Relato: Me trataron como a un perro (3)



Relato: Me trataron como a un perro (3)


Me trataron como a un perro (3)




Intentar� narrar con la mayor fidelidad posible todo lo que
termin� de sucedernos a m� y a mis amigos aquel fin de semana, a pesar de que la
experiencia me resulta a�n demasiado turbadora como para detenerme en ella con
la serenidad necesaria.


Recordar� que me encontraba en aquel caser�n apartado junto
con mi mejor amigo Mario y un chico negro, Tony, al que acab�bamos de conocer.
No est�bamos solos; nos acompa�aban los tres hombres que nos hab�an contratado.
El de mayor edad nos hab�a desnudado y limpiado, y nos hab�a atado de pies y
manos con unas correas, de modo que s�lo pod�amos caminar a cuatro patas, como
si fu�semos perros. Al principio resulta muy inc�modo, pero luego te acostumbras
y llega a ejercer tal influencia en tu mente, que terminas por adoptar la
actitud y el comportamiento de un perro de verdad.


Luego llegaron los dos amigos de este hombre, y entre los
tres nos hicieron pasar la tarde entretenidos en darles placer una y otra vez,
ya fuera con nuestras bocas o con nuestros calientes culos de perro.


Uno de los amigos, el m�s corpulento, de nombre Alfredo,
ocup� todo el d�a en explorar mis orificios con diversos instrumentos,
incluyendo su propia polla, de dimensiones m�s que considerables. Una y otra vez
utiliz� mi cuerpo para solazarse, reg�ndolo con sus fluidos abundantemente, pero
sin permitirme que aliviara el doloroso suplicio de mi interminable calentura.
Cuando finalmente dej� que me corriera, lo hice con tal violencia que mis
sentidos se nublaron y tuve el orgasmo m�s intenso de toda mi vida.


Al anochecer, los tres amigos nos hicieron a un lado, nos
ataron a las patas de la cama y finalizaron la velada en un soberbio men�ge a
trois
, mientras nosotros los contempl�bamos absortos desde el suelo del
dormitorio.


Por la noche, mientras dorm�a, supongo que mi cerebro iba
procesando todas aquellas im�genes sexuales recibidas a lo largo de la jornada.
En mi cabeza se agolpaban los sue�os m�s sorprendentes. Recuerdo que en uno de
ellos me encontraba en una granja, rodeado de perros de diferentes razas y
tama�os, mientras yo caminaba desnudo entre ellos, acariciando sus lomos y
sintiendo el calor de sus cuerpos en mis pantorrillas.


Me sent�a excitado por estar desnudo, pero tambi�n algo
inquieto porque algunos perros me encaraban y met�an su hocico en mis partes,
olisque�ndolas. Yo los ahuyentaba como pod�a, pero a la vez, notaba como, al
aliento de las bestias, mi aparato se iba poniendo en marcha, lo cual no hac�a
sino llamar todav�a m�s la atenci�n de aquellos animales. En una de esas, me
sorprend� al encontrar, escondido entre los perros, a Mario, mi deseado amigo,
mostrando a cuatro patas su fant�stico cuerpo desnudo.


Al hallar a Mario, yo intentaba ponerlo en pie, lo abrazaba
por el cuerpo y tiraba de �l hacia arriba para ponerlo a mi altura. Tambi�n
intentaba besarlo en la boca, pero incomprensiblemente, Mario se obstinaba en
permanecer a cuatro patas. Yo continuaba abraz�ndolo y tirando de �l, aunque
infructuosamente. Con el roce de mi cuerpo desnudo sobre el suyo, cada vez me
sent�a m�s encendido, y adem�s, aquel culo me hab�a resultado siempre tan
apetecible�


Notaba mi polla despierta y firme. Necesitaba met�rsela por
aquel agujero fuera como fuese. Emboqu� mi verga ardiente e introduje la punta.
Sin embargo, cuando ya anticipaba la deliciosa sensaci�n de invadir su angosto
agujero, dos manos grandes y fuertes sujetaron mis caderas impidi�ndome terminar
de penetrarlo. Inmediatamente reconoc� el tacto de aquellas manos, porque eran
las mismas que hab�an manoseado todo mi cuerpo una y otra vez por la tarde:
girando mi cabeza, observ� el rostro sonriente de Alfredo mientras se bajaba
tranquilamente la cremallera del pantal�n y extra�a su enorme polla, con la
segura intenci�n de ensart�rmela de nuevo.


Me prepar� para recibir de nuevo a mi amo y se�or, dobl� la
cintura y levant� mi cola ofreci�ndosela. Pero no hay forma humana de prepararse
para semejante agresi�n; not� la presi�n insistente de su glande contra mi
orificio, y, de repente, la entrada s�bita de sus 22 cent�metros invadi�ndome en
canal.


Dolorido, mi cuerpo se venci� sobre el de Mario, que a�n
yac�a debajo de m�. Alargu� mis brazos rodeando su tronco y me fund� con �l en
un abrazo. Y entonces�, entonces despert�. La luz de la ma�ana cegaba mis ojos y
Alfredo, todav�a desnudo, intentaba despertarme jugueteando con sus dedos en mi
ano.


-Buenos d�as, cachorro; ya es hora de que te vayas
despertando.- dijo, y poni�ndose en pie, se dirigi� hacia el cuarto de ba�o.


Mir� a mi alrededor; el resto de la gente ya se hab�a
levantado y no quedaba nadie m�s en el dormitorio. Me mir� a m� mismo:
continuaba con las correas en los tobillos y en las mu�ecas, pero por lo menos
me hab�an quitado el anillo del pene. En realidad, el anillo resultaba
innecesario, porque el recuerdo de las sensaciones del sue�o se traduc�an en una
erecci�n completa. O� el agua corriendo en el ba�o y me levant� corriendo:
�Alfredo iba a darse una ducha. No me lo pod�a perder!


La puerta estaba entornada y s�lo tuve que empujarla un poco
con el hocico para ingresar en el ba�o. Alfredo estaba ya bajo el agua y era un
espect�culo contemplar aquel robusto cuerpo en todo su esplendor, mientras el
agua y el jab�n daban brillo a su piel. Sus manos recorr�an incansablemente su
propio cuerpo, frot�ndolo con el gel de ba�o, arriba y abajo, adelante y atr�s,
sensualmente, como si se tratara de la coreograf�a de un streaper,
entreteni�ndose en el abundante pelo de sus ingles, en sus huevos, en su culo,
mientras me dedicaba una sonrisa traviesa.


-Ven, cachorro- dijo, y me introdujo en la ba�era con �l, no
sin ciertas dificultades, dado que las correas dificultaban todas mis maniobras.


El agua ca�a caliente y confortable sobre el cuerpo de ambos.
Yo me encontraba a cuatro patas sobre el suelo de la ba�era. Alfredo se coloc�
detr�s de m�, tan pegado que pod�a notar el contacto de su ariete entre mis
nalgas. Me sent� de nuevo totalmente a su merced.


Como en el sue�o, sus dos manos sujetaron con fuerza mis
caderas, mientras se preparaba para penetrarme una vez m�s. En esta ocasi�n, sin
embargo, la estocada result� m�s suave y placentera, quiz� porque su polla no
andaba a�n tan dura, y gracias a que el agua jabonosa lubricaba continuamente su
entrada.


Cuando ya lo ten�a dentro de m� me dijo: -Mira, te estaba
esperando. Desde que me he levantado he aguantado sin orinar para que recibas mi
primera orina de la ma�ana dentro de ti.


Intent� zafarme, pero me ten�a bien sujeto. Tras el inicial
forcejeo, ambos quedamos quietos, su polla se mantuvo inm�vil dentro de mi recto
y supe que iba a recibir una buena meada en todo el centro de mi ser. Al poco,
comenc� a notar un chorro muy caliente, golpeando las paredes de mi recto, pero
a diferencia de cuando alguien se corre dentro de ti, el chorro no se deten�a y
continu� a la misma presi�n durante m�s de un minuto, mientras yo notaba que mi
bajo vientre se abultaba y una extra�a sensaci�n de pesadez.


-�Joder, qu� gusto!-dec�a Alfredo- Es casi mejor que cuando
te corres- exclam�, mientras la micci�n iba aloj�ndose dentro de mi intestino.
-Es mi forma de darte los buenos d�as, ja, ja- continu�. Luego, comenz� a
retirar su pene poco a poco, hasta dejar solo la gruesa cabeza dentro.


-Ahora, perrito, vas a ser bueno. Voy a sacar mi polla de tu
culo y vas a apretar el esf�nter y a cerrarlo bien fuerte para que no se escape
ni una gota de lo que he dejado dentro.


Obedec� como pude. El agua de la ducha continuaba cayendo
sobre los dos, mientras notaba c�mo el enorme volumen de l�quido ard�a en mi
interior y me impel�a, cada vez con m�s urgencia, a abrir mi esf�nter y dejar
que escapara todo.


Adivinando que no ser�a capaz de aguantar mucho m�s tiempo,
Alfredo hizo algo que me sorprendi�: tom� el tap�n del desag�e y me lo introdujo
sin miramientos por el ano, hasta dejarlo bien incrustado en las paredes del
esf�nter.


-Ahora ya puedes relajarte-dijo, y a pesar del dolor que me
hab�a provocado la brusca entrada del tap�n, pude por fin dejar de contraer el
esf�nter, con el consiguiente alivio. El tap�n del desag�e iba enganchado a una
cadenita met�lica, que qued� colgando entre mis muslos.


-Eres un buen perro, y como te has portado bien, te voy a dar
tu premio- y d�ndome la vuelta, coloc� mi rostro frente a sus genitales, y me
amorr� contra su polla, de nuevo erguida.


Comenc� a comer mi desayuno con ganas; ten�a verdadera hambre
y aquella verga me sab�a cada vez mejor. Lament� no poder emplear las manos para
asir su verga, pero era un perro, y con mis labios deb�a proporcionar a mi amo
el mayor placer posible. El, por su parte, acompasaba mis movimientos basculando
su pelvis atr�s y adelante, a la vez que acariciaba mi cabello empapado y me
dec�a lo buen perro que era.


El sabor salado de su precum me indic� que se acercaba el
momento de eyacular y yo ten�a sentimientos encontrados: estaba deseando que se
corriera en mi boca y deleitarme con el sabor de sus jugos, pero ten�a la
sospecha de que Alfredo har�a de nuevo algo para impedir que yo lo disfrutara
plenamente. Le gustaba ponerme el caramelo en la boca para quit�rmelo en el
�ltimo momento.


Efectivamente, antes de llegar al orgasmo, retir� su verga de
mi boca, dej�ndome con la miel en los labios. Me estaba preguntando cu�les
ser�an sus intenciones esta vez, cuando cerr� el agua de la ducha y sali� fuera
de la ba�era, dej�ndome a m� dentro. Tom� una toalla de ba�o y se sec�
en�rgicamente. Luego, desde fuera, alargando el brazo, comenz� a hurgar entre
mis nalgas. Comprend� que pretend�a retirar el tap�n y me abr� de piernas,
prepar�ndome para la desagradable sensaci�n. Todo el contenido retenido comenz�
a salir en una cascada tibia y maloliente. Sent� que mis piernas flaqueaban y
estuve a punto de venirme abajo. Alfredo, sin perder tiempo, cogi� la manguera
de la ducha y abriendo de nuevo el agua, comenz� a limpiar la ba�era, empujando
todos los restos que hab�an salido de mi culo para eliminarlos por el desag�e.
Luego, emboc� el chorro en mi ano y abri� la espita del agua fr�a al m�ximo. Una
convulsi�n sacudi� hasta el �ltimo cent�metro de mi cuerpo.


Aterido, sent�a c�mo el chorro de agua me limpiaba por
completo el recto, Alfredo tom� mi polla y comenz� a pajearme. S�lo puedo
confesar que la sensaci�n resultaba incre�ble y pronto mi polla estuvo otra vez
totalmente empalmada. Sent� que si segu�a un poco m�s me correr�a
inmediatamente, pero Alfredo cerr� el grifo. Notaba mi ano abierto y fresco, y
en ese momento hubiera dado cualquier cosa para que aquel oso se metiera de
nuevo conmigo en la ba�era y me follara de una vez.


Pero en lugar de eso, lo que hizo mi amo fue sacarme a m� de
la ba�era y secar todo mi cuerpo con su toalla. Luego se qued� de pie a mi lado,
contemplando mi cuerpo desnudo a cuatro patas, con mi polla latiendo
visiblemente. Una sonrisa viciosa iluminaba su expresi�n. Busc� algo en la
repisa de la ducha. Era una esponja grande y parec�a h�meda. Se me acerc�. Sin
decir nada, llev� la esponja a su propia verga y comenz� a masturbarse
frot�ndose con ella, a pocos cent�metros de mi cara, mientras yo me mor�a de la
excitaci�n mir�ndole. Sus movimientos eran cada vez m�s r�pidos y, al tiempo,
abr�a bien las piernas y se acariciaba las peludas bolas con su otra mano.


Pronto, entre grandes bufidos de placer, comenz� a expulsar
todo el semen que llevaba dentro, yendo a parar a la esponja. Fue tan generosa
la eyaculaci�n del hombre, que la esponja acab� totalmente empapada y embarrada
por el esperma.


Yo observaba los �ltimos estertores de su verga sobre la
esponja, mientras la boca se me hac�a agua, pero no pod�a sospechar lo que
Alfredo pretend�a hacer a continuaci�n: tras terminar de limpiarse bien la polla
con la esponja, se me acerc�, me acarici� con la mano libre la cabeza, y con la
mano que llevaba la esponja, comenz� a frotarla sobre mi espalda desnuda,
esparciendo y untando todo su cremoso contenido sobre mi piel. Cuando dej� mi
espalda bien cubierta de su semen, sigui� con mi pecho, mi abdomen, mis piernas,
mis brazos, mi culo� Qued� totalmente ba�ado por una fina pel�cula de semen.


-�Qu� te parece la leche hidratante, eh?- dijo riendo.


Luego, acerc� su nariz a mi espalda y aspir� su olor.


-Con este perfume vas a ser la atracci�n de todos los perros
en celo, ya ver�s- ri�.


Finalmente, se agach�, tom� con dos dedos mi sexo erecto, y
le coloc� nuevamente un anillo en la base.


-Ahora, vamos a dar un paseo, que hace una ma�ana preciosa- y
nos marchamos de all�.


Antes de salir al jard�n, Alfredo se visti� unas bermudas,
unas alpargatas y una camiseta holgada. Despu�s nos reunimos con el resto del
grupo; V�ctor y Justo estaban sentados desayunando, vestidos de forma similar a
Alfredo, y disfrutando del agradable sol de la ma�ana. Mi amigo Mario y el chico
de color, Tony, se encontraban tan desnudos como yo, muy metidos en su papel de
perros, cada uno a los pies de su amo.


Pens� que nos unir�amos al grupo, pero Alfredo ten�a la
intenci�n de dar un verdadero paseo. Me pregunt� por d�nde, ya que aquel jard�n
no era muy grande. Me puso el collar y tir� de m� hacia la verja de la entrada.
Yo no daba cr�dito a lo que estaba viendo; de verdad pensaba sacarme a la calle
as�.


Cuando franqueamos la verja yo iba muerto de verg�enza, con
mis nalgas al aire, a cuatro patas, con aquellas correas, y, eso s�, con el rabo
bien tieso entre las piernas. Sent�a los tirones de la correa que sujetaba
Alfredo apretando mi cuello, apremi�ndome para seguir adelante. El olor de la
lefa de mi amo impregnaba todo mi cuerpo.


Por dentro iba pregunt�ndome si todo aquello no exced�a el
trato convenido. Tambi�n rezaba para que no apareciera nadie por aquel camino
vecinal. El polvo rojo del camino tiznaba mis palmas y mis plantas, y una suave
brisa introduci�ndose entre mis patas de atr�s me hac�a recordar en todo momento
que me hallaba desnudo.


Por fin sucedi� lo que me tem�a, en un recodo del camino
aparecieron dos mujeres j�venes, que se sorprendieron al encontrarse de cara la
curiosa estampa de un se�or llevando de la correa a un joven desnudo, que andaba
a cuatro patas y totalmente empalmado. Yo agach� la cabeza abochornado, juntando
bien las piernas para intentar al menos ocultar mi polla, pero �sta se
encontraba tan dura que se escapaba entre ellas, quedando a la vista de las dos
j�venes.


-Buenos d�as- salud� Alfredo cort�smente, deteniendo sus
pasos.


Pero las dos chicas, escandalizadas, continuaron su camino
acelerando el paso. Mientras se alejaban, percib� claramente el murmullo de unas
risas nerviosas.


Alfredo tir� nuevamente de la correa y seguimos nuestro
camino. Mi excitaci�n y mi verg�enza no paraban de crecer; en cualquier momento
nos encontrar�amos con m�s gente y yo me quer�a morir.


Llegamos a una recta larga. A lo lejos una figura se acercaba
en sentido opuesto. Pronto logr� distinguir que se trataba de un chaval muy
joven, llevando a su perro de paseo. Me pregunt� lo que pensar�a al vernos. El
coraz�n me lat�a a toda velocidad. Cuando finalmente lleg� a nuestra altura, el
chaval desvi� la mirada e intent� continuar su camino, pero Alfredo estaba
realmente dispuesto a sacarle todo el partido a la situaci�n, as� que lo detuvo
con cualquier pretexto.


-Perdona, chaval, creo que por aqu� cerca hay una fuente,
pero no la encuentro, �no sabr�s t� por d�nde est�?


El chico se qued� petrificado, la situaci�n le hab�a dejado
ciertamente sin palabras. Cuando por fin reaccion�, se notaba que hac�a
esfuerzos por aparentar normalidad, mientras intentaba apartar sus ojos de mi
cuerpo desnudo.


El chaval se estaba poniendo tan nervioso con la situaci�n,
que casi me daba hasta pena. Era moreno y muy delgado, y no tendr�a m�s de 19
a�os. Llevaba puesto una sudadera, un pantal�n de ch�ndal y unas zapatillas
deportivas.


-S�, esto�-balbuce�- creo que no; hab�a una por aqu�, pero la
cerraron hace tiempo- Ten�a un rostro ciertamente agradable, de facciones finas
enmarcadas por un cabello oscuro y rizado. Hizo adem�n de proseguir su camino,
pero Alfredo no soltaba a sus presas tan f�cilmente.


-Vaya, lo lamento. Llevo al perro muerto de la sed- y me
acarici� cari�osamente la espalda desnuda.-


El chaval no sab�a d�nde mirar. Su rostro adquiri� la
tonalidad de un tomate maduro.


Alfredo sigui� d�ndole conversaci�n: -Oye, tienes un perro
precioso- le dijo.


El perro del chico era un dogo de tama�o enorme y actitud
amistosa.


-Si, gracias- contest�. �Se llama Rocco.


-�Qu� te parece el m�o, a que no est� nada mal?- Alfredo
segu�a con su juego- La verdad es que no s� c�mo se llama, me lo han prestado
para el fin de semana. Lo llamamos simplemente perrito, o cachorrito, no s� Lo
mejor es que es muy bueno y muy obediente, hace todo lo que le pidas. �Verdad,
perrito?- y volvi� a acariciarme la espalda, pero esta vez su mano lleg� hasta
mis posaderas, d�ndome un pellizco.- Si es que hasta parece que lo entiende
todo, ja ja. Estoy con unos amigos en un chalet aqu� cerca y tenemos dos perros
m�s.-


Entre risa y risa, Alfredo no hac�a m�s que acariciarse el
paquete mientras conversaba. Su deseo de seducir al chaval era evidente, pero
�ste era muy joven y se mostraba a la defensiva. Yo, al mismo tiempo, percib�a
c�mo los ojos del chico inspeccionaban furtivamente entre mis piernas.


Bajo el sol como est�bamos, el pobre ten�a que estar pasando
un calor espantoso y su frente estaba empapada en sudor. Por su parte, como
Alfredo no se hab�a puesto ropa interior, su incipiente erecci�n se mostraba
escandalosamente tensando la superficie de sus bermudas de lino.


-Si quieres, puedes venir con nosotros al chalet y te ense�o
los otros dos perros. Son dos animales de exposici�n.- le invit� Alfredo,
volviendo a tocarse la entrepierna.


-No- se excus� el chaval- creo que seguir� mi camino.


-Como quieras. Me parece que nosotros tambi�n vamos a dar
media vuelta, as� que te acompa�aremos un rato- dijo Alfredo, y quit�ndose la
camiseta a�adi�:- �Hay que ver c�mo se ha puesto de calurosa la ma�ana!- y qued�
con su torso desnudo y brillante por el sudor, mostrando orgulloso sus kilos de
m�s, sus pezones erectos coronando dos pectorales redondos y m�rbidos y el
abundante pelo rizado que lo cubr�a todo.


-�T� no tienes calor con esa sudadera?- le espet�.


-No, no,- recul� el chaval, casi temiendo que Alfredo se
ofreciera a desnudarle- estoy bien as�.


-Mira, yo estoy empapado en sudor, no te enga�o- y le tom� la
mano al chaval llev�ndola a su peludo pecho para que comprobara lo h�medo que
estaba.


Luego, Alfredo se ech� la camiseta al hombro y los tres
reanudamos la marcha, en nuestro caso volviendo sobre nuestros propios pasos.


Por el camino continuaron charlando sobre perros, era un tema
que parec�a apasionar a ambos. Cuando no quedaba mucho para llegar de vuelta al
chalet, Alfredo se detuvo.


-Espera, que me han entrado unas ganas de mear que no me
aguanto. �Me perdonas un momento?


-Si, claro- contest� el chaval.


Y Alfredo se hizo a un lado del camino, pero a una distancia
rid�cula de donde nos encontr�bamos esper�ndole. Se gir� a un lado, como
ocult�ndose, pero de una forma tan escasa, que no tuvimos ning�n problema en ver
con todo detalle como extra�a su grueso falo de la bragueta de su pantal�n y
comenzaba a mear.


Al terminar, se entretuvo sacudi�ndose una y otra vez las
�ltimas gotas. El resultado fue que la polla comenz� a aumentar de longitud. La
piel del prepucio ya se mostraba en retroceso y el glande grueso como una
ciruela apareci� ante nuestros ojos. Mi curiosidad me llev� a mirar al rostro
del chaval, que intentaba disimular su sorpresa y su verg�enza.


-Por fin, ya podemos seguir- dijo Alfredo, pero no devolvi�
su verga a la intimidad del pantal�n hasta que no se encontraba ya junto a
nosotros y se hab�a asegurado de que el chaval la hab�a visto bien de cerca.


Luego echamos nuevamente a andar y enseguida llegamos a las
puertas del chalet.


-Bueno, nosotros nos quedamos aqu�- dijo Alfredo- �Por qu� no
entras y te ense�o los otros dos perros? Ser� s�lo un momento. Luego te vas si
quieres. No tienes nada que perder. Aqu� no obligamos a nada.- Mi amo resultaba
de lo m�s persuasivo cuando se lo propon�a.


Al final, el chaval, a trancas y barrancas, accedi� a sus
deseos. Yo creo que si no llega a acceder, de todos modos lo viola ah� mismo,
tal era la insistencia.


Cuando el chaval se vio ah� dentro, se encontr� nada menos
que otros dos perros desnudos y avergonzados, mostrando involuntariamente al sol
sus rabos enhiestos y anillados. Por su parte, V�ctor y Justo hab�an terminado
de desayunar y se estaban dando un ba�o en la piscina.


Alfredo hizo las presentaciones: -Mira, mis dos amigos que
est�n en el agua son V�ctor y Justo- �stos le saludaron.- y �tu te llamas�?


-Dani.


-Y esos dos son los perros que te coment�. �A que son una
preciosidad? El negro es un aut�ntico rottweiler y �tiene un car�cter�! Yo ahora
me voy a dar un ba�o en la piscina. �Vienes?


-Es que no he tra�do ba�ador.


-No te preocupes, yo tampoco- y despoj�ndose de sus bermudas,
Alfredo se qued� como vino al mundo- Aqu� todos nos ba�amos en pelotas.- El
chaval se hab�a quedado ensimismado con el grueso calibre del miembro de
Alfredo.


Por si fuera poca la demostraci�n, Justo emergi� de las aguas
tambi�n sin ba�ador. Saliendo de la piscina se acerc� a ellos, mientras su
cuerpo desnudo y chorreante iba dejando un reguero de agua a su paso. Mil
gotitas brillantes de agua jalonaban la espesura de su pelambrera p�bica.


Le dio la mano al chaval: -Hola Dani, yo soy Justo- le dijo
sin mostrar el m�s m�nimo signo de reparo por exhibirse desnudo. Luego se fij�
en el perro de Dani. �Este perro es una monada. �Es tuyo?


-Si, se llama Rocco. No te preocupes, no muerde.


-Me encantan los perros- dijo Justo, mientras se pon�a en
cuclillas junto a Rocco y le acariciaba mansamente el lomo. El perro le lami� la
mano como si fueran conocidos de toda la vida.


El chaval permanec�a a�n est�tico, reuniendo fuerzas para
decidirse a aceptar la proposici�n de ba�arse desnudo con aquellos desconocidos.
Alfredo se acerc� por detr�s y le puso una mano en el hombro. �Anda, qu�tate la
ropa, ya ver�s qu� buena est� el agua.-


Dani sinti� la presencia del cuerpo desnudo de Alfredo a su
espalda; estaba tan cerca que pod�a percibir el calor que irradiaba y el aroma
profundo de su sudor penetrando su propio cuerpo. La voz grave y seductora de
Alfredo se colaba por su o�do y le incitaba a dejarse llevar, casi en un
susurro: -Desn�date y ven con nosotros, chaval. Vas a ver lo que vas a gozar.
Vamos a hacerte cosas que ni habr�s so�ado.-


Luego tom� la sudadera del chaval y empez� a tirar de ella
hacia arriba para sac�rsela. Dani colabor� levantando ambos brazos, como
hipnotizado. Alfredo se hizo finalmente con la sudadera y la arroj� al suelo sin
miramientos. El chaval mostraba un torso estrecho pero fuerte, con bastante
vello para su edad. El abdomen era firme; la p�lida epidermis se adher�a a unos
m�sculos abdominales bien delimitados. El vello era oscuro y algo ralo, pero se
espesaba al introducirse por la cintura del pantal�n de ch�ndal, mostrando el
camino hacia una virilidad m�s que anunciada.


Sin esperar m�s, Dani comenz� a bajar sus pantalones
torpemente, ense��ndonos un slip de color turquesa bajo el cual se intu�a ya un
gran bulto. Al intentar sacar la pernera del pantal�n por el pie, encontr� que
a�n llevaba puestas las zapatillas deportivas, perdi� el equilibrio y cay� al
suelo cuan largo era. A pesar de lo aparatoso del traspi�, nadie ri�: todos
aguard�bamos expectantes a que se desprendiera de la �ltima prenda y nos
mostrara su cuerpo completamente desnudo.


Desde el suelo, sentado en la hierba, se quit� por fin las
zapatillas, luego el pantal�n, y finalmente, sin levantarse del suelo, el slip,
quedando sobre el c�sped tumbado tal cual vino al mundo. Alfredo se acerc� raudo
y le ofreci� una mano para que se pusiera en pie. Al incorporarse, el rostro de
Dani qued� a escasos cent�metros del de mi amo. Se miraron por un momento a los
ojos. Luego, Alfredo fue descendiendo lentamente, hasta quedar acuclillado, con
su cara frente a la polla del chaval. Desde arriba, Dani se estremeci� al sentir
c�mo Alfredo tomaba con una mano el tallo de su joven verga. Con la otra mano,
form� un anillo entre sus dedos pulgar e �ndice, y lo coloc� sobre el borde
superior del prepucio. Seguidamente, empez� a tirar de �ste hacia abajo,
suavemente, haci�ndolo retroceder m�s y m�s hasta que el glande qued� totalmente
expuesto. Mientras se recreaba con la visi�n de la polla de Dani, Alfredo no
paraba de relamerse y hac�a movimientos con la boca como si estuviera reuniendo
dentro de ella toda la saliva que era capaz de segregar. Tuvo al pobre chaval
as� durante unos minutos eternos, m�s y m�s excitado cada vez, hasta que, viendo
el palo medio tieso, acerc� su boca a la punta del glande y empez� a descargar
sobre �l toda la saliva que hab�a estado guardando. La baba se deslizaba
libremente por el tronco del falo hasta empapar las propias manos de Alfredo.


Dani exhal� un gemido al sentir el l�quido recorriendo su
ap�ndice viril, pero el suspiro se convirti� en un verdadero gemido de placer
cuando fueron los labios de Alfredo los que contactaron con la punta del
capullo, se fruncieron en torno a su circunferencia, y comenzaron a avanzar en
toda la longitud de la polla del chaval, hasta engullirla por completo.


A continuaci�n, dej� que la verga saliera de su experta boca,
y con su lengua empez� h�bilmente a recorrer el pliegue entre el glande y el
tronco de aquel hermoso cipote. Los suspiros de placer del chaval alcanzaron tal
intensidad entonces, que Rocco, su fiel perro, al que hab�a dejado atado a poca
distancia de all�, comenz� a ladrar furioso, incapaz de entender la naturaleza
de los ruidos que emit�a su amo.


Dejaron ladrar al perro. La boca de Alfredo continuaba
infatigable su labor; con la lengua recorr�a la geograf�a m�s �ntima de Dani,
depositando a cada rato un nuevo cargamento de saliva. Los ojos del chaval se
cerraban en un rictus de placer, como concentr�ndose a�n m�s en las sensaciones
que proven�an de su polla erecta. Cada vez que abr�a los ojos, se encontraba con
la imagen de aquel hombre adulto y peludo, devor�ndole el rabo una y otra vez, y
el sentimiento de placer se convert�a en delirio.


El perro continuaba ladrando, desquiciado. Alfredo ten�a
atrapada la verga de Dani entre sus fauces y no estaba dispuesto a dejarla
escapar. Con una mano sujetaba pertinazmente la base de la verga, mientras que
la otra mano realizaba una suave caricia del escroto, jugando con sus dedos a
desentra�ar el dibujo rizado de su pelo, acogiendo en su palma el peso de ambos
test�culos, y prolongando la caricia con un dedo furtivo hasta su orificio anal
a�n virgen.


Contempl�ndolos a ambos, hombre y ni�o, deleit�ndose en el
goce supremo que s�lo dos cuerpos masculinos sedientos de sexo son capaces de
inventar, mis sentimientos fluctuaban entre la envidia y la indignaci�n. Envidia
al observar los labios gruesos y er�ticos de Alfredo recorriendo mil veces la
tr�mula carne de la polla de Dani y jugando con su lengua a drenar el l�quido
preseminal cada vez m�s abundante destilando por el orificio de la punta. E
indignaci�n por ver c�mo mi amo prodigaba sus atenciones a aquel chico; �l, que
se hab�a complacido una y otra vez en dejarme suspendido al borde del �xtasis.
Deseaba tanto que aquella boca estuviera en mi polla, y no en la de otra
persona�


Y sin embargo, tuve que contemplar c�mo llevaba al chico
hasta el orgasmo, en un alarido de placer, que fue contestado por su perro con
una nueva salva de ladridos y gemidos. Alfredo hab�a recogido en su boca todo el
semen de Dani y, poni�ndose en pie, se lo entreg� a la boca en un beso
apasionado. En ese momento, hubiera dado cualquier cosa por encontrarme en el
lugar de Dani, poder estar ah� para compartir boca, lengua y semen con mi amo.


Cuando deshicieron el abrazo y el beso, el chaval record�,
avergonzado, que todos los all� presentes hab�amos asistido atentamente a la
escena completa. Sinti�ndose inc�modo como el centro de atenci�n, se acerc� a la
piscina y se lanz� al agua, donde le estaba esperando V�ctor. Tras �l fueron
Alfredo y Justo, y estuvieron un rato jugando en el agua, toc�ndose,
agarr�ndose, disfrutando del frescor del agua y de la inigualable sensaci�n de
ba�arse juntos, desnudos y cachondos.


Mientras, los tres perros nos fuimos acercando
progresivamente al borde de la piscina; ninguno estaba dispuesto a perderse lo
que se avecinaba. �ramos conscientes de que Dani tendr�a que pagar tarde o
temprano un precio por la mamada recibida. El chaval ten�a un cuerpo joven y
apetecible y los tres hombres maduros lo miraban como un bocado tierno y jugoso.


Los juegos que se desarrollaban dentro de la piscina iban
subiendo de temperatura y no s�lo excitaban a sus protagonistas; nosotros, los
tres perros, sent�amos tambi�n la lujuria crecer m�s y m�s en nuestros cuerpos.
Mientras rond�bamos la alberca, siempre a cuatro patas, not�bamos el golpeteo de
nuestras pollas henchidas contra el abdomen. Con nuestros sentidos agudizados,
casi pod�amos oler a distancia el deseo sexual de aquellos tres hombres
acorralando a su presa contra una de las paredes de la piscina.


All� fue donde terminaron las risas y los juegos. Alfredo se
acerc� al borde de la piscina y, de espaldas a �l, apoyando sus fuertes brazos
sobre el piso, sac� la mitad superior de su cuerpo y sent� sus rotundas nalgas
sobre el mismo borde de la piscina. Sus gruesos muslos quedaron en el aire
mientras sus pies chapoteaban en el agua de forma festiva. Expuesto al aire, su
grueso rabo se levantaba desafiante, rodeado de una tupida selva de cabello
completamente empapado. La piel del prepucio totalmente retra�da permit�a
contemplar una vez m�s el monstruoso glande en forma de ciruela.


Con un leve gesto indic� a sus amigos que aproximaran al
joven hasta �l. V�ctor y Justo asieron al chaval con facilidad, cada uno de un
hombro y de una pierna, y lo llevaron en volandas con una ligereza asombrosa.
Aunque Dani intent� resistirse, la suerte estaba echada. Adem�s, su propia polla
se ve�a de nuevo erecta, no se pod�a decir que no lo estuviera disfrutando.


Justo y V�ctor lo depositaron limpiamente en frente de la
posici�n de Alfredo. All� el agua de la piscina s�lo cubr�a hasta mitad de muslo
y pod�amos verlo todo con detalle. Alfredo coloc� su manaza sobre la cabeza de
Dani y la atrajo hacia su pollona. El chaval se resisti�, poniendo en tensi�n
los m�sculos de su cuello. V�ctor y Justo, que continuaban uno a cada lado del
chico, reaccionaron r�pidamente y lo atraparon de nuevo. Con un brazo le
bloqueaban el hombro en una llave perfecta y con el otro le as�an de cada nalga,
abri�ndoselas y exponiendo su orificio rosado y joven. Fueron empujando al joven
y oblig�ndolo a que se inclinara y pusiera su cabeza entre los muslos de
Alfredo.


Nosotros segu�amos la escena totalmente excitados, sin saber
qu� hacer. Dani segu�a revolvi�ndose; cerraba la boca con fuerza y mov�a la
cabeza de un lado a otro, neg�ndose a tragar polla:


-�Dejadme!- exclamaba. Su perro hab�a comenzado de nuevo a
ladrar.


-Me vas a comer la polla como est� mandado, y m�s te vale
hacerlo bien- dijo Alfredo, con un tono de voz cargado de autoridad.


-�Por favor!- fue lo �ltimo que musit� Dani antes de rendirse
y permitir que el tremendo cipote horadara sus apretados labios. A su lado, los
dos amigos de Alfredo le balanceaban atr�s y adelante, haciendo que los labios
de Dani se deslizaran una y otra vez por toda la longitud de aquel pene gordo y
surcado de venas.


Alfredo ech� su cabeza hacia atr�s, invadido por la enorme
sensaci�n de placer.


En uno de los movimientos, la boca de Dani qued� libre.


-�Por favor!- dijo de nuevo, pero esta vez su tono era
diferente: sensual y suplicante. Estaba pidiendo con todas sus ganas que le
dieran m�s verga. Alfredo accedi� a sus deseos y le hundi� su tieso miembro
hasta la garganta. El chaval aguant� la acometida sin atragantarse y continu�
con el chupeteo.


-�Vaya, parece que el ni�o llevara haciendo esto toda la
vida!- exclam� V�ctor divertido. ��Ch�pala, ch�pala bien, que pollas como esta
no vas a encontrarte muchas!- Los dos amigos se hab�an dado cuenta del cambio de
actitud de Dani y aflojaron su presa.


Los de fuera nos mir�bamos entre nosotros, como
pregunt�ndonos si deb�amos haber intervenido ante lo que hab�a parecido cercano
a una violaci�n. Ahora, la expresi�n viciosa de Dani nos dejaba confundidos.


Alfredo se dejaba hacer y acariciaba la cabeza del chaval,
con los ojos extraviados en un mar de placer. En cambio, sus dos amigos no
perd�an el tiempo y se encontraban ahora concentrados en el trasero de Dani. Con
una mano le abr�an el ano, cada uno desde su lado, mientras con la otra mano
empujaban el agua para que se introdujera dentro. Cuando se cansaron de meter
agua, empezaron a hurgar con varios dedos en su interior. Siguieron forz�ndole
con sus dedos durante un buen rato, siempre ambos al mismo tiempo, mientras el
chaval continuaba su fest�n con el miembro de Alfredo.


Llegado el momento, Alfredo explot� de placer. Dani intent�
retirar la polla de su boca, pero Alfredo se lo impidi�; sujet� firmemente la
cabeza del chico y con un fuerte empell�n de caderas, aloj� la punta de su
hombr�a en la garganta del joven. All� dispar� sus trallazos de leche caliente
que fueron a parar necesariamente al est�mago de Dani.


Alfredo exhal� un bramido de satisfacci�n. Luego sac� su
instrumento, todav�a embadurnado de semen y oblig� al chaval a limpi�rselo con
su adolescente lengua. �ste, ahora que ten�a el est�mago contento, comenz� a
cerciorarse del alcance de las maniobras de los otros dos hombres en sus cuartos
traseros. Partiendo de un orificio virgen y estrecho, V�ctor y Justo hab�an
terminado alojando nada menos que tres dedos en su interior.. �cada uno!. Sin
duda hab�a llegado el momento de que el chaval conociera lo que es ser pose�do
por la verga erecta de un hombre adulto.


Alfredo tom� el lugar de V�ctor, y �ste se situ� detr�s de
Dani. El chaval abri� las piernas cuanto pudo, mientras apoyaba sus brazos sobre
el borde de la piscina. Expuso su culo en pompa y V�ctor apoy� su estilete de
acero contra el ya dilatado esf�nter. La penetraci�n se realiz� de una sola
tacada limpia y exacta. Luego, V�ctor comenz� a follarlo salvajemente, a una
velocidad asombrosa, mientras todos imagin�bamos el interior del canal de Dani
en estado de combusti�n.


La cabeza rasurada de V�ctor brillaba por el sudor, mientras
que todo su cuerpo, atl�tico y definido, parec�a a�n m�s duro que la parte que
penetraba al chaval. Incre�blemente, al acercarse al orgasmo, V�ctor consigui�
incrementar todav�a m�s la velocidad de sus embestidas, y justo antes de
inundarlo con su eyaculaci�n, con un golpe de pelvis le endos� una penetraci�n
a�n m�s profunda, de tal manera que me pareci� ver que le introduc�a hasta los
mismos huevos por el culo.


Luego se retir�, dej�ndole el sitio a Justo. Este limpi�
primero el ano de Dani con un poco del agua de la piscina. De su interior sal�a
una espumilla en la que se mezclaba el agua con la lefa de su antecesor. Justo
introdujo su grueso falo con dificultad. No era una polla larga, pero su
di�metro era casi tan grande como el de la mu�eca del chaval. La polla de Justo
estaba morcillona, pero con el mete-saca fue cobrando una enorme dureza que,
unida a su di�metro, hac�a que Dani viera las estrellas.


-�Me est� partiendo por la mitad!- gritaba el joven.


Pero Justo hac�a caso omiso de sus quejas y segu�a d�ndole
por culo con un bombeo lento pero constante. El poblad�simo vello que ten�a
Justo en los genitales apenas nos permit�a distinguir la silueta de su gordo
pene introduci�ndose por el ano de Dani.


Con el paso de los minutos, el chico comenz� a gemir de
placer con cada embestida.


Los enormes huevos de Justo, que colgaban hasta la mitad del
muslo, pendulaban hasta golpear las peque�as bolas de Dani. Por fin vimos
detenerse a Justo, contrayendo violentamente los gl�teos, y supimos que lo
estaba inundando con su esperma. Luego, sin sac�rsela, cogi� con una mano la
polla erecta del joven y lo hizo correrse con un par de frotamientos, no hizo
falta m�s.


El semen de Dani se diluy� en el agua de la piscina, junto
con el de los hombres que le hab�an sometido, y un discreto reguero de sangre
que le manaba por detr�s. Luego salieron todos de la piscina y se tumbaron a
descansar.


Dani se sent� en el c�sped, la cabeza escondida entre las
rodillas flexionadas. De repente, debi� de recapacitar sobre lo que acababa de
hacer, c�mo se hab�a fiado de aquellos desconocidos y les hab�a entregado su
virginidad sin apenas mostrar resistencia. Probablemente tambi�n se asust� por
lo mucho que hab�a disfrutado de todo aquello. Comenz� a llorar en silencio.


Yo lo observaba sin terminar de encontrarle sentido a todo
aquello. No entend�a por qu� no sent�a pena por aquel chaval. Me resist�a a
aceptarlo, pero lo que en realidad sent�a era rabia y envidia por no haber
podido yo ocupar su lugar en aquella piscina. Yo habr�a estado dispuesto a
cualquier cosa por haber disfrutado de los rabos de aquellos tres machos. Estaba
en aquel momento fuera de m�. Observ� mi polla, atrapada por aquel condenado
anillo y con una erecci�n tan intensa que casi dol�a. Ten�a que encontrar una
satisfacci�n como fuera. �Qu� estar�a dispuesto a sacrificar para conseguirla?


Pens�ndolo ahora, lo mejor habr�a sido levantarme y marcharme
a mi casa en aquel mismo momento. Pero, claro, en aquel momento no sab�a que lo
peor estaba a�n por llegar.




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Relato: Me trataron como a un perro (3)
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