Buenos vecinos I � Conociendo al nuevo vecino
Ignacio entr� a su nuevo apartamento con solo dos maletas en
donde transportaba algo de su ropa y sus objetos personales. Y como no ten�a
donde sentarse -no hab�a mueble alguno- solo atin� a quedarse de pie en medio de
la sala, absorto y pensativo. Despu�s de un rato fue a subir las persianas y
cuando la luz invadi� el lugar, tom� conciencia de que estaba solo. Era un
bonito d�a de verano, pero a �l le pareci� un d�a muy triste. Era el primero de
esa nueva etapa que a sus 43 a�os deber�a emprender.
Alguien llam� a la puerta poco despu�s. Y su sobresalto fue
enorme, porque nadie de sus conocidos o incluso familiares, sab�a que se hab�a
mudado all�. Todo era tan reciente. Pero del otro lado de la puerta, insistieron
con el llamado. Ignacio abri� la puerta y se encontr� con un hombre de barba, de
mediana edad, como �l, que le sonre�a amablemente. El hombre alarg� la mano, y
con voz firme le dijo:
-�Hola!, bienvenido al edificio, soy tu vecino... del piso de arriba. �Mi nombre
es Felipe, mucho gusto!
Ignacio, algo asombrado, qued� un rato sin reaccionar, pero
enseguida tom� la mano del nuevo vecino y esboz� una leve sonrisa.
-Ah, s�, claro, encantado, me llamo Ignacio � y se qued�
pensando lo r�pido que corr�an las noticias en ese edificio.
-El encargado me dijo que te hab�as mudado hoy, as� que pens�
en bajar a darte la bienvenida, y que cualquiera cosa que necesit�s, bueno, que
cuentes conmigo.
-Eh... gracias... yo...
-Hace un a�o que habito el edificio, vivo solo. Es un buen
vecindario, creo que vas a estar muy c�modo aqu�.
Ignacio, que hab�a pasado por situaciones muy fuertes hac�a
apenas unas horas, se qued� mirando a Felipe sin responder, como ausente.
-�Te sent�s bien? � pregunt� Felipe, hablando m�s bajo y m�s
serio.
-Si, si, no te preocupes, yo..... es que... no s�... me falta
un poco el aire.
Y como pareci� perder el equilibrio, Felipe lo tom� por los
hombros. Ignacio se tambale� un poco y sinti� que su cuerpo se aflojaba.
Entonces Felipe lo acompa�� hacia adentro y lo llev� hacia la ventana. Fue hasta
la cocina en busca de un vaso de agua, pero como no encontr� nada, volvi�
diciendo:
-Ven�, Ignacio, voy a prepararte algo en casa.
-Por favor, est� todo bien, yo solo...
-No te voy a dejar as�, hombre, aqu� no ten�s ni siquiera un
vaso para tomar agua. Ven� conmigo.
Ignacio obedeci�, un poco confuso, y ya en la casa de Felipe,
acept� un vaso de jugo que le sent� muy bien. Ya m�s distendido, descans� en el
sof� de la amplia habitaci�n.
-�Est�s mejor?
-S�, gracias, Felipe. Me he mareado, debe ser tanto calor.
-No te preocupes. Lo importante es que est�s bien. Aunque el
calor, a veces es solo un peque�o factor para sentirse mal.
-S�, ten�s raz�n. Siempre es un conjunto de cosas. Es que...
-Ignacio, obviamente apenas nos conocemos, pero si quieres
hablar, pues aqu� estoy.
-Perdoname. Sos una persona muy amable, te debo el no haberme
desmayado solo en mi apartamento. Pero, carajo, es que vengo de pasar muchas
tensiones esta �ltima semana. Sucede que acabo de separarme.
Felipe mir� comprensivamente a Ignacio.
-�Y cuando fue todo?
-La semana pasada. Estuve viviendo en la casa de un amigo,
ayer alquil� este apartamento, pues, en fin, no pod�a seguir viviendo con mi
amigo, porque... Bueno, nada, eso no viene al caso ahora. Como ver�s � dijo
riendo nerviosamente � a�n tengo que instalarme... no tengo ni siquiera una
silla.
Fue cuando son� el timbre. Ignacio se sobresalt� un poco, y
pens� de pronto que era un poco desubicado contarle todo eso a un extra�o.
Felipe fue a atender y cuando abri� la puerta apareci� en ella un hombre de unos
50 a�os, muy robusto, alto y de pelo entrecano.
-�Carmelo!, �qu� tal, Galleguito?
-Hola, Felipe. �C�mo est�s? � vocifer� el hombre con una
franca sonrisa tras su espeso bigote casi blanco � Mira, tu vas a creer que
estoy un poco loco, pero de pronto record� que hoy es el aniversario de tu
divorcio, y bueno, tu sabes, uno se pone a pensar, vamos... y me dije... tal vez
este cabr�n necesite un poco de conversaci�n si se encuentra un poco melanco...
�Qu� me miras? Que no es co�a, hombre. Ahora que si no te vale, pues, vuelvo en
otro momento.
Ignacio miraba toda la escena desde su sof�. "Felipe es otro
divorciado", pens�. El hombre mayor, de inconfundible acento espa�ol, era tan
verborr�gico que no hab�a notado su presencia.
-�Oh!, pero disculpas, joder, que no hab�a notado que ten�as
compa��a.
-No ten�s nada de que disculparte, Carmelo, ven� pas�, justo
estoy con nuestro nuevo vecino, que se acaba de mudar hace unos minutos. �Y
adivina qu�? Mir� que casualidad, �l est� pasando ahora por lo que yo hace un
a�o.
-�Tambi�n un divorcio? �Joder!
-Bueno, a�n no es divorcio, me acabo de separar � dijo
Ignacio intentando levantarse
-No te levantes, Ignacio... es que se siente mal � inform�
Felipe volvi�ndose a Carmelo.
-Hombre, no te molestes, que yo voy para all�. Mucho gusto,
Ignacio. Yo soy Carmelo � dijo con un fuerte apret�n de manos � yo soy el vecino
del tercero. Vivo justo debajo de ti.
-Felipe, no sab�a que vos tambi�n... �comenz� a decir
Ignacio, que empezaba a perder la timidez inicial.
-Bueno. �Somos tantos!. S�, es verdad, este viejo bigotudo
tiene mucha memoria, efectivamente hoy hace un a�o de mi divorcio. As� que
puedes darte una idea de cu�nto te comprendo.
-Gracias.
-�Menudo d�o hac�is, mira que mudarte despu�s de una
separaci�n, y la persona que te socorre es otro divorciado...! y dime, Ignacio,
�ya te has instalado totalmente?.
-�No!, no tengo un solo mueble, pensaba ir ma�ana a comprarme
una cama, as� que por hoy ir� un hotel.
-�Un hotel!. De ninguna manera. Te puedes quedar en mi casa,
hombre.
-�Uy, ya ver�s la tortilla a la espa�ola que hace Carmelo...!
-No, no... muchas gracias, pero.
-Pero nada, que tu te vienes conmigo. Vaya tela que tienes
con todo lo que est�s pasando, y encima, irte a un hotel. Anda, que....
-Hazle caso, Ignacio � le recomend� Felipe, tom�ndolo por el
hombro � mira que al Gallego, cuando se le pone una cosa en la cabeza... Y
adem�s... mal que me pese, no podr�as haber dado con mejor persona. Tiene una
habitaci�n para ti, y cuando est�s listo, pues te instalas, sin apuro...
-Oye, oye... vamos... que eso de "sin apuro", vaya.... � dijo
entre risas Carmelo
-No s� que decir � balbuce� Ignacio � ustedes con muy buenos
conmigo.
-Bueno, entonces, vayamos a por tus cosas, que querr�s darte
una ducha y descansar un poco. T� te olvidas de todo. Y ya ver�s como pronto,
todo te parecer� una an�cdota. Y a la noche, pues har� una cena, invitamos al
pesao de Felipe...
-S�, claro, yo llevo el vino.... y le digo a Pipo que venga
tambi�n, �que te parece?.
-�Pipo?- pregunt� Ignacio, mientras sal�a acompa�ado de
Carmelo.
-Pipo es parte de este pintoresco grupo de vecinos que te ha
tocado, Ignacio � dijo Felipe saludando con la mano a Ignacio y Carmelo que
bajaban ya la escalera. � te caer� muy bien, es el �nico "pendejo" entre tanto
viejo decr�pito.
-Eso lo dir�s por ti, mam�n � le grit� Carmelo llegando ya al
piso de abajo � y recuerda que te esperamos a las nueve.
-�Ok. All� estaremos con Pipo!.
Carmelo acompa�� a Ignacio y lo ayud� con sus dos maletas.
Bajaron otro piso, y estuvieron en su apartamento. Carmelo era un tipo amable y
de un eterno buen humor. Ignacio enseguida se sinti� de maravillas con �l,
porque entre otras cosas, sent�a que el hombre se mostraba con �l muy
respetuoso, seguramente era una persona de gran experiencia de vida. Y aunque ni
uno ni otro se conoc�an todav�a, ya se llevaban como amigos de larga data.
Carmelo prepar� caf�, y luego mientras Ignacio lo tomaba en la sala, �l prepar�
su habitaci�n. Cuando estuvo lista, lo invit� a poner sus cosas all�.
-�He aqu� tu habitaci�n, Ignacio!. Espero que est�s c�modo
aqu�. Joder... mira que ocurrencia irte a un hotel, si aqu� estar�s de la puta
madre.
-S�, te agradezco mucho, porque la verdad, es que no estoy
para mucho gasto.
-Tu te olvidas de eso. Aqu� ser�s mi invitado. Ya ver�s que
bien que nos la pasaremos esta noche. �quieres darte una ducha, verdad?
-No quiero incomodar...
-Pero co�o, los argentinos sois iguales de remilgados para
todo, hay que ver. Mira, paso de ti. Ven, pasa por aqu�, puedes usar el ba�o de
mi dormitorio. A mis a�os, no me he privado de nada, y he puesto un yacuzzi.
�salo con confianza, Ignacio. Supongo que no tienes toallas. Pues ah� te van,
c�gelas.
Ignacio sigui� a su nuevo amigo hasta el dormitorio. Carmelo
entr� al ba�o y abri� el agua del yacuzzi.
-Ya est�, ponte c�modo.
Ignacio entr� al ba�o, y comenz� a desvestirse. Hac�a mucho
calor, y la ropa se hac�a una molestia de la cual quer�a escapar. Mientras,
Carmelo preparaba unas sales y una bata de ba�o para su hu�sped.
-�Y vos que hac�s en Buenos Aires, Carmelo? � pregunt�
Ignacio, cada vez m�s interesado en su anfitri�n.
-Tengo un cargo en Telef�nica. Vine cuando la empresa se
instal� en Argentina. Decid� quedarme cuando hace cinco a�os falleci� mi mujer.
-Caramba, Carmelo, lo siento mucho.
-S�, fue una p�rdida enorme � dijo emocionado. Busc� un
peque�o banco que hab�a en el rinc�n, y se sent� prosiguiendo la conversaci�n.
Pero de pronto se dio cuenta de que Ignacio se hab�a quitado la camisa, los
pantalones y estaba en calzoncillos.
-Disculpa � dijo Carmelo haciendo un gesto para retirarse �
si necesitas algo estar� en el dormitorio.
Al salir, cerr� la puerta tras de s�, justo en el momento que
su vista recorr�a toda la desnudez de Ignacio, que acababa de quitarse el slip.
No pudo evitar posar su vista en la entrepierna llena de oscuros vellos. De all�
asomaba un miembro verdaderamente enorme. No pod�a cerrar la puerta. �qu� le
pasaba? Cualquiera lo confundir�a con un fisgoneador. No, a Carmelo jam�s le
hab�an interesado los hombres, pero es que esa verga, era algo realmente fuera
de lo com�n. Y se preguntaba si Ignacio no estar�a algo excitado. A juzgar por
el tama�o y grosor de su polla. Volvi� a fijarse: pero no, no, era un pene en
total estado de flacidez. Ignacio se sumergi� en el agua caliente y Carmelo
cerr� la puerta, algo extra�ado por su inusual comportamiento. Sonri�, todav�a
sorprendido -�y envidioso, tal vez?- por aquella visi�n, y fue al placard de
donde sac� un pantal�n corto. Al quitarse el que ten�a para ponerse aquel m�s
c�modo, se situ� frente al espejo y quiso ver su miembro, como si necesitara
comparar su tama�o con el del pene de Ignacio. Se quit� el boxer y se levant� la
camisa. "Joder, mi polla no est� nada mal", pens� Carmelo.
Pero sab�a tambi�n que su miembro no estaba en su m�nima
expresi�n, sino que el comienzo de una erecci�n lo agrandaba m�s. Su prepucio
empezaba a descubrir el glande, era un pene gordo, y la vellosidad que lo
circundaba era la ampliaci�n de los pelos que cubr�an su enorme y carnoso pecho.
Los pelos all� eran m�s oscuros que en el resto de su cuerpo, largos, lacios, de
una gran frondosidad que se extend�a cubriendo tambi�n sus dos grandes y
colgantes test�culos. Sus ojos celestes se encontraron a s� mismos en el espejo.
Carmelo era un hombre de buen ver, rasgos varoniles, cejas pobladas, bigotes
generosos, una calva pronunciada flanqueada por cabello m�s bien blanco, y
apariencia reposada y tranquila. Era un gran seductor, y hasta se dir�a que
estaba seduci�ndose a �l mismo en ese momento. Se abri� la camisa. Sus pechos,
redondos, abultados y prominentes, remataban en dos rojos y redondos pezones
cubiertos de pelos m�s negros. Se toc�, se examin�, endureci� sus puntas casi al
instante... y le gust� mucho sentir que su miembro respond�a a ese est�mulo como
si se tratara de un jovencito caliente. Mir� nuevamente su miembro, cada vez m�s
grande, y pens� en el de Ignacio. �Intentaba competir?. �Su miembro erecto
podr�a medirse con el suyo?. Volvi� a sonre�r, pensando en lo absurdo de la
eterna competencia entre hombres, y se calz� los breves y holgados pantalones,
esos que usaba siempre que estaba de entre casa.
(Contin�a en Buenos vecinos II)