Nada de lo que me sucedi� fue inesperado, es mas, estuve
aguard�ndolo desde que por primera vez tuve sesi�n de terapia con ella. Si me
preguntan que me llevo hasta su consultorio, podr�a decirles que solamente la
necesidad de ver cosas de mi vida en forma mas clara, sabiendo que sin la
palabra de alguien neutral nunca lo lograr�a. As� llegue a pedir un turno con la
doctora Clara Arguello porque una compa�era de facultad de mi hermano se atend�a
con ella y me hab�a comentado que era una de las mejores analistas que hab�a en
ese momento.-
Llegue a las ocho menos cinco de la noche y a las ocho en
punto me hizo pasar a su consultorio. Me encontr� con una morena de ojos pardos,
de un metro setenta mas o menos, cabello color azabache y un f�sico realmente
muy bien proporcionado. En cuanto la vi pens� que si Mateo ( mi pareja de
aquellos d�as ) la pudiera ver, se morir�a de placer porque era casi casi su
ideal de mujer.
Se sent� detr�s de su escritorio y me ubique en un sill�n muy
mullido de cuero, frente a ella. Hablamos de las cosas t�picas de la primera
sesi�n: como se conformaba mi familia, si estaba en pareja, cuantos a�os tenia y
brevemente que me hab�a llevado hasta all�.
Despu�s de los consabidos y religiosos cincuenta minutos de
sesi�n, nos levantamos y me fui, no sin antes despedirme hasta el viernes de la
misma semana, a la misma hora.
Al llegar a casa, Mateo me pregunto como me hab�a ido y le
comente lo sucedido y sobre todo, le detalle las caracter�sticas f�sicas de mi
nueva terapeuta con minuciosidad ( cosa que despu�s me dejo asombrad�sima ante
mi misma porque indicaba que la hab�a registrado hasta en los mas m�nimos
movimientos ).
Desde ese lunes hasta el viernes, no deje de pensar en mi
terapeuta y en las ganas que tenia de que llegara la pr�xima sesi�n.
Durante casi dos meses asist� puntualmente a cada una de las
consultas y notaba , no sin cierta extra�eza , como cada vez me interesaba mas y
mas en los ojos de Clara, en su ropa, en sus piernas y en sus pechos. En mas de
una ocasi�n me sorprend�a mir�ndolos fijamente y descubriendo que ella me miraba
a los ojos, siguiendo la l�nea de mi mirada, sabiendo entonces a donde se
dirig�a la misma, pero jam�s hizo adem�n alguno de sentirse incomoda o de
detener aquello.
En una de las sesiones me propuso dejar aquel c�modo sill�n y
comenzar, como una etapa mas de la terapia, a usar el div�n. Acepte encantada,
sobre todo porque eso evitar�a que mis ojos siguieran escap�ndose hacia ella en
forma tan evidente ( recost�ndome en el div�n, la tendr�a ubicada a mis espaldas
).
Desde que me recostaba en el div�n, nos dedicamos a analizar
los sue�os que tenia y, ha decir verdad , la mayor�a de ellos eran muy er�ticos
y con marcadas escenas de bisexualidad ( condici�n personal que intu�a pero
nunca hab�a podido confirmar ).
Estaba en una de esas sesiones on�ricas detall�ndole uno de
los sue�os, cuando sent� que lentamente Clara se levantaba de su lugar y se
acercaba al div�n, sin dejar de hacerme preguntas sobre lo so�ado ni de darme
pautas el sue�o.
Estaba tan compenetrada en esta tarea que casi no me di
cuenta de que Clara se hab�a parado en la cabecera del div�n hasta que sus manos
se apoyaron sobre mis hombros, suave pero firmemente, presionando un poco y
comenzando a acariciarlos en c�rculos.
Nunca deje vislumbrar la sorpresa que esos masajes me
causaban, sencillamente segu� narrando mi sue�o.
De los hombros, las manos de Clara siguieron su camino por mi
cuello y rodearon el borde de mi camisa hasta llegar al primer bot�n que estaba
prendido.
A esta altura de las cosas era inevitable darse cuenta de que
mi respiraci�n se hab�a acelerado y que no era el �nico signo de la excitaci�n
que se estaba apoderando de mi. Por encima de mi camisa, comenzaron a hacerse
notar mis pezones, endurecidos por el calor que esas manos me estaban dando y
mis piernas estaba comenzando a separarse lentamente.
La boca de Clara se hab�a acercado a mis o�dos y se deten�a
en cada uno para que yo pudiera sentir all� su aliento caliente y sus palabras
suaves : " relajate y sigue, esto es solo el principio, la �nica manera que
tenes de recordar ese sue�o por completo, es reviviendo el goce que te produjo
". Siempre ubicada a mis espaldas, sus manos lograron desabrochar la blusa y
meterse entre mi brassier y mis pechos, lo que me ocasiono un gemido
involuntario al sentir sus fr�as manos sobre ellos.
Los envolvi� delicadamente con sus dedos, los presiono y se
dedico a pellizcar levemente mis pezones para despu�s pasarle sus largas u�as
alrededor y dejarlos duros como rocas. A esa altura ya poco me importaba
recordar el sue�o, solo quer�a que ese que estaba viviendo con ella continuara,
que no me abandonara asi, que me diera mas y mas, que sus manos siguieran su
camino por todo mi cuerpo. Sin poder soportar mas esas caricias teni�ndola
lejos, la tome de las mu�ecas y la coloque frente a mi, quer�a ver sus ojos,
quer�a que viera los m�os, quer�a que viera mi boca mojada, mis ojos llenos de
deseo.
Se sent� al borde del div�n y acerco su boca a la mia y
comenz� una fiesta de besos. Su lengua y la mia se encontraron duras, calientes,
movedizas ; la suya recorri� cada parte de mi boca, mi paladar, mis dientes, las
paredes internas de mis mejillas y la mia se dedico a sus labios, a moj�rselos
incesantemente, a lamerle los l�bulos de las orejas, a buscar la suya nuevamente
para establecer esa batalla tan deliciosa que ten�amos.
Sus manos nunca dejaron mis pechos, siguieron pellizcando y
estirando mis pezones hasta que con las m�as le ubique su boca en ellos. Clara
lami� mis pechos con esa lengua maravillosa, los dejo mojad�simos con su
exquisita saliva y se dedico a mordisquear mis pezones, que no pod�an mas, que
no albergaban mas dureza que la ya acumulada. Tomo cada pez�n entre sus labios
estir�ndolo, succion�ndolo, mordi�ndolo, haci�ndome sentir esa extra�a mezcla de
placer y dolor infinito que no termina, pr�cticamente me los mamo, como si fuera
una criatura de pocos meses, tratando de obtener su alimento diario.
Al mismo tiempo que su boca descend�a por mi cuerpo, sus
manos iban quit�ndome la ropa en forma precisa, sacando la camisa fuera de mis
pantalones e intentando desabrocharlos con premura.
-- No, por favor. Le ped� con la voz entrecortada. --
Acariciame por sobre la tela, quiero sentir como tus manos me acarician la
vulva, como me calentas a traves de la ropa, como me voy mojando despacio.
As� lo hizo, abr� mis piernas para que trabajara con mas
comodidad y comenz� a acariciarme por sobre la entrepierna de mis pantalones. Su
palma abierta sub�a y bajaba por toda la extensi�n de mi vulva, presionaba
despacito justo en la uni�n de los labios de mi vagina y simulaba meterme un
dedo, rozando asi el centro de mi vagina, dej�ndome casi desmayada, mientras
segu�amos bes�ndonos.
Subi� su mano y la meti� entre mi bombacha y llego a mi
vagina.
-- Hummmmm!!, me encanta que la tengas afeitadita, se siente
suave.......quieres mas caricias o me dejas meterte los deditos ??. Me dijo ella
con una voz muy sensual.
Esas palabras bastaron para que yo misma me sacara los
pantalones, me bajara la bombacha y me quedara desnuda frente a ella.
Una de mis piernas quedo sobre el div�n mientras que la otra
quedo colgando, con mi pie izquierdo apoyado sobre el piso. Clara se arrodillo
frente a mis piernas abiertas y sus manos se dedicaron a mi conchita, dej�ndome
a mi transportada a otro mundo.
-- Estas tan mojada !!!- repet�a sin poder creerlo -- Nunca
vi una conchita tan mojada, tan brillosa, tan cremosa.
-- Siiii!!, quiero que me metas los dedos. los mojes y
desparrames mi flujo entre los labios de mi concha. Le conteste con voz de
hembra en celo.
-- Asi te gusta, preciosa ?. Me pregunto mientras me met�a
dos dedos a fondo, los daba media vuelta dentro de mi y los sacaba empapados,
para despu�s lubricarme los labios mayores y menores de mi vagina.
-- Mas, dame mas , dame tu lengua, chupame, chupame
despacito.-
Y la lengua de Clara se dedico a lamerme, a recoger mi flujo
desde mi interior para repartirlo , de adelante hacia atr�s, hasta llegar al
agujero de mi culo, que a esa hora ard�a como todo mi cuerpo completo.
-- Quiero comerte entera....sos tan caliente !!!, me encanta
tu flujo, mmmmmmm. Me dec�a ella.
De pronto sent� que un dedo de Clara se me met�a en la concha
pero al mismo tiempo otro en el agujerito de mi culo y presionaban en el medio,
como queriendo juntar las paredes de ambos lados en el centro, haci�ndome dar un
salto de placer, elevando mis caderas hacia sus dedos. Estaba sintiendo como
lenguas de fuego que me atravesaban y era conciente de mis gemidos.
-- Quiero que gimas, quiero saber cuanto estas
gozando.........decime cuanto gozas......decimelo.-
-- Segui, segui!!........... Le conteste.
-- Decime que queres que te haga.........
-- Mordeme el cl�toris.............pasame la lengua�
ahiiiiiiiiiii�siiii..ahiiii�mmmmmmm.
La lengua de Clara comenz� a lamerlo primero en c�rculos,
llen�ndolo de flujo, para despu�s subir y bajar endureci�ndolo; cuando estaba
duro y salido, lo tomo entre sus dedos y lo estiro, lo pellizco para despu�s
morderlo delicadamente.
-- Dame vuelta........dame vuelta. Le ped� casi desesperada.
--Te gusta, verdad ? te encantan estas cosas ? pedime mas,
rogame.........-
-- Mas, no me dejes, dame mas, haceme lo que quieras.
Y me dio vuelta, me lami� el culo sin descanso, sent�a que
estaba llena de mi propio flujo por todos lados, el consultorio estaba inundado
de olor a sexo y ella segu�a, meti�ndome un dedo en el agujero caliente del culo
mientras que la otra mano no dejaba de arrastrarse a lo largo de mi concha.
- No doy mas...........no puedo mas............meteme los
dedos en la concha, metemelos. Le ped� ansiosa de poder llegar al orgasmo con
sus dedos dentro de mi.
--Asi ?...asi bebe??... Me preguntaba mientras met�a y sacaba
dos dedos de mi concha.
-- Esto es lo que queres ?
-- Hummmmmmmmm, si si si siiiiiiiiiiiiii, mas, mas,
masssssssssssssss.- Y sin control meti� y saco esos dedos gloriosos de mi concha
hasta que mis caderas se elevaron sobre su cara, quede apoyada en mis puntas de
pie y estalle en un orgasmo pocas veces sentido.-
-- Ahhhhhhhhhhhhhhhhh�..
Ahhhhhhhhhhh�..Ohhhhhhhhhh..mmmmmmmmm..siiiiii� No pude evitar gritar como una
gata en celo.
Cuando me repuse de aquella "sesi�n", Clara me miro fijo a
los ojos y me dijo:
-- La sesi�n ha terminado, el viernes a la misma hora te
espero aca.
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO