MAGNETISMO.
(Dedicado a Octopusi por darme la inspiraci�n para este
relato. Gracias.)
Jam�s me hab�a fijado en alguien 20 a�os mayor que yo, pero
�l era diferente. Ten�a algo, una especie de magnetismo que me atrajo desde el
momento en que nos vimos por primera vez. Aquella primera vez en que mis ojos se
cruzaron con los suyos sent� el deseo de conocerle, y creo que �l tambi�n,
porque no tard� ni 5 segundos en acercarse a m� y decirme:
�Hola, me llamo Oscar!
Le tend� la mano y le dije:
Yo, Gloria.
Atrap� mi mano entre las suyas y sent� una corriente
el�ctrica que atravesaba mi cuerpo. Nuestros ojos se cruzaron en la inmensidad
de aquel lugar y me qued� prendada de �l. Su voz tranquila dici�ndome:
Mucho gusto.
Creo que fue lo �ltimo que me embruj� de �l, porque en
realidad, era un nombre normal, ni muy guapo pero tampoco feo. Ten�a un
atractivo arrollador, eso s�, un precioso, liso, brillante y perfectamente
cortado, pelo negro, la piel morena, unos intensos ojos negros llenos de
misterio y unos rojos y finos labios que invitaban a ser besados. Era unos
veinte cent�metros m�s algo que yo, y aunque su cuerpo no era perfecto si se
ve�a cuidado y en forma.
�Vienes mucho por aqu�? � me pregunt� con aquella suave voz
que penetr� en mis o�dos como m�sica melosa.
No, esta es la primera vez � le respond�.
Pues me alegro de que lo hayas hecho � a�adi� �l gui��ndome
un ojo y haciendo que el magnetismo se acrecentara.
En aquel instante empez� a sonar una lenta canci�n de Luis
Miguel.
�Te gusta bailar? � me pregunt�.
Me encanta � le respond� sonri�ndole.
Me tendi� su mano, se la cog� y me llev� hasta la pista de
baile. All�, pas� su brazo por mi cintura, estrech�ndome contra �l, yo pos� mis
manos sobre sus hombros y me dej� llevar. La m�sica invad�a mis o�dos y nos
rodeaba, llev�ndome a seguir sus pasos irremediablemente. Oscar me apretaba
suavemente contra �l, sent�a su respiraci�n cerca de mi o�do y el olor de su
colonia penetrando en mi nariz.
Tienes unos preciosos ojos azules � me susurr� al o�do.
Gracias � le dije mir�ndome en sus intensos ojos negros.
Me sonri� y de nuevo me qued� embrujada con su sonrisa.
Seguimos bailando hasta que la canci�n termin�. Entonces mir�
el reloj y exclam�:
Vaya, es tarde, debo irme.
�Me abandonas ahora? � Me pregunt� sorprendido - �Podemos
volver a vernos?
Dud� un instante, no sabia si decirle que si o que no, pero
cuando mis ojos chocaron de nuevo con los suyos respond�:
S�, vale.
�Puedo invitarte a cenar? � Fue su siguiente pregunta.
Vale � acept�.
Entonces, ma�ana a las nueve, en la puerta.
�Aqu� delante? � Pregunt�.
�Aha!
Vale.
- �Qu� me pongo, el vestido negro o el rojo? � le pregunt� a
Sonia mi hermana.
El rojo te sienta mejor.
�Seguro? - le pregunt� indecisa.
Est�s muy nerviosa, solo vas a cenar.
S�, pero con un hombre, que adem�s me atrae mucho � le dije
� quiero que todo salga perfecto.
Entonces ponte el rojo, cari�o.
Esta bien, el rojo.
Me vest�, me pein� el rizado pelo, me puse los zapatos de
tac�n de aguja, me maquill� suavemente, realzando el azul de mis ojos y me puse
carm�n en los labios, quer�a estar radiante. Cog� mi bolso y sal� a la calle.
Estaba nerviosa y ansiosa por volver a verle. Y ni siquiera
sab�a porque, bueno, si lo sab�a, me atra�a, me encantaba sentir sus ojos
observ�ndome, o�r su suave voz susurrando en mis o�dos, notar ese reconfortante
calor que desprend�a su cuerpo, y notar su magnetismo sobre m�, pidi�ndome que
lo deseara.
Buenas noches, preciosa. � O� su voz tras de m� y me gir�,
top�ndome con sus magn�ticos ojos negros.
Buenas noches.
Llevaba un traje gris, de rallas diplom�ticas que le quedaba
perfecto. Me sonri�, y ofreci�ndome su brazo me dijo:
�Vamos?.
Vamos.
Me prend� de su brazo y andamos algunos pasos, hasta llegar a
un peque�o restaurante.
Cenamos tranquilamente, mientras su voz penetraba cada vez
m�s en mi cabeza, cont�ndome sus aventuras alrededor del mundo. Sus ojos me
miraban curiosos, tratando de atraerme hac�a �l. Cuando terminamos de cenar yo
s�lo deseaba que me llevara a cualquier habitaci�n, me desnudara despacio y
sensualmente y me hiciera suya, y creo que �l lo sab�a, por eso, tras pagar la
cuenta me propuso:
�Vamos a m� casa?.
Primero dud� un segundo, al fin y al cabo s�lo hac�a un d�a
que le conoc�a, pero cuando sent� su penetrante mirada sobre mi no vacil�.
Vale.
Caminamos un par de manzanas, hasta llegar a un edificio gris
con un par de pisos. Sac� las llaves del bolsillo y abri� la puerta, entramos.
Subimos un piso por las escaleras. Yo iba delante y �l detr�s de m�. Sent� su
mirada sobre mi culo. Cuando llegamos al piso, �l se me adelant� dirigi�ndose a
la puerta n�mero uno y la abri�.
Bienvenida a mi casa. � Me dijo, haci�ndome entrar.
El piso era grande. Entramos hasta el sal�n, donde ten�a dos
sof�s de color oscuro, me hizo sentar y me pregunt�:
�Quieres tomar algo?
No � le respond�, tratando de mirarle a los ojos
provocadoramente.
Quer�a que me hiciera el amor cuanto antes, sin demoras ni
esperas, quer�a ser suya y estar entre sus brazos.
Cruc� las piernas, sub� la falda del vestido por encima de
mis rodillas y �l pareci� entender el mensaje, porque se sent� en el suelo,
frente a m� y empez� a besarme el pie, subiendo poco a poco por el empeine,
hasta mi tobillo. Me estremec� al sentir su beso en esa zona y gem� levemente.
Entonces, recostando su mejilla derecha sobre el empeine me
mir� con sus profundos ojos negros y me dijo:
�Vas a dejar que te haga lo que yo quiero?
S� � le respond� sin dejar de observar sus ojos.
Sigui� besando mi pie, ascendiendo por la pantorrilla, hasta
llegar a mi rodilla, que chup�, haci�ndome re�r, ya que me hizo cosquillas. Me
subi� la falda hasta la cintura y sigui� besando mi muslo, hasta llegar a la
mitad de �l. Me hizo descruzar las piernas y sigui� subiendo el vestido hasta
quit�rmelo por la cabeza.
Se puso en pie y me orden�:
Ven � tendi�ndome la mano.
Dud�.
Conf�a en mi � me dijo, y lo hice, su voz tranquila me daba
confianza, por eso le cog� la mano y dej� que me llevara hasta la habitaci�n.
Una cama de hierro estaba perfectamente situada en el centro
de la pared norte, me llev� hasta ella y me sent� en el borde. �l se sent� a mi
lado y por primera vez me bes� en los labios. Su beso fue dulce, tierno, suave.
Su lengua acarici� mis labios, luego busc� m� lengua y la acarici� con la misma
suavidad, mientras sus manos me desabrochaban el sujetador y me lo quitaban.
T�mbate en la cama, en medio � me orden�.
Le obedec� y entonces vi que sacaba un largo pa�uelo de seda
roja de un caj�n. Me cogi� un brazo, bes� con delicadeza la mano, ascendi� por
el antebrazo hasta el pliegue del codo y tras eso lo situ� por encima de mi
cabeza, me at� la punta del pa�uelo a la mu�eca y repitiendo la operaci�n con el
otro brazo, pas� el pa�uelo por detr�s de un par de barrotes y me at� la otra
punta en la otra mu�eca. Me bes� en los labios y se puso en pie junto a la cama.
Se desnud� mientras yo le observaba. Cuando se quit� el slip su sexo apareci�
erecto entre sus piernas. Le sonre� p�caramente y �l me devolvi� la sonrisa.
Entonces se situ� a mis pies, que ten�a cruzados y los
separ�. Empez� a lamer desde mi dedo gordo, pasando la h�meda lengua por mi
empeine, mi pantorrilla, la rodilla, el muslo, hasta llegar a mis braguitas.
Meti� un par de dedos en la goma de las bragas y tir� de ellas hac�a abajo. Con
una gran parsimonia fue haci�ndolas descender hasta quit�rmelas. La lentitud de
sus movimientos, sus oscuros ojos mir�ndome, su cuerpo desnudo, su sexo erecto,
me excitaban y sent�a la humedad empapando mi entrepierna.
Con la misma lentitud que hab�a usado hasta ese momento,
acarici� mis piernas, desde los tobillos hasta mis caderas, siguiendo luego por
mi cintura, resiguiendo mis costados, mis axilas, hasta llegar a mis mu�ecas
atadas. Se situ� de rodillas sobre mi vientre y acercando su boca a la m�a,
volvi� a besarme. Sent� su sexo moverse sobre mis pulmones. Sus labios
abandonaron mi boca, descendiendo con calma por mi cuello, mientras su sexo
tambi�n descend�a lento y erecto sobre mi vientre. Cuando su boca lleg� a mi
hombro, su sexo se situ� entre mis piernas y mi sexo palpit� deseoso. Mi cuerpo
se estremeci� y trat� de pegarme a �l para sentirle m�s cerca de m�.
Empec� a suspirar y jadear. Deseaba abrazarle, atraparle y
obligarle a entrar dentro de m�, pero mis manos estaban atadas y no pod�a. Su
boca descendi� hasta mis senos y empez� a chuparlos y lamerlos, trazando
c�rculos alrededor de mis pezones. Mi cuerpo se estremec�a. Aquella situaci�n me
excitaba mucho, y no s�lo la situaci�n, tambi�n �l me excitaba, cada vez sent�a
m�s ganas de que me hiciera el amor, pero �l segu�a demorando el momento,
haci�ndome impacientar.
Cuando dej� de lamer mis pechos, para dirigirse a mi vientre,
sus manos sustituyeron a sus labios, y amas� y mim� mis senos, que excitados se
hinchaban de deseo. Bes� mi vientre con suavidad y leng�eteando lleg� hasta mi
pubis. Instintivamente abr� las piernas y sent� sus labios cerrarse sobre mi
sexo, al notar su h�meda lengua lamer mi vulva, mi cuerpo se agit�. Serpente�
por mis labios vaginales, busc� mi cl�toris, lo succion� y mordisque�,
arranc�ndome un demoledor grito de placer. Sab�a como dar placer a una mujer,
sin duda, lo que me auguraba una intensa noche. Sigui� lamiendo y succionando mi
cl�toris, haciendo que el placer se concentrara en aquel punto y me arrancara
diversos gemidos y convulsiones gozosas. Y justo antes de que el ansiado orgasmo
estallara, abandon� mi cl�toris y dirigi� su lengua hac�a mi vagina. Penetr� en
ella, tratando de ahondar lo m�s posible. Yo no dejaba de gemir y suspirar sin
descanso, aquella, estaba resultando la mejor mamada que jam�s me hubieran
hecho. Pero repentinamente, sent� que su boca abandonaba mi sexo y la decepci�n
me invadi�.
Oscar se levant� de la cama, se dirigi� hac�a la c�moda que
hab�a a un lado de la cama, abri� un caj�n y vi que extra�a una pluma. Se acerc�
a m� de nuevo. Yo segu�a con las piernas abiertas, as� que �l se situ� entre
ellas, y muy despacio empez� a pasar la pluma. Primero por mi cara, caus�ndome
unas agradables cosquillas. Sigui� por mi cuello, y re� por el cosquilleo que
sent�a, ya que tengo bastantes cosquillas por todo el cuerpo. Continu�
descendiendo y pas� la pluma por mis senos, haci�ndome estremecer. Era agradable
aquel suave cosquilleo, as� que me dej� hacer. La pluma sigui� cosquille�ndome,
ahora sobre los pulmones, ahora sobre el vientre, haci�ndome re�r de nuevo, y
llegando por fin a mi monte de Venus. Oscar la movi� sobre mi sexo con mucha
suavidad, mi cuerpo se arque� sintiendo aquel agradable hormiguillo. Cerr� los
ojos y me concentr� en el suave hormigueo que la pluma inflig�a a mi h�medo y
palpitante sexo. Sent� los labios de Oscar cerca de mi o�do y luego posarse
sobre mi cuello y chupetearlo, haciendo que me estremeciera y gimiera. Abr� los
ojos y vi su cara pegada a la m�a, me mir� a los ojos y sus labios se pegaron a
los m�os. Me bes� apasionadamente, introduciendo su lengua en mi boca y buscando
mi lengua. Sent� su sexo chocar contra mi pubis, mientras la pluma hab�a dejado
de acariciar mi sexo. Cuando su boca se separ� de la m�a, seguimos mir�ndonos a
los ojos. Yo no pod�a dejar de mirarle, esperando su siguiente movimiento, me
atra�a enormemente aquel hombre y deseaba que me poseyera, que me hiciera suya.
Entonces empec� a sentir como mov�a su pene sobre mi cuerpo,
rozando mi piel con �l, primero descendiendo por mi pierna y ascendiendo por la
otra. Roz� mi cadera con la suave piel de su verga, haciendo que el capullo me
acariciara, subi� por mi pulm�n hasta mi seno, que sob� con el glande, trazando
un circulo casi perfecto alrededor de mi pez�n, luego se dirigi� al otro seno y
traz� otro circulo sobre mi pez�n con la punta de su pene. Sigui� camino hac�a
arriba, hasta que lleg� a mi boca, que abr� y dej� que �l me metiera el aparato
dentro. Cerr� mis labios sobre �l y empec� a lamerlo, trazando c�rculos
alrededor del glande. Deseaba coger la verga con mis manos, acariciar su tronco
y los huevos, pero no pod�a y eso a�n me excitaba m�s. Mi sexo estaba h�medo y
vibraba deseando que aquel delicioso suplicio terminara.
As� que trat� de concentrarme en la labor que estaba
realizando, chup� y lam� el masculino sexo, sinti�ndolo dentro de mi boca,
regode�ndome con �l, sabore�ndolo como el m�s delicioso de los manjares. Oscar
gem�a y se convulsionaba levemente, de vez en cuando, cerraba los ojos y
acariciaba mi pelo anim�ndome a que siguiera mam�ndole la polla. Hasta que
apunto de correrse, la sac� de mi boca, se puso sobre m�, gui� su erecto miembro
hasta mi h�medo sexo y de un solo empuj�n me penetr�. Gem� ansiosa al recibirle,
y empec� a moverme empujando hac�a �l.
Espera, espera. � me hizo detener � Tranquila, s� cuanto lo
deseas, princesita, pero t�matelo con calma, tenemos todo el tiempo del mundo.
Le hice caso y dej� que fuera �l, el que me marcara el ritmo,
y despacio, con calma, empez� a moverse sobre m�, haciendo que su verga entrara
y saliera de m� muy suavemente. Aferr� mis piernas alrededor de su culo, �l pos�
sus manos sobre mis senos para acariciarlos con delicadeza y nuestros cuerpos
empezaron a sentirse, a acompasarse el uno al otro, para quemarse juntos en el
fuego de la pasi�n. Nuestras respiraciones sonaban agitadas, nuestros sexos se
un�an una y otra vez, sintiendo la humedad que chapoteaba entre ellos. Yo
deseaba que Oscar acelerara sus movimientos sobre m�, pero �l segu�a lento y con
parsimonia, haciendo que el placer se alargara. Los gemidos inundaban de m�sica
celestial la habitaci�n. Nuestros ojos se cruzaron en aquel infinito de
sensaciones, el fuego del deseo ard�a en ellos y no pod�amos dejar de mirarnos.
Yo deseaba abrazar a Oscar, rodearle con mis brazos, pero las
ataduras me lo imped�an, as� que le supliqu� a mi dulce amante:
Des�tame, necesito abrazarte.
�l accedi�. Me desat� las manos y le rode� por el cuello. Nos
abrazamos y sent� su coraz�n latiendo junto al m�o. Suspir� y poco a poco Oscar
fue acelerando sus movimientos, de tal manera que, con lo excitada que estaba,
no tard� mucho en sentir la explosi�n de placer que mi cuerpo buscaba desde
hac�a ya rato. Oscar sigui� arremetiendo contra m�, cada vez m�s velozmente,
hasta que sent� como su sexo se hinchaba dentro de m� y explotaba, llen�ndome
con su caliente semen.
Nos quedamos as�, abrazados e inm�viles durante un rato.
Hasta que �l se separ� de m� y le dije:
Gracias.
�Por qu�, princesita?.
Porque me has dado el mayor placer que jam�s haya sentido.
Acerc� sus labios a los m�os y nos besamos. Luego nos
quedamos abrazados hasta dormirnos.
Erotika (Karenc) del grupo de autores de TR.