Relato: Castigo a la calienta pollas
CASTIGO A LA CALIENTAPOLLAS
Una chica de mi pueblo llamada Carmen tiene fama de ser
bastante golfa. La verdad es que un poco provocadora s� que es. Es guapa,
bajita, rubia y con cara de ni�a modelo, de las que no han roto un plato en su
vida. Esas, sin duda, son las peores, porque todo lo que aparentan de buenas y
castas, luego lo son de pendones y zorras. A Carmen le traicionaba un poco su
voz de camionero, demasiado grave, producto de los frecuentes gritos que da en
las fiestas y de la cantidad incalculable de limonada y sangr�a que bebe en
ellas. Precisamente la leyenda sobre una de sus aventuras sexuales se desarroll�
en estas fiestas. Y como toda leyenda, aunque no se sabe con certeza cu�l, es
seguro que una parte de verdad hay escondida.
Si creemos a los testimonios mayoritarios, varios quintos de un pueblo cercano,
paladines de las m�s innobles borracheras, fueron invitados a las fiestas de
nuestro pueblo para que dieran rienda suelta a su simpat�a y fogosidad en el
baile y en las pe�as. En una de ellas tuvo lugar la siguiente conversaci�n.
Varios mozos locales hablan con otros tantos for�neos sobre el sexo d�bil:
- Pues yo me tuve que ir a Garcill�n a follar, porque aqu� en el pueblo no
follamos con ninguna.
- �Qu� pasa, son unas estrechas?.
- S�, bastante. Tienen candado en el chocho las muy putas.
- �Bah! En Labajos no tenemos esos problemas. All� son muy abiertas. Y si no
quieren follar, las secuestras, te las llevas al pajar y te las tiras ah�.
- Ya podr�ais haberos tra�do unas cuantas de �sas para animarnos.
- Os dir� lo que podemos hacer: nosotros os prestamos a algunas nuestras y
vosotros nos dej�is tirarnos a la m�s guarra de las vuestras.
- �Qu�? �Tir�rosla todos?
- S�, �Qu� pasa?
- Nada, nada.
- �Cu�l es la m�s puta aqu�?.
Todos los del pueblo dijeron a la vez:
- �La Carmen!
En esos momentos Carmen estaba en su casa arregl�ndose para salir a "ligar".
Llamaron a la puerta.
- �Ya voy!
Fuera estaban los chicos del otro pueblo acompa�ados por los "ind�genas". Entre
todos convencieron a Carmen de que fuese con ellos a los atrases, que le iban a
ense�ar un regalo. Carmen, bastante incauta y confiada accedi�. Le pon�a
cachonda irse con chicos mayores, y m�s si eran muchos. Era una calientapollas
de mucho cuidado.
- Pues ya hemos llegado...
- �D�nde est� mi regalo?
- Aqu� mismo... �Sujetadla!
Sobre la indefensa muchacha cayeron doce manos que la ataron a unos ganchos en
una pared. Carmen se asust� mucho y empez� a chillar, por lo que el m�s
precavido le tap� la boca y le pidi� que se calmase, que no la iban a violar,
s�lo se iban a divertir un poco. Todos se bajaron las cremalleras de los
pantalones y ante los alucinados ojos de Carmen, que intentaba zafarse de las
ligaduras, seis pollas tiesas la apuntaron.
- Cuando acabemos, no se te olvide darle las gracias a los chavales de tu
pueblo por dejarnos gozarte.
- �Ser�n cabrones!
Se empezaron a masturbar delante de ella, dici�ndole groser�as. Eso les excitaba
a�n m�s, as� que compet�an en zafiedad y vileza en sus insultos.
- Te vamos a llenar de leche, hija de puta.
- Voy a pringarte de lefa hasta las cejas, so cabrona. �Guarra! Me pones mazo
de bruto.
- Si te meto la polla te abro las costillas y te hago cosquillas en la
campanilla.
- Vas a terminar vomitando semen, maldita perra.
- �Mira, mira c�mo lo tengo de hinchado por tus tetas!.
- Seguro que tienes el chocho pelado como las putas de Garcill�n.
- �A cu�ntos t�os se la has chupado en tu vida?.
- �Zorra, m�s que zorra!.
- Te voy a medir las curvas con el capullo.
- De tanto que te vamos a manchar, te van a salir costras de leche.
Carmen se hubiera corrido si le hubiesen rozado el co�ito. Que tantos chicos le
dijeran lo puta que era le resultaba extra�amente grato. Pero como no quer�a dar
la impresi�n de ser una redomada guarra desviaba la mirada y cerraba los ojos al
tiempo que chillaba diciendo:
- �Cerdos! �Hijos de puta!.
As� no se sent�a tan culpable de disfrutar siendo humillada. Por el rabillo del
ojo ve�a los deseados penes sacudidos por los mancebos sementales y rogaba para
que se corriesen encima. Las quejas e insultos de Carmen fueron
contraproducentes, pues enloquecieron a los chicos, que renovaron br�os en sus
respectivas masturbaciones y cargaron las lenguas de insultos y groser�as
extremas, lo cual a su vez pon�a a Carmen m�s y m�s caliente. Al fin uno de los
muchachos no se pudo contener y le rasg� la camiseta a Carmen, para arrancarle
inmediatamente el molesto sost�n. Las tetas estaban p�lidas, pero resultaban
absolutamente apetecibles. En menos de un minuto todos los chicos se corrieron
sobre los pechos de Carmen, que aunque lo deseaba, no se atrev�a a mirar. Sent�a
los chorros de leche correrle por el abdomen.
- �Te ha gustado, chata?.
Carmen reaccion� con un escupitajo y una mueca de desprecio hacia el cabecilla
de sus "admiradores". Mal hecho. Como castigo la dejaron atada al poste hasta
que su madre, a la ma�ana siguiente, la descubri�. Entendi� enseguida lo que
hab�a sucedido, pero entre que Carmen no quer�a delatar a sus amados
"violadores" y que si los denunciaba todo el pueblo lo sabr�a, lo �nico que hizo
fue echarle la bronca a la descocada de su hija, cuya actitud provocadora la
hab�a metido en tama�a aventura sexual forzosa.