La Novia, Reencuentro con mi pasado (tercera parte)
Cap�tulo 7.- P�blicamente Michel
La oscuridad de la noche, el ruido, la muchedumbre, las luces
intensas, el humo, todo contribu�a a incrementar mi confianza. Desde la parte
posterior del autom�vil, mirando a trav�s de la ventanilla, y envuelto en un
gran abrigo con el cual adem�s me cubr�a con su capucha, observaba sin problema
el ambiente fuera de la discoteca. Las chicas llegaban muy bien abrigadas del
fr�o de la noche, pero era f�cil adivinar los atrevidos atuendos que portar�an
esa noche. Estaban hermosas, y verlas era un deleite a la vista. Cada vez pod�a
apreciar y valorar su feminidad. Pero esa noche yo no me quedar�a atr�s. Claudia
y yo hab�amos trabajado arduamente en el debut p�blico de Michel. Esa noche
deb�a ser discreta, pero inolvidable.
Cuando baj� del autom�vil por que me indicaron que ya ten�an
la mesa reservada, no dude en despojarme del abrigo y mostrar mis hermosas
piernas enfundadas en med�as negras, una minifalda al vuelo y botines de piel
negra que elevaban mi estatura hasta casi el 1.65., el conjunto del mini vestido
sub�a para enlazarse por la parte superior con finos detalles de piel de vis�n
simulada. Mi pelo corto entresacado en puntas y maquillaje sencillo. Camin� con
seguridad y ritmo acompasado mientras colgaba de mi brazo el abrigo. En mi
interior, algo se demol�a y no pod�a escuchar m�s que los latidos de mi coraz�n.
Un silencio sordo, como cuando nadas por debajo del agua, abrumaba todo a m�
alrededor, con visi�n de c�mara lenta echaba un vistazo a m� alrededor y notaba
las expresiones masculinas de asombro, sus miradas atacaban r�pido hac�a mis
piernas, protagonistas de la noche. Sent�a su vista casi palparme h�medamente la
piel. Mis nalgas palpitaban dentro del estrecho bikini que para esa noche
vest�a. Camin� hasta que todo el ambiente se recuper�, y eso no fue, sino hasta
que el brazo de Mario rode� mi cintura y me sostuvo, sin saber que me estaba
salvando de un desmayo seguro.
El resto del camino fue sencillo, Mario me sujetaba con
fuerza de la mano mientras me conduc�a al lugar que ocupar�amos esa noche
mientras, tras de nosotros, Claudia, un enorme tipo que parec�a ser su amigo y
dos primos de Mario nos alcanzaban. Yo me sent� buscando un buen �ngulo pues,
inconscientemente, no pensaba levantarme en toda noche. Qued� perfectamente
escoltada, aun lado Mario, emocionado, sonriente, feliz. Y del otro claudia,
distra�da, juguetona y secrete�ndome al o�do soberanas tonter�as. A su lado el
enorme amigo y cerrando el c�rculo, los dos primos. Mi estado de �nimo no pod�a
estar mejor, y me sent�a intrigado por todo lo que suced�a dentro de la
discoteca, trataba de no hacer contacto visual con nadie y llegado el momento de
la noche, me dedique a atender con mis arrumacos a Mario. Ah� me di cuenta que
uno de los primos, de nombre F�lix, no dejaba de buscar mi mirada, y de
curiosearme con l�bido el cuerpo. Cuando lo pillaba poniendo sus ojos en mi, �l
s�lo sonre�a t�mida pero insistentemente. Despu�s se levant� con el otro primo
llamado Daniel y se fueron a buscar suerte con las chicas de la discoteca.
Esa noche ser�a el modelo de las siguientes que regresamos el
mismo grupo de amigos. Mario me saca a bailar y el vac�o en mi estomago regresa.
Siento todas las miradas sobre m�. Vivo ligeras aventuras a mis emociones como
el entrar al ba�o de mujeres con leg�timo derecho, coqueteos y bebidas de
cortes�a por parte de los galanes, uno que otro toqueteo furtivo por parte de
los m�s audaces, una que otra chica me mira con sospecha, y llego a toparme con
conocidos de la escuela que me saludan delante de Mario sin sospechar de mi.
Cada vez soy m�s desinhibida pero, jam�s bajo la guardia, jam�s rompo el
c�rculo, jam�s pasa por mi cabeza otro hombre que Mario.
Hasta este punto creo que todo es como un romance fresa, un
sue�o ajeno, y estoy tan contento con mi nueva personalidad que no pasa por mi
cabeza un mejor momento que las horas que paso siendo Michel. As� que decido
entregarme m�s a Mario. Durante nuestras sesiones de masturbaci�n o de sexo
entre mis ingles, trato de ser m�s audaz, le permito llegar m�s a fondo, pero
�l, irremediablemente termina m�s pronto de lo que puedo esperar. No quiero
ofenderlo y decido, d�cil, dejarlo todo a su ritmo. Aunque siempre queda en m�
ese huequito de insatisfacci�n.
Por esos d�as, todo cambiar�a para tomar giros inesperados
para m�. Cierta ocasi�n al llegar a la disco, Mario se par� a buscar unas
bebidas, Claudia bailaba con el amigo (que ya eran novios para entonces), y yo
me qued� asolas con F�lix. Quien ya ni hacia el intento de invitarme a bailar
pues en otras ocasiones lo hab�a rechazado por miedo a los celos de Mario.
Platic�bamos simplemente y me percat� que el tiempo pasaba y Mario no regresaba,
ya era casi media hora desde que se levant� de la mesa y nunca me hab�a
abandonado tanto tiempo y menos sabiendo que Claudia no estaba presente.
Le ped� a F�lix que lo buscar�, a lo que �l me contest� de
inmediato, - �Qu� no te has dado cuenta de que est� bailando con otra chica en
la pista?- cuando dijo eso, me sent� como en la dimensi�n desconocida, me
levant� de un golpe y le ped� que me se�alar� d�nde se encontraban, cuando lo
divis�, estaba en pleno coqueteo con una chica rubia, alta, delgada, hermosa. De
inmediato entend� que yo no le pod�a competir a una chica semejante. En mi
segunda mirada, claramente lo vi intentando besarla. Todo empez� a desmoronarse
a m� alrededor. Decid� salir de la disco, sin preguntarme qu� iba a hacer. F�lix
corri� tras de mi, ofreci�ndome su apoyo, mi mente de inmediato reaccion� y
pens�, "�ste lo �nico que quiere es aprovechar el momento". Ten�a un cierto
descontento, pero m�s que rabia sent�a la desilusi�n de haber despertado de un
sue�o que empezaba a gustarme. Sal� de la disco sin saber que ah�, justo ah�, mi
vida tomar�a un vuelco impresionante.
Sal� y se ocult� para evitar que F�lix me siguiera. En el
tropel, se me rompi� un tac�n y perd� mi soltura de chica. En mi mente se
confrontaba una idea muy fuerte: yo no era una mujer, y me equivoqu� en tratar
de serlo, me sent�a rid�culo vestido con mi atuendo femenino. Sent�a mi
maquillaje como una pesada m�scara, sent�a que todo el que me miraba adivinaba
claramente mi sexo y sent�a que en los murmullos dec�an: "mira, ah� va el marica
con el coraz�n destrozado".
Caminaba por el estacionamiento sollozando, cuando se me
emparej� un autom�vil, no pensaba atender su presencia, hasta que de su interior
una voz me ofreci� amablemente: �busca taxi se�orita? Gir� mi vista y el tipo me
parec�a conocido, record� que siempre al ingresar a la discoteca, �l se
encontraba conversando con los guardias de seguridad, eso me hizo confiar y
abord� el taxi. Ese, fue mi primer gran error.
Durante el camino, en el asiento de copiloto, �l taxista
intento abordarme fingiendo un desinter�s, pero comi�ndome las piernas con la
vista de reojo. Dijo mil cosas que no escuch�, pens� que si me hab�a salvado de
F�lix, ahora ten�a a este tipo aludi�ndome, y yo deseando no seguir m�s con el
juego de la "se�orita". Comenz� a decirme que �l se hab�a fijado ya en m� y
cosas as�, pero agradec� su gesto de inter�s. Llegado el momento, me pregunt� a
d�nde me dejar�a, not� que lo hab�a hecho dar vueltas innecesariamente, y que
adem�s yo no tra�a dinero conmigo, esa noche me iba a quedar con Mario. Mi
segundo error: pedirle que me llevar� a mi casa. Le di la direcci�n y de
inmediato me llev�. Al bajar, le ped� que me diera unos minutos para regresar
con su pago, �l, galantemente, me ofreci� el servicio gratuito, "s�lo por el
placer de servir a una dama", dijo. La frase me pareci� galante y cursi, pero me
sacaba del apuro de arriesgarme a ser visto entrar a mi casa transvertido, as�
que sin pensarlo, acept� el ofrecimiento y, tercer error, le extend� una coqueta
sonrisa y le gui�� un ojo.
Camin� coquetamente hasta la entrada de mi casa y me desped�
con la idea de que jam�s le volver�a a ver. Ese fue quiz�s, el �ltimo error de
la noche.