Era muy temprano y al principio no me había
fijado en ella, ya que se suponía que los dos estábamos de compras
en aquellos grandes almacenes. Pero la manera en que se giró y en que
me miró, me hizo despertar... parecía que era la hora de jugar.
Ella aparentaba ser una mujer madura, seguramente bastante mayor que yo, pero
con un cuerpo proporcionado y lleno de curvas, como a mí me gusta. Iba
vestida discreta pero sensual, dejando adivinar su contundente cuerpo y sus
generosos pechos.
Al principio todo fueron miradas y coqueteos
distantes. Los dos deambulábamos de un sitio a otro fingiendo buscar
algo, sin separarnos demasiado y siempre cruzando nuestras miradas, provocando,
tanteando.
Quizá me recreé demasiado en
ese juego, por que fue ella la que tuvo que dar el siguiente paso. Se acercó
a mí lentamente, manteniéndome la mirada y justo de frente. Cuando
llegó a mi altura giró levemente para coger algo del estand que
estaba detrás de mí y con ello rozó con sus pechos mi brazo
y con su mano mi pierna.
Estaba claro que había tomado la iniciativa,
era mi turno. Esperé a que cambiara de mostrador y cuando de nuevo se
agachó para ojear algo, me acerqué por detrás, colocando
mi paquete rozando su culo y mirándola a ella en el reflejo de un espejo.
Por supuesto no se movió, al revés,
se quedó en aquella posición, mirándome, deseándome.
Moví mi paquete a un lado y otro de su culo varias veces y luego volví
al centro, donde ya se notaba la calentura de su sexo. Allí comencé
a dar pequeños empujoncitos, dejando que notara mi erecto miembro, a
lo que respondió culeando hacia atrás, de forma que todo mi paquete
se aplastaba contra su imponente trasero.
Miré a un lado y a otro y no vi a nadie,
así que la agarré de las caderas y me estrujé fuertemente
contra ella, como si me la estuviese tirando allí mismo. Ella giró
la cabeza buscando mi boca, la besé y deslicé una mano bajo su
corpiño, sobando sus cálidas tetas, mientas seguía follándola
desde atrás, aun con ropa.
Comenzó a gemir insistentemente, mientras
nuestras lenguas se buscaban, bombeaba hacia atrás buscando mi paquete
y dejaba que yo liberara sus pechos del sostén. La polla me reventaba
dentro del pantalón y ella clamaba por una buena sesión de rabo,
así que de un rápido movimiento le subí la falda hasta
las caderas, me saqué la verga y la puse justo encima de su entrada,
apretándola contra sus bragas. Eso la volvió loca, se restregaba
contra mi polla como una verdadera ninfómana, giró la cabeza y
mientras ella misma se apartaba las bragas, me dijo desesperadamente "dame.....dame.....dame
".
Tenía el chichi rosado, completamente
rasurado y muy abultado, así que puse la punta de mi verga en la entrada
y sin dejar de moverme a un lado y otro, se la metí lentamente, saboreando
cada centímetro de su pantano. Ella estaba ardiendo, me miraba lascivamente
solicitando mas y más miembro y cuando ya lo tuvo entero en su húmeda
cueva, se dedicó a disfrutarlo a conciencia.
Moviendo culo y caderas se lo metía
y sacaba lentamente casi por entero, o bien lo mantenía todo dentro follándome
con pequeños golpecitos de cadera.
Era un lujo de mujer y yo no estaba dispuesto
a desperdiciarla, ni tampoco quería desperdiciar su trasero. Así
que mientras ella seguía con el movimiento de caderas, puse el dedo gordo
en la entrada de su culito, masajeándolo y comencé a poner mas
resistencia a sus vaivenes, de forma que aumentaba la presión de sus
propias embestidas y mi polla se enterraba con fuerza en sus entrañas.
Eso la excitó aún mas, se mordía los labios y sacaba la
lengua, gemía ya bastante alto y usaba una mano para separar sus nalgas,
facilitando la follada y también la posible enculada.
En esa posición comencé ahora
yo a bombear, ella se dejaba hacer, completamente entregada, emitiendo toda
clase de gemidos y grititos. La embestía con fuerza, de medio lado y
al tiempo que sobaba y estrujaba su trasero, buscando excitar su orificio mas
estrecho. Cuando lo noté ya deseoso, resentiré el ritmo de las
embestidas, situé el pulgar en su ojete y apreté con fuerza, introduciéndolo
poco a poco. Ella abría mucho la boca en una lasciva expresión
de vicio, dolor y satisfacción, mientras se le erizaban las tetas.
Pero cuando tenía ya medio dedo pulgar
enterrado en su culo y las folladas eran más salvajes, escuchamos ruido
de pasos que se iban acercando. Saqué el dedo de su trasero y ella abrió
mas las piernas, recibiendo mis embestidas con ansias y encaminándonos
los dos al orgasmo. Pero era inútil, estaban demasiado cerca y no se
desviaban, así que tuvimos que separarnos y vestirnos rápidamente.
Inmediatamente nos pusimos a buscar otro emplazamiento
para que a solas pudiéramos terminar lo que habíamos empezado,
pero ahora ya había mas gente y resultó difícil. Cambiamos
varias veces de planta, mientras nos sobábamos y estrujábamos
para mantener el calentón. Por fin, un rato después, dimos con
una sección de ropa en la que parecía no haber nadie.
Inmediatamente fui hasta una esquina y me coloqué
entre dos estantes bastante altos, apoyándome de espaldas en uno de ellos.
Ella enseguida entendió el gesto.
Después de asegurarse de que no había
nadie cerca, se agachó delante mío, observó con deleite
mi paquete y comenzó a darle mordisquitos, mientras con una mano me sobaba
el culo y con otra liberaba sus tetas. Le agarre la cabeza y la apreté
contra mi miembro, respondiendo ella mordiéndome con mas fuerza y bajando
la cremallera. Metió la mano en el pantalón y comenzó a
meneármela con pasión, mientas yo me estiraba para tocarle los
pechos. Finalmente me la sacó allí mismo y después de besarla
por un momento, se la metió en la boca, haciéndome estremecer
de placer con su obscena lengua. La estrujé contra mí y ella consiguió
tragarse toda mi polla, hasta el fondo, hasta la garganta. Era increíble,
le cabía toda y no solo eso, sino que además le gustaba tanto
como a mí, pues gemía y se contoneaba, mientras con ambas manos
se restregaba el coño y las tetas, pellizcándose los pezones y
disfrutando del bombeo de verga en su boca.
Aquello me puso a cien y tenia los huevos a
punto de reventar. Antes de que eso sucediera decidí pagarle con la misma
moneda.
Hice que se levantara y que de nuevo se pusiera
de espaldas a mí. Levanté la falda y aparté las bragas,
descubriendo un precioso culito blanco y rosado, junto con su depilado y excitado
chumino.
Se reclinó sobre el expositor y yo me
dispuse a disfrutar de tan preciado manjar. Primero me limité a recorrer
todo su sexo con mi lengua, dándole besos y mordiscos y tanteando también
su orificio posterior, mientas con ambas manos le abría las nalgas, facilitando
el acceso.
Eso la excitó mucho, lo que hizo que
ella misma se separara el culo, buscando una mayor sensación. Todo su
potorro se me ofrecía expectante y ya no pude contenerme mas, clavé
mi lengua, mis labios y mi nariz en su sexo, mamando como si de una fuente se
tratara y al mismo tiempo metí un dedo en su ojete, disparando su placer.
La intrusión anal le había cogido por sorpresa, pero ella la buscaba
con ahínco, bamboleando su culo de lado a lado y gimiendo desesperada.
Mi boca hacia estragos en su sexo y mi dedo
en su culo, de forma que no tardó en aproximarse al orgasmo. Entonces
me levanté, dispuesto a empitonarla, a lo que ella contestó enseñándome
el camino, completamente entregada. Pero yo buscaba su otro orificio y coloqué
mi rabo ante la estrecha entrada. Se agachó aún mas sobre el mostrador
y quedó quieta, esperando a que la enculara.
Puse una mano en su espalda, para que no se
levantara, apreté con fuerza y metí la punta de mi rabo en su
estrecho conducto posterior, arrancándole un gritito de satisfacción.
Luego esperé un momento, dejando que se acostumbrara, puse mis manos
sobre sus caderas y empujé de forma suave pero constante, hasta meter
la mitad de la verga en su ardiente culo. Ahí de nuevo me detuve, estaba
completamente despatarrada sobre el mostrador, con una dulce mueca de placer
y dolor en el rostro.... y ganas de mas rabo.
Se la saqué, le quité rápidamente
las bragas que me estaban molestando y volví a encularla otra vez, hasta
la mitad. Ella no se había movido en ningún momento, pero ahora
hecho las manos para atrás, abrió sus nalgas y levantó
el culo. la quería toda. Cogí impulso, apreté y se la enterré
toda de un solo empujón, haciéndola gritar de dolor, placer y
satisfacción. Me mantuve quieto mientras se retorcía lentamente
debajo de mí, intentando acostumbrarse a tener mi polla en su culo...y
lo consiguió. Tenía la cabeza de lado sobre el mostrador, abría
y cerraba la boca como un pez, babeando de placer y subía y bajaba el
culo dulcemente, ensartándose en mi pilón. Nunca había
visto a una mujer gozar así teniendo una polla en el culo, yo le besaba
y mordía el cuello, suavemente, mientras ella se movía arriba
y abajo, cada vez más rápido y profundo. A medida que su ojete
se dilataba, los movimientos eran más largos, llegando a abarcar todo
mi pene. Por fin dejó el culo quieto, levantado ligeramente y llevó
una mano a su clítoris, cediéndome la iniciativa. Me recosté
sobre ella y, levantando sólo las caderas, comencé a encularla
fuertemente, con pasión, reventando su ojete. Cada embestida era un grito
de placer y pronto noté que se encaminaba al orgasmo, así que
aumenté el ritmo de la enculada. Los gritos se transformaron en jadeos
de placer, enterró varios de sus dedos en su húmedo coño
y se vació en un gran orgasmo. Las contracciones de placer de su conejo
se trasladaban a su culo, apretando mi rabo y haciéndome correr en su
vicioso ojete, que recibió todo un torrente de leche.
Por un momento quedamos quietos, extasiados
y cuando me levanté, pude ver como estaba su coño y ojete... espléndidos,
una maravilla, abiertos, mojados y manando flujos y semen. Me retiré
de encima de ella, besando su cuerpo a cada paso y cuando pasé por sus
caderas hundí mi cara en su sexo, proporcionándola un repunte
de placer.
Lentamente nos vestimos y arreglamos lo mejor
que pudimos, encaminándonos hacia la salida. Varias parejas nos miraron,
no sé si por que nos habían visto o por que se lo imaginaban,
dado su estado. Pero, en cualquier caso, a ella no pareció importarle,
al contrario, le gustaba y aprovechando la pausa de las escaleras mecánicas,
se volvió hacia mí y mientras acariciaba con suavidad mi paquete
con ambas manos y delante de todo el mundo, depositó un beso húmedo
en mis labios, mientras preguntaba en voz alta "¿continuamos en
mi casa?"................por supuesto le dije que sí.
Soy un madrileño de 27 al que le gustaría
cartearse con mujeres calientes de mi región y quien sabe, realizar fantasías
como esta... POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO