Relato: Deliciosa encerrona
Deliciosa encerrona
A veces, cuando en Madrid la ciudad est� imposible y el
alcalde levanta todo para volverlo a tapar, uso el metro, como hac�a antes, hace
ya muchos a�os, antes de tener mi preciosa Honda que me lleva fielmente a
cualquier puerta, incluso a la del infierno.
Una tarde de hace un par de meses, en la que mi
preciosidad dorm�a en el taller, tuve que deslizarme hacia el subsuelo de
Madrid, ten�a prisa en entregar unos planos y no pod�a defraudar otra vez al
cliente, uno de esos que paga lo que hace falta si est� contento con el
producto.
Se me olvidaba que Madrid es una hora punta continua, lo que
se aplica tanto al cielo como al suelo. Del primer tren tuve que olvidarme,
otros hab�an llegado antes y me ten�an ganada la posici�n, como en el
baloncesto. A la segunda oportunidad y viendo que el reloj no me iba a dar m�s
margen tuve que hacer un verdadero equilibrio para no ensartar a mis vecinos de
vag�n, cual Quijote, con el alargado tubo en el que guardaba mis tesoros
rectil�neos.
Una vez acomodado en un discreto pero abarrotado rinc�n ech�
una ojeada a mi alrededor para entretener el viaje que promet�a ser largo y
tedioso pero a la vez promiscuo. Ya que ten�a que estar all�, apretado con
personas desconocidas me dispuse a contemplar los rasgos de mis vecinos, un
juego mental frecuente que me relaja de otras tensiones y de vez en cuando me
ofrece alguna sorpresa.
Esta vez, sorpresas, ninguna. Nadie atra�a mi atenci�n m�s
all� de la variedad y mezcolanza de los or�genes que mostraban en sus rasgos los
pasajeros de vag�n, por lo que opt� por cerrar los ojos y dejar volar la
imaginaci�n hacia el lugar que hab�a elegido para pasar unos d�as de vacaciones
en el mes de junio. Una playita casi olvidada en la impresionante costa
atl�ntica portuguesa que tanto me atra�a, a la que iba a llevar a una chica que
hab�a conocido el jueves pasado en un bar del centro que, por suerte, todav�a no
aparec�a en las gu�as de "lugares recomendados".
Ella me sorprendi� enormemente al confesarme que le hab�a
ca�do tan bien, lo cual yo ya hab�a notado, que me conced�a un deseo que no
estuviese relacionado directamente con el sexo. As�, al pronto y teniendo en
cuenta que ella era una mujer, del sur, y bastante apetecible, me dej�
moment�neamente sin alternativas, que le voy a hacer, pero pude salir bastante
airoso de esa situaci�n al proponerle que se dejase llevar unos d�as a un lugar
sorpresa, que no se arrepentir�a. Supuse que en su respuesta iba a rechazar mi
ofrecimiento y que tal vez le complicaba menos la vida no haber hecho
excepciones en cuanto a los asuntos que su genio particular pod�a ofrecerme,
pero no fue as�. Ah� estaba ella, aceptando mi tentaci�n viajera con un
desparpajo que me dej� con la boca abierta.
- "Por supuesto, me encanta viajar, ya sabes, un t�pico, a
las mujeres nos encanta viajar porque todo es diferente y hasta sorpresivo.
Acepto y espero que no te eches atr�s y no quiero saber d�nde hasta que no huela
a mar".
A esas alturas de la conversaci�n y viendo el �xito
cosechado, pens� que lo mejor era tantear de qu� iba mi futura compa�era de
viaje:
- "Pero�c�mo�bueno, supongo que una vez all� quiero decir�."
Balbuce�.
- "No te preocupes, la limitaci�n en tu deseo s�lo se refer�a
al primero, je, je, �No temas que soy una buena compa��a en todos los sentidos,
en todos sin excepci�n. Mira que sois transparentes los t�os".
Perfecto, una mujer inteligente, abierta y�para que negarlo,
a mis ojos, su cuerpo cada vez me parec�a m�s sugerente y atractivo y cuando me
miraba directamente a la cara para hablarme, me desarmaba y hac�a que mi voz no
pareciese segura, cosa que me suced�a en contadas ocasiones.
En estos pensamientos tan apetecibles estaba sumido cuando de
pronto la vi. No a mi futura compa�era de viaje, esas coincidencias s�lo pasan
en los cuentos, sino a la Reina del Metro ,
as� la coron� en cuanto mis ojos aterrizaron
en ella, que digo del Metro, de los transportes de Espa�a y del mundo entero.
Impresionante. Una descarga el�ctrica recorri� mi cuerpo de arriba abajo, de
izquierda a derecha y tom� dimensiones inimaginables.
De momento era su perfil lo que me ofrec�a pero no suelo
equivocarme cuando atisbo una parte de una mujer y despu�s se completa con el
resto de su cuerpo. En proximidad, aunque parezca un t�pico rom�ntico, y all�
reinaba la promiscuidad, lo primero en lo que me fijo de una mujer es en su cara
y, especialmente, en sus ojos. En este caso no se los pod�a ver, tan s�lo me
ofrec�a el perfil de su cara, ligeramente oculto por su pelo, de un tono rojizo
y agradablemente ondulado que le ca�a sobre los hombros. Se lo ahuecaba
constantemente para mitigar el calor que empezaba a palparse en esa reducida
estancia inestable. No pod�a apartar los ojos de ella, im�n potente, cada vez
que mov�a su pelo dejaba a la vista un cuello por el que hubiese entregado mis
planos (por cierto, d�nde estaban�.tendr�a que buscarlos entre los pies de mis
vecinos), pues eso mis planos, si los tuviera, por rozar ligeramente con mis
labios la zona que mostraba entre su l�bulo y su hombro. Sent�a que me estaba
recorriendo un sudor fr�o por todo el cuerpo y que se deten�a en mi est�mago.
Seguro que ella tuvo la sensaci�n de que la estaban
observando, tampoco ser�a la primera vez, a la vista estaba, y se gir� hacia m�
lentamente para clavar su mirada en la m�a e iniciar un duelo en el que
normalmente alguien suele ceder. No s� que me pas� en ese momento pero por nada
del mundo me apetec�a despreciar esa profunda e insinuante mirada y la sostuve
m�s tiempo del que suele ser conveniente en situaciones similares. Ella tampoco
parec�a aflojar y manten�a su tensi�n alimentada por unas pupilas melosas que
estaban consiguiendo que mi respiraci�n comenzara a agitarse, lo que debido a mi
cercan�a, me situaba en una posici�n indefensa que ella, no hab�a duda, empezaba
a notar. Volvi� a ahuecarse su melena, pero sin dejar de mirarme, lo que inund�
el gesto de una sensualidad desbordante. Entrecerr� ligeramente sus ojos con un
dominio endiablado del gesto, y con el conocimiento de que ese movimiento era
explosivo para m�. Como sacado de un gui�n er�tico, entreabri� delicadamente sus
labios para recorrerlos muy suavemente con la punta de su lengua, coqueta pero
sin parecer obscena, como si lo hiciese una persona que los siente resecos, pero
no me enga�aba porque con su mirada me dec�a otra cosa muy diferente. Debo
reconocer que en ese punto sent�a una sensaci�n de flaqueza en las piernas que
me forzaba a recostar mi cuerpo contra la puerta del vag�n, y que un ligero
cosquilleo que empez� a materializarse entre mis piernas, me atenaz� el est�mago
dificultando mi respiraci�n.
Al entrar en contacto con la puerta del vag�n comprob� que el
tren estaba parado aunque a m� me parec�a que su velocidad era la de las naves
que cruzan el hiperespacio. Esto debe ser la relatividad de la que habl�
Einstein. Al parecer llev�bamos as� un buen rato, de ah� que la temperatura del
vag�n hubiera aumentado, y no s�lo la m�a como me hab�a parecido hasta ese
momento.
Ella se gir� decididamente hacia m�. Ten�a la sensaci�n, para
mi suerte, de que era lo que m�s le interesaba en ese lugar. Ella arrastraba una
peque�a maleta, de esas que se utilizan en los aviones para llevar lo justo, un
trolley, lo que a�ad�a inter�s a su persona como viajera, �qu� tendr�n las
viajeras que les hace interesantes a mis ojos?.
-"�Siempre hace este calor en el Metro?" lanz� a bocajarro
intentando hacerse una coleta con el pelo. No acert� m�s all� que afirmarle su
pregunta con un escueto "depende".
-"Y �siempre se para tanto entre estaciones?" volvi� a
inquirir como si yo fuese un gu�a de ciudad que tiene respuestas para todas las
viajeras que pasan por Madrid. Le ten�a que haber confesado que no me hab�a dado
cuenta de la parada porque sus ojos me hab�an embrujado pero tan s�lo le coment�
que Madrid es un caos. Gloriosa respuesta.
Tal y como estaba frente a m�, advert� en su manera de vestir
que proced�a de un lugar caluroso o se dirig�a a �l. Llevaba un top, de color
discreto y muy corto, vamos, muy top, dejando a la vista un atractivo piercing,
de esos que parecen dobles, con una bolita met�lica por encima del ombligo y
justo en el centro de �ste una brillante piedra con tonos azulinos. Encima del
top vest�a una gastada cazadora vaquera, acompa�ada de una corta falda a juego,
de las de cintura baja y unas botas blancas de ca�a alta que realzaban su
figura.
-"�Qu�, te gusta?, elecci�n de mi novio.", dijo abiertamente
al ver que mi vista no se apartaba de su ombligo. Y porqu� ten�a que traer ahora
al novio. Qu� pintaban terceras personas all�.
-"Pues s�, me gusta mucho porque suelta unos reflejos que
ciegan". Que gilipollez, no se me hab�a ocurrido nada mejor, lo del novio me
hab�a dejado un poco descolocado.
Sus pechos tambi�n parec�an preguntarme cosas, se dirig�an a
m�, apretados bajo el top, y delatando, debido a la clara ausencia de sujetador,
que de su duelo visual conmigo no hab�a salido totalmente ilesa. Sus pezones se
marcaban ligeramente y, tal y como me gustan, mostraban sus tres dimensiones.
Las aureolas destacando elevadas sobre el resto de sus tetas (que ten�an una
medida muy agradable a la vista y seguro que tambi�n al tacto), ensalzadas para
afirmar su poder y, como punto culminante, esos pezones que se erig�an como un
torre�n en la meseta de sus pechos para demostrarme que ella tambi�n se hab�a
excitado con mi excesiva proximidad. Mi imaginaci�n se desbordaba y ella era el
objeto.
El tren volvi� a arrancar de forma violenta, supongo que para
compensar el retraso, lo que hizo que su cuerpo se desplazase por la inercia y
quedase, durante unos segundos, pegada literalmente al m�o. En ese momento, el
aroma de su pelo me embriag� y el roce de su pecho produjo una reacci�n en
cadena, transformando mi hasta ahora adormecido pene en una verdadera polla,
pugnando por conocer a la intrusa que lo hab�a despertado de su letargo. No hizo
ninguna intenci�n por separarse y por su respiraci�n not� que la situaci�n, por
lo menos, no le era desagradable. Debo de reconocer que, a primera vista, mi
imagen no desagrada a ellas, tengo algunas caracter�sticas que me hacen,
dir�amos apetecible, usando un adjetivo que no pocas mujeres han deslizado en
mis o�dos en los primeros contactos y, adem�s, suelo ducharme todos los d�as,
como se suele decir.
-"Perdona, pero en estos vagones hay pocos lugares donde
agarrarse bien", me dijo mientras intentaba apartarse de m� sin grandes
esfuerzos.
-"T�, en cambio, si tienes muchas partes apetecibles para
quedarse sujeto horas y horas", arriesgu� debido a la calentura que ya empezaba
a ser palpable.
-"�T� crees?" dijo con una coqueter�a que rozaba el desaf�o.
-"No s�lo lo creo, sino que lo afirmo y, es m�s, ser�a capaz
de describ�rtelas una a una, aunque a la vista est�n". Por toda respuesta obtuve
una sonrisa que manten�a mis esperanzas intactas. Entonces, se abrieron las
puertas del vag�n en una estaci�n que no era la m�a ni la de ella, aunque si la
de muchos de los viajeros que ocupaban espacio alrededor de nosotros. No se
cerraban las puertas y por megafon�a pudimos intuir, ya que no entender, que
hab�a una seria aver�a y que se recomendaban itinerarios alternativos.
-"No te voy a volver a preguntar sobre Madrid, no te
preocupes, pero s� te voy a invitar a que me acompa�es, si eres tan amable,
porque esta ciudad siempre me aturde. Madrid me mata, ya conoces el dicho", dijo
poniendo un moh�n en su boca que le aseguraba mi protecci�n.
En ese momento, al localizar mis planos, me acord� de mis
obligaciones y del cliente que esperaba mi colaboraci�n.
-"Ma�ana salgo en tren para Granada y tengo todo lo que queda
del d�a para abandonarme en esta ciudad de la que dice que lo importante es la
compa��a, y si el alcalde no lo impide, el resto est� ah� para ser disfrutado,
�no?".
-"D�jame hacer una llamada y te digo si soy tuyo hasta que
abandones la ciudad", observ� mientras ascend�amos por las escaleras mec�nicas
buscando la luz en la superficie y la cobertura en el m�vil. Estaba un poco
nervioso y no quer�a que esa mujer fuese testigo de mis titubeos con mi cliente.
-"�Puedo escuchar la excusa que le vas a dar a tu chica?, no
sabes el morbo que me da saber que un hombre va a mentir a otra mujer por estar
conmigo".
-"Pues se equivoca usted, se�orita, la llamada va dirigida a
un cliente que espera esto", le contest� burlonamente mientras palpaba los
cilindros de cart�n que conten�an el trabajo de varios meses. Ella me respondi�
tan s�lo con un ligero gesto de contrariedad, dejando claro que esa excusa ya no
le interesaba tanto, ser�a la t�pica que se le da a un jefe.
Una vez resuelta mi cita, o m�s bien dicho mi no-cita, me
dispuse a acompa�ar a esa mujer a donde fuese necesario, me sent�a cada vez m�s
d�bil y vencido y ella lo sab�a, no era muy due�o de m� y en eso cooper� su
cuerpo que, voluntaria o involuntariamente, hab�a estado rozando el m�o en los
tramos de escaleras que tuvimos que ascender hasta llegar a la calle. Buscamos
un taxi para que nos llevase, en primer lugar, a su hotel.
-"Al Euroholding, por favor", le lanz� con premura al taxista
mientras �ste introduc�a su trolley y mis planos en el maletero.
-"Sabes elegir bien el alojamiento, �no?", le coment�.
-"Bueno, esto son cosas de mi jefe, siempre quiere que su
personal descanse bien, y creo que en este hotel es posible, �no lo crees as�?".
-"Pues creo que esta vez se ha equivocado y no por el hotel",
dije mientras acercaba mi mano derecha a su rodilla, gesto al que ella respondi�
con un ligero estremecimiento.
-"�Y eso porqu�?", pregunt� mir�ndome directamente a los ojos
con un brillo que delataba de antemano que intu�a la respuesta.
-"Algo se me ocurrir� para tenerte entretenida hasta que te
sientes en el compartimento del tren que te lleve a tu Gran� del alma" y
mientras le dec�a estas palabras jugueteaba con la yema de mis dedos en el borde
de su falda vaquera.
Ella ech� una ligera mirada al conductor y comprob� que
estaba demasiado atareado con la eterna hora punta vespertina del tr�fico
madrile�o como para darse cuenta de lo que pudiese pasar atr�s. Descruz� las
piernas, hizo desaparecer sus dos manos dentro de la falda, levant� ligeramente
su culito y en un abrir y cerrar de ojos (cosa que yo no hice para no perderme
ni un fotograma) hizo descender una tanga negra a lo largo de sus piernas hasta
desprenderse totalmente de ella.
-"Toma, un recuerdo m�o, en este momento creo que no me hacen
falta". Y lo dijo de forma natural, como si le hubiese pedido fuego o la hora.
Sab�a que as� ten�a m�s efecto sobre m�, m�s morbo. Los latidos de mi coraz�n se
dispararon y todo en m� pugnaba por explotar.
Acerqu� su tesoro a mi cara aspirando el aroma de esa
miniatura, un inconfundible olor a mujer en celo, a hembra deseosa penetr� por
mi nariz hasta el cerebro y de all� rebot� relampagueantemente hasta la base de
mi polla. Al abrir los ojos y ver que ella se giraba discreta pero decididamente
hacia m� algo empez� a brotarme en las entra�as. Me estaba convirtiendo en su
esclavo, ella dominaba la situaci�n, lo sab�a y abusaba, se aprovechaba
manteni�ndome en vilo, con la seguridad de que mis ojos estaban subyugados por
el m�s m�nimo de sus movimientos.
Por mi parte, alternaba mi mirada entre sus encendidos ojos y
la oscuridad que reinaba entre sus piernas, que s�lo me dejaba imaginar, ni
siquiera entrever, el tesoro que escond�a pero que estaba all�, al alcance de mi
mano. No me atrev� a moverme por si se romp�a el hechizo y prefer� que fuese
ella la que condujese la escena. No me arrepiento de haberlo hecho as�. Una de
sus manos, la que le sujetaba del asa que llevan los veh�culos sobre las
puertas, comenz� a descender. Se volvi� a ahuecar el pelo para atenuar el calor
que la inundaba, sus yemas recorrieron su cuello en direcci�n a una de sus
tetas, que segu�an mostrando claramente la forma de sus abultados pezones, la
que ya hab�a aparecido en el vag�n. Al pasar por encima de ella, sus dedos le
procuraron una t�mida caricia pero que fue suficiente para que su pez�n
sobresaliese a�n m�s que el otro, cosas de la asimetr�a. Jug� unos segundos con
el piercing de su ombligo, resbal� por la tela vaquera de su falda y volvi� a
ascender buscando el lugar donde converg�an sus brillantes muslos. Tuve que
acomodarme en el asiento dado que mi polla estaba empezando a demandar su sitio
dentro de mis vaqueros debido a que el hueco del que dispon�a se la hab�a
quedado demasiado peque�o.
Sin dejar de mirarme a los ojos, ella levant� poco a poco su
falda hasta que la luz iba inundando (quien fuera luz, dir�a aquel poeta)
esa estancia. Una vez que la tela qued� lo suficientemente fuera de escena como
para que yo fuese testigo de sus manejos, llev� su dedo coraz�n directamente a
mi boca para humedecerlo, propuesta a la que no puse ning�n reparo sabiendo el
uso que le iba a dar a mi lubricaci�n personal. Lo chup� todo lo que pude y
rode� con mi lengua ese ap�ndice que se me ofrec�a como aperitivo de platos m�s
intensos; pero segu�a sin atreverme a hacer nada que no estuviese en su gui�n,
ahora me mor�a por llevarme a la boca un poco de su sabor. Aqu� tengo que
confesar que me desarma el sabor de un co�ito cristalino, que rezuma excitaci�n,
que sepa a jugos de los que yo sea el culpable, es una debilidad, bien acogida
por cierto, que llega a tal punto que cuando disfruto comi�ndoselo a una mujer
lo hago, en primer lugar, por mi propio placer, aunque pueda parecer que me
esfuerzo para que ella se quede satisfecha. Esto �ltimo es s�lo una consecuencia
y, a la vez, mi secreto.
Con este pensamiento en mi cabeza, una vez que ella se llev�
su dedo al centro de su rajita, no pude contenerme y llev� tambi�n mi dedo
coraz�n, que previamente hab�a ensalivado, hacia el mismo centro de placer a lo
que respondi� s�lo con una ligera negaci�n de cabeza que me hizo retroceder
hasta mi posici�n de observador privilegiado. La falda permit�a ver que su pubis
estaba dulcemente depilado y que s�lo mostraba una brasile�a que caminaba
estrechamente hacia su tri�ngulo divino, de arriba abajo, apuntando al comienzo
de los delicados pliegues de sus otros labios.
Con su �ndice y anular comenz� a separar las puertas de su
particular tesoro, que ya mostraba una deliciosa hinchaz�n a la vez que brillaba
apetitosamente a mis ojos, y de un certero avance se introdujo el dedo coraz�n
hasta hacelo desaparecer casi por completo, sin dejar de abrasarme con sus
pupilas. Una descarga de millones de voltios, pura alta tensi�n, recorri� su
cuerpo y le hizo cerrar los ojos, momento que aprovech� para recorrer con pasi�n
su cuello, mordi�ndolo suavemente hasta o�r como su respiraci�n se entrecortaba.
-"No pierdesss�tiempo��eh, cabronazooo?, me arroj� al o�do
dej�ndome claro que era de las que se enardecen al susurrar palabras guarras a
sus amantes y que en esos momentos suelen simular detonadores explosivos.
-"Seguro� que te va� a reventar� la pollaaa", me dijo,
mientras sacaba el dedo de su co�o para volverlo a introducir en mi boca. "�A
qu� te gusta�.c�mo sabe�mi co�o? y todo�.por tu culpa�.cerdo.", segu�a
dici�ndome con una entonaci�n cada vez m�s viciosa.
-"S�s�uhmm, uhmmm", acert� a decir mientras me relam�a
debido a la exquisitez de su �ntimo manjar. Cuanto dar�a por tener mi lengua
all�, dentro, en lo profundo de esa fuente de la que manaba ese n�ctar.
Sin dudarlo m�s y sin interesarse por el conductor, se
abalanz� hacia los botones de mi pantal�n y uno a uno los fue casi arrancando
hasta que liber� mi miembro de su opresora celda.
Menos mal, porque la calentura que acumulaba era
impresionante y prueba de ello era que casi toda la sangre de mi cuerpo deb�a de
estar all�, seguro que estaba p�lido. Por la cara con la que me mir�, una vez
sopesado lo que ten�a entre sus manos, supuse que era muy de su agrado, ya no
tanto por el tama�o, dir�amos muy apropiado, sino por la brutal erecci�n que
mostraba.
-"Y� ahoraaaa� me voy�. a, ahhh,.. regalar este rico
tesorito� queee.. tienes entreeee.. las piernas y queee�. est� dici�ndome..
c�meme, c�meme", y se agach� hasta introducirse la cabeza de mi polla en su
c�lida boca y, acto seguido, comenz� con fren�ticos movimientos a devorarme
literalmente, entre jadeos por su forzada respiraci�n.
Debido a la postura y a que sus bragas eran mi regalo y
dorm�an en mi bolsillo, me era f�cil acceder a su co�o desde atr�s. Me humedec�
un par de dedos y busqu� su entrada natural, lo que result� bastante f�cil ya
que estaba totalmente empapada de sus recientes jugos. Supongo que iba a dejar
una huella palpable en la tapicer�a del taxi que a esas alturas parec�a haberse
dado cuenta de la escenita del asiento trasero pero que, a la vez, no quer�a
interrumpir su desarrollo. Con toda seguridad el taxista se estaba excitando a
menos que estuviese fabricado de metal, como Robocop.
-"Mueve� esos dedossss, hijoputa. Mu�velos, ohhh, s�, as�
dentro...que yo..lo sienta. Hazme correr como seguro�.t� sabes,
cabronazooo....mmm...mmm.". Sus palabras me encend�an y animaban a darle toda la
ca�a que el lugar me permit�a, por lo que prob� a introducir, con la ayuda de
sus palpables n�ctares naturales, un dedo en su culito, maniobra bastante viable
dado que se trataba de un lugar muy amable al tacto y a recibir intrusos.
Aunque, al pronto, ella cerr� esa entrada por la sorpresa que le caus� mi
atrevimiento, pero no pas� ni un suspiro antes de que se relajase para
facilitarme la tarea.
-"Sigue comi�ndomela, tr�gatela toda, �te gusta, eh, cerda?
As�, as�, m�tetela toda en la boca, me gusta verla desaparecer dentro de
ti...uhmmm, uhmmmm, la chupas como una verdadera puta desesperada". No me
reconoc�a en ese trato, estaba como loco, fuera de m�, no me importaba nadie ni
nada que no fuera su cuerpo y, en especial, sus tres agujeros.
Justo entonces, hund� dos dedos en su co�o, profundamente,
hasta los nudillos, poniendo empe�o en rozar esa zona que se muestra estriada al
tacto dentro de una mujer excitada, al borde del orgasmo, y a la vez met� de un
certero impulso mi pulgar en su ano, para despu�s juguetear con los tres dedos a
trav�s de la fina piel que separa ambas entradas. Esto desat� en su interior un
temblor creciente que le recorri� todo el cuerpo, un latigazo el�ctrico que le
forz�, como pose�da, a subir y bajar r�pidamente su boca a lo largo de mi polla
con la intenci�n de hacerme correr all� mismo.
-"No pares, no pares�.nunca, as�, uhmm, pero...�qu� me est�s
haciendo, cabronazo?, no me dejas ni pensar, s�lo quiero tu polla y tus dedos
ah����....s����, bien dentro, as���, vas a hacer que me corra aqu�
mismo�.aghhhh" me dec�a intercalando entre sus palabras sonidos imposibles de
entender.
Yo sab�a que se encontraba en un punto sin retorno y, dentro
de lo poco que pod�a controlar, decid� que hab�a llegado su hora. Cambi� la
postura de una de mis manos y busqu� m�s debajo de su ombligo y entre los
pliegues de su co�o, su bot�n detonador. Unt� mis dedos con sus flujos y le
comenc� a dar un buen repaso alrededor del impresionante cl�toris que destacaba
bajo su divino monte. Lo apretaba con suavidad, estiraba, giraba, sobaba, mis
dedos describ�an c�rculos a su alrededor, vamos todas las caricias que permit�a
mi postura y mi imaginaci�n. Este ataque tuvo pronto su recompensa, ella empez�
a resoplar escandalosamente, con los ojos abandonados, y no acertando a
pronunciar m�s all� de palabras sin sentido y algunas que me parecieron idiomas
extra�os a mis o�dos. Su boca segu�a aferrada a mi polla pero ya no pod�a seguir
con su tarea, la necesidad de tomar aire le imped�a agradecerme mis manejos,
s�lo expulsaba bocanadas de aire c�lido que yo sent�a arrebatadoramente en la
punta de mi capullo y que se aceleraba a medida que un intenso orgasmo comenzaba
a explotar dentro de sus entra�as y pugnaba por hacerse un hueco en la atm�sfera
del taxi. Y lleg�, y se fue de la manera m�s salvaje que haya visto, y
originado, en un lugar tan peculiar.
-"Ahhh, me estoy yendoooo�como una puta�..�T�....t�
quieres....matarme, uhmm, ahggg?, dijo mir�ndome con los ojos todav�a demasiado
perdidos y con sus labios a unos mil�metros de mis huevos, mientras me clavaba
sus u�as en la espalda, sufriendo todav�a los �ltimos estremecimientos que me
indicaban que se hab�a corrido como una verdadera perra. Cuando sent� como se
desped�an las �ltimas contracciones de las paredes de sus dos entradas, las que
ten�a ocupadas con mis h�biles dedos, ella se incorpor� ligeramente para
deslizarme al o�do:"Te vas.. a... enterar, cabr�n, uhmm, me has hecho correrme
como hacia tiempo y ahora te toca a ti...", y al decir esto se humedeci� un dedo
que directamente busc� la entrada de mi culo con la intenci�n, desde ah�, de
estimular mi ya maltratado rabo, que a esas alturas del viaje ya estaba a punto
de vaciar sus reservas de semen. Se puso decididamente a recorrer con sus labios
y lengua el tallo de mi polla, girando en todas las direcciones posibles,
engull�ndola, sorbi�ndola, sopl�ndola, introduciendo la punta de su lengua entre
mis peque�os labios, mordiendo ligeramente el capullo amoratado y todo ello sin
aflojar la presi�n de su dedo en mi interior. Todas esas maniobras obraron en mi
el milagro de la fuente natural y tras un ahogado grito "Me corroooo..", que
tuvo que escuchar el conductor, empec� a lanzar chorros de esperma a su boca
mientras ella no dejaba que yo separase ni una pulgada el extremo de mi polla de
su garganta, para no dejar escapar ni una s�lo gota de ese manjar a la vez que
apretaba con su lengua mi miembro procur�ndome una estancia breve en el para�so.
Las contracciones que sent�a en mi esf�nter apretaban continuadamente su dedo y
esa sensaci�n me pareci� alucinante.
Cuando not� que mis espasmos iban cesando y que mi fuente se
agotaba, limpi� cuidadosamente con la boca el semen que ten�a a la vista mi
miembro y, de forma especial, el que todav�a aparec�a en su amoratada cabeza, la
que todav�a manten�a una arrogancia razonable. Tras tragarse como una puta
sedienta lo que pudo obtener en esta �ltima lamida me plant� un profundo beso
con el que me hizo part�cipe del sabor de mi propio semen y que en su boca
todav�a permanec�a indeleble.
-"�Ya?", nos sorprendi� la voz del taxista que ten�a su mano
entre las piernas y la cara de haberse deleitado, por lo menos, visualmente al
haber sido testigo de las escenas finales, las m�s t�rridas sin duda. Ella dio
muestras de control y ajust�ndose la falda dijo,
-"Pues s�, aunque espero que s�lo sea el aperitivo, �no,
cari�o?", lanz�ndome una mirada de complicidad. "Por cierto, �falta mucho para
el hotel?.
-"Se�orita, llevamos cinco minutos en la puerta pero no he
querido interrumpir, me hubiese sentido muy mal al estorbar�..bueno...lo suyo".
-"Este hombre se ha ganado una buena propina" dijo al aire
mientras al pagar a�ad�a 50 euros para compensar los servicios prestados, lo que
seguro a�adir�a un interesante final al relato de los hechos a sus colegas del
gremio.
Esta vez fue el personal del hotel el que carg� con el
equipaje de ambos mientras re�amos abiertamente, con esas miradas c�mplices que
cruzan los que han disfrutado de algo prohibido y que, adem�s, en este caso,
otros han sido testigos envidiosos de la casual pareja.
Ella iba tambaleando su cuerpo y luciendo
sus preciosas piernas con esa peque�a minifalda, mientras se dirig�a a la
entrada del hotel, andando con aires ligeros. Sabiendo que la observaba de cerca
cada vez coqueteaba m�s con sus andares, adoptando poses felinas, de verdadera
pantera sedienta de sexo. Entr� en el hall del Euroholding y a pesar de que los
all� presentes deb�an de estar acostumbrados a que bellezas de ese estilo
apareciesen de pronto, todos se quedaron hipnotizados por los destellos
sensuales que desprend�a mi estrella particular. No le quitaban la vista de
encima, podr�a decirse que todos imaginaban lo que acababa de pasar y la
ausencia de su ropa interior como muestra de los hechos. Era un im�n tan grande
que cost� que alguno de los presentes cumpliese con su cometido en recepci�n.
-"Tengo una suite reservada a nombre de Yara Films, S.L.",
vocaliz� delante del empleado cuando �ste volvi� de su ensimismamiento. "Supongo
que te apetecer� darte un buen ba�o de burbujas en el jacuzzi de la suite, �no,
cari�o?, te veo ligeramente acalorado", me susurr� al o�do con la seguridad de
que yo entend�a perfectamente el mensaje.
Una vez registrados, nos dirigimos hacia el ascensor, que nos
llevar�a a lo m�s alto del hotel, la decimos�ptima planta, donde se encuentran
las suites, las habitaciones m�s lujosas. Dentro del elevador, debido a la
presencia del empleado del hotel, tuve que reprimir, aunque no del todo, mis
impulsos, porqu� �a qui�n no le da morbo los ascensores, sabiendo que tienes muy
poco tiempo pero que las sensaciones van a ser muy intensas?. Adem�s, como sab�a
que ella no llevaba nada debajo de la falda, todav�a tuve unos segundos para
deslizar mi mano por detr�s, a espaldas del empleado, y notar las secuelas de
nuestras recientes fechor�as. Mis dedos advirtieron que alrededor de sus labios
todav�a quedaban rastros de su reciente corrida, que incluso descend�an hacia
los muslos, mientras que su co�o segu�a estando a mayor temperatura de la normal
(para un co�o en reposo, se entiende). Antes de que se abriesen las puertas
acert� incluso a introducir un dedo dentro de �l, lo que hizo que ella diese un
ligero respingo y me mirase a los ojos diciendo:
-"T� sigue as�, que luego no vas a poder pararme, no me
conoces�.", llevarme el dedo a la boca fue mi respuesta para que su sabor se
mantuviese en m�, a la vez que intent� poner la mayor cara de s�tiro que pude.
Una vez que el del hotel dej� nuestro exiguo y peculiar
equipaje en el hall de la suite, y recibi� una propina que tal vez no estuvo a
la altura de las que sol�a recoger cuando acompa�aba a los clientes a esas
habitaciones, cerr� impetuosamente la puerta. Quer�a dejar r�pidamente al mundo
a nuestras espaldas y dedicarme con todas mis energ�as a aquella mujer que me
ten�a abducido desde hac�a un par de horas. Al darme la vuelta y echar una
mirada a la suite no encontr� a mi preciosidad, claro, con tanto espacio y
siendo la primera vez que estaba all� no era de extra�ar. Me sent�a cada vez m�s
excitado, como un animal que busca a su hembra en celo y a la vez a su segura
presa. Fui directamente al cuarto de ba�o, suponiendo que era el lugar m�s
adecuado para encontrarla y nada. De pronto o� cerrarse una puerta, la de la
habitaci�n, parec�a que comenzaba el juego. Me dirig� directamente hacia ella,
el lugar m�s natural de un hotel y all� estaba. Me dej� impresionado.
Sentada, en el borde de la gran cama, mirando hacia la
puerta, es decir, hacia m�, con las piernas ligeramente abiertas, volviendo a
ofrecerme un espect�culo divino y canturreando una canci�n que reconoc� al
momento: "Hay que gustito p� tus orejas, apretadito entre mis piernas�.".
Sab�a provocar, no hab�a duda, mientras tarareaba con mucha gracia sure�a esa
canci�n de Amador (amador, curioso, ser�a una se�al) abr�a y cerraba sus
infinitas piernas, sujetando sus rodillas con ambas manos para acompa�ar el
movimiento. Me acerqu� lentamente hacia esa imagen de diosa que me ofrec�a, y
poco a poco fui desabroch�ndome la camisa, con insinuaci�n, para que viese que
tambi�n me gustaba provocar y correspond�a a sus atenciones. Al llegar a su lado
ya hab�a acabado con todos mis botones y la tela ondeaba a cada lado de mis
hombros.
-"Uhmmm, si nos ha salido juguet�n�adem�s, depilado, como a
m� me gustan los chicos, uhmm", y poniendo sus manos en mi culo apret� mi
ombligo contra ella mientras posaba apasionadamente sus labios en mi pecho.
"Ahora vas a seguir quietecito hasta que yo te lo diga, �de acuerdo?".
Cada vez iba acelerando sus caricias, que inclu�an
mordisquitos, apretaba sus garras en mis nalgas, lo que era muestra de que se
dispon�a a continuar, con mayor intensidad, el primer acto del taxi. Por mi
parte, estaba expectante y le segu�a armoniosamente en sus escarceos. La reina
se sent� a los mism�simos pies de la cama para acercarse m�s a m�, lo que
aprovech� para apretar con una de mis rodillas la uni�n de sus muslos, notando
una humedad y calor que aumentaban por momentos. Al sentir esta presi�n, se
apret� a�n m�s y solt� un claro gemido que indicaba su total entrega. Se le
comenz� a acelerar la respiraci�n, vertiginosamente, mientras volv�a a
desabotonar mi vaquero dej�ndolo caer hasta mis pies.
-"Aqu� est� una vieja conocida�cari�ito m�ooo�ahhhh, uhmmmm,
c�mo te has puesto cabrona,�, seguro que me huele y quiere salir a la luz, �no
es verdad bonita?, uhmmm", le dec�a a la polla casi olvid�ndose de que ten�a
due�o y que, adem�s, estaba all�.
Despu�s de mordeme literalmente toda la polla, que ya ofrec�a
una planta magn�fica, a trav�s del tanga que me hab�a puesto ese d�a para estar
m�s fresco, de un tir�n decidido dej� al aire a mi querida amiga que apunt� al
techo para demostrar que se encontraba en plena forma. Con un acto reflejo la
engull� completamente en su boca y casi garganta, le dio un par de pasadas
completas y gir� todo el cuerpo, ofreci�ndome una imagen impresionante y
completa de su parte trasera mientras me dec�a,
-"A ver, cabronazo�, que sabes hacer con esa pollaaaaa,
dentro de m�" y con sus dos manos se abri� ligeramente los labios de su co�o
para facilitar mi entrada, cosa que no hubiese sido necesaria dado la humedad
que reinaba en esa parte de su cuerpo.
Ya no me pod�a estar quietecito, como me hab�a ordenado, y
sin pensarlo dos veces le agarr� por las caderas, sus asas naturales, y de un
brutal empuj�n clav� mi miembro dentro de su resbaladizo co�o hasta lo m�s
profundo de su vagina; la entrada fue triunfal, de una �nica estocada unida a un
sordo sonido producido por el choque de mi pelvis contra sus nalgas, penetr� en
ella. Sent� un placer infinito, all� dentro se estaba demasiado bien, y el grito
que ella dio al sentirse perforada as� todav�a me desat� a�n m�s. Estaba fuera
de m�. Me qued� unos segundos parado, tensando todo el cuerpo para llegar lo m�s
profundo posible, ella empez� a mover alocadamente su culo hacia mi, para
iniciar un bombeo que le hac�a gemir en cada viaje. Yo no iba a ser menos e
inici�, coincidiendo con ella, una follada que nos hac�a separarnos hasta que
s�lo la cabeza de mi polla tocaba la entrada de su enrojecido co�o y juntarnos
estrepitosamente dando la sensaci�n que hasta mis huevos se iban a meter dentro.
Por si fuera poco, ella en su delirio, intentaba llevar una de sus manos a mi
culo para empujarme hacia ella, pero era imposible entrar m�s de lo que
consegu�amos entre los dos.
A�n en ese estado, era ella quien controlaba la situaci�n y
de un empuj�n me apart� de su cuerpo. Mi polla sali� de sus entra�as y pareci�
emitir un ligero gemido de desaprobaci�n. No quer�a apartarse de esa cueva
h�meda pero calentita en la que se hab�a convertido su jugoso co�o. Ella, cual
felina, se desliz� hacia el tel�fono que estaba junto a la cama y sin intentar
disimular su excitaci�n solicit� a la persona que estaba al otro lado del hilo
una botella de un buen brut nature burbujeante, tres copas y fresas, con una voz
entrecortada que seguro hizo pensar al empleado que mientras hac�a su pedido le
estaban haciendo correrse de placer. Toda una mujer desinhibida, no hab�a duda.
Cada vez me excitaban m�s sus maneras.
-"�Tres copas?", le pregunt� con un cierto aire inquietante
en mi voz.
-"S�, cari�o, y a su debido tiempo sabr�s porqu�".
Mientras que los del hotel tra�an su pedido, ella aprovech�
para buscar en el hilo musical de la suite algo que le motivase y se fren� al
hallar una emisora que lanzaba ritmos latinos, que por la cadencia de su cuerpo
denotaban sus preferencias. Ritmos calientes para una pantera negra. Me indic�
que me sentase en el borde de la cama y que s�lo mirase, si tocaba se romp�a el
encanto. Al son de la m�sica acerc� sus caderas a mi cara, conservando todav�a
su reducida minifalda, que hab�a vuelto a poner en su sitio para hacer la escena
a�n m�s sensual. La canci�n continuaba y ella acompasaba sus embestidas a las
sugerencias de la voz melosa del cantante, mientras que se iba acariciando,
primero con suavidad y despu�s m�s en�rgicamente, sus se�os por encima del top.
Esto hac�a que sus pezones se mantuviesen en las tres dimensiones ya aludidas.
Sus manos segu�an bajando hasta sus caderas y se perd�an por detr�s hacia sus
nalgas, volv�an hacia delante y por debajo de la falda, sin dejarme atisbar sus
manejos, se desenvolv�an con firmeza entre sus piernas, acariciando sus muslos y
su h�medo co�o sin ning�n tapujo. Debido a que hac�a un momento hab�a iniciado
una follada conmigo, su respiraci�n segu�a estando entrecortada y, cada vez, su
excitaci�n aumentaba al comp�s de las caricias de sus manos en su cuerpo.
En ese momento y como si se le hubiese olvidado algo, se fue
directamente al cuarto de ba�o. Coincidentemente son� el timbre de la
habitaci�n.
-"Servicio de habitaciones", dijo una voz femenina que
solicitaba la entrada. Una vez que encontr� un bat�n para cubrir por lo menos mi
gran erecci�n, abr� la puerta para que la camarera pudiese dejar esos manjares
en la habitaci�n. Entr� empujando un carrito con nuestra botella de brut dentro
de una hielera, tres copas, un bol de fresas enteras y alguna que otra frusler�a
cortes�a del hotel.
Cuando la camarera deposit� todo en una mesa y cerr� la
puerta, mi princesa sali� del cuarto de ba�o sin top. Sus tetas daban saltitos
mostrando una alegr�a desbordante. Ella llevaba algo que me ocultaba en su mano.
Enseguida supe que ocultaba un consolador, era demasiado grande para ocultarlo.
-"�No te sentir�s celoso porque me abrace a este
masturbador?", dijo con ese acento del sur con el que se dicen estas cosas.
�Masturbador?, curiosa palabra, aunque m�s adecuada para ese aparato que la m�s
frecuentemente utilizada consolador.
-"�Celoso?, me encantan los juguetitos en manos de una
guarrilla como t�, que seguro que sabe usarlo y que lleva una maleta llena de
ellos, �no?". Ella se sonri� por mi ocurrencia pero hubo algo en su mirada que
me pareci� extra�o, aunque la falta de aire que sent� por mi casi dolorosa
erecci�n me quit� de la cabeza cualquier pensamiento extra�o.
Otra canci�n hab�a tomado el relevo de la anterior, ahora el
cantante nos susurraba: "Suavemente, be-sa-m�,�que quiero sentir tus
labios.......suavemente.." y as� fue como ella empez� a lamer el aparatito y
poco a poco se fue agachando, suavemente, hasta llegar al suelo en el que plant�
la ventosa que ten�a el masturbador hasta dejarlo fijo, erecto y apuntando al
centro de su rajita. Suavemente volvi� a ascender mientras se humedec�a los
dedos y se abr�a los labios de su co�o. Suavemente comenz� a descender para ir
abriendo sus piernas y dirigirse hacia la polla artificial que ansiosa pero
calladamente le esperaba, a la vez que su corta faldita se le iba subiendo hasta
convertirse en un ancho cintur�n. La escena era tan impresionante que iba a
reventar, sent�a palpitar mi polla. Su mirada fija en m�, con sus cabellos
rojizos que tapaban ligeramente su cara, en la que se notaba que estaba
disfrutando enormemente con lo que hac�a. Al sentir que el extremo de su
juguetito rozaba sus labios, acerc� la mano para guiar al inerte miembro y con
un decido impulso de sus caderas hacia abajo se lo introdujo hasta el fondo de
su co�o. En ese momento y sin dejar de mirarme a la cara como una gran puta,
inici� un sinuoso baile de arriba abajo, con el que se estaba follando a si
misma, con inmenso placer, jadeando, como una perra en celo, cerrando los ojos y
apretando las mand�bulas a cada descarga el�ctrica que recib�a desde las paredes
de su babeante vagina.
-"�D�ndeeee... vas? Te heee...diiichooooo, uhmmm, que no te
acerques cabronazooo, que s�looo puedes mirar....joder...diosss....s�ii...creo
que me voy a correr aqu�, como una puta, delanteeee...de ti", me lanz� a la cara
al intentar aproximar mi mano hacia ella.
Ella segu�a jugando sola, aunque de juego aquello ten�a bien
poco, el deslizar su rajita sobre el masturbador le iba a procurar otro orgasmo
de los buenos, adem�s con espectador y todo, lo que a�ad�a un morbo que a ella
le pon�a m�s animal. La pelirroja no quer�a correrse tan pronto y volvi� al
cuarto de ba�o. Al salir fue a por una silla, que puso frente a la cama
indicando que me sentara en ella y que mirase, s�lo eso. Seguir mirando y
obedecer. Como lo har�a una profesional se tir� encima de la cama con las botas
blancas de cuero todav�a puestas y las piernas bien abiertas hacia m�, para que
no perdiese nada del espect�culo que me iba a ofrecer. Comenz� a introducirse un
dedo en su culito, primero con suavidad, aunque previamente lo hab�a untado de
un aceite especial, y despu�s con m�s intensidad, haciendo que se perdiese
dentro de ella, sintiendo a la vez como el masturbador entraba y sal�a de su
co�ito. Sus manos estaban muy atareadas pero a�n as�, todav�a acariciaba su
rizada y rojiza melena de una forma incre�blemente lasciva, deslizando la mano
hacia sus pechos, estrujando sus pezones tridimensionales con brutalidad, para
arrancar placer de donde casi reina el dolor. Esos tocamientos hac�an que yo no
pudiese dejar de acariciarme la polla, aunque debido al estado en el que me
encontraba, tampoco quer�a correrme. Con la punta del masturbador, que ya no era
esclavo del suelo, se frotaba su cl�toris y en cada sacudida se notaba que poco
a poco iba creciendo dentro de ella el estallido final. Fren�ticamente segu�a
introduciendo el juguetito y sac�ndolo, mientras ya ten�a dos dedos dentro de su
ano y hab�an traspasado el anillo que cierra esa entrada tan apetecible. Comenz�
a mover como una posesa el masturbador dentro de ella y, no s� de d�nde lo sac�,
se introdujo un peque�o aparato que vibraba en su culito, lo que le arranc� un
grito de placer que me hizo estremecerme de los pies a la cabeza. Era una
pantera, un volc�n, un tsunami. Nadie hasta ahora hab�a disfrutado delante de m�
de esa manera. Ard�a en deseos de cooperar con su placer pero no quer�a
estropear la incre�ble escena.
Su cl�toris estaba al rojo vivo de la sesi�n que le estaba
propinando su mano libre; su culito vibraba por el aparato que ten�a dentro y
que hac�a sus delicias; sus labios estaban abultados de la presi�n que sobre
ellos ejerc�a el gran masturbador que la perforaba y, con la otra mano, no
paraba de acariciarse los pezones que tanto me gustaban. La situaci�n no pod�a
continuar mucho tiempo. Todos sus intrusos comenzaron a hacer su efecto y a
golpearla en su centro de placer. El masaje que se estaba haciendo sobre su
enrojecido botoncito, que sobresal�a visiblemente, aument� de potencia y ritmo,
sus jadeos fueron cada vez mayores, se deb�an de o�r en toda la planta, de ella
sal�an palabras indescifrables que s�lo anunciaban un desenlace bestial. Todo a
la vez. Un temblor empez� a recorrer su cuerpo, fue creciendo hasta convertirse
en una convulsi�n desenfrenada, a la que acompa�� con un grito ahogado: "me
estoyyyy corriendoooooo....uhm...." y cay� de espaldas sobre la cama mientras su
pecho se elevaba y descend�a r�pidamente, estaba a mil.
En un momento me preocup� su estado, nunca hab�a visto a
nadie correrse as�, salvajemente, casi temerariamente, adem�s ella lo hab�a
hecho delante de un extra�o, y me acerqu�.
-"�Est�s bien, preciosa?".
-"�Tu....tu....qu�....crees.....estoy divinaaaaaa.....que
pasada, uhmmm...como me pones, cabronazo.....como me ha puestoooo....verte
ah�,...delanteeeee....de m�, sin hacer....nada".
Se hab�a disparado su potencial exhibicionista y ya no ten�a
freno. Se incorpor� hacia m�, yo estaba temblando, no sab�a muy bien que me iba
a pasar en los brazos de esa tigresa pelirroja. Me abraz� con pasi�n, estaba
sudorosa pero muy apetecible, ol�a a sexo por los cuatro costados (�cuatro?).
Acerc� su boca a mis labios y dulcemente los mordisque�, con suavidad; adem�s de
ser una perra calienta tambi�n era claro que estaba ense��ndome su lado m�s
sensible y sensual. Me despoj� del bat�n que todav�a no hab�a acertado a
quitarme desde que lleg� la camarera y comenz� a lamerme el torso, recre�ndose
en cada mil�metro de mi piel, lo que supon�a para m� una tortura ya que mi
ansiosa polla ped�a casi a gritos que la atendiesen como merec�a.
La gata pelirroja continuaba abraz�ndome con cierta dulzura,
recorriendo mi cuerpo con besos dulces, arrancando en cada caricia un leve
suspiro de mi garganta. A partir de ah� su lengua tom� el poder y rastre� toda
mi fisonom�a intentando encontrar algo con lo que juguetear. Se introdujo varias
veces en los aretes que llevaba en mi oreja izquierda, pero segu�a buscando con
lascivia. Al final sus pesquisas se vieron recompensadas. Despu�s de varias
vueltas, sin utilizar sus manos, dirigi� su boca hacia el canal de mis nalgas,
habi�ndome pedido que me levantara previamente, y con una habilidad incre�ble
consigui� introducir su h�meda lengua entre ellas, recorrer mi escondido
agujero, pasar entre mis piernas apresando mis abultados huevos con su boca y,
por fin, atacando sin contemplaciones mi zona m�s inflamada y arrogante.
La reina se sent� en su trono, el que antes hab�a servido
para que yo fuese testigo de sus manejos, y desde esa posici�n me plant� una
mano en cada nalga y se qued� contemplando mi rabo, como prepar�ndose para un
fest�n culinario: rabo de toro. Estaba empezando a calentarse de nuevo y
yo tem�a por mi f�sico, pero me dejaba hacer. Debido al estado de erecci�n que
ten�a, y la proximidad de su cara a mis caderas, comenc� a cerrar sucesivamente
mi esf�nter para conseguir que la polla diese peque�os golpecitos en su frente,
lo que arranc� una lujuriosa sonrisa, en la que pesaba m�s las ganas de comerse
aquel manjar que la travesura misma de mi polla.
-"C�memela, por favor, estoy a mil y me est�s haciendo sufrir
mucho, �no crees?. Eres una cerda que s�lo sabe putearme. Tr�gatela de una vez,
hostias", acab� la frase de forma autoritaria mientras le sujetaba por sus
rojizos rizos y la atra�a hacia m�.
-"Vale, vale. Veo que el campe�n se ha vuelto torito bravo,
eso me gusta. Puede que, si te portas bien, te deje tratarme duramente, con
autoridad, convertirme en una esclava a tu servicio, pero s�lo si te portas como
yo quiera, que lo sepas", lo que a�adi� con una sonrisa lasciva que se escapaba
por sus comisuras.
-"�Y crees que me cabr� tan espl�ndida polla en la boca?,
dijo poniendo los labios en forma de morritos, un moh�n muy ensayado, seguro.
-"Tendr�s que intentarlo por lo menos", le contest� a la vez
que acercaba mis manos hacia sus rojizos rizos.
La tigresa no se lo pens� dos vedes, acerc� sus labios a mi
exuberante y jugoso glande, dej� caer su preciosa saliva en �l, lo rode� con su
boca entreabierta, como quien chupa un caramelo, y de un solo movimiento se la
introdujo hasta la base, de tal forma que mis repletos huevos chocaron contra su
barbilla. ���Que mujer y que garganta!!!. Me dol�a la polla de lo empalmado que
estaba. Comenz� a chuparla enterita, se met�a alternativamente mis huevos en su
boca, a la vez que los acariciaba con cari�o, volv�a al tronco de mi rabo para
recorrerlo de arriba abajo, sorbiendo, golpe�ndolo con la lengua, girando
alrededor de mis peque�os labios de la punta, sorbiendo, soplando, escupi�ndola,
y muchas otras virguer�as que hacen que recuerde esa mamada como una de las
mejores que he recibido en toda mi vida. Lo que m�s me sorprend�a es que a pesar
de dedicarse intensamente, sab�a cuando me acercaba al orgasmo y frenaba el
ritmo, para que no me fuese y la tortura, divina tortura, se alargase todo lo
que ella quer�a.
-"Por favor, �me quieres dejar que me vaya dentro de tu
boquita?, �porqu� eres tan bruja y no me acabas�no puedo aguantar�. pero no me
dejas llegar�.eres una cerda�.gatita", le dije con un aire de s�plica y, a la
vez, de mandato.
-"Estaba esperando que me lo pidieras as�, con esos ojitos y
con ese aire de macho necesitado que se te ha puesto".
A partir de ah� empez� a com�rsela de manera bestial y, por
mi parte, debido a su habilidad y a mi calent�n, todo mi cuerpo s�lo pensaba en
inundar su boca con mis jugos, aunque mi mente quer�a tambi�n alargar la
situaci�n, que por su pericia se hab�a convertido en una delicia oriental. Mi
tigresa disfrutaba enormemente comi�ndose mi polla y a m� me pon�a m�s si cabe,
sobre todo cuando me miraba a los ojos desde abajo, como una esclava que quiere
saber si su amo disfruta. Liberando su boca de su carnoso y duro ocupante dijo:
-"Quiero que te corras en mi boca. Que entre en mi lo que
llevas dentro. C�rrete en las fauces de tu gatita, miauuuuu�", maull� entornando
los ojos como hacen las putas en las pel�culas porno.
Al pronto me negu�, quer�a seguir en plan tantra, placer
eterno, pero no pude evitarlo y obedec� fielmente, es m�s, ya no pod�a aguantar
y me corr� dentro de su boca mientras con mis manos mov�a fren�ticamente su
cabeza hacia m�, literalmente me estaba follando su boca mientras chorros de
esperma volaban directamente hacia su garganta. Incre�ble, ��vaya experiencia!!.
Antes de sentir los �ltimos espasmos que anunciaban mi completo vaciado, la sac�
de su boca y acercando la tercera copa que hab�a pedido me hizo terminar de
vaciarme en ella para despu�s mojar sus dedos y saborear con sus labios mi
semen, untarse sus puntiagudos pezones con mis fluidos y pasarse el dedo untado
por su cl�toris. Era todo un espect�culo verla homenajearse, como lo extend�a
mientras me miraba con la expresi�n m�s lasciva que se puede tener en un momento
as�. Despu�s se acerc� la copa a los labios y con la punta de su lengua busc� y
rebusc� para no desperdiciar ni una gota del preciado l�quido que con tanta
sabidur�a hab�a sabido extraer de m�. Nadie me hab�a premiado una corrida con un
espect�culo tan excitante.
Se incorpor� para ir al cuarto de ba�o, lo que aprovech� para
desplomarme en la cama dado que mis temblorosas piernas no me sujetaban; mi
excitaci�n segu�a siendo casi la misma que al empezar, es m�s, mi polla estaba
casi tan altiva como antes de correrme. El poder de las felinas sobre el macho.
Se empez� a o�r correr el agua, as� que supuse que se iba a refrescar y limpiar
un poquito, pero era tan insistente el sonido del l�quido que me acerqu� al ba�o
y vi que estaba llenando el yacuzzi. Magn�fico. Como iba a tardar en llenarse,
la cog� en brazos para depositarla de nuevo en la ya caliente y maltrecha cama.
Pens� que era un buen momento para tomar una copita de
burbujas, que ya estar�a suficientemente fr�o. Un impulsivo taponazo de corcho
se estrell� contra la l�mpara del techo, m�s concretamente, contra uno de los
hal�genos que dej� de alumbrarnos.
-"Perfecto, mi campe�n sabe como dejar el ambiente m�s
�ntimo. �Tienes tanta punter�a con todo?.
Como respuesta le ofrec� una copa y una sonrisa, y todav�a
con el sabor seco del espumoso acerqu� mis labios a los suyos y nuestras lenguas
se fundieron en un ardiente beso en el que la mezcla de sabores era una bomba de
relojer�a para nuestras inquietas l�bidos.
Le arranqu� la poca ropa que le quedaba, y todav�a con el
sabor de su boca, me lanc� a su ardiente rajita, que estaba tan mojada que al
mover mi lengua y mis dedos dentro de ella se desprend�an unos ligeros
chops-chops-chops que me entusiasmaban. "Has visto como me has puesto,
cabronazo. Para que luego digan que hay sequ�a", me coment� entre suspiros que
empezaban a crecer desde su interior. No contest�, no quer�a perderme ni un
mil�metro de esa maravilla que mi pantera ten�a entre las piernas, de esa hilera
de vello que se hab�a dejado depilar, de esos labios carnosos que cerraban la
puerta a sus hermanos menores, de ese interruptor m�gico que ten�a por cl�toris.
De ese metal en su ombligo que entreten�a mi juguetona lengua.
Sorb�a sus jugos porque ten�an un gusto maravilloso, con mi
lengua y dedos los extra�a de dentro para trag�rmelos al instante y sent�a como
su cuerpo se tensaba con cada lamet�n que le regalaba. Mi pelirroja pas� de los
suspiros a los gemidos, gem�a y gem�a sin parar, se estaba acelerando. Aprovech�
para mordisquear sus labios y su bot�n m�gico y a partir de ah� comenz� a gritar
y a decir palabras que no entend�a, tan s�lo un "�me voy a correr�"
destac� en su galimat�as sexual, para aumentar su placer le introduje uno de mis
chorreantes dedos dentro de su culito; sus chillidos eran realmente
escandalosos, me apretaba su cabeza para que no aflojase mi presi�n. Not� como
se iniciaron sus espasmos en las paredes internas de su co�o y culito, que me
apretaban los dedos a los que s�lo les separaba esa delgada pared, y como,
finalmente, todo su interior empez� a convertirse en un r�o de fluidos. Que
intensidad. Era como una ola que me inund� mi boca y que tragu� con mucho gusto.
Era una corrida palpable, como de macho. Que furor ten�a aquella tigresa dentro.
Con voz entrecortada me dijo:
-"Que maneraaaa �ahh�de correrme. Me has puesto tan caliente�
�d�nde has aprendido a mover as� la lengua, cabr�n? �qu� pretendes, que no me
olvide de nunca de t�? Nunca� me lo hab�an �. comido� as� y te prometo.. que es
la primera vez que me voy de esta� manera�.ufff, todav�a me da vueltas la
cabeza�me vas a volver loca, pedazo de�.ufff, cabr�n".
Cuando los sonidos del resto del mundo volvieron a nuestros
o�dos me acord� del yacuzzi, que ya ten�a que estar listo. Ech� un vistazo y as�
era, a punto, casi rebosante. Volv� a por mi tigresa, a la que encontr�
volviendo a llenar las copas y ofreci�ndome una de ellas con una mirada
inquietante. El l�quido entr� en m� como un elixir reparador que mitigaba la
elevada temperatura de mi piel. Apur� la copa de un trago, al igual que ella, y
con esa energ�a volv� a elevar a mi ocasional amante hasta introducirla en el
burbujeante yacuzzi. Me zambull� sin perder tiempo y la sensaci�n fue muy
gratificante. Las burbujas del yacuzzi y las que flotaban en mi cabeza empezaron
a estimularme de tal forma que mi polla comenz� a dolerme de la excitaci�n que
manifestaba, apuntando directamente al techo, intentando sobresalir del agua
como el periscopio de un submarino. Teniendo la sensaci�n de que me hab�a ganado
su confianza y su permiso para tomar la iniciativa, me acerqu� a ella
frontalmente, sus piernas se separaron demostrando que hab�a le�do mi
pensamiento, y dentro del agua le insert� poco a poco mi polla hasta el fondo de
su maltratado y acogedor co�ito. Empec� a bombear dentro de ella, un burbujeante
polvo submarino, genial, era una sensaci�n indescriptible, quer�a disfrutar
tranquilamente de ella pero mi gatita comenz� a acercarse a m�, demostrando que
sent�a ya mucha necesidad, casi dependencia. Hab�an pasado demasiadas cosas y
era la primera vez que me la follaba. C�mo hab�amos podido aguantar tanto, su
co�o abrasaba a pesar de estar sumergidos, nuestros deseos eran brutales. Se
apret� contra m� de un fuerte impulso, clavando sus u�as en mi espalda y
respirando de tal forma que me asustaba. Estaba al borde de irse de nuevo por lo
que inici� una follada m�s en�rgica y profunda para acelerar su orgasmo, suelo
ser agradecido. Y as� fue, se corri� abrazada a m�, resoplando en mi cuello,
contagi�ndome sus temblores y dejando caer una serie de obscenidades que me
encendieron todav�a m�s.
Cuando el �ltimo grito se escap� de su garganta se desplom�
hacia atr�s hasta sumergirse completamente, todav�a empalada en mi endurecido
miembro. Volvi� a emerger y empezamos a joder de nuevo, esta vez se sent� de
espaldas sobre m� y cabalg� reiteradamente sobre su potro m�s deseado, haciendo
que su co�o recorriese completamente mi polla, desde la base hasta quedarse
enganchado solo a mi amoratada cabecita, para despu�s volver a caer con un gran
estr�pito de agua y burbujas a su alrededor. Despu�s, hice que se pusiera a
cuatro patas, con el agua a la altura de su rajita y todo lo dem�s, salvo la
parte superior de sus maravillosas nalgas, sumergido en el mar de sexo en el que
disfrut�bamos; desde mi posici�n elevada vi sus dos agujeritos y me decid� de
nuevo por el menos apretado, en el que clav� mi polla de una estocada a la vez
que introduc�a decididamente un dedo en su culito, y luego dos, gir�ndolos para
dilatar ese rec�ndito lugar que se me ofrec�a tan generosamente.
-"Ahhh,�.se�.te�..ven�las�.intenciones, pedazo de cabr�n. Qu�
quieres, follarte mi culito�.�no?�" me dijo con un tono que denotaba m�s una
invitaci�n que una pregunta. Mientras, segu�a metiendo mi rabo hasta lo m�s
profundo que daba su longitud y cada vez que golpeaba en el fondo, se o�a un
grito de placer y sent�a como tensaba su co�o para abrazarme �ntimamente, para
no dejar que la volviese a sacar. Ummm, la tigresa era la hostia, sab�a follar y
hacer que un hombre disfrutase hasta el infinito. Con mis embestidas sent� que
otra vez estaba a punto de correrse por lo que segu� con m�s inter�s trabajando
su culito para que me diese la bienvenida como me merec�a.
-"O me la metes ahora en el culito�.ahhhh�.o despu�s ya es
tarde�.la quiero ahora, cabr�n�.que me vas a hacer correr de
nuevo��ahhh�..uhmmmm", me grit� girando un poco su cara para mirarme a los ojos,
y ah� aprovech� para llevarse su dedo coraz�n y met�rselo en su culo hasta el
fondo. Le gustaba hac�rselo ella misma. Lo gir� para dilatar su anillo todo lo
posible. Dirigi� su mano hacia mi polla, que todav�a estaba dentro de ella, la
sac� de su co�o para ponerla en la entrada de su c�rculo m�gico, ya enrojecido y
bastante dilatado, la unt� de la espuma que se hab�a formado en el yacuzzi y
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Relato: Deliciosa encerrona
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