La ropa de mi madre.
Mi madre es una mujer bella, inteligente, simp�tica, a�n
joven; baste decir eso. Desde el principio de la pubertad ha sido el objeto de
mi deseo mas primitivo y salvaje: la cerradura defectuosa del ba�o era mi
c�mplice, casi cada ma�ana, para espiarla mientras se ba�aba �Y su ba�o diario
era una cosa de verse! Minuciosamente al punto de la sensualidad recorr�a su
bello cuerpo como quien cuenta las joyas de un tesoro: empezaba por su cuello,
segu�a con sus senos grandes como gotas, su cintura de odalisca y sus caderas
anchas; y se inclinaba finalmente para frotar sus muslos y sus pantorrillas
fuertes, como las de una yegua de clase.
Admirarla cubierta de espuma, o despu�s su piel blanca
brillante de humedad, era la inspiraci�n de prolongadas masturbaciones. Sin
embargo, el momento en que me volv�a loco, era justo antes de desnudarse
completamente. Nunca ha usado lencer�a fina, tampoco tangas; solo brassieres y
pantaletas de algod�n, inclusive recuerdo algunas prendas de sat�n. �Se ve�a tan
sensual! Me encantaba ver como la tela de las pantys se internaba en la l�nea de
su culo y como abultaba su monte de espesos vellos casta�os la parte delantera.
La primera vez que la vi as�, semidesnuda esperando que se calentara el agua, me
vino una erecci�n como nunca, era dolorosa; y sin siquiera haberme tocado, me
vino una poderosa eyaculaci�n.
Pero aquello no dur� mucho. En dos ocasiones estuvo a punto
de descubrirme, y despu�s, tal vez por lo mismo, mand� arreglar la cerradura del
ba�o. Pas� un tiempo como bestia enjaulada; tendr�a unos catorce a�os. Resultaba
muy riesgoso abrir la puerta del ba�o para ver a mi diosa; el descubrirme
espi�ndola hubiera da�ado nuestra relaci�n de madre-hijo, que debo decir,
siempre ha sido excelente. As� que empec� a hacer cosas extra�as: sol�a, con
cualquier pretexto tonto, llamarla a la oficina. Escuchar su voz ronquita a lo
lejos me hac�a evocar la imagen suya de la que qued� prendado. Le preguntaba de
la vida, de su trabajo; imagin�ndola entre tanto bajando sus pantys lentamente
por sus muslos hasta los tobillos, y soltando los tirantes de su brassier. Y as�
mientras ella hablaba y hablaba yo tocaba mi pene y lo masturbaba ansioso de
ofrec�rselo, interrumpi�ndola solo para recordarle de vez en cuando: "te quiero
mucho"
Pero nuevamente estuvo a punto de descubrirme �Me sent�
realmente avergonzado! As� que dej� de llamarla, al menos para eso. Y sin
embargo, ya exist�a en mi la necesidad de disfrutarla, y para hacerlo
plenamente, ten�a que ser en secreto, fuera de su conocimiento; casi a la
fuerza.
Hab�a contemplado una cierta posibilidad que sin embargo era,
seg�n yo, m�s riesgosa. La muchacha del servicio no llegaba sino hasta el medio
d�a, y mientras tanto la ropa sucia permanec�a en el cesto; y ah�, como
preciadas joyas, las prendas de mi devoci�n. Quer�a tomarlas, sentirlas;
acercarlas a mi cuerpo y embriagarme de su tibieza. Sin embargo, y aunado al
riesgo de ser descubierto, estaba el inconveniente del horario: en aquella �poca
asist�a a la prepa, y cuando mam� entraba al ba�o, se supon�a que ya me habr�a
ido.
Por suerte, todo cambi� al entrar a la universidad. Mi
horario me permiti� levantarme cuando ella ya se hab�a ido �Esper� ese primer
d�a de clases como nunca lo hab�a hecho! Despert� como ni�o en la ma�ana de
navidad: r�pidamente comprob� que se hab�a ido temprano: solo me hab�a dejado el
desayuno y una nota muy cari�osa donde me deseaba la mejor de las suertes. Pero
la m�xima muestra de afecto estaba en el cesto junto al ba�o. Como perro
hambriento me abalanc� a buscar su ropa: me asalt� el extra�o temor de que las
hubiera echado a lavar antes de irse. Pero no, no fue as�. Las encontr�
revueltas en su camis�n, segu�an tibias, ol�an a ella. Eran una camiseta de
tirantes y unos calzoncitos blancos de algod�n con un mo�ito rosa al frente. La
camiseta la dej� a un lado y me qued� con las pantis �estaba verdaderamente
emocionado! No sab�a c�mo empezar. Solo acert� a besarlas devotamente en la zona
inferior. Una singular mezcla de olores me impuls� a voltearlas mientras
terminaba de desnudarme entrando al ba�o: mam� hab�a dejado una tenue l�nea
color canela en el fondo de los calzoncitos cuyo natural aroma, mezclado con el
de su desodorante vaginal, resultaba excitante.
Un par de rizos negros que resaltaban sobre la tela blanca
daban testimonio de la cercan�a de su vagina �Yo bramaba! Frotaba los calzones
en mi cara y en mi cuerpo, los mord�a, respiraba su olor mas profundo como si
hubiera sido droga. Luego a punto de estallar, los enroll� en torno a mi pene y
empec� a masturbarme como si con tal acci�n pudiera penetrarla, invadir todos su
secretos. Record� el momento en que la vi por primera vez semidesnuda, y la
sensaci�n de la tela sobre mi verga se convirti� en el sue�o l�cido de la
calidez de sus labios carnosos abrazando mi glande. A medida que se acercaba el
orgasmo, aumentaba la presi�n sobre mi miembro a tal punto que en mi fantas�a,
aquellos calzoncitos me permitieron comprobar la c�lida estrechez del ano de mi
madre. Y ah� estall�, ba�ado en sudor, y con la deliciosa sensaci�n de tener el
olor de sus pantis en cada porci�n de mi cuerpo. Un espeso y abundante chorro de
semen salt� de mi pene todav�a erecto dej�ndome exhausto: la profanaci�n m�xima
estaba hecha. Derram� mi leche en la prenda blanca, tambi�n limpi� con ella mi
pene y las gotas que salpicaron al piso y sobre mi cuerpo: creo que fue un acto
instintivo de fecundaci�n.
Esa noche recib� a mi mam� igual que siempre, pero sin poder
disimular la emoci�n y el agradecimiento por el placer, que sin saberlo ella, me
hab�a dado. Desde entonces, tomar sus prendas cada ma�ana se ha vuelto un rito
delicioso, del que no puedo, del que no me quiero desprender.
No pretendo hacer aqu� una confesi�n: solo quien obra mal se
confiesa, y yo no he hecho tal. Sirva todo lo anterior para que ustedes
lectores, entiendan el porqu� de esta carta que a continuaci�n escribo a mi
diosa, a mi adoraci�n, mi fantas�a; en fin, mi madre.
Mam�.
�Hola mi amor! Que no te extra�e el tono de mis palabras
pues, �sabes? Eres m�a desde hace mucho tiempo. Me excitas, como ninguna mujer
lo ha hecho: tu piel blanca, tus enormes senos, tu cintura peque�a y tus grandes
nalgas, �sabes que mi primera erecci�n surgi� del deseo de besarlas? Se que no,
pero ya te ir�s enterando de m�s cosas. Te veo, pero t� no puedes verme; ahora
mismo escribo, y jam�s llegar�s a leer mis palabras: de cualquier manera siento
susurrarlas a tu o�do al tiempo que acaricio tus nalgas de durazno oblig�ndote a
doblarte. Me gusta mirarte, esperar el momento en que te traicione tu escote, o
simplemente cuando cruzas las piernas usando falda. De ni�o te espiaba; y
todav�a inocente, deseaba acercar mi pene a tu cuerpo para aprenderte con ese
tacto, m�s sensible que ninguno. Empec� a engendrar est� exquisita relaci�n as�,
a lo lejos; embebido en la sensualidad del contraste de luz y sombra. Pero me
urg�a el contacto, tenerte cerca, develar, solo en parte, el misterio; sentir la
tibieza de tu ingle y la suavidad de tus muslos; conocer por fin tu olor a
hembra, que alguna vez prob� en una puta fantaseando que era tuyo.
As� las cosas, preciosa; encontr� un c�mplice, tan cercano a
ti que le llamas �ntimo: La flor de perfume prohibido, confesor de tu humedad y
de tus sue�os. �Cu�ntas noches habr�s so�ado que era su tacto suave el de una
mano que en la oscuridad te busca? �habr�s, en alguna loca fantas�a, so�ado que
era la m�a? No lo dudo, esas prendas tuyas nos unen m�s de lo que te imaginas.
Puedo verte, al cerrar los ojos, tendida en la cama; inquieta sin saber porqu�;
molesta por el peso de las s�banas. Frotando tus muslos muy quedo, por instinto,
gimiendo en silencio por la dolorosa erecci�n en tus pezones. Te veo pose�da,
regal�ndote de esa intensa energ�a que he dejado en tus pantis y que las vuelve
tan extra�amente reconfortantes al contacto con tu vulva y tus bellas nalgas �me
equivoco? Creo que no. En ocasiones he descubierto restos de oloroso fluido en
ellas: se que te masturbas con ellas puestas, quiz� todav�a inconciente, o quiz�
dominada, resumida a una gata en celo por el olor a semen �me buscar�s alg�n d�a
dominada por tu instinto? No lo espero, nuestras caricias son m�s deliciosas a
la distancia.
No te pido nada, no quiero que nada cambie. Ma�ana te ver�
con el mismo amor de siempre, te saludar� con beso puro e inocente en la
mejilla, ser�s mi madre, yo ser� tu hijo. Quiz� nunca llegues a leer esto, no
importa; solo necesitaba decirlo. Necesitaba que supieras que eres m�a; que
cuando te vistes cada ma�ana nuestros cuerpos se tocan, pues duermen en tus
pantis mis deseos y mi lujuria. TE AMO mam�, no se que mas decir: te admiro, te
quiero, te respeto por la mujer que eres; te veo, cuando tu no me ves. Y en ese
momento, quiz� solamente unos minutos, eres mi puta.