, yo te
salpico etc). El agua nos llegaba un poco por encima de la cintura. Y pas� lo
que pas�. Empez� con que yo la salpiqu� de agua, para jugar un poco. Ella me
devolvi� el juego y, jugando jugando, acabamos tan juntitos, que en realidad lo
que estaba ya haciendo era meterle mano. El paso de una cosa a la otra fue casi
imperceptible, pero al final yo estaba detr�s de ella, con las manos rode�ndole
la cintura y mi ba�ador restreg�ndose descaradamente contra su culo. Era
imposible que no notara mi polla gorda y dura apretada y restreg�ndose contra su
culo.


Y ella segu�a sin decir ni que s� ni que no, as� que con la
inconsciencia propia de la edad y m�s contento que un ni�o con una piruleta,
segu� meti�ndole mano. La atraje con m�s fuerza hacia mi y decid� seguir
probando suerte con mi acoso y derribo. Empec� a meterle la mano por delante
bikini, primero solo los dedos y despu�s ya metiendo la mano cada vez m�s all�,
entre sus piernas, donde se supon�a que no deb�a estar. Si dec�a algo, siempre
pod�a parar y decir que hab�a sido accidental, o negarlo todo...


Pero no dijo nada. Esther hab�a dejado de reirse, pero no
parec�a tampoco enfadada. Como mucho, preocupada, porque mir� alrededor y dijo
"puede vernos alguien",


Pero con el calent�n que yo llevaba y la ilusi�n que me hac�a
ver que mis torpes ataques no hab�an sido rechazados, no iba a dejar que una
t�mida protesta como esa me parara, as� que inici� el asalto final. Segu� sin
soltarla, roz�ndole el culo con mi paquete y meti�ndole ya descaradamente la
mano por dentro del bikini para acariciarle el co�o, mientras le pasaba la
lengua por el cuello, a ver si as� la pon�a aun m�s cachonda y se dejaba hacer.


Fue entonces cuando ella me dijo lo que yo quer�a oir y no me
atrev�a a esperar: que se la metiera.


Hasta entonces todo hab�a sido impremeditado, un calent�n,
pero ahora empezaba lo serio. Iba a follarme a Esther. Met� torpemente una mano
debajo del agua, me saqu� la polla, que ya la ten�a toda morcillona y lista para
el combate, del ba�ador y sin soltarla, fui buscando debajo del agua el agujero
donde la ten�a que meter. Bien visto, aquella b�squeda a ciegas por debajo del
agua tiene su punto c�mico, pero entonces no me hizo ni puta gracia. Al final lo
consegu�, le baj� el bikini y como pude le insert� mi polla, a lo que ella
respondi� con un "ummmm", que m�s bien parec�a un "por fin".


Una vez acoplados, empezamos a follar discretamente dentro
del agua. No se pod�an hacer grandes embestidas por la resistencia del agua,
pero el hecho de estar tan juntitos, acoplados y notando el calor de todo su
cuerpo, era superexcitante, y el hecho de estar haci�ndolo en un lugar p�blico
sin que nadie se diera cuenta aun lo mejoraba. Cogimos un buen ritmo, y al ver
como mi polla entraba y sal�a, pistoneando en la cuevita de Esther, empec�
realmente a tener conciencia de lo que estaba haciendo, mientras nos
balance�bamos adelante y atr�s dentro del agua.


En la posici�n que estaba lo m�s natural era cogerme a sus
tetas, y as� lo hice, pero b�sicamente me concentraba en met�rsela y sac�rsela,
que ya ten�a bastante. Era como si toda la sangre se me hubiera ido a la polla.
Por decir algo, yo le preguntaba "�te gusta como te follo?" y ella me respond�a
que s�, que hab�a estado todo el d�a esper�ndolo y que ahora "f�llame y
c�llate". Eso hizo que me olvidara de decir nada y la embistiera aun con m�s
energ�a (si con 17 a�os y la polla metida dentro de una morena de 38 a�os no
tienes energ�a, ya me dir�s cuando vas a tenerla!). Con renovado brio, segu�
bombeando en su co�o, ya sin pensar ni donde est�bamos.


Al cabo de unos minutos meti�ndosela por detr�s not� que
estaba a punto de correrme. El morbo de estar foll�ndomela as� y, tampoco nos
enga�emos, el miedo de que nos pillaran, hicieron que fu�ramos bastante aprisa,
as� que pronto not� como me sub�a la leche por la polla, lista para salir. Se la
saqu�, y todo mi chorro (un buen chorro) fue a parar al mar, qued�ndose all�
flotando.


Nos quedamos unos segundos sin decir nada, como sin creernos
lo que hab�amos hecho, antes de que ella dijera "v�monos, que nos estar�n
esperando". Fue como volver a la realidad despu�s de unos minutos de �xtasis.


Despu�s de haber puesto nuestra ropa (que hab�a quedado
bastante desubicada) en su sitio, nos dirijimos a la orilla, sin decir aun nada.
Est�bamos saliendo del agua, cuando me decid� por fin a decirle lo que estaba
pensando:


-Oye Esther, esto ha sido un calent�n, pero me gustar�a
follarte en condiciones...


-Y a mi, pero como se entere mi marido me mata.


Ni me acordaba de su marido. Encima de sexo en p�blico,
adulterio. Demasiado para mis 17 a�os.


Se qued� un momento en silencio, mientras avanz�bamos por la
playa, hasta que por fin se decidi� y dijo:


-Dame el n�mero de tu m�vil, y si puedo te llamo, �vale?




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Relato: Esther, la amiga de mi madre
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